A la espera de las elecciones presidenciales de diciembre, en Kenya salen a la palestra los candidatos para suceder a Mwai Kibaki, presidente desde 2002. Mientras la escena política está dominada por la búsqueda de líderes para competir con Kibaki, el país está sacudido por la violencia de los Mungiki, fomentados por los partidos que se disputan el consenso de la población. La elección de un nuevo presidente – o la reelección de Kibaki – podría representar una oportunidad para afrontar los espinosos problemas que afectan al país. -
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Chiara Franceschi
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Las elecciones de diciembre representan para Kenia la posibilidad de consolidar su fama de país relativamente estable y, al mismo tiempo, un giro hacia políticas que correspondan mejor a las exigencias de la población, que se enfrenta a graves problemas como el de la carencia de agua y la difusión del sida. También la presencia de la secta de los Mungiki representa un grave obstáculo y constituye una amenaza para la seguridad de la sociedad. En el plano internacional, se trataría de seguir con la política de mediación empezada por el presidente Mwai Mbeki por lo que respecta a la situación del Cuerno de África, con una referencia particular a las crisis en Somalia y Sudán, que ha proporcionado al país un papel de notable prestigio. La oposición, encarnada, principalmente pero no exclusivamente, en la figura de Raila Odinga, parece querer hacer hincapié en el descontento suscitado por Kibaki y las promesas electorales incumplidas; el actual presidente, a pesar de un cierto bajón en su popularidad, sigue disfrutando de una sólida posición que debería permitirle renovar su mandato.
Chiara Franceschi
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Las elecciones de diciembre representan para Kenia la posibilidad de consolidar su fama de país relativamente estable y, al mismo tiempo, un giro hacia políticas que correspondan mejor a las exigencias de la población, que se enfrenta a graves problemas como el de la carencia de agua y la difusión del sida. También la presencia de la secta de los Mungiki representa un grave obstáculo y constituye una amenaza para la seguridad de la sociedad. En el plano internacional, se trataría de seguir con la política de mediación empezada por el presidente Mwai Mbeki por lo que respecta a la situación del Cuerno de África, con una referencia particular a las crisis en Somalia y Sudán, que ha proporcionado al país un papel de notable prestigio. La oposición, encarnada, principalmente pero no exclusivamente, en la figura de Raila Odinga, parece querer hacer hincapié en el descontento suscitado por Kibaki y las promesas electorales incumplidas; el actual presidente, a pesar de un cierto bajón en su popularidad, sigue disfrutando de una sólida posición que debería permitirle renovar su mandato.
Los candidatos salen a la palestra
Las fuerzas políticas kenianas se están organizando para las elecciones presidenciales de diciembre, que tendrán como protagonistas a los principales actores de la escena política del país. La candidatura del actual presidente, Mwai Kibaki, parece haber tenido un éxito limitado, aunque estos dias se han producido unas declaraciones en su favor por parte del expresidente keniano Daniel Arap Moi. El partido de Moi, la KANU (Kenya African Nationalist Union), sin embargo, se ha desmarcado de tal posición, situándola en el ámbito de una iniciativa estrictamente personal, mientras que el anterior presidente Moi, derrotado por el propio Kibaki en las elecciones de 2002, ha expresado su confianza en su antiguo adversario porque, según él, la generación más joven no puede garantizar la estabilidad que necesita el país y que Kibaki parece encarnar.
En cuanto a la oposición, en el seno de la Orange Democratic Movement of Kenya (ODM-K) la lucha por la elección de un único líder para enfrentarse a Kibaki se ha resuelto con una escisión: Raila Odinga y Kalonzo Musyoka, divididos por diferencias de carácter étnico, han dado lugar a dos unidades distintas, el ODM y el ODM-K, nacidas de las cenizas de la gran coalición. En virtud de su mirada más amplia en cuanto a cuestiones de interés nacional, Raila Odinga parece ser con mucha diferencia favorito respecto a Kalonzo Musyoka en la carrera hacia la presidencia, ganando terreno incluso en relación a Kibaki, a causa de la pérdida de credibilidad que ha afectado últimamente al jefe del Estado. El programa de Raila Odinga se centra en la reducción de la pobreza, el analfabetismo y el desempleo; su equipo de gobierno, según quienes están bien informados, estaría compuesta por Musalia Mudavadi, muy criticado por haberse alineado con Raila, como vicepresidente, William Ruto como primer Ministro, Charity Ngilu como segunda vicepresidenta, todos ellos miembros del ODM, en relación a un delicado reparto de poderes. El candidato del ODM ha declarado estar listo para aceptar una eventual derrota en caso de una legítima victoria por parte del actual presidente Mwai Kibaki, esperando a cambio una demostración análoga de fair play por la otra parte.
La violencia de los Mungiki y la tensión permanente
El clima político en vista de las elecciones se ha puesto al rojo vivo a cuasa de la violencia de los Mungiki, que siembran el pánico entre la población. La red de los Mungiki se arraiga en el territorio, insertándose en el tejido de la delincuencia urbana, contribuyendo a alimentar un estado de tensión permanenteLa secta, declarada ilegal desde 2002, está compuesta por miembros de la etnia Kikuyu, una de las principales del país. Es difícil contabilizar a sus miembros y sobretodo identificar a sus líderes; se sabe que la secta goza de importantes apoyos entre algunos políticos, que a menudo se sirven de la violencia de sus miembros para condicionar los escenarios políticos. La tensión que emana de los repetidos episodios de violencia ha llevado a la exasperación a la policía, que reprime con una violencia inaudita cualquier forma de disensión o protesta; sólo en junio, los policías mataron a 21 personas en Mathare, distrito de Nairobi, azuzando a sus perros contra los jóvenes del lugar y, según los testigos, docenas de personas fueron golpeadas o heridas con armas de fuego. Los ataques de los Mungiki parecen orquestados intencionadamente para mantener el terror entre la población y minar la credibilidad del gobierno, ya duramente puesta a prueba por los fenómenos de corrupción que afectan en particular al sistema judicial, como se subraya en el informe anual para 2007 de Transparency International.
La escalada de violencia por parte de esta secta puede ser atribuida al apoyo que recibe por parte de miembros de la clase política que quieren desestabilizar al gobierno, según un patrón que se repite desde hace años, desde las elecciones de 1992: en vista de las elecciones la secta es armada y subvencionada por parte de exponentes de partidos políticos para boicotear la campaña electoral de los adversarios. Algunos políticos, además, acusan al gobierno de aprovechar los episodios de violencia para limitar las libertades constitucionales y, al mismo tiempo, reforzar la propia posición de cara a las elecciones.
Los desafíos para el nuevo presidente
El nuevo presidente que sea investido en diciembre se encontrará ante numerosos problemas a resolver para garantizar una cierta estabilidad al país. La lucha contra la corrupción parece ser un punto clave para poder asegurar mejores condiciones de vida y sanear el clima general de inseguridad que domina el país y que parece alimentar, en un temible círculo vicioso, la violencia de los Mungiki, que gozan de la protección de los políticos, en un país donde a menudo la pertenencia étnica se revela más fuerte que la política. También la pobreza y la alta tasa de analfabetismo favorecen los episodios de delincuencia urbana, reprimidos duramente por la policía, que teme a la secta de los Mungiki.Otro tema importante, que estará en el centro de atención de manera dramática en los próximos años es la escasez de agua, sector del que Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial han propuesto la privatización. También la difusión del virus VIH, a pesar de que el gobierno haya anunciado una leve bajada de la misma (del 5,9% de 2005 al 5,1% de 2006), representa un problema que precisa de intervenciones urgentes.
Conclusiones
El éxito de las elecciones de diciembre constituirá probablemente el comienzo de una nueva situación de estabilidad para el país, después de meses de tensión caracterizados por una áspera campaña electoral, donde no se ha renunciado ni siquiera al uso de la violencia (a través de una consciente campaña de desestabilización orquestada mediante los Mungiki) para alcanzar los propios fines. Será importante para el nuevo presidente conseguir contener las fuerzas centrífugas para dar uniformidad a la propia política y sobre todo al país, lastrado por notables diferencias étnicas y regionales. Sólo así, superando los contrastes que animan la vida del país y que son muy a menudo transversales respecto a las opciones políticas, será posible garantizar una mejora en el funcionamiento de la maquinaria estatal y, en consecuencia, en las condiciones de vida de la ciudadanía.
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Equilibri.net/04/09/2007 - Italy
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