09/09/2007
Opinión
Jimmy Carter*
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Al abandonar muchos de los acuerdos sobre armas nucleares negociados en los 50 últimos años, los Estados Unidos han estado enviando señales encontradas a Corea del Norte, el Irán y a otras naciones que disponen de conocimientos técnicos para crear armas nucleares. Los acuerdos actualmente propuestos con la India agravan ese atolladero y socavan aún más el pacto mundial por la paz representado por el régimen de no proliferación nuclear.
Al mismo tiempo, no se están dando pasos importantes para reducir el arsenal mundial de casi 30.000 armas nucleares que ahora poseen los Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Israel, Gran Bretaña, la India, el Pakistán y tal vez Corea del Norte. Un holocausto nuclear sigue siendo igualmente posible ahora, por errores o fallos de apreciación, como en plena Guerra Fría.
El principal compromiso limitador entre las cinco potencias nucleares originales y más de otras 180 naciones es el Tratado de No Proliferación (TNP) de 1970. Su objetivo principal es el de “prevenir la propagación de las armas nucleares y su tecnología (... ) y alcanzar el objetivo de la consecución del desarme nuclear”. En la conferencia de examen del último quinquenio celebrada en las Naciones Unidas en 2005, los únicos países que no participaron fueron Israel, la India, el Pakistán y Corea el Norte: los tres primeros tienen arsenales nucleares avanzados y el del cuarto es embrionario.
El Gobierno de los Estados Unidos no ha dado buen ejemplo, pues ya ha abandonado el Tratado sobre la limitación de los sistemas de proyectiles antibalísticos, que impone limitaciones a los ensayos de armas nucleares y a la creación de otras nuevas, y una política ya antigua de renuncia a las amenazas de “recurrir en primer lugar” a las armas nucleares contra Estados no nucleares. Esas decisiones recientes han alentado a China, Rusia y otros signatarios del TNP a responder con medidas similares.
Sabedores desde 1974 de las ambiciones nucleares de la India, otros presidentes estadounidenses y yo impusimos una política coherente: ninguna venta de tecnología nuclear o combustible no controlado a la India ni a cualquier otro país que se negara a firmar el TNP. En la actualidad, se están abandonando esas limitaciones.
No me cabe duda de que los dirigentes políticos de la India son tan responsables a la hora de encargarse del arsenal de su país como los dirigentes de las cinco potencias nucleares originales, pero existe una importante diferencia: las cinco originales han firmado el TNP y han dejado de producir material fisible para armas.
Los dirigentes de la India deben subscribir los mismos compromisos y deben unirse también a otras potencias nucleares firmando el Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares. En cambio, han rechazado esas medidas e insisten en el acceso sin limitaciones a la asistencia internacional con vistas a producir suficiente material fisible para nada menos que 50 armas al año, lo que excede en gran medida la capacidad actual que se atribuye a la India.
Si la petición de la India es aceptable, ¿por qué otros signatarios del TNP tecnológicamente avanzados, como, por ejemplo, el Brasil, Egipto, Arabía Saudí y el Japón –por no hablar de naciones menos responsables– han de seguir imponiéndose limitaciones?
Tras haber recibido una aprobación al menos provisional de su política por parte de los Estados Unidos, la India afronta aún otros dos obstáculos: un acuerdo aceptable con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y una exención del Grupo de suministradores nucleares, organismo, compuesto por 45 naciones, que hasta ahora ha prohibido el comercio nuclear con cualquier nación que se niegue a aceptar las normas nucleares internacionales.
Los miembros del Grupo de suministradores nucleares son los siguientes: Alemania, la Argentina, Australia, Austria, Belarús, Bélgica, el Brasil, Bulgaria, el Canadá, Chipre, Corea del Sur, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, el Japón, Kazajstán, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Nueva Zelanda, los Países Bajos, Polonia, Portugal, la República Checa, Rumania, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Turquía y Ucrania.
El papel de esas naciones y del OIEA no es el de impedir el desarrollo de la energía nuclear o incluso las armas nucleares de la India, sino el de velar por que actúe como casi todas las demás naciones responsables firmando el Tratado de No Proliferación y aceptando otras limitaciones razonables.
Las potencias nucleares deben tomar la iniciativa imponiéndose limitaciones y absteniéndose de otros incumplimientos de las normas internacionales establecidas en el TNP. Todas las opciones que sigan en la actualidad crearán un legado –mortífero o pacífico– para el futuro.
Al mismo tiempo, no se están dando pasos importantes para reducir el arsenal mundial de casi 30.000 armas nucleares que ahora poseen los Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Israel, Gran Bretaña, la India, el Pakistán y tal vez Corea del Norte. Un holocausto nuclear sigue siendo igualmente posible ahora, por errores o fallos de apreciación, como en plena Guerra Fría.
El principal compromiso limitador entre las cinco potencias nucleares originales y más de otras 180 naciones es el Tratado de No Proliferación (TNP) de 1970. Su objetivo principal es el de “prevenir la propagación de las armas nucleares y su tecnología (... ) y alcanzar el objetivo de la consecución del desarme nuclear”. En la conferencia de examen del último quinquenio celebrada en las Naciones Unidas en 2005, los únicos países que no participaron fueron Israel, la India, el Pakistán y Corea el Norte: los tres primeros tienen arsenales nucleares avanzados y el del cuarto es embrionario.
El Gobierno de los Estados Unidos no ha dado buen ejemplo, pues ya ha abandonado el Tratado sobre la limitación de los sistemas de proyectiles antibalísticos, que impone limitaciones a los ensayos de armas nucleares y a la creación de otras nuevas, y una política ya antigua de renuncia a las amenazas de “recurrir en primer lugar” a las armas nucleares contra Estados no nucleares. Esas decisiones recientes han alentado a China, Rusia y otros signatarios del TNP a responder con medidas similares.
Sabedores desde 1974 de las ambiciones nucleares de la India, otros presidentes estadounidenses y yo impusimos una política coherente: ninguna venta de tecnología nuclear o combustible no controlado a la India ni a cualquier otro país que se negara a firmar el TNP. En la actualidad, se están abandonando esas limitaciones.
No me cabe duda de que los dirigentes políticos de la India son tan responsables a la hora de encargarse del arsenal de su país como los dirigentes de las cinco potencias nucleares originales, pero existe una importante diferencia: las cinco originales han firmado el TNP y han dejado de producir material fisible para armas.
Los dirigentes de la India deben subscribir los mismos compromisos y deben unirse también a otras potencias nucleares firmando el Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares. En cambio, han rechazado esas medidas e insisten en el acceso sin limitaciones a la asistencia internacional con vistas a producir suficiente material fisible para nada menos que 50 armas al año, lo que excede en gran medida la capacidad actual que se atribuye a la India.
Si la petición de la India es aceptable, ¿por qué otros signatarios del TNP tecnológicamente avanzados, como, por ejemplo, el Brasil, Egipto, Arabía Saudí y el Japón –por no hablar de naciones menos responsables– han de seguir imponiéndose limitaciones?
Tras haber recibido una aprobación al menos provisional de su política por parte de los Estados Unidos, la India afronta aún otros dos obstáculos: un acuerdo aceptable con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y una exención del Grupo de suministradores nucleares, organismo, compuesto por 45 naciones, que hasta ahora ha prohibido el comercio nuclear con cualquier nación que se niegue a aceptar las normas nucleares internacionales.
Los miembros del Grupo de suministradores nucleares son los siguientes: Alemania, la Argentina, Australia, Austria, Belarús, Bélgica, el Brasil, Bulgaria, el Canadá, Chipre, Corea del Sur, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, el Japón, Kazajstán, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Nueva Zelanda, los Países Bajos, Polonia, Portugal, la República Checa, Rumania, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Turquía y Ucrania.
El papel de esas naciones y del OIEA no es el de impedir el desarrollo de la energía nuclear o incluso las armas nucleares de la India, sino el de velar por que actúe como casi todas las demás naciones responsables firmando el Tratado de No Proliferación y aceptando otras limitaciones razonables.
Las potencias nucleares deben tomar la iniciativa imponiéndose limitaciones y absteniéndose de otros incumplimientos de las normas internacionales establecidas en el TNP. Todas las opciones que sigan en la actualidad crearán un legado –mortífero o pacífico– para el futuro.
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*Jimmy Carter es ex Presidente de los Estados Unidos.
*Jimmy Carter es ex Presidente de los Estados Unidos.
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Copyright: Project Syndicate, 2007. www.project-syndicate.org
Copyright: Project Syndicate, 2007. www.project-syndicate.org
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Traducido del inglés por Carlos Manzano.
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