Soldados iraquíes colocan su bandera nacional a la entrada del Palacio de Basora, 550 kilómetros al sur de Bagdad, este 3 de septiembre.
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LONDRES (AFP) — La operación de retirada de tropas británicas de su base del palacio de la ciudad de Basora, en el sur de Irak, se produce en un contexto de crecientes recriminaciones y tensiones entre Londres y Washington respecto al conflicto en el país árabe.
Un contingente de unos 500 militares británicos terminó su retirada del palacio que ocupaban en la ciudad, y entregaron su control al ejército iraquí, anunció este lunes una fuente el ministerio de Defensa británico.
La retirada del palacio, antigua residencia del ex dictador Sadam Husein, es parte del proceso de transferencia de poderes a las fuerzas de seguridad iraquíes, indicó el ministerio de Defensa británico, que ha estado a cargo del sur de Irak desde 2003.
En declaraciones a la BBC, el primer ministro británico, Gordon Brown, negó este lunes que la retirada de soldados signifique una derrota. "Esencialmente, este es un movimiento de una posición en la que teníamos un rol de combate, en cuatro provincias, hacia un papel más de vigilancia", aseguró. El jefe de Gobierno subrayó que el número de soldados británicos en Irak seguirá siendo más o menos el mismo, y que las tropas británicas podrán "intervenir directamente de nuevo en determinadas circunstancias".
"La decisión es una iniciativa iraquí y es parte de un proceso aprobado por la coalición, desarrollado en consultas con el gobierno iraquí y como una continuación del éxito en el traspaso de poderes en otras bases dentro y en los alrededores de la ciudad", afirmó un comunicado del ministerio británico de Defensa.
Por su parte, el líder del partido Liberal Demócrata, Sir Menzies Campbell, calificó la operación de "retirada inevitable", al tiempo que reafirmó "la futilidad" de seguir en Irak.
Analistas consultados por la AFP coinciden en que la retirada británica de su base en Basora pone de manifiesto la creciente discordia entre Washington y Londres sobre Irak. Robert Lowe, experto en Oriente Medio del Instituto de Relaciones Internacionales, señaló que, aunque la retirada del palacio de Basora "no es una sorpresa", se da en medio de crecientes reproches de militares británicos a la política de Estados Unidos en Irak, y viceversa.
Esa retirada de más de 500 soldados británicos "forma parte de la estrategia a largo plazo en Irak" de Gran Bretaña, señaló Lowe. Los soldados se unieron al último contingente de 5.000 militares británicos en Irak, que se encuentra en una base cercana al aeropuerto de Basora, en las afueras de la ciudad.
"Pero aunque ambos gobiernos están tratando que las cosas transcurran de la manera menos conflictiva posible", Estados Unidos "no debe estar muy contento con que los británicos estén reduciendo su presencia en Irak mientras Washington, en cambio, la está incrementando, en momentos en que la situación de seguridad sobre el terreno es cada vez más difícil", subrayó el experto. El analista recordó que este descontento mutuo ha sido expresado abiertamente por militares retirados, que son los que tienen libertad de palabra.
Este fin de semana, el general británico Tim Cross calificó la operación estadounidense en Irak de "fatalmente equivocada". Unos días antes, el general Sir Mike Jackson, quien fue jefe del ejército británico en 2003, afirmó que el enfoque estadounidense revela una "bancarrota intelectual".
Asimismo, se han levantado voces en Estados Unidos para criticar a las fuerzas británicas. En agosto, el general retirado Jack Keane expresó la "frustración" del gobierno estadounidense con el deterioro de la situación de seguridad alrededor de Basora, a cargo de las tropas británicas.
En las páginas del diario The Independent, el analista Patrick Cockburn resumió amargamente los cuatro años de ocupación británica de Basora, que costó 168 vidas británicas: "En términos de establecer un gobierno que funcione ordenadamente en Basora y una vida decente para sus habitantes, el fracaso británico ha sido absoluto".
Y el coronel Bob Stewart, jefe de las fuerzas británicas en Bosnia, opinó que Basora sigue siendo un "lugar sin ley" tras cuatro años de ocupación británica.
Un contingente de unos 500 militares británicos terminó su retirada del palacio que ocupaban en la ciudad, y entregaron su control al ejército iraquí, anunció este lunes una fuente el ministerio de Defensa británico.
La retirada del palacio, antigua residencia del ex dictador Sadam Husein, es parte del proceso de transferencia de poderes a las fuerzas de seguridad iraquíes, indicó el ministerio de Defensa británico, que ha estado a cargo del sur de Irak desde 2003.
En declaraciones a la BBC, el primer ministro británico, Gordon Brown, negó este lunes que la retirada de soldados signifique una derrota. "Esencialmente, este es un movimiento de una posición en la que teníamos un rol de combate, en cuatro provincias, hacia un papel más de vigilancia", aseguró. El jefe de Gobierno subrayó que el número de soldados británicos en Irak seguirá siendo más o menos el mismo, y que las tropas británicas podrán "intervenir directamente de nuevo en determinadas circunstancias".
"La decisión es una iniciativa iraquí y es parte de un proceso aprobado por la coalición, desarrollado en consultas con el gobierno iraquí y como una continuación del éxito en el traspaso de poderes en otras bases dentro y en los alrededores de la ciudad", afirmó un comunicado del ministerio británico de Defensa.
Por su parte, el líder del partido Liberal Demócrata, Sir Menzies Campbell, calificó la operación de "retirada inevitable", al tiempo que reafirmó "la futilidad" de seguir en Irak.
Analistas consultados por la AFP coinciden en que la retirada británica de su base en Basora pone de manifiesto la creciente discordia entre Washington y Londres sobre Irak. Robert Lowe, experto en Oriente Medio del Instituto de Relaciones Internacionales, señaló que, aunque la retirada del palacio de Basora "no es una sorpresa", se da en medio de crecientes reproches de militares británicos a la política de Estados Unidos en Irak, y viceversa.
Esa retirada de más de 500 soldados británicos "forma parte de la estrategia a largo plazo en Irak" de Gran Bretaña, señaló Lowe. Los soldados se unieron al último contingente de 5.000 militares británicos en Irak, que se encuentra en una base cercana al aeropuerto de Basora, en las afueras de la ciudad.
"Pero aunque ambos gobiernos están tratando que las cosas transcurran de la manera menos conflictiva posible", Estados Unidos "no debe estar muy contento con que los británicos estén reduciendo su presencia en Irak mientras Washington, en cambio, la está incrementando, en momentos en que la situación de seguridad sobre el terreno es cada vez más difícil", subrayó el experto. El analista recordó que este descontento mutuo ha sido expresado abiertamente por militares retirados, que son los que tienen libertad de palabra.
Este fin de semana, el general británico Tim Cross calificó la operación estadounidense en Irak de "fatalmente equivocada". Unos días antes, el general Sir Mike Jackson, quien fue jefe del ejército británico en 2003, afirmó que el enfoque estadounidense revela una "bancarrota intelectual".
Asimismo, se han levantado voces en Estados Unidos para criticar a las fuerzas británicas. En agosto, el general retirado Jack Keane expresó la "frustración" del gobierno estadounidense con el deterioro de la situación de seguridad alrededor de Basora, a cargo de las tropas británicas.
En las páginas del diario The Independent, el analista Patrick Cockburn resumió amargamente los cuatro años de ocupación británica de Basora, que costó 168 vidas británicas: "En términos de establecer un gobierno que funcione ordenadamente en Basora y una vida decente para sus habitantes, el fracaso británico ha sido absoluto".
Y el coronel Bob Stewart, jefe de las fuerzas británicas en Bosnia, opinó que Basora sigue siendo un "lugar sin ley" tras cuatro años de ocupación británica.
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AFP/04/09/2007
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