Los representantes norteamericanos de origen cubano Lincoln y Mario Díaz Balart, militantes republicanos de la extrema derecha de Miami, e hijos de Rafael, quien fuera principal vocero de la dictadura de Fulgencio Batista, acaban de realizar una ruidosa " tourné " de tres días por Europa.
Integró la delegación el también congresista, demócrata por New Jersey, Albio Sirés, igualmente descendiente de batistianos, miembro de la terrorista Fundación Nacional Cubano-Americana, y conocido por sus estrechos vínculos con el capó José Grana, quien confesó en 1998 al FBI haber contribuido con dos mil dólares mensuales a su campaña como candidato a la alcaldía de West New York.
No resulta casual que los visitados por la singular delegación sean la República Checa, Hungría y Polonia, países ex socialistas, plegados incondicionales de vieja data a los planes subversivos de Washington contra Cuba.
A su regreso a Miami anunciaron que en las próximas semanas emprenderán, con una delegación ampliada, otro periplo por varias naciones de América Latina, sin mencionarlas.
Lo que no han dicho estos promotores de la subversión anticubana y del injerencismo extranjero en los asuntos insulares, cuáles son sus verdaderos propósitos con esta publicitada gira y por qué ahora.
En el caso de Europa, no esconden el objetivo de "promover el aislamiento del gobierno cubano en el escenario internacional", unido a sus esfuerzos por fortalecer el papel de esos gobiernos de derecha como puntas de lanza del imperio en la llamada " posición común " de la Unión Europea contra la Mayor Antilla.
No otra puede ser la interpretación de lo expresado por Lincoln Díaz Balart cuando afirmó: "Los europeos del Este deberían incrementar su papel dirigente en la Unión Europea y el Parlamento Europeo, debido a su conocimiento de las transiciones, su autoridad moral y experiencias."
Recordemos que estos tres tristes tigres fueron precedidos por Caleb McCarry, coordinador para la transición en Cuba, -léase pro cónsul - como parte de la escalada anticubana planteada en el plan Bush, quien visitó en la primera mitad del 2007, Suecia, Dinamarca, Irlanda, Alemania, Polonia, Bélgica, Holanda, Hungría y Eslovaquia.
Tras McCarry fue Kirsten Madison, subsecretaria asistente para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, que viajó con el mismo fin a Gran Bretaña, Italia, la Santa Sede y Bélgica.
Y cerró la ofensiva sobre el Viejo Continente Condoleezza Rice, quien hizo de Cuba uno de los puntos principales de su agenda, como para no dejar lugar a dudas de la prioridad que brinda el presidente Bush a sus planes contra la nación cubana.
América Latina, por su parte, lo saben ellos aunque no lo admitan, es un escenario más urgente y difícil para sus propósitos anexionistas, hasta el punto en que el comentarista del Miami Herald Pablo Bachelet, de clara militancia contrarrevolucionaria, afirma: "La campaña internacional también afronta retos difíciles, especialmente en América Latina, donde las sanciones de Estados Unidos contra Cuba son impopulares."
Lincoln Díaz, por su parte, declaró: "Una de las razones por las que el régimen ha durado tanto es la falta de solidaridad internacional, especialmente en América Latina, es por eso que el papel de Europa y especialmente del Este y el Centro de Europa es extraordinariamente importante".
Y no se equivocan ambos, pues se trata de un territorio más cercano e identificado con la realidad cubana, urgido de cambios revolucionarios como los ocurridos en la Isla a partir de 1959, y donde es visible el incremento de las fuerzas de izquierda, con su tradicional solidaridad hacia la mayor de las Antillas.
Quizás a ello se debe que estos cabecillas de la mafia anticubana asentada en Miami, no hayan decidido todavía a qué países y con quiénes se reunirán en su anunciado recorrido latinoamericano.
Allá ellos con su aventurero y triste papel de promotores de un injerencismo que la realidad política de este mundo ha demostrado ser tan estéril como inútil.
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*Angel Rodríguez Alvarez (Periodista)
Red Voltaire - France/04/09/2007
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