23/9/07

Un lugar donde las religiones colisionan

JERUSALÉN.— “Har Habait” significa el Monte del Templo, uno de los términos más cargados de historia, emociones y hasta sensibilidad política. Allí, según la tradición judía, fue erigido el Templo Sagrado por el rey Salomón, edificio destruido en el año 586 a.C. por el asirio Nabucodonosor. Allí también fue construido un segundo templo, echado abajo en el año 70 de nuestra era por Tito, El Romano.

Es considerado sagrado para los judíos, pero allí están también la mezquita de Al-Aksa (de cúpula plateada) y el Domo de la Roca (de cúpula dorada) —que datan del siglo VII— sagrados para los musulmanes. De por medio hay una gran polémica política, que incide sobre lo religioso y, al mismo tiempo, se nutre de ello.

Israel es oficialmente el soberano en el Monte del Templo, pero el manejo diario del lugar está a manos del Waqf islámico, encargado de la administración local de los santuarios del islam. Hoy, Israel sostiene que se intenta negar el vínculo entre el Monte Sagrado y el pueblo judío, y convertirlo en exclusividad islámica, faltando a la verdad histórica.

En el lugar nunca se había excavado por lo delicado de la zona. La intención era no alterar el statu quo reinante en el lugar, pero hace años que arqueólogos israelíes sostienen que el Waqf islámico no lo respeta.

Un equipo encabezado por el arqueólogo Gabriel Barkai, de la Universidad de Bar-Ilan, sostiene que el Waqf violó este entendimiento no escrito de forma “brutal”, excavando ilegalmente en el Monte del Templo, sin supervisión arqueológica profesional alguna y provocando serios daños a los valores culturales en el lugar.

En 1996, el Waqf convirtió la estructura de las caballerizas del rey Salomón en una mezquita subterránea que llevó por nombre “Al-Masalla al-Marwani”. Para ello bajó el nivel del suelo y metió maquinaria pesada e infraestructura de electricidad y agua, alterando la situación existente.

En 1999, tras haber hecho todo esto sin autorización ni supervisión arqueológica, el Waqf solicitó al gobierno del entonces primer ministro israelí Ehud Barak autorización para construir una salida de emergencia. Sin embargo, la “salida de emergencia” se transformó en una entrada monumental a lo que es hoy una mezquita gigantesca con capacidad para 10 mil personas. Actualmente, esa apertura es la entrada principal, y para eso se cavó una fosa en un sitio tan delicado como el Monte del Templo. Numerosos camiones con toneladas de tierra y polvo fueron sacados del lugar y tirados como basura en el Valle Kidron, en Jerusalén.

Lo que le importaba al Waqf era garantizar la ampliación de la mezquita subterránea. Los tesoros arqueológicos que eran tirados como basura en esos trabajos no fueron motivo de su atención; pero alguien llegó a ubicarlos y a comprender de qué se trata.

Jóvenes arqueólogos, estudiantes de Barkai, habían escuchado que había tierra sacada ilegalmente del Monte del Templo. Tzachi Zweig fue el primero en captar que eso debía ser estudiado. Logró llevarse del lugar varios baldes con “basura” del monte, los colocó en una bolsa y fue con su profesor Gabriel Barkai.

—¿Dónde puedo mostrarle lo que traigo? —dijo Tzachi.

—Aquí nomás, en la mesa del comedor —le respondió Barkai.

Tzachi abrió la bolsa y tiró todo sobre la mesa. Entre polvo, tierra y piedras, por primera vez en la historia, arqueólogos israelíes encontraban objetos sacados del Monte del Templo. Y allí comenzó todo, un proyecto que lleva más de dos años y que según, Barkai, a juzgar por la “basura”, que tienen todavía por revisar, puede durar no menos de una década. (Jana Beris/corresponsal)
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El Universal - México/23/09/2007

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