29/8/07

Palestina: el reto de las fuerzas de seguridad

La reforma del sistema de seguridad palestino está cada vez más de actualidad tras que Hamás tomase el poder en la Franja de Gaza el pasado mes de junio.. La división del sistema heredado por la administración Arafat, así como la difícil integración de las milicias armadas en un contexto de legalidad y de uso legítimo del poder coercitivo han contribuido a empeorar el panorama político en el que se mueve el presidente Abu Mazen, que se ve obligado a poner en marcha un sistema de seguridad más claro y eficaz, con el objetivo de garantizar la legalidad para la población palestina y para Israel.
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Flavio Angelini
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Los duros enfrentamientos entre Hamás y Fatah en la franja de Gaza, que concluyeron con la victoria del Movimiento Islámico de Resistencia Palestina en junio, han polarizado el escenario palestino, determinando una factura en la gestión del ejecutivo en los territorios ocupados. Hamás ha tomado el control de la Franja de Gaza, debilitando aún más a la Autoridad Palestina, liderada por Abu Mazen. El presidente palestino ha disuelto el Gobierno de Unidad Nacional, legitimado por los acuerdos de RIAD, y ha puesto a Salam Fallad, independiente, fundador del “Partido de la Tercera Opción” y ex economista del Banco Mundial, a cargo de un gobierno de emergencia que tendrá que reelaborar el nuevo enfoque estratégico para la cuestión palestina, manteniendo en segundo plano el plan elaborado por la “Road Map”.

Una de las tareas más importantes que el gobierno liderado por Fayyad tendrá que abordar es la de la reforma del sistema de seguridad palestino, caracterizado por la subdivisión en, al menos, once secciones operativas bajo un mando que tendría que ser único y que, sin embargo, se resiente por una Autoridad debilitada. Dicha reforma permitirá al Primer Ministro Fayyad concentrarse en su objetivo principal, así como evitar la intromisión de Cisjordania, mediante una ley de orden y poder; es decir, negociar con más fuerza de cara a la Conferencia de Washington de noviembre, en la que podría surgir un acuerdo entre Israel y la ANP.
Fatah, entre Hamás e Israel

El éxito de los enfrentamientos en la Franja ha dejado su impronta en el seno de Fatah. El pasado 26 de julio, Mohammed Dahlan, un alto cargo de Fatah, presentó su dimisión del liderazgo del Consejo de Seguridad Nacional. Fatah lo considera responsable de la pésima trayectoria de los enfrentamientos de junio en Gaza. Al mismo tiempo, numerosos oficiales del aparato de seguridad palestino han abandonado sus cargos, entre ellos Abu Shabak, comandante de la Preventive Security Force, PSF. Una comisión política liderada por Tayb Abdel Rahyim, Secretario General de la Presidencia de la ANP, ha redactado un informe que contiene graves acusaciones contra la dirección de Dahlan y su gestión de las fuerzas militares y de inteligencia. Las fuerzas de Fatah –según se lee en el informe- estaban mal coordinadas y no han podido mantener sus posiciones, ya sea por la infiltración de elementos de Hamás o por la escasa motivación.

La reestructuración de los mandos de las fuerzas de seguridad palestina está bien vista por parte de los comandos israelíes. Según el general Yoav Mordechai, jefe de la administración civil en los territorios del West Bank, esto demuestra la “voluntad de la ANP de colaborar con las fuerzas israelíes”. Los contactos entre el ejército israelí y las fuerzas de seguridad palestina en Cisjordania se han intensificado.La administración civil israelí está renovando sus relaciones con la ANP, interrumpidas oficialmente en enero del 2006 tras la victoria electoral de Hamás, aunque nunca dejaron de existir. Se han establecido nuevamente District Coordination Offices, DCO, en un intento obvio por reforzar al presidente Abu Mazen. Además, las fuerzas de policía de la ANP han retomado el control de la Zona B del West Bank. Según los acuerdos de Oslo, el ejército israelí habría tenido el control de la seguridad en la Zona B mientras la ANP habría sido responsable de las actividades de implantación de la ley. En un esfuerzo por renovar las relaciones entre la ANP e Israel de cara a la Conferencia de Paz de noviembre, el ejército israelí ha permitido de nuevo a las fuerzas de la primera efectuar la actividad prevista de implantación de la ley en la Zona B.

Paradójicamente, Hamás también ha comentado positivamente esta evolución en el seno de la ANP. El escenario abierto por la reorganización general de Fatah estaría provocando que se retome el contacto entre los dos grupos que, por otro lado, nunca dejó de existir. A pesar de que los enfrentamientos y las divisiones políticas continúen, sigue abierta la vía del diálogo. Se han producido enfrentamientos entre los representantes de Hamás y Fatah para resolver los principales problemas relativos a la división entre Gaza y el West Bank.

Importantes cargos de Hamás y Fatah, entre los que se encuentran Ghazi Hamad y Jibril Rajoub, se reunieron en julio para establecer una plataforma de colaboración. Las negociaciones fueron sobre la reforma del sistema de seguridad. La reestructuración de las fuerzas de seguridad haría que la gestión de todas las fuerzas volviera a manos del presidente Abu Mazen. De dicha reforma surgirían dos únicos servicios secretos, un cuerpo de policía y un aparato de seguridad nacional.
La Executive Force podría unirse a los cuerpos de policía y el nuevo Consejo de Seguridad Nacional Palestina sería el órgano ejecutivo de gestión del sistema, dividido entre todos los grupos.

Cabe destacar las declaraciones de Khaled Mashaal, el responsable de la oficina política de Hamás. Mashaal afirmó en julio que Hamás no pretende crear un “emirato islámico” en la Franja (el llamado “Hamastán”), sino que está dispuesto a colaborar con Fatah en muchos sectores, aunque la coordinación en el sector de la seguridad siga siendo uno de los puntos más característicos de las relaciones bilaterales entre Hamás y Fatah. Esta afirmación refleja los motivos de los enfrentamientos de junio. La contraposición en la Franja estaba provocada por la dualidad en la gestión de las fuerzas de seguridad, lo que no aseguraba un comportamiento claro del articulado sistema de seguridad, que se enfrentaba con el poder. El nacimiento de una especie de “marina” de Hamás (en agosto del 2007) que vigila las costas de la Franja constituye un elemento más de roce entre las dos administraciones palestinas. Las relaciones, cada vez más intensas entre la ANP, Israel y Estados Unidos no pueden más que irritar al Movimiento Islámico de Gaza. En concreto, Mashaal ha intentado desacreditar dichas reuniones sobre el programa de entrenamiento y las financiaciones de las fuerzas de seguridad de la ANP.
Escenario exterior

En Tel Aviv, Ehud Olmert y el Ministro de Asuntos Exteriores, Livni, creen en la opción del apoyo al presidente Abu Mazen. Estabilizar la presidencia del mismo significaría consolidar las tareas de seguridad y garantía, esenciales para Israel. Precisamente por eso, Tel Aviv intenta reforzar su coordinación con las fuerzas palestinas. Al igual que Israel, también Estados Unidos contribuye a la estabilización de la ANP.

El 16 de julio, el presidente Bus declaró que Estados Unidos proporcionará un apoyo financiero de 80 millones de dólares a la Autoridad Palestina para que reforme el sistema de seguridad. El “Framework Agreement”, firmado por la Secretaria de Estado americana Condoleeza Rice y por el Primer Ministro palestino, Salam Fayyad, contiene los términos y condiciones mediante los que se explicará el apoyo del país americano, incluida la formalización de un programa de entrenamiento específico conjunto con las fuerzas de seguridad palestinas. Al mismo tiempo, es obvio que las relaciones entre Fatah y EEUU han continuado tras la victoria electoral de Hamás, en el 2006. En la sede de las fuerzas de seguridad vinculadas a Fatah en la Franja de Gaza, las milicias del Movimiento Islámico han encontrado documentos que certifican una clara colaboración y una coordinación activa con la CIA. La financiación concedida en el ámbito del Framework Agreement de julio se incluye en el intento, por parte de la administración americana, de hacer fracasar el régimen de Hamás en la Franja y reforzar la débil autoridad palestina.
Conclusiones

El presidente Abu Mazen tiene que reformar el sistema de seguridad palestino con la mayor brevedad, pues se está resintiendo de la división de Yasser Arafat que, mediante el caos y la anteposición podía gobernar autocráticamente las milicias en los territorios ocupados. El reto no es fácil, Abu Mazen lleva intentándolo desde el 2004. El compromiso que firmó con el nacimiento del Gobierno de Unidad Nacional en febrero se ha reiterado, con más fuerza y, quizás, con más voluntad política, en el programa del Gobierno de Emergencia liderado por Fayyad. “One authority and one force”, destacaba en el programa de marzo. Sin embargo, las “autoridades” ahora son dos y la reabsorción de las diferencias se ha hecho más difícil. Hay que reorganizar la mezcla de intereses y poderes que ronda la gestión de las fuerzas de seguridad, finalizada tras la muerte de Arafat. Sin embargo, parece claro que las “dos administraciones” palestinas tendrán que dialogar entre sí para encontrar una solución al estado de inestabilidad permanente que caracteriza la vida en los territorios. Llenar el vacío político que podría crearse tras un posible debilitamiento de la ANP; estas son las palabras del orden en las chancillerías occidentales. Únicamente el apoyo activo de la comunidad internacional podrá ralentizar el debilitamiento, tan peligroso como paulatino, de la ANP.
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Equilibri.net - Italy/29/08/2007

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