Los Hummer se conocieron mundialmente en su versión militar original durante la llamada Guerra del Golfo.
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Miguel Lozano
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Con precio superior a los 110 mil dólares, los rudos todo terreno hummer se convirtieron en símbolo de poder económico en Venezuela, contradictoria expresión en un país que encamina su política a la garantía de mayor justicia social.
Los vehículos, conocidos mundialmente en su versión militar original durante la llamada Guerra del Golfo, agreden con su prepotencia visual un panorama donde la pobreza sigue siendo un elemento doloroso, pese a los esfuerzos de los últimos años.
Según estimados, en Venezuela circulan unos 500 de estos vehículos, hoy considerados de lujo, pero General Motors anunció hace unas semanas su intención de importar otros tres mil.
La estrategia de GM pone al descubierto un fenómeno curioso: el de un sector industrial, comercial y financiero en auge gracias al explosivo crecimiento de la economía nacional, contrariamente a las estridentes alertas de la oposición sobre una presunta crisis.
Otra inconsistencia es que esas importaciones se realizan con la compra de dólares autorizados por la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) a dos mil 150 bolívares por dólar, mientras el cambio paralelo supera los cuatro mil bolívares.
El control de divisas fue impuesto en 2003 para evitar la fuga registrada en los primeros años del gobierno del presidente Hugo Chávez, acción con la cual sectores opositores intentaron provocar una desestabilización económica.
Esta política busca, asimismo, garantizar las importaciones necesarias para los productos y servicios normales a la población, así como insumos para una industria en proceso de diversificación.
Sin embargo, los mecanismos de autorización de CADIVI, como advirtió recientemente el presidente Chávez, han distorsionado en la práctica la política original.
Según cifras de la Asamblea Nacional, las importaciones de vehículos constituyen el rubro de mayores asignaciones de divisas, mientras se autoriza para bebidas alcohólicas y cigarrillos más que lo destinado a ciencia y tecnología.
La situación motivó al presidente Chávez instruir a CADIVI "apretar la tuerca" y limitar la autorización de compra de dólares para artículos suntuosos.
"Ni un dólar más para importar hummers. Me da pena decirlo, pero nosotros somos uno de los países que más whisky consume en el mundo", alertó el mandatario en uno de sus programas dominicales Aló Presidente donde aborda temas de actualidad.
Al respecto, el ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, aclaró que se trata de priorizar necesidades superiores de la política económica, sin suprimir las compras de vehículos de lujo o whisky, aunque su importación debe ser moderada.
El presidente de CADIVI, Manuel Barroso, igualmente ratificó que la prioridad es para la adquisición de alimentos, insumos para la salud, bienes de capital y materia prima, para satisfacer el crecimiento económico y necesidades esenciales.
Pero más allá de las implicaciones económicas, con su apreciación Chávez abordó asimismo un tema de dimensión moral, al incluir la apetencia desmedida por artículos suntuosos en lo que calificó de "consumismo nefasto".
El Jefe de Estado venezolano a menudo convoca a sus seguidores a no apartarse de una ética de austeridad en correspondencia con la proyección encaminada a terminar con las grandes diferencias sociales y los conceptos socialistas de igualdad.
Con sus instrucciones a CADIVI, Chávez intercedió asimismo en un debate dado hace algún tiempo entre las filas de sus seguidores, a partir de si es ético que un revolucionario sea al mismo tiempo un consumidor de un artículo como los hummers.
La proyección oficial llevó a modificar políticas anteriores, incluyendo el establecimiento de aportes directos provenientes de las importaciones petroleras para financiar programas sociales de salud y educación gratuitas y alimentos subvencionados, entre otros.
Sólo en 2006 Petróleos de Venezuela destinó 11 mil 993 millones de dólares al desarrollo social e integral, incluyendo mil 592 millones de dólares para Barrio Adentro I, II y III, las primeras tres etapas de un sistema de salud totalmente gratuito.
Con precio superior a los 110 mil dólares, los rudos todo terreno hummer se convirtieron en símbolo de poder económico en Venezuela, contradictoria expresión en un país que encamina su política a la garantía de mayor justicia social.
Los vehículos, conocidos mundialmente en su versión militar original durante la llamada Guerra del Golfo, agreden con su prepotencia visual un panorama donde la pobreza sigue siendo un elemento doloroso, pese a los esfuerzos de los últimos años.
Según estimados, en Venezuela circulan unos 500 de estos vehículos, hoy considerados de lujo, pero General Motors anunció hace unas semanas su intención de importar otros tres mil.
La estrategia de GM pone al descubierto un fenómeno curioso: el de un sector industrial, comercial y financiero en auge gracias al explosivo crecimiento de la economía nacional, contrariamente a las estridentes alertas de la oposición sobre una presunta crisis.
Otra inconsistencia es que esas importaciones se realizan con la compra de dólares autorizados por la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) a dos mil 150 bolívares por dólar, mientras el cambio paralelo supera los cuatro mil bolívares.
El control de divisas fue impuesto en 2003 para evitar la fuga registrada en los primeros años del gobierno del presidente Hugo Chávez, acción con la cual sectores opositores intentaron provocar una desestabilización económica.
Esta política busca, asimismo, garantizar las importaciones necesarias para los productos y servicios normales a la población, así como insumos para una industria en proceso de diversificación.
Sin embargo, los mecanismos de autorización de CADIVI, como advirtió recientemente el presidente Chávez, han distorsionado en la práctica la política original.
Según cifras de la Asamblea Nacional, las importaciones de vehículos constituyen el rubro de mayores asignaciones de divisas, mientras se autoriza para bebidas alcohólicas y cigarrillos más que lo destinado a ciencia y tecnología.
La situación motivó al presidente Chávez instruir a CADIVI "apretar la tuerca" y limitar la autorización de compra de dólares para artículos suntuosos.
"Ni un dólar más para importar hummers. Me da pena decirlo, pero nosotros somos uno de los países que más whisky consume en el mundo", alertó el mandatario en uno de sus programas dominicales Aló Presidente donde aborda temas de actualidad.
Al respecto, el ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, aclaró que se trata de priorizar necesidades superiores de la política económica, sin suprimir las compras de vehículos de lujo o whisky, aunque su importación debe ser moderada.
El presidente de CADIVI, Manuel Barroso, igualmente ratificó que la prioridad es para la adquisición de alimentos, insumos para la salud, bienes de capital y materia prima, para satisfacer el crecimiento económico y necesidades esenciales.
Pero más allá de las implicaciones económicas, con su apreciación Chávez abordó asimismo un tema de dimensión moral, al incluir la apetencia desmedida por artículos suntuosos en lo que calificó de "consumismo nefasto".
El Jefe de Estado venezolano a menudo convoca a sus seguidores a no apartarse de una ética de austeridad en correspondencia con la proyección encaminada a terminar con las grandes diferencias sociales y los conceptos socialistas de igualdad.
Con sus instrucciones a CADIVI, Chávez intercedió asimismo en un debate dado hace algún tiempo entre las filas de sus seguidores, a partir de si es ético que un revolucionario sea al mismo tiempo un consumidor de un artículo como los hummers.
La proyección oficial llevó a modificar políticas anteriores, incluyendo el establecimiento de aportes directos provenientes de las importaciones petroleras para financiar programas sociales de salud y educación gratuitas y alimentos subvencionados, entre otros.
Sólo en 2006 Petróleos de Venezuela destinó 11 mil 993 millones de dólares al desarrollo social e integral, incluyendo mil 592 millones de dólares para Barrio Adentro I, II y III, las primeras tres etapas de un sistema de salud totalmente gratuito.
Otras asignaciones fueron de 280 millones de dólares para la Misión Ribas (educación), 280 millones de dólares a la Misión Mercal (alimentos subvencionados) y 234 millones de dólares para Vuelvan Caras (capacitación laboral).
Otros 230 millones fueron a la Misión Ciencia, nueve millones para la Misión Vivienda, 47 millones a los Núcleos de Desarrollo Endógeno; 27 millones a obras hidráulicas, 28 millones a vialidad y 178 millones de dólares para la Misión Revolución Energética.
En este contexto, es evidente la contradicción de la desproporcionada importación de bienes suntuosos con una política que busca terminar con las grandes diferencias sociales visibles en la sociedad venezolana.
La estampa del hummer compartiendo la vía con mendigos es aún hoy una realidad cruel, que las autoridades venezolanas buscan erradicar con mejor distribución de riquezas y una ética ajena al egoísmo, sustento de la propuestas socialista del presidente Chávez. (PL)
Otros 230 millones fueron a la Misión Ciencia, nueve millones para la Misión Vivienda, 47 millones a los Núcleos de Desarrollo Endógeno; 27 millones a obras hidráulicas, 28 millones a vialidad y 178 millones de dólares para la Misión Revolución Energética.
En este contexto, es evidente la contradicción de la desproporcionada importación de bienes suntuosos con una política que busca terminar con las grandes diferencias sociales visibles en la sociedad venezolana.
La estampa del hummer compartiendo la vía con mendigos es aún hoy una realidad cruel, que las autoridades venezolanas buscan erradicar con mejor distribución de riquezas y una ética ajena al egoísmo, sustento de la propuestas socialista del presidente Chávez. (PL)
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Revista Mercado - Santo Domingo/07/10/2007
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