Mitos del antiamericanismo
Según el discurso anti-yanki, los estadounidenses son unos ignorantes. Ni saben de geografía, ni de historia, ni de matemáticas…, vamos casi analfabetos. Una mirada objetiva a ese discurso antiamericano muestra precisamente todo lo contrario.
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Una encuesta efectuada por la revista National Geographic en mayo del pasado año fue la gran coartada que estaban esperando los discípulos del antiamericanismo para sus topicazos contra el sistema educativo norteamericano: “La mitad de los jóvenes estadounidenses no sabe situar en un mapa Irak ni Nueva York”. Según el discurso anti-yanki, los estadounidenses son unos ignorantes. Ni saben de geografía, ni de historia, ni de matemáticas…, vamos casi analfabetos.
Quienes afirman esto en España seguramente desconocen que los alumnos de la Educación Secundaria Obligatoria en España (la llamada ESO) son incapaces de escribir 25 palabras sin faltas de ortografía. Quien dice esto es Pedro Álvarez, catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Extremadura, que decidió tantear el nivel con el que sus alumnos de 1º pisan las aulas universitarias. Los resultados del sondeo fueron desalentadores. Ninguno respondió bien todas las cuestiones, basadas en simples multiplicaciones, divisiones o en la obtención de fracciones y porcentajes; sólo uno acertó 15; el 86% no atinó ni la mitad. En resumen, 'la mayoría no sabe dividir y no hablemos de hacer fracciones...', comenta Álvarez.
La degradación de la enseñanza primaria y secundaria en España es una catástrofe reconocida y tan abundantemente documentada como comentada. Y es que no lo olvidemos, los alumnos españoles de secundaria son de los peor preparados de entre los países de la OCDE, según los informes de la organización.
España se agrupa entre los países de cola en temas tan importantes como las matemáticas, ciencias de la naturaleza, comprensión lectora o capacidad para resolver problemas. Todas estas áreas las encabezan los países del norte de Europa. Por detrás de España, sólo se sitúan países como Eslovaquia, Grecia o Portugal.
Los alumnos españoles salen con los mínimos contenidos necesarios para moverse por el mundo. Mientras en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la media dice que el 14% de los estudiantes logra unos resultados buenos o excelentes, esta cifra se limita a un 8% en nuestras fronteras.
A los profesores se les preguntó hace algunos años que qué era lo que fallaba. Las respuestas quedaron ahí. El 72% de nuestros alumnos de 11 años comete faltas de ortografía en un texto de tan sólo 10 líneas de extensión. Tres de cada cuatro chavales de entre 14 y 18 años ignoran un sinónimo de desagradable...
Y es que el 75% de los docentes considera que la educación de las nuevas generaciones ha empeorado.
Pero hay otra serie de razones que conviene repasar y que hacen que nuestro sistema educativo esté muy por debajo de nuestros vecinos y no pueda compararse con EE UU.
1. Reformas legislativas… Tener un buen sistema educativo es capital de cara al futuro de España Muchos países han entendido que el éxito escolar es, además, una cuestión de Estado, aunque en el caso de España no se ha elegido el camino adecuado. Los sistemas educativos pugnan por sacar un sobresaliente en competitividad, pero, según los últimos informes de la OCDE, ni la UE ni nuestro país pasarían del aprobado frente a regiones como Estados Unidos o Japón, o incluso China o India, que han disparado su nivel de formación.
Además, un alumno español que ahora tenga 15 años y que vaya a hacer Bachillerato este bajo la Ley Orgánica de Educación (LOE), habrá vivido en toda su vida escolar otras tres reformas educativas.
Vivimos en un país que produce en materia educativa enormes cantidades de leyes, decretos y resoluciones estatales y autonómicas que obligan a sus educadores a dedicar casi todo su tiempo a estudiar la política educativa en vez de a mejorar realmente su práctica docente.
No se pueden cambiar las leyes por confrontación política todos los días para no hacer nada. Hay que acabar con la inestabilidad que nuestro sistema educativo lleva padeciendo como consecuencia de las numerosas leyes que han estado vigentes. Así, sigue pendiente un gran pacto de Estado para evitar que las leyes orientadas por posiciones ideológicas se sucedan unas a otras ante el desconcierto de una comunidad educativa que no termina de asimilar una reforma cuando ya tiene que empezar con la siguiente. El pacto debería afectar, además, a la calidad de la enseñanza, a una razonable homogeneidad de contenidos en las diversas comunidades autónomas y a la formación permanente del profesorado.
2. Nivel escolar... Calificaciones mediocres o insuficientes en Matemáticas, Lengua y Ciencias, estudiantes que no completan la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) y el abandono escolar temprano son rasgos encadenados del sistema educativo español que confirman informes nacionales e internacionales año tras año.
En PISA 2006, dedicado principalmente a conocimientos, destrezas y actitudes científicos, España obtuvo resultados peores que en 2003.
Casi el 30% de los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años no estudia absolutamente nada porque han abandonado la enseñanza y tiene como mayor logro haber terminado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o similar.
La tasa de fracaso en ese nivel educativo (en EU UU es poco mayor al 4%) es muy alta en nuestro país, como lo es la cifra de repetidores (28,6 por ciento). De los que acceden a la universidad, entre el 40% y el 50% abandona la carrera –el 30% es el promedio europeo, según la OCDE–, llegando al 90% en el primer año de los estudios técnicos e ingenierías.
¿Y qué hay de las tecnologías en los colegios? Pues que España está a la cola en el uso de las nuevas tecnologías en el ámbito de la educación. Un estudio de OCDE nos coloca en el puesto 26 de un total de 40 países analizados con 13 alumnos por computadora frente a los EE UU que tienen un ordenador por cada tres alumnos, lo que les coloca en la segunda posición del ranking. La ubicación española en el puesto 26 del ránking corrobora, según los autores de la investigación, la importancia del uso de las nuevas tecnologías. Coincide con los puestos que España ocupa en capacidades matemáticas (24), comprensión de la escritura (23) y cultura científica (22) del Informe Pisa 2003.
3. ¿Se trata también de un problema de recursos económicos?... Esta es una de las razones. Los países y regiones que invierten mejor y con fuerza en educación se benefician económica y socialmente de esa elección.
De hecho, la competitividad de un país depende del éxito de su sistema educativo. Los gobiernos han comenzado una carrera para convertirse en los primeros de la clase, pero Europa -y España en particular- siguen ocupando los últimos puestos.
España se encuentra entre los 10 países que menos gastan en educación -del grupo de los 30 más ricos del mundo-.
El gasto público educativo de España fue en 2006 del 4,47 por ciento del PIB, inferior al 4,63 por ciento de 1996 y a la media actual de la UE (en torno al 5 por ciento).
De hecho, la Unión Europea (UE) debe destinar a la educación superior el 2% de su Producto Interior Bruto (PIB), unos 150.000 millones de euros anuales más que en la actualidad, para poder alcanzar un nivel equiparable al estadounidense, según un informe de la Comisión Europea.
Además, la UE gasta cada año 12.000 euros menos por estudiante que EEUU, diferencia que no sólo existe en la enseñanza universitaria, sino también en educación primaria y secundaria.
En los primeros años educativos, es decir, en los de primaria, el gasto por estudiante en España es sólo de 4.151 dólares frente a los 7.755 dólares norteamericanos. En secundaria, la brecha también es notable: 6.418 dólares en España y 9.590 en EE UU.
EE UU destina más de un 15% de su gasto público a educación mientras que en España está en el 10%.
Finalmente, el gasto medio en enseñanza superior en los países de la UE es del 1,1% del Producto Interior Bruto (PIB), porcentaje equivalente al de Japón, pero muy inferior al de Estados Unidos (2,7%) y Canadá (2,5%).
La OCDE destaca que durante la última década la inversión nacional en educación ha retrocedido, con un crecimiento inferior al del PIB. Aunque algunos expertos endulzan estos datos con la retórica de que España ha mejorado mucho y ha conseguido una sociedad igualitaria, sería absurdo caer en la complacencia.
4. Peores Universidades... En la UE sólo el 21% de la población en edad de trabajar ha realizado estudios superiores, frente a Estados Unidos (38%), Canadá (43%) o Japón (36%).
Según el reciente estudio “La Universidad en la encrucijada: Europa y Estados Unidos”, realizado por Pello Salaburu, catedrático y ex rector de la universidad del País Vasco (UPV), “la educación universitaria en Europa está perdiendo competitividad y eficacia respecto a la de Estados Unidos”.
Pese a lo que se cree, como asociar el buen nivel de las universidades americanas con la gestión privada, sólo el 65% de estos centros son públicos.
El informe analiza algunos aspectos por los que las universidades estadounidenses tienen éxito. El dato más llamativo es el de la financiación. El gasto por alumno en EE UU duplica al de la Unión Europea y triplica al de España.
Concretamente, la universidad americana invierte 24.000 dólares por alumno, frente a los 12.000 de media de la UE y los 8.943 de España. Según el informe, la diferencia no procede de las aportaciones del Estado, sino de las otras fuentes de ingreso con las que cuenta EE UU. Por poner un ejemplo, citado por el autor, la Universidad más prestigiosa del mundo, Harvard, dispone de 23.000 millones de dólares procedentes de donaciones particulares.
Otros de los grandes elementos diferenciadores son las ayudas y becas a los estudiantes por parte de las administraciones. Así, mientras que EE UU destina un 0,26% de su PIB a becas al estudio universitario, en España sólo representa el 0,08%.
El estudio también destaca otras ventajas, como son la cultura universitaria enraizada en la sociedad, el menor intervencionismo del Estado y los programas de investigación con más recursos.
La gestión y funcionamiento de las universidades americanas, con todas sus debilidades, genera mejores resultados que las europeas. Así lo refleja el ranking de universidades, que dice que de las 20 mejores del mundo, 17 son estadounidenses. De las universidades europeas, destacan algunas de Reino Unido y de países centroeuropeos y nórdicos.
Todos los informes internacionales plantean la necesidad de abordar profundos cambios en el ámbito educativo europeo -y, en particular, en el español- con iniciativas que fomenten el reconocimiento social de la Universidad y que conduzcan a una mayor autonomía universitaria; a la diferenciación entre los centros universitarios -cuyas enseñanzas habrían de someterse a evaluaciones internas y externas-; a evitar la endogamia en el ámbito académico -en la selección del profesorado y de los cargos, y en la docencia de materias-; a la diversificación de las fuentes de financiación y a la aplicación de las directrices de Bolonia.
5. Escasa investigación... Un demoledor informe del Instituto Bruegel, un thinktank de Bruselas, sobre la universidad europea en general, sitúa a las españolas a la cola de las 500 primeras universidades del mundo, denuncia los graves problemas de inversión en investigación, así como el "mal sistema de gobierno, de falta de autonomía y de incentivos a menudo perversos".
El informe aconseja a los gobiernos europeos aumentar la inversión en enseñanza superior en un punto porcentual del PIB por año y reforzar la autonomía de las universidades.
Con toda esta retahíla de datos se me hace difícil creer que pueda haber alguien que no vea una clara correlación entre el alto nivel educativo de EE UU y su poder económico, cosa que en España no se corresponde ni de lejos ser una de las diez potencias económicas y estar en la cola de educación de los 40 países más importantes del planeta. Estaría bien pedir a más de uno de estos que se dicen "sabios" y llaman "ignorantes" a los EE UU que situaran no ya Irak en el mapa sino Toledo.
Una encuesta efectuada por la revista National Geographic en mayo del pasado año fue la gran coartada que estaban esperando los discípulos del antiamericanismo para sus topicazos contra el sistema educativo norteamericano: “La mitad de los jóvenes estadounidenses no sabe situar en un mapa Irak ni Nueva York”. Según el discurso anti-yanki, los estadounidenses son unos ignorantes. Ni saben de geografía, ni de historia, ni de matemáticas…, vamos casi analfabetos.
Quienes afirman esto en España seguramente desconocen que los alumnos de la Educación Secundaria Obligatoria en España (la llamada ESO) son incapaces de escribir 25 palabras sin faltas de ortografía. Quien dice esto es Pedro Álvarez, catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Extremadura, que decidió tantear el nivel con el que sus alumnos de 1º pisan las aulas universitarias. Los resultados del sondeo fueron desalentadores. Ninguno respondió bien todas las cuestiones, basadas en simples multiplicaciones, divisiones o en la obtención de fracciones y porcentajes; sólo uno acertó 15; el 86% no atinó ni la mitad. En resumen, 'la mayoría no sabe dividir y no hablemos de hacer fracciones...', comenta Álvarez.
La degradación de la enseñanza primaria y secundaria en España es una catástrofe reconocida y tan abundantemente documentada como comentada. Y es que no lo olvidemos, los alumnos españoles de secundaria son de los peor preparados de entre los países de la OCDE, según los informes de la organización.
España se agrupa entre los países de cola en temas tan importantes como las matemáticas, ciencias de la naturaleza, comprensión lectora o capacidad para resolver problemas. Todas estas áreas las encabezan los países del norte de Europa. Por detrás de España, sólo se sitúan países como Eslovaquia, Grecia o Portugal.
Los alumnos españoles salen con los mínimos contenidos necesarios para moverse por el mundo. Mientras en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la media dice que el 14% de los estudiantes logra unos resultados buenos o excelentes, esta cifra se limita a un 8% en nuestras fronteras.
A los profesores se les preguntó hace algunos años que qué era lo que fallaba. Las respuestas quedaron ahí. El 72% de nuestros alumnos de 11 años comete faltas de ortografía en un texto de tan sólo 10 líneas de extensión. Tres de cada cuatro chavales de entre 14 y 18 años ignoran un sinónimo de desagradable...
Y es que el 75% de los docentes considera que la educación de las nuevas generaciones ha empeorado.
Pero hay otra serie de razones que conviene repasar y que hacen que nuestro sistema educativo esté muy por debajo de nuestros vecinos y no pueda compararse con EE UU.
1. Reformas legislativas… Tener un buen sistema educativo es capital de cara al futuro de España Muchos países han entendido que el éxito escolar es, además, una cuestión de Estado, aunque en el caso de España no se ha elegido el camino adecuado. Los sistemas educativos pugnan por sacar un sobresaliente en competitividad, pero, según los últimos informes de la OCDE, ni la UE ni nuestro país pasarían del aprobado frente a regiones como Estados Unidos o Japón, o incluso China o India, que han disparado su nivel de formación.
Además, un alumno español que ahora tenga 15 años y que vaya a hacer Bachillerato este bajo la Ley Orgánica de Educación (LOE), habrá vivido en toda su vida escolar otras tres reformas educativas.
Vivimos en un país que produce en materia educativa enormes cantidades de leyes, decretos y resoluciones estatales y autonómicas que obligan a sus educadores a dedicar casi todo su tiempo a estudiar la política educativa en vez de a mejorar realmente su práctica docente.
No se pueden cambiar las leyes por confrontación política todos los días para no hacer nada. Hay que acabar con la inestabilidad que nuestro sistema educativo lleva padeciendo como consecuencia de las numerosas leyes que han estado vigentes. Así, sigue pendiente un gran pacto de Estado para evitar que las leyes orientadas por posiciones ideológicas se sucedan unas a otras ante el desconcierto de una comunidad educativa que no termina de asimilar una reforma cuando ya tiene que empezar con la siguiente. El pacto debería afectar, además, a la calidad de la enseñanza, a una razonable homogeneidad de contenidos en las diversas comunidades autónomas y a la formación permanente del profesorado.
2. Nivel escolar... Calificaciones mediocres o insuficientes en Matemáticas, Lengua y Ciencias, estudiantes que no completan la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) y el abandono escolar temprano son rasgos encadenados del sistema educativo español que confirman informes nacionales e internacionales año tras año.
En PISA 2006, dedicado principalmente a conocimientos, destrezas y actitudes científicos, España obtuvo resultados peores que en 2003.
Casi el 30% de los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años no estudia absolutamente nada porque han abandonado la enseñanza y tiene como mayor logro haber terminado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o similar.
La tasa de fracaso en ese nivel educativo (en EU UU es poco mayor al 4%) es muy alta en nuestro país, como lo es la cifra de repetidores (28,6 por ciento). De los que acceden a la universidad, entre el 40% y el 50% abandona la carrera –el 30% es el promedio europeo, según la OCDE–, llegando al 90% en el primer año de los estudios técnicos e ingenierías.
¿Y qué hay de las tecnologías en los colegios? Pues que España está a la cola en el uso de las nuevas tecnologías en el ámbito de la educación. Un estudio de OCDE nos coloca en el puesto 26 de un total de 40 países analizados con 13 alumnos por computadora frente a los EE UU que tienen un ordenador por cada tres alumnos, lo que les coloca en la segunda posición del ranking. La ubicación española en el puesto 26 del ránking corrobora, según los autores de la investigación, la importancia del uso de las nuevas tecnologías. Coincide con los puestos que España ocupa en capacidades matemáticas (24), comprensión de la escritura (23) y cultura científica (22) del Informe Pisa 2003.
3. ¿Se trata también de un problema de recursos económicos?... Esta es una de las razones. Los países y regiones que invierten mejor y con fuerza en educación se benefician económica y socialmente de esa elección.
De hecho, la competitividad de un país depende del éxito de su sistema educativo. Los gobiernos han comenzado una carrera para convertirse en los primeros de la clase, pero Europa -y España en particular- siguen ocupando los últimos puestos.
España se encuentra entre los 10 países que menos gastan en educación -del grupo de los 30 más ricos del mundo-.
El gasto público educativo de España fue en 2006 del 4,47 por ciento del PIB, inferior al 4,63 por ciento de 1996 y a la media actual de la UE (en torno al 5 por ciento).
De hecho, la Unión Europea (UE) debe destinar a la educación superior el 2% de su Producto Interior Bruto (PIB), unos 150.000 millones de euros anuales más que en la actualidad, para poder alcanzar un nivel equiparable al estadounidense, según un informe de la Comisión Europea.
Además, la UE gasta cada año 12.000 euros menos por estudiante que EEUU, diferencia que no sólo existe en la enseñanza universitaria, sino también en educación primaria y secundaria.
En los primeros años educativos, es decir, en los de primaria, el gasto por estudiante en España es sólo de 4.151 dólares frente a los 7.755 dólares norteamericanos. En secundaria, la brecha también es notable: 6.418 dólares en España y 9.590 en EE UU.
EE UU destina más de un 15% de su gasto público a educación mientras que en España está en el 10%.
Finalmente, el gasto medio en enseñanza superior en los países de la UE es del 1,1% del Producto Interior Bruto (PIB), porcentaje equivalente al de Japón, pero muy inferior al de Estados Unidos (2,7%) y Canadá (2,5%).
La OCDE destaca que durante la última década la inversión nacional en educación ha retrocedido, con un crecimiento inferior al del PIB. Aunque algunos expertos endulzan estos datos con la retórica de que España ha mejorado mucho y ha conseguido una sociedad igualitaria, sería absurdo caer en la complacencia.
4. Peores Universidades... En la UE sólo el 21% de la población en edad de trabajar ha realizado estudios superiores, frente a Estados Unidos (38%), Canadá (43%) o Japón (36%).
Según el reciente estudio “La Universidad en la encrucijada: Europa y Estados Unidos”, realizado por Pello Salaburu, catedrático y ex rector de la universidad del País Vasco (UPV), “la educación universitaria en Europa está perdiendo competitividad y eficacia respecto a la de Estados Unidos”.
Pese a lo que se cree, como asociar el buen nivel de las universidades americanas con la gestión privada, sólo el 65% de estos centros son públicos.
El informe analiza algunos aspectos por los que las universidades estadounidenses tienen éxito. El dato más llamativo es el de la financiación. El gasto por alumno en EE UU duplica al de la Unión Europea y triplica al de España.
Concretamente, la universidad americana invierte 24.000 dólares por alumno, frente a los 12.000 de media de la UE y los 8.943 de España. Según el informe, la diferencia no procede de las aportaciones del Estado, sino de las otras fuentes de ingreso con las que cuenta EE UU. Por poner un ejemplo, citado por el autor, la Universidad más prestigiosa del mundo, Harvard, dispone de 23.000 millones de dólares procedentes de donaciones particulares.
Otros de los grandes elementos diferenciadores son las ayudas y becas a los estudiantes por parte de las administraciones. Así, mientras que EE UU destina un 0,26% de su PIB a becas al estudio universitario, en España sólo representa el 0,08%.
El estudio también destaca otras ventajas, como son la cultura universitaria enraizada en la sociedad, el menor intervencionismo del Estado y los programas de investigación con más recursos.
La gestión y funcionamiento de las universidades americanas, con todas sus debilidades, genera mejores resultados que las europeas. Así lo refleja el ranking de universidades, que dice que de las 20 mejores del mundo, 17 son estadounidenses. De las universidades europeas, destacan algunas de Reino Unido y de países centroeuropeos y nórdicos.
Todos los informes internacionales plantean la necesidad de abordar profundos cambios en el ámbito educativo europeo -y, en particular, en el español- con iniciativas que fomenten el reconocimiento social de la Universidad y que conduzcan a una mayor autonomía universitaria; a la diferenciación entre los centros universitarios -cuyas enseñanzas habrían de someterse a evaluaciones internas y externas-; a evitar la endogamia en el ámbito académico -en la selección del profesorado y de los cargos, y en la docencia de materias-; a la diversificación de las fuentes de financiación y a la aplicación de las directrices de Bolonia.
5. Escasa investigación... Un demoledor informe del Instituto Bruegel, un thinktank de Bruselas, sobre la universidad europea en general, sitúa a las españolas a la cola de las 500 primeras universidades del mundo, denuncia los graves problemas de inversión en investigación, así como el "mal sistema de gobierno, de falta de autonomía y de incentivos a menudo perversos".
El informe aconseja a los gobiernos europeos aumentar la inversión en enseñanza superior en un punto porcentual del PIB por año y reforzar la autonomía de las universidades.
Con toda esta retahíla de datos se me hace difícil creer que pueda haber alguien que no vea una clara correlación entre el alto nivel educativo de EE UU y su poder económico, cosa que en España no se corresponde ni de lejos ser una de las diez potencias económicas y estar en la cola de educación de los 40 países más importantes del planeta. Estaría bien pedir a más de uno de estos que se dicen "sabios" y llaman "ignorantes" a los EE UU que situaran no ya Irak en el mapa sino Toledo.
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Diario de América - USA/01/10/2007
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