Por Zofeen Ebrahim
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HYDERABAD, India, 30 oct (IPS) - El fundamentalismo islámico impide no solo que las mujeres ejerzan sus derechos legítimos. También perpetúa la islamofobia en todo el mundo, según activistas reunidos en esta ciudad del centro de India.
Las consideraciones sobre la influencia de la religión en la vida diaria originaron una animada disertación este martes, segundo día de la cuarta Conferencia de Asia Pacífico sobre Salud y Derechos Reproductivos y Sexuales que se celebra hasta el día 31 en Hyderabad.
Kalpana Kannabiran, fundadora del Centro Asmita de Recursos para las Mujeres, en India, considera el fundamentalismo un "terreno inhóspito para la movilización femenina".
Para Zaitun Mohammad Kasim, de Hermanas en el Islam, el fundamentalismo "perpetúa imágenes que, a su vez, alimentan la islamofobia".
El impacto del fundamentalismo sobre las mujeres se siente particularmente a raíz de medidas retrógradas adoptadas para proteger una cultura minoritaria, opinó Jashodhara Dasgupta, directora ejecutiva de la organización no gubernamental Sahayog.
Las leyes religiosas y las que penalizan el aborto tornan a las mujeres en objeto de estereotipos de género y de discriminación, según Dasgupta. Así, terminan forzadas a casarse a edades tempranas y a someterse a rituales de descontaminación (cuando pasan por el periodo de la menstruación), así como a métodos inadecuados de control de la natalidad, dijo.
El fundamentalismo religioso puede adoptar formas extremadamente violentas en algunos países islámicos, que incluyen mutilación genital femenina, asesinatos por honor, golpizas, pruebas de virginidad y violación marital.
En la mayoría de los regímenes islamistas hay restricciones en materia de atuendo, movilidad y participación económica y política.
"Estas violaciones tienen poco que ver con el Islam y mucho con el abuso, la utilización de chivos expiatorios y la politización de la fe", señaló Kasim.
La activista musulmana recomendó reemplazar el concepto de obediencia por el de consentimiento mutuo, para desmitificar la sharia (ley islámica) e introducir en la religión los conceptos de democracia y derechos humanos.
Al reconocer en Asia una región acuciada por los conflictos, los expertos se refirieron a la eterna victimización de las mujeres y el impacto de las guerras en la salud sexual de las mujeres.
"El cuerpo de la mujer es el sitio del honor de la comunidad o de la familia. Las mujeres de la comunidad propia deben ser estrictamente protegidas. Las de otras comunidades pueden ser violadas como castigo colectivo", explicó Dasgupta.
La activista recordó que en el violento proceso de partición de India y Pakistán en 1947, numerosas mujeres fueron violadas, asesinadas o secuestradas, algo que nunca fue reconocido oficialmente.
En épocas más recientes, un pogrom antimusulmán en el occidental estado indio de Gujarat tomó por blanco a las mujeres. Según informes de la sociedad civil, muchas mujeres fueron violadas y asesinadas, y a algunas embarazadas se les abrió el útero.
Kannabiran dijo que no había alivio para las mujeres ni siquiera en tiempos de paz, cuando los "movimientos fundamentalistas se apropian del cuerpo y la sexualidad de las mujeres de maneras violentas".
Citó el caso de Gudiya, cuya situación personal se convirtió en motivo de una disputa religiosa en India. Su esposo, Arif, desapareció en 1999 en el conflicto del distrito cachemiro de Kargil con Pakistán, pero reapareció en 2004 en un programa de intercambio de prisioneros.
Para entonces, ella se había vuelto a casar y ninguna autoridad religiosa podía dictaminar si debía volver con Arif o quedarse con su segundo esposo, Taufiq. Para complicar aún más las cosas, Gudiya estaba embarazada.
La historia terminó con la muerte de Gudiya en un hospital del ejército, sola, abandonada por ambos esposos.
Aunque organizaciones de derecha frecuentemente abusan de la religión, la cultura y los derechos humanos, algunos activistas acusaron a los gobiernos de protegerlas a cambio de rédito político.
"Lo hacen defendiendo la shariá, confundiendo deliberada o inconscientemente el Islam textual y el Islam político, creando e inventando códigos y ecuaciones o sustituyendo principios básicos por rituales y restringiendo la discusión religiosa a unos pocos", dijo Kasim.
"Si el Islam es usado como fuente de políticas públicas, todos deben ser capaces de discutirlo", agregó.
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HYDERABAD, India, 30 oct (IPS) - El fundamentalismo islámico impide no solo que las mujeres ejerzan sus derechos legítimos. También perpetúa la islamofobia en todo el mundo, según activistas reunidos en esta ciudad del centro de India.
Las consideraciones sobre la influencia de la religión en la vida diaria originaron una animada disertación este martes, segundo día de la cuarta Conferencia de Asia Pacífico sobre Salud y Derechos Reproductivos y Sexuales que se celebra hasta el día 31 en Hyderabad.
Kalpana Kannabiran, fundadora del Centro Asmita de Recursos para las Mujeres, en India, considera el fundamentalismo un "terreno inhóspito para la movilización femenina".
Para Zaitun Mohammad Kasim, de Hermanas en el Islam, el fundamentalismo "perpetúa imágenes que, a su vez, alimentan la islamofobia".
El impacto del fundamentalismo sobre las mujeres se siente particularmente a raíz de medidas retrógradas adoptadas para proteger una cultura minoritaria, opinó Jashodhara Dasgupta, directora ejecutiva de la organización no gubernamental Sahayog.
Las leyes religiosas y las que penalizan el aborto tornan a las mujeres en objeto de estereotipos de género y de discriminación, según Dasgupta. Así, terminan forzadas a casarse a edades tempranas y a someterse a rituales de descontaminación (cuando pasan por el periodo de la menstruación), así como a métodos inadecuados de control de la natalidad, dijo.
El fundamentalismo religioso puede adoptar formas extremadamente violentas en algunos países islámicos, que incluyen mutilación genital femenina, asesinatos por honor, golpizas, pruebas de virginidad y violación marital.
En la mayoría de los regímenes islamistas hay restricciones en materia de atuendo, movilidad y participación económica y política.
"Estas violaciones tienen poco que ver con el Islam y mucho con el abuso, la utilización de chivos expiatorios y la politización de la fe", señaló Kasim.
La activista musulmana recomendó reemplazar el concepto de obediencia por el de consentimiento mutuo, para desmitificar la sharia (ley islámica) e introducir en la religión los conceptos de democracia y derechos humanos.
Al reconocer en Asia una región acuciada por los conflictos, los expertos se refirieron a la eterna victimización de las mujeres y el impacto de las guerras en la salud sexual de las mujeres.
"El cuerpo de la mujer es el sitio del honor de la comunidad o de la familia. Las mujeres de la comunidad propia deben ser estrictamente protegidas. Las de otras comunidades pueden ser violadas como castigo colectivo", explicó Dasgupta.
La activista recordó que en el violento proceso de partición de India y Pakistán en 1947, numerosas mujeres fueron violadas, asesinadas o secuestradas, algo que nunca fue reconocido oficialmente.
En épocas más recientes, un pogrom antimusulmán en el occidental estado indio de Gujarat tomó por blanco a las mujeres. Según informes de la sociedad civil, muchas mujeres fueron violadas y asesinadas, y a algunas embarazadas se les abrió el útero.
Kannabiran dijo que no había alivio para las mujeres ni siquiera en tiempos de paz, cuando los "movimientos fundamentalistas se apropian del cuerpo y la sexualidad de las mujeres de maneras violentas".
Citó el caso de Gudiya, cuya situación personal se convirtió en motivo de una disputa religiosa en India. Su esposo, Arif, desapareció en 1999 en el conflicto del distrito cachemiro de Kargil con Pakistán, pero reapareció en 2004 en un programa de intercambio de prisioneros.
Para entonces, ella se había vuelto a casar y ninguna autoridad religiosa podía dictaminar si debía volver con Arif o quedarse con su segundo esposo, Taufiq. Para complicar aún más las cosas, Gudiya estaba embarazada.
La historia terminó con la muerte de Gudiya en un hospital del ejército, sola, abandonada por ambos esposos.
Aunque organizaciones de derecha frecuentemente abusan de la religión, la cultura y los derechos humanos, algunos activistas acusaron a los gobiernos de protegerlas a cambio de rédito político.
"Lo hacen defendiendo la shariá, confundiendo deliberada o inconscientemente el Islam textual y el Islam político, creando e inventando códigos y ecuaciones o sustituyendo principios básicos por rituales y restringiendo la discusión religiosa a unos pocos", dijo Kasim.
"Si el Islam es usado como fuente de políticas públicas, todos deben ser capaces de discutirlo", agregó.
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IPS Noticias - Uruguay/31/10/2007
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