19/8/07

La política exterior de un estado pequeño: el caso de Armenia

19/08/2007
Armen Baibourtian*
Vahe Gevorgyan**
Mnatsakan Safaryan***
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En 1991 Barry Buzan, un investigador británico en política, cuestionó el modelo puro de nación observando la existencia del estado. Un ejemplo de su punto de vista es observable en el caso de los armenios, una nación sin estado. Irónicamente su ejemplo no duró mucho ya que en el mismo año Armenia consiguió su independencia. Sin embargo, el potencial del ‘caso Armenia’ contradice los modelos puros y parece ser inagotable. Para clarificar el asunto hay que revisar el caso de Armenia en la corriente de procesos políticos que ocurrieron por todo el mundo en la última década del siglo XX. Aparte del final de la Guerra Fría, la desestructuración de la Unión Soviética y Yugoslavia mostró el final de siglos de larga evolución de diferentes formas de gobierno y políticas hacia un solo modelo que sobrevivió: la nación estado.En 1992, cuando Armenia y otras ex repúblicas soviéticas consiguieron sus escaños en las Naciones Unidas casi todo el mundo era una familia de diversos estados-nación. Esto no significaba que el sistema internacional hubiese tomado su forma final la cual ya se había dibujado en el Tratado de Westfalia. Hoy, después de 15 años desde aquellos cambios históricos de principios de los 90, podemos afirmar que aquella forma era ya la ‘final’. No resulta sorprendente y como suele ocurrir en muchas nociones y procesos, el fin de un ciclo de relaciones internacionales conlleva el principio de otro. Charles Tilly capturó este fenómeno al afirmar que “los estados quizá sigan el final de la rutina a través de la cual una institución cae en la ruina así como deviene completa”. Una vez que Armenia ganó la larga batalla de la independencia tuvo que construir sus instituciones estatales sin tener un modelo de estado-nación incuestionable en un mundo en constantes cambios. El surgimiento de una Europa unida que incluía una gran parte del continente, la promoción transnacional de los valores occidentales por los EEUU, la determinación rusa de mantener su influencia tradicional en política internacional menoscabó considerablemente la noción convencional del estado-nación en su dimensión más importante: la soberanía absoluta. Con riego de caer en la simplificación, podemos afirmar que la erosión de la soberanía del estado-nación está explicada ampliamente por los académicos y expertos como parte de la globalización o el choque de civilizaciones. El último concepto aparentemente se reduce a choques perpetuos y enfrentamientos entre diferentes civilizaciones. Primeramente, se refiere al ascenso de los mayores centros de poder regional como los actores principales en la política mundial. Así, simultáneamente al proceso de construcción de los estados (con todas las complejidades convencionales) Armenia se encontró en medio de las tendencias de globalización y regionalización. Desde el principio de su independencia Armenia ha abogado por una globalización neo-liberal y cooperó estrechamente con las principales instituciones internacionales y con los EEUU. En general, Armenia fue considerablemente por delante de la mayoría de las ex repúblicas soviéticas al llevar a cabo las reformas económicas y estructurales aconsejadas por el Banco Mundial y el FMI. La reforma de la tierra y la privatización masiva conllevó que otros sectores económicos se impregnasen de cierto entusiasmo neoliberal. Como consecuencia, a pesar de la privación que supusieron unas fronteras cerradas con sus dos países vecinos Azerbaiyán y Turquía, Armenia consiguió crear una economía flexible y enriquecedora. Aunque la economía por sí sola no puede garantizar su futuro desarrollo en mercados externos. Para un país con un mercado doméstico limitado y recursos, como es el caso de Armenia, la presencia activa en los grandes mercados regionales es necesaria. La economía de Armenia tuvo que crear capacidades empresariales basadas en el conocimiento. Está claro que sin una sólida expansión en los mercados comunes de la UE y TSC, y en los mercados emergentes de Asia y Oriente Medio, la economía armenia perdería la oportunidad de conseguir sostenibilidad. De la misma manera los asuntos políticos a los que se enfrenta Armenia tienen una fuerte dimensión regional. Las tensas relaciones con Turquía y Azerbaiyán empujaron a Armenia a buscar soluciones en su política regional. Al mismo tiempo, organizaciones internacionales como la OSCE, TSC y la UE ayudan a resolver dichos problemas con vocación para estructurar asuntos regionales. No resulta sorprendente que la política exterior de Armenia gravite entorno a un equilibro entre las tendencias globales y las regionales. Consecuentemente, la labor a la que la política exterior armenia está determinada a cumplir es una elección entre beneficios prácticos a corto plazo y desarrollar una base conceptual sólida que determine su orientación en la región y en el mundo. En este punto las percepciones interactúan con las realidades y viceversa. Estas percepciones están formadas por los antecedentes históricos de haber sido una nación fronteriza muchas veces durante varios períodos históricos con la localización estratégica de Armenia en la encrucijada entre Oriente y Occidente, el Norte y el Sur. Al mismo tiempo, otra realidad del pasado y presente de Armenia es la existencia de comunidades armenias en todo el mundo que adquirieron un papel global desde los siglos XVI y XVII. Como tierra fronteriza a lo largo de la historia, los reinos armenios estaban integrados en sistemas regionales distintos asumiendo un rol peculiar de un casi independiente “alien digno de confianza”. El papel que desempeñó Armenia como “el único Reino Cristiano del Califato” y “El Reino Oriental del Outremere Latino” durante las Cruzadas son ejemplos del caso en cuestión. La otra forma de organización del pueblo armenio – la diáspora – se materializó en una fase inicial del comercio global, cuando los mercantes armenios establecieron una red mundial de comercio. El autor de la teoría de la paz perpetua Immanuel Kant fue uno de los primeros pensadores que prestó especial atención al fenómeno de la Diáspora Armenia “los armenios deambulaban a pie desde las fronteras de China todo el camino hacia el Cape Corso en la costa de Guinea para continuar comerciando…en línea desde el nordeste hasta el sudoeste, viajan a través de casi todo del viejo continente y saben como tener un recepción pacífica por parte de la gente que encuentran a su paso”. ¿Por qué estas dos generalizaciones son importantes para la valoración de la política exterior de Armenia? Primero de todo, ambas realidades están presentes hoy en día y dan forma constante a la política exterior de Armenia. Nuestro país es miembro de varias iniciativas regionales como el TSC, OTSC, CE, Política Europea de Vecindad (PEV) y el programa de asociación individual de la OTAN, intentando desarrollar una relación de beneficio mutuo con la UE, Rusia y los EEUU. Por otro lado, hay más armenios viviendo fuera de país que en el mismo país. Las razones de la diáspora armenia son una mezcla entre factores políticos y económicos. Ya hemos sido tocados por estructura económica de la diáspora armenia. El factor político predominante aquí es el genocidio sobre la población armenia en 1915 por la Turquía Otomana que forzó a cientos de miles de supervivientes a asentarse en los EEUU, países europeos así como en Oriente Medio y América Latina. Así pues la identidad de la diáspora armenia fue ampliamente determinada por un solo suceso político y se centró sobre la demanda del reconocimiento moral y político del Genocidio armenio. Los grupos de la diáspora están bien organizados en los principales países del mundo, especialmente en los EEUU. Al mismo tiempo, esto grupos están activos a la hora de introducir las perspectivas armenias en Armenia en cuanto a la propia Armenia y la región en general. Aparentemente, la política exterior de Armenia está orientada a buscar formas de equilibro, teniendo en mente las tendencias globales de desarrollo y los intereses tradicionales de los poderes regionales. En la búsqueda de dichas soluciones, nuestro país elige “actuar y observar” el comportamiento sobre “esperar y observar”, una actitud precavida. En esencia, se trata de no asustarse de las controversias desafiantes en política internacional pero afrontarlas con sentido común y cooperación positiva.
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Autores:
Armen Baibourtian* – Doctor y Vice-ministro de Asuntos Externos de la República de Armenia.
Vahe Gevorgyan** - Director de la División de la UE, Ministerio de Asuntos Externos de la República de Armenia.
Mnatsakan Safaryan*** – Director de la División de Asia Occidental y el Pacífico, Ministerio de Asuntos Externos de la República de Armenia.

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