"No es que el sistema político de Brasil cause corrupción, es que la corrupción es la propia base del sistema político brasileño", asegura Bruno Ayllon, politólogo español, especialista en Integración Regional por la Universidad de Sao Paulo.
Al hablar del reciente escándalo desatado en Brasil por el descubrimiento de la Policía Federal de una red de políticos y empresarios involucrados en fraudes con dinero del Estado, Ayllon explica que este es sólo un caso más dentro del tradicional comportamiento de los políticos brasileños, como se ha visto en otras oportunidades.
El ex presidente de Brasil Fernando Collor de Mello y el ministro de la presidencia José Dirceau renunciaron a sus cargos (en 1992 y 2005, respectivamente) por estar involucrados en casos de corrupción.
El especialista en temas de desarrollo y relaciones internacionales de Brasil indica que desde la aprobación de la Constitución democrática de Brasil, de 1988, "la arquitectura del sistema político" se define a través de la apropiación de lo público para usos privados.
Se trata de dos prácticas distintas, según Ayllon: "la retención de recursos del Estado para el enriquecimiento personal o para el financiamiento de las campañas electorales, y el uso del dinero público para el beneficio de los feudos de votantes".
Así, asegura que es una práctica común entre los políticos brasileños (gobernadores, diputados, senadores, ministros, alcaldes) beneficiarse económicamente con dinero público y además "recompensar" a sus zonas electorales con obras como carreteras, sin evaluar proyectos ni presupuestos acordes con las necesidades del país o de las distintas regiones.
Por eso, Ayllon defiende la teoría de que con el reciente caso, que involucró al ministro de Energía y Minas, Silas Rondeau, quien renunció, no ocurra nada más sino el debate inicial de las últimas dos semanas.
"El mejor ejemplo de que el escándalo se olvidará y los involucrados pasarán sin castigo es el del ex presidente Collor de Mello, quien luego de haber dimitido ocupa hoy un escaño en el Senado del país", detalla Ayllon.
Para defender esta teoría, el politólogo se basa en el comportamiento pasivo de la sociedad brasileña, que "a diferencia de otras, como la venezolana o la argentina, no se interesa por la política nacional".
Por eso, Ayllon destaca el papel de los medios de comunicación como factores de denuncia de la corrupción y propone el desarrollo de organismos vigilantes, así como una reforma constitucional que reestructure el sistema político. Arb
Al hablar del reciente escándalo desatado en Brasil por el descubrimiento de la Policía Federal de una red de políticos y empresarios involucrados en fraudes con dinero del Estado, Ayllon explica que este es sólo un caso más dentro del tradicional comportamiento de los políticos brasileños, como se ha visto en otras oportunidades.
El ex presidente de Brasil Fernando Collor de Mello y el ministro de la presidencia José Dirceau renunciaron a sus cargos (en 1992 y 2005, respectivamente) por estar involucrados en casos de corrupción.
El especialista en temas de desarrollo y relaciones internacionales de Brasil indica que desde la aprobación de la Constitución democrática de Brasil, de 1988, "la arquitectura del sistema político" se define a través de la apropiación de lo público para usos privados.
Se trata de dos prácticas distintas, según Ayllon: "la retención de recursos del Estado para el enriquecimiento personal o para el financiamiento de las campañas electorales, y el uso del dinero público para el beneficio de los feudos de votantes".
Así, asegura que es una práctica común entre los políticos brasileños (gobernadores, diputados, senadores, ministros, alcaldes) beneficiarse económicamente con dinero público y además "recompensar" a sus zonas electorales con obras como carreteras, sin evaluar proyectos ni presupuestos acordes con las necesidades del país o de las distintas regiones.
Por eso, Ayllon defiende la teoría de que con el reciente caso, que involucró al ministro de Energía y Minas, Silas Rondeau, quien renunció, no ocurra nada más sino el debate inicial de las últimas dos semanas.
"El mejor ejemplo de que el escándalo se olvidará y los involucrados pasarán sin castigo es el del ex presidente Collor de Mello, quien luego de haber dimitido ocupa hoy un escaño en el Senado del país", detalla Ayllon.
Para defender esta teoría, el politólogo se basa en el comportamiento pasivo de la sociedad brasileña, que "a diferencia de otras, como la venezolana o la argentina, no se interesa por la política nacional".
Por eso, Ayllon destaca el papel de los medios de comunicación como factores de denuncia de la corrupción y propone el desarrollo de organismos vigilantes, así como una reforma constitucional que reestructure el sistema político. Arb
eluniversal.com/Primera plana /03/06/2007
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