7/10/07

El Partido Comunista consagrará al presidente chino Hu Jintao

Hu Jintao, presidente chino
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PEKIN (AFP) El Partido Comunista Chino (PCC) celebrará su 17o congreso a partir del 15 de octubre, una cita política preparada de manera cuidadosa y secreta para permitir a su líder y presidente del país, Hu Jintao, consolidar su poder.
"No hay duda de que la dirección del partido saldrá reforzada del congreso y que el prestigio de Hu, como líder y unificador, se engrandecerá", afirma el sinólogo estadounidense Sidney Rittengerg, antiguo miembro del PCC y estrecho colaborador de Mao.
Así, cuando la banda de la Armada Popular de Liberación entone la Internacional en el Palacio del Pueblo en Pekín, el primer día del congreso, todo se habrá cocido ya entre un puñado de dirigentes.
Sólo quedará que esas decisiones sean adoptadas por una abrumadora mayoría de los más de 2.000 delegados que participarán en la cita, la mayoría de ellos simples figurantes.
Cuando accedió al puesto de secretario general hace cinco años, Hu tuvo que hacer frente a la enorme influencia de su predecesor Jiang Zemin. Ahora, en el congreso de su reelección, deberá rodearse de un equipo de dirección más fiel.
Se espera la promoción de antiguos miembros de las Juventudes Comunistas, de las que el actual presidente fue máximo dirigente, y quizá haga su aparición el que deberá ser su sucesor en 2012.
Los analistas apuntan a Li Keqiang, actual jefe del PPC en la provincia industrial de Liaoning (noreste), y Xi Jinping, dirigente de Shanghai, como los dos máximos candidatos a la sucesión.
Los numerosos cambios habidos en la dirección de las delegaciones regionales del PCC y en el seno del propio gobierno chino en los últimos meses son la confirmación de que el margen de maniobra de Hu crece en el partido.
Sin embargo, Hu Jintao, de 64 años, no está seguro de tener carta blanca. "El dominio del clan Hu todavía es contestado por miembros influyentes del partido", subraya el sinólogo Willy Lam, recordando que si bien Hu es el jefe, no tiene la altura política de un Mao o un Deng Xiaoping.
"Este congreso será su consagración, pero deberá actuar con mucho tacto en el asunto de la sucesión. ¿Tendrá las manos libres o deberá transigir?", se pregunta Jean-François Huchet, director del Centro de Estudios de China Contemporánea, con sede en Hong Kong.
Tanto para los chinos como para el resto del mundo, en el que aumenta el peso económico y diplomático del gigante asiático, la cuestión no es tanto saber quien dirigirá el país sino qué vía seguirá este último.
Según dijo Hu Jintao en un discurso en junio, se pondrá el acento en un desarrollo económico más "científico", es decir, con menos despilfarro y corrupción, y basado en la "armonía social" para reducir las diferencias entre ricos y pobres.
En el plano político, el congreso debería servir para hacer un partido comunista más transparente, mejorar el sistema de gobierno y aumentar la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones.
No es nada revolucionario, pero obedece a una evidencia: al partido comunista, en el poder desde 1949, le urge evolucionar para controlar los cambios socio-económicos radicales y encauzar a una opinión pública exigente que se está acostumbrando a una cierta libertad.
"Todos los signos recientes muestran que Hu se mantendrá dentro de la +democracia interna del partido+ para no acabar con su ideal de armonía dentro del partido y del país", predice Willy Lam.
"Es un consenso endeble, pero China tiene muchos más medios para conseguir esto ahora que hace 15 años, porque ya no se enfrenta a una dura crisis en el sector público ni a una crisis política como la de 1989, aunque la situación sigue siendo difícil", analiza Huchet.
Pero para algunos observadores, Hu es más audaz de lo que parece. Este congreso, que durará una semana, podría ser un primer paso que anunciara reformas políticas más profundas que llevasen a una separación del partido y el Estado.
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AFP/07/10/2007

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