31/8/07

Uribe juega ajedrez politico

Dick Emanuelsson
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La senadora liberal Piedad Córdoba, enemiga acérrima del presidente Álvaro Uribe, fue designada por ese mismo presidente como facilitadora para un intercambio de prisioneros y retenidos civiles en Colombia entre el estado colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La noticia causó grandísima sorpresa en el país.
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Uribe hizo una maniobra en la tabla del ajedrez político que no sorprende muchos, matando así, por lo menos cuatro moscas en un solo golpe: La presión contra Uribe se alivia en momentos cuando quiere indultar a los matones del paramilitarismo y convertir esos psicópatas a “delincuentes políticos”, decisión rechazada hasta el congreso estadounidense. El mal cálculo de Uribe sobre el tema del intercambio humanitario fue ilustrado en la Plaza Bolívar cuando entró el profesor Moncayo, padre de un oficial del Ejército que fue capturado en combate en 1997 cuando las FARC tomó y destruyó una base militar. La masa en la Plaza Bolívar le mandó a Uribe a “la Punta del Cerro” gritándole a la cara “Parraco, asesino, fascista”, etcétera. Y como no entra en la cabeza de Uribe que las calles son del pueblo y el pueblo, en su mayoría ni vota y menos vota por él, comenzó a regañar al profesor Moncayo en una forma más descarada. Uribe no quiere tocar el asunto del canje de presos políticos y prisioneros de guerra respectivamente por nada y cuando llegó la senadora Córdoba hasta el palacio presidencial para exigirle el intercambio, el pícaro de Uribe designó su enemiga política en el congreso, como facilitadora especial para el acuerdo humanitario. Y como la senadora ya había estado en Caracas, hablando con Chávez, este aceptó aportar para el tema. Uribe mandó el tema a Caracas. Todos los conocedores de este tema saben perfectamente bien que las maniobras de Uribe también punta contra Chávez que desde el primer momento ha ofrecido todo tipo de aportes para facilitar, tanto en el proceso de paz como un canje de prisioneros en Colombia. La diferencia entre Chávez y la senadora es obvio; Chávez es hombre de Estado y la senadora, muy admirable por su denuncias de los nexos entre Uribe y el paramilitarismo, es una pieza ahora que Uribe mueve hacia donde él le parece conveniente. Chávez no solamente se limitó de proponer hablar con todos los “actores” sino también debatir el Plan Colombia y la guerra en general que ha traído ese plan para, no solamente el pueblo colombiano, sino toda la región, porque, como decía Chávez, es que la Casa Blanca “quiere esa guerra”. Uribe y las administraciones anteriores en Bogotá han tratado siempre a través las “terceras personas” desplazar el conflicto social y armado en Colombia al exterior, menos cuando se trata de la base social y militar de Uribe, el paramilitarismo y la parte militarista de la oligarquía colombiana, llamada parapolítica de los cuales más de una decena están encarcelados por esos nexos. Hace lo mismo ahora con la designación de Córdoba como facilitadora y lo primero que hace ella es tomar un vuelo a Caracas para pedirle al mandatario venezolano, que ejerza su influencia política que coincide con la política de la guerrilla de las FARC, así darle a Uribe un espacio y un alivio para poder respirar un poco y crear una nueva cortina de humo sobre el tema del canje de prisioneros y presos. Pero sabemos que las FARC no caen tan fácil en esa trampa arreglada por Uribe. Se siente que la senadora también está consciente sobre el peligro que significa aceptar ese papel que le designó Uribe, por eso subraya en una crónica en el periódico El Espectador, que ella sola no puede hacer nada, sino tiene que ir acompañada con las grandes masas colombianas e internacionales para así hacer entender que el clamor para el canje es muy grande. Si sabemos que Uribe no acepta otra cosa que un gesto unilateral de la guerrilla de entregar sus 70-80 prisioneros de guerra (solamente oficiales del ejército y policías capturados TODOS en combate, más los políticos civiles retenidos y en calidad de rehenes para el intercambio) o una capitulación total, entonces, ¿que podrían hacer Córdoba y Chávez? Sabemos que la política desde el primer momento de Uribe ha sido el aislamiento de la insurgencia, y lo ha logrado en tal sentido que en este momento no hay ningún integrante de la Comisión Internacional de esa guerrilla visible en el exterior. Y eso ha sido una política consciente de Uribe para así impedir cualquier contacto de esa comisión con el mundo y la Comunidad Internacional. Antes había representantes tanto en México y en Caracas como en el continente europeo que frecuentemente intercambiaban opiniones con las diferentes cancillerías. Ahora todas esas puertas o puentes por cualquier emergencia están cerradas, y Uribe esta muy contento. El presidente venezolano sabe perfectamente bien la estratégica de Uribe en ese sentido; impedir cualquier posibilidad de charlar directamente con los representantes guerrilleros, que se pudo hacer, por ejemplo, en Caracas hasta la ruptura del proceso de paz el 20 de febrero 2002. Y eso fue durante la administración anteriores de Chávez. Pues, entonces, ¿Qué hacer? ¿Qué puede soltar el nudo de puertas y posiciones cerradas y bloqueadas? Chávez, para poder hablar con la guerrilla como ha expresado, podría dejar el espacio abierto en su territorio para que las FARC abran una Oficina de Información (o llamase cualquier cosa) en Caracas para facilitar, en primer lugar, los contactos y poder sentarse allá para sondear que se puede hacer para crear los mecanismos y factores materiales, como lo de despejar los municipios Florida y Pradera por el tiempo necesario y ahí pactar los acuerdos del intercambio, si se lleguen a materializar. A Uribe no le va a gustar. Fue obvio cuando Rodrigo Granda (secuestrado en Caracas por los agentes de Uribe en 2004 y llevado en un baúl de carro hasta la ciudad colombiana Cúcuta) propuso que quiera ir a Caracas después de que el presidente francés le propuso a Uribe de liberarlo. Pero Uribe negó rotundamente, sabiendo que Granda allá podría hacer mucho trabajo político, ser el enlace y el puente entre el Secretariado de las FARC y el mundo. Por eso Granda fue enviado a Cuba, en donde, sin embargo, es más difícil de regresar a Colombia o dar declaraciones.
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Dick Emanuelsson es reportero sueco en Latinoamérica y el Caribe y ha cubierto el continente desde el 1980. Cubre los temas de los conflictos sociales y políticos de los pueblos.
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People's Weekly World - USA/31/08/2007

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