Dependiendo de la formación democrática de los gobernantes y del sentido crítico de la gente, en un país tan fuertemente dominado por el sector público, no es fácil establecer el límite de las atribuciones que tiene el Presidente de la República, en materia internacional. ¿Puede suscribir compromisos con cualquier Estado? y en ese camino, ¿está facultado para establecer relaciones diplomáticas con los que considere conveniente? ¿En caso de asumir una posición nacional en situaciones bélicas, podrá hacerlo sin consultar al pueblo?
Comenzamos este trabajo señalando algunos postulados esenciales que deben ser adoptados por los pueblos, en sus relaciones con los demás países del mundo, obviamente, no son absolutos ni insustituibles. Lo que hemos hecho es revisar la historia, analizar el significado de las bases de los Estados Nación, la dolorosa y larga experiencia de los países periféricos, débiles y dependientes.Lo primero que hacen las personas y también los pueblos inteligentes, para relacionarse en el plano de mutuo respeto y beneficios con sus semejantes, es afirmar su personalidad nacional. Entiéndase bien, estamos hablando no sólo de los aspectos materiales como riqueza, armas, militares y otros. Estos aspectos tienen importancia porque, al final, las diferencias se resuelven, por lo menos en la etapa de evolución en que nos encontramos, a través de los medios materiales de que se dispone. Pero, no hay ningún componente material que, por sí mismo, cumpla alguna función política, económica, cultural o internacional.La dimensión histórica de los bienes materiales que poseen los pueblos, está en directa relación con la inteligencia, la disciplina, la moral, la valentía de las personas que administran las cosas. Entonces lo esencial, no sólo en esta materia, sino absolutamente en todo, es la gente. Esto quiere decir que para fortalecer el país es urgente mejorar el comportamiento interno, dando preferencia a los sectores y niveles que toman decisiones de dimensión colectiva.Resuelto el frente interno, es decir, gente con inteligencia, experiencia, dignidad, sentido nacional a la cabeza de las estructuras gubernamentales, se evitará actitudes erráticas y personales. El segundo paso, consiste en definir una política internacional de largo alcance que surja de la Nación. Es en esta materia donde la democracia participativa, tiene una significación irrenunciable. Que el Presidente de la República o el gabinete, por sí solos, tomen decisiones sobre la moneda, los impuestos u otras materias, puede ser aceptable, pero que lo hagan en forma tan exclusiva y excluyente en materia internacional, por ejemplo, aceptar alguna fórmula intermedia en lo que respecta al enclaustramiento que nos fue impuesto en 1879 o establecer relaciones con países lejanos, tanto espacial como cultural y económicamente, no es democrático, no es nacional. Sin apoyo del pueblo, nada de esto puede ser institucionalizado.Las relaciones con Irán no son tan cotidianas, normales ni rutinarias. Es cierto, Bolivia no tiene porqué pedir permiso a nadie para tomar decisiones en esta materia, pero su obligación de consultar al pueblo, es un imperativo absoluto, que debe cumplirse de todos modos.
Comenzamos este trabajo señalando algunos postulados esenciales que deben ser adoptados por los pueblos, en sus relaciones con los demás países del mundo, obviamente, no son absolutos ni insustituibles. Lo que hemos hecho es revisar la historia, analizar el significado de las bases de los Estados Nación, la dolorosa y larga experiencia de los países periféricos, débiles y dependientes.Lo primero que hacen las personas y también los pueblos inteligentes, para relacionarse en el plano de mutuo respeto y beneficios con sus semejantes, es afirmar su personalidad nacional. Entiéndase bien, estamos hablando no sólo de los aspectos materiales como riqueza, armas, militares y otros. Estos aspectos tienen importancia porque, al final, las diferencias se resuelven, por lo menos en la etapa de evolución en que nos encontramos, a través de los medios materiales de que se dispone. Pero, no hay ningún componente material que, por sí mismo, cumpla alguna función política, económica, cultural o internacional.La dimensión histórica de los bienes materiales que poseen los pueblos, está en directa relación con la inteligencia, la disciplina, la moral, la valentía de las personas que administran las cosas. Entonces lo esencial, no sólo en esta materia, sino absolutamente en todo, es la gente. Esto quiere decir que para fortalecer el país es urgente mejorar el comportamiento interno, dando preferencia a los sectores y niveles que toman decisiones de dimensión colectiva.Resuelto el frente interno, es decir, gente con inteligencia, experiencia, dignidad, sentido nacional a la cabeza de las estructuras gubernamentales, se evitará actitudes erráticas y personales. El segundo paso, consiste en definir una política internacional de largo alcance que surja de la Nación. Es en esta materia donde la democracia participativa, tiene una significación irrenunciable. Que el Presidente de la República o el gabinete, por sí solos, tomen decisiones sobre la moneda, los impuestos u otras materias, puede ser aceptable, pero que lo hagan en forma tan exclusiva y excluyente en materia internacional, por ejemplo, aceptar alguna fórmula intermedia en lo que respecta al enclaustramiento que nos fue impuesto en 1879 o establecer relaciones con países lejanos, tanto espacial como cultural y económicamente, no es democrático, no es nacional. Sin apoyo del pueblo, nada de esto puede ser institucionalizado.Las relaciones con Irán no son tan cotidianas, normales ni rutinarias. Es cierto, Bolivia no tiene porqué pedir permiso a nadie para tomar decisiones en esta materia, pero su obligación de consultar al pueblo, es un imperativo absoluto, que debe cumplirse de todos modos.
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Opinión - Bolivia/26/09/2007
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