18/5/10

inSurGente

Un país llamado Cultuba


Un artículo del periodista Carlos Tena
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Decía el filósofo y matemático francés René Descartes (1596 – 1650), que si el ser humano tuviese un conocimiento absoluto, tendría libertad absoluta; que mientras mas sepamos, mas libres nos sentiremos; por tanto, la mejor manera de preservar el conocimiento y la libertad de conciencia que poseemos, es compartirlos con todo el mundo.

Lo malo es cuando ese conocimiento se pone al servicio de la doble moral y adquiere la dimensión de absoluto desconocimiento, como acaban de hacer un centenar de supuestos intelectuales y artistas españoles (y españolistas en su vertiente más tradicional, que otrora se decían de izquierdas), o lo que es aún más grave, se coloca del lado del silencio sobre la violencia, la censura, la tortura y la muerte, que asolan su propia casa.

Dice el pensador Javier Sádaba (Portugalete, 1940), que el silencio es la cobardía de los intelectuales; un miedo que se convierte en imperdonable vileza, en alta traición a la cultura y a la humanidad. Para añadir de inmediato

El enemigo de los pueblos y de las personas tiene la segunda arma más poderosa: el dinero. Nosotros tenemos la primera: la razón.

Miguel de Unamuno leyó a Martí y éste a Sócrates. Tal vez por ello, los tres afirmaban que sólo el que sabe es libre. Por esa misma razón, cuando un aparato de televisión cubana se enciende, lo primero que aparece en la pantalla es la frase del apóstol Un pueblo culto es un pueblo libre, porque hay que ratificar una y un millón de veces que sólo la cultura proporciona libertad.

No se puede hablar de la libertad de volar, sino no disponemos de alas; no existirá la de pensar, si no se nos enseña a razonar. La medida de la libertad de los pueblos es la de su conocimiento. Por tanto, esos intelectuales que condenan a Cuba no representan otra cosa que su propia ignorancia

Y para terminar esta breve serie de puntualizaciones, no puedo por menos que recordar a Aristóteles:

Sólo una sociedad que tenga libre acceso al conocimiento, será una sociedad de hombres y mujeres libres.

Desde el triunfo de la Revolución, la cultura, el conocimiento, en todas sus dimensiones han sido y son los mayores exponentes del pensamiento cubano, ya fuera por medio de la literatura, el ballet, la música o la ciencia.

Resulta cuando menos ridículo, de un patetismo rayano en esquizofrenia, el reciente número circense de esos pretendidos intelectuales, declarados enemigos del raciocinio, que no del dinero, para clamar contra una sociedad asediada y agredida por sus vecinos, dueños de una cultura más especial, como es la de las bombas atómicas y el exterminio de millones de ciudadanos inocentes. Gritan contra Cuba, porque ha dotado a todos sus ciudadanos de los más elementales derechos humanos, colocando sus niveles de protección social por encima de los de toda América Latina y los propios USA.

Nunca han levantado su voz para detener el ciclón de asesinatos en Afganistán o Irak, Palestina o el Sáhara, Colombia o México, Honduras o Perú. Han callado a su intelecto voluntariamente, no sea que sus contratos y actuaciones, conferencias o invitaciones, se vean afectados.

Su cociente intelectual está en función directa de su cuenta corriente, su sentido de la ética es la que dicte quien destroza niños, mujeres y ancianos en medio mundo, por minas, balas, obuses o golpes. Aplauden y jalean la sangre inocente derramada.

No es a Cuba a quien condenan, sino al derecho de sus habitantes a una vida mil veces más decente que la suya, a una existencia donde hay carencias, pero digna; ponen su escaso conocimiento, al servicio de aquellos que quieren llevar a la isla más ejemplar del globo terráqueo a los niveles de miseria moral, incultura, violencia e injusticia, censura y manipulación, tortura y malos tratos que dibujan su España de pandereta. Su hipocresía e ignorancia voluntaria han alcanzado una cima impensable, y la caída será muy dura porque han perdido la poca credibilidad que aún poseían.

En nombre de quienes amamos a ese pueblo noble, orgulloso de su independencia, culto y por tanto libre, que sufre ya por más de medio siglo un infame bloqueo, condenado por una aplastante mayoría de las naciones representadas en la ONU, volver a proclamar que la Revolución no va a caer por esa triste alharaca que han protagonizado, porque su condena es barata, basta, falaz y burda.

Cuba es sinónimo de cultura, de conocimiento; tanta y tanto, que a ese territorio repleto de literatura, poesía, canciones, cine, deporte, música, ya se la conoce como Cultuba.

inSurGente/18/05/2010

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