Quiere controlar la política cambiaria
Política: La medida responde a las presiones que Estados Unidos ejerce contra China para que revalúe su moneda. Pero tangencialmente toca a Argentina, que tiene un tipo de cambio alto y sostenido por las autoridades del Banco Central. El Fondo Monetario Internacional (FMI) atraviesa por un duro trance, a raíz de la comprobación empírica del fracaso del modelo neoliberal, en un contexto en el que además, muchos países de nuestra región han reducido su exposición ante este organismo, al cancelar sus deudas y no recurrir a nuevos préstamos, amén de rechazar el monitoreo que la organización presidida por Rodrigo De Rato usualmente realizaba. Quizás por este motivo es que busca recuperar el protagonismo de otros tiempos… pero la forma elegida no es la más auspiciosa. El lunes pasado, el Fondo anunció que va a incorporar nuevos parámetros para evaluar cómo los países llevan adelante sus políticas monetarias. Esto significa que va a presionar para que ninguno de los 185 países que hoy lo integran pueda recurrir a la devaluación de las monedas, por ejemplo. Este anuncio es una clara respuesta a los intentos de Estados Unidos para que China permita que su moneda, el won, se revalúe, y de esta forma morigerar el abultadísimo déficit comercial existente entre el país americano y el asiático. En 2006, el desbalance cerró en 232.000 millones de dólares a favor de la economía del Lejano Oriente. "El cambio que estamos realizando representa la primera revisión exhaustiva de la estructura de supervisión en unos 30 años, y es también la primera declaración amplia en la historia sobre políticas de observación", dijo De Rato en Montreal, y sostuvo que este cambio fue aprobado por la junta ejecutiva del Fondo. Lo que debemos aclarar es que esa junta es manejada por el Grupo de los 7 (G-7), con un claro predominio de parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Según se explicó oficialmente, los miembros del Fondo deben evitar “las políticas de tipo de cambio que deriven en inestabilidad externa”. La nueva regla "ofrece parámetros claros sobre la forma en que deben manejar las políticas cambiarias, en lo que es o no aceptable para la comunidad internacional", agregó el español De Rato. Tangencialmente, las declaraciones del titular del organismo rozaron a Argentina, al cuestionar el control de precios que ejerce el gobierno del presidente Néstor Kirchner al afirmar que esa medida “con frecuencia perjudica a los productores rurales de alimentos”. La decisión de mantener un tipo de cambio alto es definida por las autoridades de Buenos Aires como una política de mediano a largo plazo, para elevar las exportaciones y evitar las importaciones masivas. Tiene sus consecuencias –como toda medida de tipo económica- pero hasta el momento ha tenido los resultados esperados, aunque su talón de Aquiles es el calentamiento de los precios domésticos. Para la ideología unánime del Fondo, las políticas que implican algún tipo de intervención son definidas como populistas. En este sentido, explicó que adoptar políticas de este tipo agrava los déficits fiscales y dispara la inflación. En Argentina se dio lo segundo, pero no lo primero: los precios suben mes a mes, pero existe hace años un fuerte azul fiscal. De hecho, la recaudación nacional podría llegar este año a los 200.000 millones de pesos (unos 65.000 millones de dólares). El gerente del Fondo expresó que "los miembros deben evitar la manipulación de las tasas de cambio del sistema monetario internacional de manera de prevenir una balanza de pagos eficaz o de ganar ventaja de forma injusta sobre otros miembros". Esta es una verdad a medias. El comercio internacional no es libre ni mucho menos, está atravesado de subsidios, que sólo pueden pagar los países ricos. Para los demás, sólo resta la herramienta cambiaria. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) va a mantener el actual sistema de compra de dólares para incrementar las reservas. A fines del año pasado, Argentina canceló su deuda con el Fondo para que, precisamente, no tuviese que recurrirse al monitoreo del organismo sobre el manejo doméstico. No obstante, el FMI renueva su injerencia sobre las administraciones nacionales que aceptan sus imposiciones como con aquellas que les dijeron basta.
Política: La medida responde a las presiones que Estados Unidos ejerce contra China para que revalúe su moneda. Pero tangencialmente toca a Argentina, que tiene un tipo de cambio alto y sostenido por las autoridades del Banco Central. El Fondo Monetario Internacional (FMI) atraviesa por un duro trance, a raíz de la comprobación empírica del fracaso del modelo neoliberal, en un contexto en el que además, muchos países de nuestra región han reducido su exposición ante este organismo, al cancelar sus deudas y no recurrir a nuevos préstamos, amén de rechazar el monitoreo que la organización presidida por Rodrigo De Rato usualmente realizaba. Quizás por este motivo es que busca recuperar el protagonismo de otros tiempos… pero la forma elegida no es la más auspiciosa. El lunes pasado, el Fondo anunció que va a incorporar nuevos parámetros para evaluar cómo los países llevan adelante sus políticas monetarias. Esto significa que va a presionar para que ninguno de los 185 países que hoy lo integran pueda recurrir a la devaluación de las monedas, por ejemplo. Este anuncio es una clara respuesta a los intentos de Estados Unidos para que China permita que su moneda, el won, se revalúe, y de esta forma morigerar el abultadísimo déficit comercial existente entre el país americano y el asiático. En 2006, el desbalance cerró en 232.000 millones de dólares a favor de la economía del Lejano Oriente. "El cambio que estamos realizando representa la primera revisión exhaustiva de la estructura de supervisión en unos 30 años, y es también la primera declaración amplia en la historia sobre políticas de observación", dijo De Rato en Montreal, y sostuvo que este cambio fue aprobado por la junta ejecutiva del Fondo. Lo que debemos aclarar es que esa junta es manejada por el Grupo de los 7 (G-7), con un claro predominio de parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Según se explicó oficialmente, los miembros del Fondo deben evitar “las políticas de tipo de cambio que deriven en inestabilidad externa”. La nueva regla "ofrece parámetros claros sobre la forma en que deben manejar las políticas cambiarias, en lo que es o no aceptable para la comunidad internacional", agregó el español De Rato. Tangencialmente, las declaraciones del titular del organismo rozaron a Argentina, al cuestionar el control de precios que ejerce el gobierno del presidente Néstor Kirchner al afirmar que esa medida “con frecuencia perjudica a los productores rurales de alimentos”. La decisión de mantener un tipo de cambio alto es definida por las autoridades de Buenos Aires como una política de mediano a largo plazo, para elevar las exportaciones y evitar las importaciones masivas. Tiene sus consecuencias –como toda medida de tipo económica- pero hasta el momento ha tenido los resultados esperados, aunque su talón de Aquiles es el calentamiento de los precios domésticos. Para la ideología unánime del Fondo, las políticas que implican algún tipo de intervención son definidas como populistas. En este sentido, explicó que adoptar políticas de este tipo agrava los déficits fiscales y dispara la inflación. En Argentina se dio lo segundo, pero no lo primero: los precios suben mes a mes, pero existe hace años un fuerte azul fiscal. De hecho, la recaudación nacional podría llegar este año a los 200.000 millones de pesos (unos 65.000 millones de dólares). El gerente del Fondo expresó que "los miembros deben evitar la manipulación de las tasas de cambio del sistema monetario internacional de manera de prevenir una balanza de pagos eficaz o de ganar ventaja de forma injusta sobre otros miembros". Esta es una verdad a medias. El comercio internacional no es libre ni mucho menos, está atravesado de subsidios, que sólo pueden pagar los países ricos. Para los demás, sólo resta la herramienta cambiaria. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) va a mantener el actual sistema de compra de dólares para incrementar las reservas. A fines del año pasado, Argentina canceló su deuda con el Fondo para que, precisamente, no tuviese que recurrirse al monitoreo del organismo sobre el manejo doméstico. No obstante, el FMI renueva su injerencia sobre las administraciones nacionales que aceptan sus imposiciones como con aquellas que les dijeron basta.
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Corrientes Noticias/Inicio/21/06/2007
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