Putín
Política internacional En una paciente sostenida e inédita consolidación en el poder Putin unió bajo su mando a militares, espías y tecnócratas del gas. Los antiguos agentes del servicio secreto soviético y sus pupilos de los años 90, varios con lazos familiares, mandan hoy en Rusia.
La KGB (Comité de Seguridad del Estado) ha vuelto, o mejor dicho ingresó al pleno del poder en Rusia y con aires de revancha avanza más allá. Así lo denunciaron primero las organizaciones de defensa de los derechos humanos que culpan al presidente Vladimir Putin, antiguo agente secreto, y al actual Servicio Federal de Seguridad (FSB) de perseguir a los opositores y críticos del régimen. Pero luego la denuncia se convirtió en materia para la interpretación de otros esquemas mucho más variados y lejanos.
Los servicios secretos rusos perdieron poder en el gobierno de Boris Yeltsin (1992 -1990 -1999). La desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de su efímera continuación, la Federación de Estados Independientes, hizo pensar en un virtual desbande e incluso surgieron versiones de su casi total desmantelamiento, fragmentación y transferencia parcial a Occidente. Pero en medio de la pugna de grupos políticos que impulsaban a nacionalistas y rearticulaban a comunistas fue surgiendo uno de los varios ex agentes derivados en autoridades que décadas antes pertenecieron a la más temida policía secreta de la historia: Vladimir Putin.
Tras la caída de la URSS, el carisma y fortaleza política de Yeltsin, amparado en un eje de ex comunistas pragmáticos, impusieron el factor de orden frente al caos en las esferas de poder. Boris Yeltsin aplicó las reformas económicas que reconvirtieron las estructuras socialistas en entidades privadas y hacia allí se dirigieron los intereses de los nuevos ricos rusos y sus socios extranjeros. El propio mandatario hegemonizó las decisiones a nivel del aparato político estatal en base a ese respaldo económico y las simpatías de un Occidente, en esos momentos todo poderoso. Pero Yeltsin empezó a decaer ante la pugna de fuerzas políticas y económicas intestinas y su creciente debilitamiento físico personal.
En ese marco, Putin demostró a quienes detentaban diversos niveles (empresarios y políticos centristas) de poder, una afable capacidad de concertación. Había crecido junto a Yeltsin paulatinamente. Gracias a su preparación académica en derecho internacional y su a pertenencia niveles de mando de la KGB hasta mediados de los 90, se mostraba como una figura sólida. Yeltsin en 1998, lo había nombrado como jefe de la FSB. En 1999 le cedió el poder.
En 1999 era un sucesor provisional, pero la imagen del nuevo mandatario se potenció por sucesivas victorias ante desafíos como la guerra o los atentados chechenios. En 2000 fue elegido por amplia mayoría. Impuso una época de equilibrio y estabilidad basados en su extrema habilidad para negociar o convencer. Le llegaron además buenas noticias de la economía especialmente ante la perspectiva de los descubrimientos gasíferos en las islas Sakalin. Su figura adoptó mayor fuerza progresivamente. Y también a ese ritmo se empezó a indagar sobre cuál es la fuente del poder que hace unas horas volvió a amenazar a EEUU con orientar misiles nucleares hacia Europa.
Reflejos del régimen
Con Putin los más altos cargos están ocupados por funcionarios que provienen del espionaje estatal. Para el historiador Boris Belenkin, portavoz de Memorial (ONG fundada por el nobel de la Paz Andrei Sajarov), la mayor evidencia del regreso de la KGB es que en el Ministerio del Interior en Moscú se acaba de erigir un busto de su fundador, Félix Dzerzhinski (1877-1966), creador de los gulags (campos de concentración rusos) y responsable de al menos medio millón de muertes. En 1991 el pueblo arrancó la estatua de Dzerzhinski de la sede de la KGB, y a mediados de 2000, poco después de que Putin ascendiera, el Parlamento rechazó reponer la efigie. Según Belenkin, "la reivindicación del fundador del KGB es un reflejo del régimen. Esperaron a que muriera Alexander Yakovlev, ideólogo de la Perestroika y presidente de la comisión para la rehabilitación de las víctimas de la represión soviética, para sacar la estatua de Dzerzhinski del almacén".
Los analistas europeos consideran que el Servicio Federal de Seguridad ha desempeñado un papel clave en perseguir a los "nuevos ricos" o "nueva oligarquía" compuesta por empresarios que amasaron fortunas con el petróleo y el gas y que han mostrado ambiciones políticas, como Mijail Jodorkovsky, ex presidente de Yukos, condenado a ocho años de prisión en Siberia. "Putin no quiere competidores en su misión de reconstruir el imperio soviético basado en la fortaleza de un Estado controlado por él", dijo a la revista colombiana Semana el politólogo alemán Andreas Gottwald, de la Universidad de Regensburg.
De hecho, el millonario ruso que mejores relaciones tiene con Moscú es Roman Abrámovich, considerado un oligarca "ideal", porque no cuestiona al gobierno y pactó con él la venta de sus activos a la estatal Gazprom, la mayor productora de gas del mundo. La reciente disputa sobre el suministro de gas a Ucrania muestra hasta qué punto Putin está utilizando Gazprom para definir sus relaciones internacionales especialmente con los países del antiguo entorno soviético, la Unión Europea y Estados Unidos.
Los perseguidos
El poder de los servicios secretos en Moscú también apareció con la renuncia, a finales de 2005, del asesor económico de Putin, Andrei Ilarionov, quien había denunciado que en Rusia ha desaparecido la libertad y que las empresas del Estado han exterminado la competencia y no actúan por el interés de los ciudadanos. Ilarionov, economista defensor del libre mercado, venía siendo un duro opositor contra el retorno al control estatal de la economía, cuyo principal ejemplo es Gazprom, y aseguró que dimitía porque ya no se le permitía hacer críticas al manejo del gobierno.
El panorama se completa con la persecución de varios científicos acusados por el Servicio Federal de Seguridad de entregar secretos a otros países. Las organizaciones defensoras han abogado por estos científicos y en casi todos los casos el FSB ha cambiado a última hora los cargos, tras ser demostrada la inocencia de los acusados.
El premio Nobel de Física, Vitali Ginzburg, ha respaldado la inocencia de Danilov y asegura que en este caso existe un "indignante abuso de poder" de los servicios secretos rusos. Danilov fue absuelto por un jurado en 2003, pero el FSB le abrió un nuevo juicio por "traición" y le fue impuesta una condena de 13 años de prisión.
La lista
La preocupación de la Unión Europea no se centra sólo en la restricción de las libertades con el retorno de la KGB, sino en los peligros que entraña la estrategia de usar los recursos energéticos como arma de política exterior. Europa consume más energía de la que produce y una dependencia de Rusia, gobernada por Putin y el FSB, podría resultarle desastrosa en todos los ámbitos.
Por eso han crecido los llamados en la Unión Europea por desarrollar otro tipo de energías con el fin de disminuir esta vulnerabilidad respecto a Rusia y a otros países que no son socios de la Unión. Michael Glos, el Ministro alemán de Economía, ha propuesto incluso que su país revoque su plan de abandono total de la energía nuclear, ante los problemas de futuro que se ven venir en Europa. El FSB ya tiene todo el poder político en Rusia.
En el horizonte Putin ya plantea su reelección, pese a que su cargo debería ser relevado. Ante dicha posibilidad la lista de sus probables sucesores, previstos como precandidatos es altamente sugerente. La encabeza Víctor Ivanov, 55 años, quien en 1987 era un joven oficial de la KGB en la guerra de Afganistán. En 1994 trabajó con Putin como alto funcionario del departamento de relaciones exteriores. En 1998 fue el jefe inmediato a Putin en la FSB. En 2000 se convirtió en jefe adjunto de la administración presidencial. Pero en 2002 fue trasladado al mundo empresarial estatal y se convirtió en cabeza de la aerolínea Aeroflot y la telefónica Antel. Tras dejar a subordinados de confianza en esas estructuras, es hoy principal consejero de Putin en asuntos de estructura política.
En un virtual paralelo a Ivanov se halla Dimitri Medved, pero de sólo 41 años. En 1996 era asesor jurídico de Putin, en 1999 fue llevado al Gobierno como Jefe de la Administración Presidencial. En 2000, Putin lo nombró Presidente del Concejo Administrativo de Gazprom. Hoy es Vice Primer Ministro. Otro ex miembro de la KGB del esquema de elite del Presidente ruso es Valery Gouloveb, 55 años, sólo se sabe que ingresó a la policía secreta en 1979. Su registro posterior no pudo ser descubierto. En 1991 ocupó la cartera de Presidente del Comité de Turismo en el Gobierno de Yeltsin. En 2003 Putin lo designó como cabeza de una de las principales subsidiarias de Gazprom, hace unos meses fue ascendido a Vicepresidente de la petrolera rusa. Finalmente suma al eje principal Igor Setchine. Fue especialista en comunicaciones de la Armada Soviética ya en 1970. Entre 1991 y 1996 ejerció como Jefe del gabinete de Putin en sus diversos cargos estatales. En 1999 se lo designó Jefe adjunto de la Administración presidencial. Desde 2004 ocupa, por decisión de Putin, la presidencia de Rosfnet, la segunda petrolera rusa.
Por debajo de la elite del poder ruso se hallan decenas de ex agentes preparados por la KGB. Sólo en los principales cargos de Gazprom se ha contabilizado a 17 miembros de la transición KGB – FSB. No sólo eso, los hijos de al menos 12 jerarcas del actual poder político ruso, todos ellos de entre 25 y 30 años y preparados en la FSB, trabajan para organismos del aparato económico empresarial. Un caso emblemático es el de Serguei Serguivitch Ivanov, 27 años, quien es hijo del Ministro de Defensa, y se ha convertido en uno de los vicepresidentes de Gazprom.
(Con datos de Le Monde Diplomatique, Semana, Clarín y Perfil.)
Los servicios secretos rusos perdieron poder en el gobierno de Boris Yeltsin (1992 -1990 -1999). La desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de su efímera continuación, la Federación de Estados Independientes, hizo pensar en un virtual desbande e incluso surgieron versiones de su casi total desmantelamiento, fragmentación y transferencia parcial a Occidente. Pero en medio de la pugna de grupos políticos que impulsaban a nacionalistas y rearticulaban a comunistas fue surgiendo uno de los varios ex agentes derivados en autoridades que décadas antes pertenecieron a la más temida policía secreta de la historia: Vladimir Putin.
Tras la caída de la URSS, el carisma y fortaleza política de Yeltsin, amparado en un eje de ex comunistas pragmáticos, impusieron el factor de orden frente al caos en las esferas de poder. Boris Yeltsin aplicó las reformas económicas que reconvirtieron las estructuras socialistas en entidades privadas y hacia allí se dirigieron los intereses de los nuevos ricos rusos y sus socios extranjeros. El propio mandatario hegemonizó las decisiones a nivel del aparato político estatal en base a ese respaldo económico y las simpatías de un Occidente, en esos momentos todo poderoso. Pero Yeltsin empezó a decaer ante la pugna de fuerzas políticas y económicas intestinas y su creciente debilitamiento físico personal.
En ese marco, Putin demostró a quienes detentaban diversos niveles (empresarios y políticos centristas) de poder, una afable capacidad de concertación. Había crecido junto a Yeltsin paulatinamente. Gracias a su preparación académica en derecho internacional y su a pertenencia niveles de mando de la KGB hasta mediados de los 90, se mostraba como una figura sólida. Yeltsin en 1998, lo había nombrado como jefe de la FSB. En 1999 le cedió el poder.
En 1999 era un sucesor provisional, pero la imagen del nuevo mandatario se potenció por sucesivas victorias ante desafíos como la guerra o los atentados chechenios. En 2000 fue elegido por amplia mayoría. Impuso una época de equilibrio y estabilidad basados en su extrema habilidad para negociar o convencer. Le llegaron además buenas noticias de la economía especialmente ante la perspectiva de los descubrimientos gasíferos en las islas Sakalin. Su figura adoptó mayor fuerza progresivamente. Y también a ese ritmo se empezó a indagar sobre cuál es la fuente del poder que hace unas horas volvió a amenazar a EEUU con orientar misiles nucleares hacia Europa.
Reflejos del régimen
Con Putin los más altos cargos están ocupados por funcionarios que provienen del espionaje estatal. Para el historiador Boris Belenkin, portavoz de Memorial (ONG fundada por el nobel de la Paz Andrei Sajarov), la mayor evidencia del regreso de la KGB es que en el Ministerio del Interior en Moscú se acaba de erigir un busto de su fundador, Félix Dzerzhinski (1877-1966), creador de los gulags (campos de concentración rusos) y responsable de al menos medio millón de muertes. En 1991 el pueblo arrancó la estatua de Dzerzhinski de la sede de la KGB, y a mediados de 2000, poco después de que Putin ascendiera, el Parlamento rechazó reponer la efigie. Según Belenkin, "la reivindicación del fundador del KGB es un reflejo del régimen. Esperaron a que muriera Alexander Yakovlev, ideólogo de la Perestroika y presidente de la comisión para la rehabilitación de las víctimas de la represión soviética, para sacar la estatua de Dzerzhinski del almacén".
Los analistas europeos consideran que el Servicio Federal de Seguridad ha desempeñado un papel clave en perseguir a los "nuevos ricos" o "nueva oligarquía" compuesta por empresarios que amasaron fortunas con el petróleo y el gas y que han mostrado ambiciones políticas, como Mijail Jodorkovsky, ex presidente de Yukos, condenado a ocho años de prisión en Siberia. "Putin no quiere competidores en su misión de reconstruir el imperio soviético basado en la fortaleza de un Estado controlado por él", dijo a la revista colombiana Semana el politólogo alemán Andreas Gottwald, de la Universidad de Regensburg.
De hecho, el millonario ruso que mejores relaciones tiene con Moscú es Roman Abrámovich, considerado un oligarca "ideal", porque no cuestiona al gobierno y pactó con él la venta de sus activos a la estatal Gazprom, la mayor productora de gas del mundo. La reciente disputa sobre el suministro de gas a Ucrania muestra hasta qué punto Putin está utilizando Gazprom para definir sus relaciones internacionales especialmente con los países del antiguo entorno soviético, la Unión Europea y Estados Unidos.
Los perseguidos
El poder de los servicios secretos en Moscú también apareció con la renuncia, a finales de 2005, del asesor económico de Putin, Andrei Ilarionov, quien había denunciado que en Rusia ha desaparecido la libertad y que las empresas del Estado han exterminado la competencia y no actúan por el interés de los ciudadanos. Ilarionov, economista defensor del libre mercado, venía siendo un duro opositor contra el retorno al control estatal de la economía, cuyo principal ejemplo es Gazprom, y aseguró que dimitía porque ya no se le permitía hacer críticas al manejo del gobierno.
El panorama se completa con la persecución de varios científicos acusados por el Servicio Federal de Seguridad de entregar secretos a otros países. Las organizaciones defensoras han abogado por estos científicos y en casi todos los casos el FSB ha cambiado a última hora los cargos, tras ser demostrada la inocencia de los acusados.
El premio Nobel de Física, Vitali Ginzburg, ha respaldado la inocencia de Danilov y asegura que en este caso existe un "indignante abuso de poder" de los servicios secretos rusos. Danilov fue absuelto por un jurado en 2003, pero el FSB le abrió un nuevo juicio por "traición" y le fue impuesta una condena de 13 años de prisión.
La lista
La preocupación de la Unión Europea no se centra sólo en la restricción de las libertades con el retorno de la KGB, sino en los peligros que entraña la estrategia de usar los recursos energéticos como arma de política exterior. Europa consume más energía de la que produce y una dependencia de Rusia, gobernada por Putin y el FSB, podría resultarle desastrosa en todos los ámbitos.
Por eso han crecido los llamados en la Unión Europea por desarrollar otro tipo de energías con el fin de disminuir esta vulnerabilidad respecto a Rusia y a otros países que no son socios de la Unión. Michael Glos, el Ministro alemán de Economía, ha propuesto incluso que su país revoque su plan de abandono total de la energía nuclear, ante los problemas de futuro que se ven venir en Europa. El FSB ya tiene todo el poder político en Rusia.
En el horizonte Putin ya plantea su reelección, pese a que su cargo debería ser relevado. Ante dicha posibilidad la lista de sus probables sucesores, previstos como precandidatos es altamente sugerente. La encabeza Víctor Ivanov, 55 años, quien en 1987 era un joven oficial de la KGB en la guerra de Afganistán. En 1994 trabajó con Putin como alto funcionario del departamento de relaciones exteriores. En 1998 fue el jefe inmediato a Putin en la FSB. En 2000 se convirtió en jefe adjunto de la administración presidencial. Pero en 2002 fue trasladado al mundo empresarial estatal y se convirtió en cabeza de la aerolínea Aeroflot y la telefónica Antel. Tras dejar a subordinados de confianza en esas estructuras, es hoy principal consejero de Putin en asuntos de estructura política.
En un virtual paralelo a Ivanov se halla Dimitri Medved, pero de sólo 41 años. En 1996 era asesor jurídico de Putin, en 1999 fue llevado al Gobierno como Jefe de la Administración Presidencial. En 2000, Putin lo nombró Presidente del Concejo Administrativo de Gazprom. Hoy es Vice Primer Ministro. Otro ex miembro de la KGB del esquema de elite del Presidente ruso es Valery Gouloveb, 55 años, sólo se sabe que ingresó a la policía secreta en 1979. Su registro posterior no pudo ser descubierto. En 1991 ocupó la cartera de Presidente del Comité de Turismo en el Gobierno de Yeltsin. En 2003 Putin lo designó como cabeza de una de las principales subsidiarias de Gazprom, hace unos meses fue ascendido a Vicepresidente de la petrolera rusa. Finalmente suma al eje principal Igor Setchine. Fue especialista en comunicaciones de la Armada Soviética ya en 1970. Entre 1991 y 1996 ejerció como Jefe del gabinete de Putin en sus diversos cargos estatales. En 1999 se lo designó Jefe adjunto de la Administración presidencial. Desde 2004 ocupa, por decisión de Putin, la presidencia de Rosfnet, la segunda petrolera rusa.
Por debajo de la elite del poder ruso se hallan decenas de ex agentes preparados por la KGB. Sólo en los principales cargos de Gazprom se ha contabilizado a 17 miembros de la transición KGB – FSB. No sólo eso, los hijos de al menos 12 jerarcas del actual poder político ruso, todos ellos de entre 25 y 30 años y preparados en la FSB, trabajan para organismos del aparato económico empresarial. Un caso emblemático es el de Serguei Serguivitch Ivanov, 27 años, quien es hijo del Ministro de Defensa, y se ha convertido en uno de los vicepresidentes de Gazprom.
(Con datos de Le Monde Diplomatique, Semana, Clarín y Perfil.)
Los Tiempos.com/Actualidad/10/06/2007
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