9/3/07

LA HORCA

Si algo caracteriza al capitalismo es su hipocresía y desfachatez. En su devenir histórico, los peores rasgos del poder lo catapultan. En sus etapas expansivas, este sistema político económico ha arrasado con pueblos enteros, con culturas atávicas. De manera genocida invade y masacra. En su etapa imperial, experimenta en las naciones del tercer mundo con armas letales de diverso tipo. Sin ningún prurito, secuestra presidentes e impone gobernantes.
17 Enero 2007.- Asalia Venegas

Hoy, el crecimiento inconmensurable del capitalismo se anilla con el gobierno de los Estados Unidos. Por retorcidas razones históricas, ese gobierno se considera el amo del mundo. Y, por ironías de la historia, bajo las premisas de la libertad y la democracia, dicho país implementa, promueve y concreta, las cuestionables acciones que se han escenificado en diversas naciones del orbe terrestre.

Ambos términos: libertad y democracia, tan caros al pensamiento liberal de los siglos XVIII y XIX y a los independentistas latinoamericanos de aquél siglo, son enlodados con las bárbaras y criminales acciones que emprende Estados Unidos bajo dichas banderas.

El desarrollo del capitalismo y de la tecnología, implicó también la aparición de los medios de comunicación. Estos aparatos, en la medida de su avance, se convirtieron en los aliados por excelencia de este sistema político; al construir los discursos apropiados que legitimaran, validaran y reforzaran, como “única verdad”, lo atroz del sistema. Éste ha sido el verdadero papel político e ideológico asignado a la industria mediática mundial, globalmente vista.

La pena impuesta por el imperio, contra toda resistencia cultural y racional, a Saddam Hussein, es la máxima expresión de la aberración humana. Con la hipocresía que lo caracteriza, dijo George Bush: “Yo hubiera preferido otra muerte”. El ahorcamiento de Hussein fue grabado y las imágenes difundidas masivamente. ¡Ahora, nadie sabe cómo! El impuesto presidente de Irak, refirió: ¡Hay que investigar!. El regodeo global de la industria mediática en las macabras imágenes, no tiene parangón. Su morbo recuerda lo peor del sensacionalismo norteamericano. Hasta ahora 4 jóvenes han muerto ahorcados, siguiendo la imagen de Hussein.

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