Paul Krugman
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Si el presidente logra algo parecido al plan anunciado el martes en el Congreso, Estados Unidos tomará un nuevo rumbo.
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Si el presidente logra algo parecido al plan anunciado el martes en el Congreso, Estados Unidos tomará un nuevo rumbo.
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El presupuesto es, entre otras cosas, un gran alivio para los demócratas, quienes empezaban a sentir un poco de depresión postelectoral. El plan de estímulos aprobado por el Congreso probablemente es insuficiente y está demasiado enfocado en los recortes fiscales. La negativa de la administración de tomar medidas más severas con los bancos pudo haber sido terriblemente decepcionante, pero el temor de que Obama sacrificaría prioridades progresistas en sus planes presupuestales y se daría por satisfecho con cambios superficiales al sistema fiscal, se ha disipado.
Este presupuesto asigna 634 mil millones de dólares a la reforma del sistema de salud en la próxima década. Esto no es suficiente para pagar una cobertura universal, pero es un comienzo notable. Además, Obama planea financiar la reforma sanitaria no sólo con más impuestos a los ricos, sino poniendo un alto a la rampante privatización de Medicare, eliminando los pagos excesivos a las compañías de seguros.
También es alentador ver que el presupuesto proyecta ingresos por 645 billones de dólares mediante la venta de permisos de emisiones. Tras años de negación y postergación de su predecesor, la administración de Obama nos está demostrando que está lista para afrontar el cambio climático.
Y estas nuevas prioridades están planteadas en un documento cuya claridad y credibilidad resultan casi increíbles para quienes estamos acostumbrados a leer los presupuestos de la era de Bush, que insultaban nuestra inteligencia en cada página. Este es un presupuesto creíble.
Muchos se preguntarán si Obama realmente puede reducir el déficit como lo está prometiendo. ¿Puede de verdad reducir los números rojos del billón 750 mil mdd de este año a menos de una tercera parte para 2013? Sí puede.
El enorme déficit actual tiene que ver con factores temporales (al menos esperamos que así sea): una severa crisis económica está disminuyendo los ingresos, al tiempo que es necesario destinar enormes cantidades a estímulos fiscales y rescates financieros. Pero cuando la crisis termine, el panorama presupuestal mejorará dramáticamente. No olvidemos que de 2005 a 2007 —es decir, los tres años previos a la crisis— el déficit federal promedió sólo 243 mil mdd al año. Durante ese tiempo, los ingresos se vieron inflados, hasta cierto punto, por la burbuja inmobiliaria. Pero también es cierto que estuvimos gastando más de 100 mil mdd al año en Irak.
De modo que si Obama nos saca de Irak (sin hundirnos en un atolladero igual de costoso en Afganistán) y logra fraguar una recuperación económica sólida, disminuir el déficit a 500 mil mdd para 2013 no debería ser tan difícil.
¿Pero no crecerá demasiado el déficit por la deuda que se acumulará en los próximos años? No tanto como se podría pensar. Las tasas de interés de la deuda gubernamental a largo plazo son inferiores a 4%, así que incluso un billón de dólares más de deuda agrega menos de 40 mil mdd al año a déficits futuros. Y el costo de los intereses está reflejado totalmente en los documentos del presupuesto.
Así que tenemos prioridades buenas y proyecciones verosímiles. ¿Qué es lo que se le podría reprochar a este presupuesto? Básicamente, que la perspectiva a largo plazo sigue siendo preocupante.
De acuerdo con las proyecciones presupuestarias de la administración Obama, la proporción de deuda federal con respecto al PIB —medida utilizada para establecer la posición financiera del gobierno— se disparará en los próximos años y después se estabilizará. No obstante, esto se logrará en una proporción deuda-PIB de 60% en términos aproximados; lo cual no sería una deuda extremadamente alta según estándares internacionales, pero sí la más grande de Estados Unidos desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Y esto nos dejaría con un margen considerablemente reducido para maniobrar en caso de que surja otra crisis.
El presupuesto de Obama tiene una proyección a 10 años y eso es un gran avance con respecto a los presupuestos en la era de Bush, que sólo consideraban los siguientes cinco años. No obstante, los mayores problemas fiscales de Estados Unidos seguirán pendientes; tarde o temprano nos vamos a tener que enfrentar a cuestiones que nos generan gastos a largo plazo; entre ellas, el cuidado médico cuyo costo está constantemente en aumento.
Y aun cuando una reforma básica al cuidado médico controlara los costos, me es difícil imaginar de qué manera el gobierno federal podría cumplir con sus obligaciones a largo plazo sin imponer incrementos fiscales a la clase media. A pesar de lo que puedan decir los políticos actualmente, es posible que exista un impuesto de valor añadido en nuestro futuro.
No culpo a Obama por haber dejado algunas preguntas importantes sin responder en este presupuesto. El sistema político sólo puede asimilar una cierta cantidad de ideas de largo plazo cuando está en medio de una crisis severa; probablemente el presidente está manejando todo lo que puede hasta ahora. Y este presupuesto se ve muy muy bien. (Traducción: Gabriela Cornejo)
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El presupuesto es, entre otras cosas, un gran alivio para los demócratas, quienes empezaban a sentir un poco de depresión postelectoral. El plan de estímulos aprobado por el Congreso probablemente es insuficiente y está demasiado enfocado en los recortes fiscales. La negativa de la administración de tomar medidas más severas con los bancos pudo haber sido terriblemente decepcionante, pero el temor de que Obama sacrificaría prioridades progresistas en sus planes presupuestales y se daría por satisfecho con cambios superficiales al sistema fiscal, se ha disipado.
Este presupuesto asigna 634 mil millones de dólares a la reforma del sistema de salud en la próxima década. Esto no es suficiente para pagar una cobertura universal, pero es un comienzo notable. Además, Obama planea financiar la reforma sanitaria no sólo con más impuestos a los ricos, sino poniendo un alto a la rampante privatización de Medicare, eliminando los pagos excesivos a las compañías de seguros.
También es alentador ver que el presupuesto proyecta ingresos por 645 billones de dólares mediante la venta de permisos de emisiones. Tras años de negación y postergación de su predecesor, la administración de Obama nos está demostrando que está lista para afrontar el cambio climático.
Y estas nuevas prioridades están planteadas en un documento cuya claridad y credibilidad resultan casi increíbles para quienes estamos acostumbrados a leer los presupuestos de la era de Bush, que insultaban nuestra inteligencia en cada página. Este es un presupuesto creíble.
Muchos se preguntarán si Obama realmente puede reducir el déficit como lo está prometiendo. ¿Puede de verdad reducir los números rojos del billón 750 mil mdd de este año a menos de una tercera parte para 2013? Sí puede.
El enorme déficit actual tiene que ver con factores temporales (al menos esperamos que así sea): una severa crisis económica está disminuyendo los ingresos, al tiempo que es necesario destinar enormes cantidades a estímulos fiscales y rescates financieros. Pero cuando la crisis termine, el panorama presupuestal mejorará dramáticamente. No olvidemos que de 2005 a 2007 —es decir, los tres años previos a la crisis— el déficit federal promedió sólo 243 mil mdd al año. Durante ese tiempo, los ingresos se vieron inflados, hasta cierto punto, por la burbuja inmobiliaria. Pero también es cierto que estuvimos gastando más de 100 mil mdd al año en Irak.
De modo que si Obama nos saca de Irak (sin hundirnos en un atolladero igual de costoso en Afganistán) y logra fraguar una recuperación económica sólida, disminuir el déficit a 500 mil mdd para 2013 no debería ser tan difícil.
¿Pero no crecerá demasiado el déficit por la deuda que se acumulará en los próximos años? No tanto como se podría pensar. Las tasas de interés de la deuda gubernamental a largo plazo son inferiores a 4%, así que incluso un billón de dólares más de deuda agrega menos de 40 mil mdd al año a déficits futuros. Y el costo de los intereses está reflejado totalmente en los documentos del presupuesto.
Así que tenemos prioridades buenas y proyecciones verosímiles. ¿Qué es lo que se le podría reprochar a este presupuesto? Básicamente, que la perspectiva a largo plazo sigue siendo preocupante.
De acuerdo con las proyecciones presupuestarias de la administración Obama, la proporción de deuda federal con respecto al PIB —medida utilizada para establecer la posición financiera del gobierno— se disparará en los próximos años y después se estabilizará. No obstante, esto se logrará en una proporción deuda-PIB de 60% en términos aproximados; lo cual no sería una deuda extremadamente alta según estándares internacionales, pero sí la más grande de Estados Unidos desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Y esto nos dejaría con un margen considerablemente reducido para maniobrar en caso de que surja otra crisis.
El presupuesto de Obama tiene una proyección a 10 años y eso es un gran avance con respecto a los presupuestos en la era de Bush, que sólo consideraban los siguientes cinco años. No obstante, los mayores problemas fiscales de Estados Unidos seguirán pendientes; tarde o temprano nos vamos a tener que enfrentar a cuestiones que nos generan gastos a largo plazo; entre ellas, el cuidado médico cuyo costo está constantemente en aumento.
Y aun cuando una reforma básica al cuidado médico controlara los costos, me es difícil imaginar de qué manera el gobierno federal podría cumplir con sus obligaciones a largo plazo sin imponer incrementos fiscales a la clase media. A pesar de lo que puedan decir los políticos actualmente, es posible que exista un impuesto de valor añadido en nuestro futuro.
No culpo a Obama por haber dejado algunas preguntas importantes sin responder en este presupuesto. El sistema político sólo puede asimilar una cierta cantidad de ideas de largo plazo cuando está en medio de una crisis severa; probablemente el presidente está manejando todo lo que puede hasta ahora. Y este presupuesto se ve muy muy bien. (Traducción: Gabriela Cornejo)
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El Universal - México/03/03/2009