«En Europa hay esperanza a partir de Sarkozy, estaban ahogados en el pantano de la judeofobia; si Francia despierta, despertará España»
Gustavo Perednik, ante el lujoso hotel Rey David de Jerusalén.
-
GUSTAVO PEREDNIK
FILÓSOFO:
AUTOR DEL LIBRO «LA JUDEOFOBIA»
Jerusalén, J. N.
-
Gustavo Perednik es doctor en Filosofía, profesor sobresaliente de la Universidad Hebrea de Jerusalén, creó y dirige el centro hebreo Ioná, el programa Ai Tian de Esclarecimiento Judaico en China y la Fundación Hadar, es profesor visitante de varias universidades y, asimismo, de la escuela de Yad Vashem, y colabora con la revista en internet «El Catoblepas», que edita la Fundación Gustavo Bueno. Es autor de libros como «La judeofobia», «España descarrilada», donde aborda la situación tras el 11-M, y recientemente «El silencio de Darwin».
-¿Qué le parece la concesión del premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia al Yad Vashem?
-Me parece una excelente compensación. Yo estaba muy dolido por el hecho de que le hubiesen dado este mismo premio a Said. Se opuso a los acuerdos de Camp David porque allí se renunciaba a una Palestina entera y a eso lo llaman en Europa un adalid de la paz. Una paz sin Israel, claro.
-Bueno, también Arafat recibió un premio «Príncipe».
-¿Cómo?
-A medias con Rabin.
-Ah, claro, tras la firma de los acuerdos. No es lo mismo, entonces Arafat aún podía engañar a medio mundo. No a nosotros, por cierto. Nunca ocultó su deseo de destruir Israel. Es como darle el premio de la libertad a Saramago, que toda su vida fue un estalinista y aun se declaró hace poco comunista genético. Y encima es una figura moralmente reconocida. Causa verdadero estupor. Como Hebe de Bonafini en Argentina, que celebró el 11-S. Que no sea anatematizado un personaje así es gravísimo. Marca a las claras la decrepitud moral existente.
-¿Y el premio qué le decía?
-Es una buena compensación; Yad Vashem es un organismo de paz porque luchar por la paz es recordar los peores crímenes contra la humanidad y vencer a los que se quieren hacer por la fuerza con el mundo. Un claro acto de paz se produjo cuando desde Israel destruimos el reactor nuclear de Saddam Hussein en 1981, aunque fue presentado en el mundo como un acto de guerra.
-¿Es útil hacer pedagogía contra el genocidio?
-Hay un grupo pequeño y marginal en todas las sociedades, los judeófobos, gente nazi, y con ellos la verdad nada puede ayudar. Pero la mayoría de la población no es así, aunque puede estar cautiva de prejuicios. Sí hace falta la pedagogía, pero sin ser ingenuo y creer que sólo con la pedagogía basta.
-¿Qué novedades presenta la judeofobia?
-En realidad fui el primero en estos tiempos en recoger el término, que no es mío, es de Leon Pinsher, es de 1882. Aparece en un capítulo de un libro suyo en el que explica el antisemitismo y lo llama judeofobia. Ahora parece que la obsesión principal se dirige contra el Estado de Israel. Pero la gente está tomando conciencia de la auténtica verdad que se oculta tras el mito de la lucha solidaria por los derechos palestinos. Algo absurdo. No había una defensa de derechos de ningún tipo, sino sólo el impulso de destruir el Estado de Israel. Yo soy muy propalestino porque quiero que construyan su Estado en paz. Ellos son quienes no son propalestinos, son solo antiisraelíes. Sostener a escondidas el deseo de destruir Israel es judeofobia, no defensa de intereses palestinos. En Europa hay esperanza a partir de Sarkozy. Francia estaba ahogada en el pantano de la judeofobia y con una política derrotista sin valores propios. Si Francia despierta, despertarán España y otros países. Israel es el aliado natural de Europa. Y el hecho de haber apostado por la destrucción de Israel, aunque sin decirlo así, abiertamente, es una mancha que sólo el tiempo podrá borrar.
-Jean Daniel, por ejemplo, niega la mayor y afirma que en Francia hay muchos judíos entre las élites.
-No tiene nada que ver. Chomsky es judío y es uno de los principales judeófobos del planeta. Un libro de Daniel se titula «La cárcel judía». Mal asunto. El judeófobo atribuye males al pueblo judío. Chomsky colabora con los que niegan el Holocausto.
Gustavo Perednik es doctor en Filosofía, profesor sobresaliente de la Universidad Hebrea de Jerusalén, creó y dirige el centro hebreo Ioná, el programa Ai Tian de Esclarecimiento Judaico en China y la Fundación Hadar, es profesor visitante de varias universidades y, asimismo, de la escuela de Yad Vashem, y colabora con la revista en internet «El Catoblepas», que edita la Fundación Gustavo Bueno. Es autor de libros como «La judeofobia», «España descarrilada», donde aborda la situación tras el 11-M, y recientemente «El silencio de Darwin».
-¿Qué le parece la concesión del premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia al Yad Vashem?
-Me parece una excelente compensación. Yo estaba muy dolido por el hecho de que le hubiesen dado este mismo premio a Said. Se opuso a los acuerdos de Camp David porque allí se renunciaba a una Palestina entera y a eso lo llaman en Europa un adalid de la paz. Una paz sin Israel, claro.
-Bueno, también Arafat recibió un premio «Príncipe».
-¿Cómo?
-A medias con Rabin.
-Ah, claro, tras la firma de los acuerdos. No es lo mismo, entonces Arafat aún podía engañar a medio mundo. No a nosotros, por cierto. Nunca ocultó su deseo de destruir Israel. Es como darle el premio de la libertad a Saramago, que toda su vida fue un estalinista y aun se declaró hace poco comunista genético. Y encima es una figura moralmente reconocida. Causa verdadero estupor. Como Hebe de Bonafini en Argentina, que celebró el 11-S. Que no sea anatematizado un personaje así es gravísimo. Marca a las claras la decrepitud moral existente.
-¿Y el premio qué le decía?
-Es una buena compensación; Yad Vashem es un organismo de paz porque luchar por la paz es recordar los peores crímenes contra la humanidad y vencer a los que se quieren hacer por la fuerza con el mundo. Un claro acto de paz se produjo cuando desde Israel destruimos el reactor nuclear de Saddam Hussein en 1981, aunque fue presentado en el mundo como un acto de guerra.
-¿Es útil hacer pedagogía contra el genocidio?
-Hay un grupo pequeño y marginal en todas las sociedades, los judeófobos, gente nazi, y con ellos la verdad nada puede ayudar. Pero la mayoría de la población no es así, aunque puede estar cautiva de prejuicios. Sí hace falta la pedagogía, pero sin ser ingenuo y creer que sólo con la pedagogía basta.
-¿Qué novedades presenta la judeofobia?
-En realidad fui el primero en estos tiempos en recoger el término, que no es mío, es de Leon Pinsher, es de 1882. Aparece en un capítulo de un libro suyo en el que explica el antisemitismo y lo llama judeofobia. Ahora parece que la obsesión principal se dirige contra el Estado de Israel. Pero la gente está tomando conciencia de la auténtica verdad que se oculta tras el mito de la lucha solidaria por los derechos palestinos. Algo absurdo. No había una defensa de derechos de ningún tipo, sino sólo el impulso de destruir el Estado de Israel. Yo soy muy propalestino porque quiero que construyan su Estado en paz. Ellos son quienes no son propalestinos, son solo antiisraelíes. Sostener a escondidas el deseo de destruir Israel es judeofobia, no defensa de intereses palestinos. En Europa hay esperanza a partir de Sarkozy. Francia estaba ahogada en el pantano de la judeofobia y con una política derrotista sin valores propios. Si Francia despierta, despertarán España y otros países. Israel es el aliado natural de Europa. Y el hecho de haber apostado por la destrucción de Israel, aunque sin decirlo así, abiertamente, es una mancha que sólo el tiempo podrá borrar.
-Jean Daniel, por ejemplo, niega la mayor y afirma que en Francia hay muchos judíos entre las élites.
-No tiene nada que ver. Chomsky es judío y es uno de los principales judeófobos del planeta. Un libro de Daniel se titula «La cárcel judía». Mal asunto. El judeófobo atribuye males al pueblo judío. Chomsky colabora con los que niegan el Holocausto.
-
La Nueva España - España/22/10/2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario