Francia se muestra muchas veces hostil a la entrada de inversores extranjeros de relieve
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por Hugo Dixon.
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Aquí están otra vez. Otro ministro de economía francés, con otro plan para hacer de París el centro financiero de Europa, otro comité de iluminados con otra tanda de sugerencias de reformas que no se aprobarán. Casi un año después del día en que su predecesor Thierry Bréton lanzó una iniciativa similar, Chritine Lagarde, la ministra de economía francesa, ha hecho pública su hoja de ruta desafiar a Londres.Lagarde apunta a la política fiscal del nueva administración Sarkozy, y por lo que ella dice es un sistema regulatorio más estable. Es cierto que los impuestos sobre las rentas altas han sido rebajados marginalmente, y el gobierno espera que esto atraerá a los exiliados fiscales otra vez a Francia. Pero esto sólo no significa que la Cité sea un centro financiero.Con el BCE en Fránkfort, los financieros en Londres y el centro de decisión del mercado de valores en Nueva York desde la fusión de NYSE-Euronext, hay muchos obstáculos para la entrada de París en la liga principal. Pero a Lagarde se le escapa lo más importante. La capital francesa carece de peso financiero porque Francia también se muestra muchas veces hostil a los extranjeros. El gobierno no quiere que las compañías extranjeras adquieran a sus rivales francesas. Su política de inmigración hace difícil que los financieros de relieve no europeos trabajen en el país.Y en los raros casos en los que un extranjero se convierte en jefe de una compañía importante, él o ella tiene que sufrir campañas insidiosas sobre su competencia, como Pat Russo, la consejera delegada de Alcatel a la que se culpa de los problemas de la compañía mientras todos olvidan la mediocre trayectoria de su predecesor, Serge Tchuruk. Lagarde tiene mucho trabajo. Primero, hablar con Nicolas Sarkozy y explicarle que ningún centro financiero prospera con las puertas cerradas.(Pièrre Briançon)Merrill Lynch Cuántas cosas cambian en cuatro meses. En mayo, Merrill Lynch presumía de que la salida amistosa de Dow Kim, su antiguo jefe de renta fija, divisas y materias primas, era un signo de que la firma había abandonado su gusto por las represalias espectaculares con los antiguos colegas. Dow Kim no sólo se iba a quedar ahí durante otros seis meses, sino que Merrill iba también a invertir en su nuevo fondo de libre inversión. La crisis de crédito ha puesto fin a este corto experimento de sensiblería. En lugar de eso, Kim va a irse antes y su sucesor, Osman Semerci ha sido despedido. Para subrayar su intención, Merrill ya no invertirá en el fondo de Kim.Kim y Semerci están pagando los platos rotos por las importantes pérdidas descubiertas en la división de renta fija en el tercer trimestre. Merrill era el emisor número uno de obligaciones de deuda garantizada respaldada por hipotecas con la adquisición del originador de hipotecas First Franklin por 1.300 millones de dólares el año pasado, supervisada por Kim Dow. Por tanto, Wall Street se prepara para pérdidas importantes. Dale Lattanzio, co-jefe de renta fija para América, que era responsable de gestión de riesgo de la exposición de CDO de Merrill, también se va, lo que indica que la firma cree que se han cometido errores graves.Una teoría alternativa podría ser que los copresidentes promocionados estén aprovechando la oportunidad de demostrar su fuerza. Kim salió perdiendo a principios de este año cuando Greg Fleming, el jefe de banca de inversión, fue promocionado junto con Ahmass Fakahany, el consejero delegado. Esto marcó el triunfo de la rama de banca de inversión de la firma sobre la renta fija. Sea cual sea el motivo para este baño de sangre, parece que no hay dudas de que el efecto será reforzar la autoridad de Fleming en la firma.(Simon Nixon)KKR-Citigroup Los bancos no tiene muchas opciones atractivas para los préstamos a adquisiciones apalancadas con los que están comprometidos. Pueden venderlos a precio de ganga, pero esto significa grandes pérdidas y un mal precedente para las operaciones que quedan pendientes. Pueden quedárselos y esperar a una recuperación. Pero esto absorbe capital y capacidad del balance de situación y les deja expuestos a la suerte de los prestatarios. Por eso, algunos exploran una tercera opción: prestar a los inversores de deuda distorsionada que quieran comprar los préstamos.Supuestamente, Citigroup considera esta opción con el fondo de crédito de KKR, entre otros. Una operación así podría aparecer atractiva, puesto que cauteriza las heridas. Pero también animaría a una recaída.Pongamos que un banco quiere vender a un fondo de crédito 100 dólares de préstamos de compras apalancadas pendientes. Los compradores de deuda distorsionada quieren pagar entre 90 y 93 céntavos el dólar; los bancos dicen que el valor de los préstamos está a la par. Supongamos que acuerdan 96 céntavos, casi la pérdida que han arrastrado los bancos en las recientes amortizaciones. El banco consigue 96 dólares y presta tres por cada dólar de capital que el fondo invierte, es decir, 72 dólares en nuevos préstamos.El banco sufre una pérdida, pero no tiene que tener tanto capital contra el nuevo préstamo, más pequeño como tenía que tener contra la deuda a más largo plazo de la compra apalancada. Y libera algo de capacidad del balance de situación.¿Es una buena operación? El banco ahora está protegido por el capital del fondo, es decir, no sufre ninguna de las pérdidas de los siguientes 24 centavos. Pero si el valor de la deuda apalancada cae debajo de los 72 centavos, el banco vuelve a sufrir.Desde luego, si se queda con el préstamo tendría que asumir la pérdida completa. Por eso, parece que ha comprado un seguro útil. Pero también ha perdido la oportunidad de beneficiarse de una recuperación del precio del préstamo apalancado. Ha cerrado su pérdida en el 4%.Podría cambiarse al otro lado de la mesa y establecer su propio fondo de inversión para comprar algo de la deuda, utilizando apalancamiento y capital de otros inversores. El fondo pediría prestado menos que el valor nominal de la deuda que poseía, y a un tipo de interés más bajo, por eso los pagos de intereses más altos que provienen del préstamo de la compra apalancada cubrirían el coste de su deuda. También daría a los inversores del fondo una rentabilidad decente sobre el capital. Y el banco podría cobrar tarifas de gestión.También, si el banco realmente pensara que el precio de los préstamos se va a recuperar, podría poner algo de su propio capital en el fondo. Esto daría una muestra de confianza, animaría a otros a pagar más por nuevos préstamos apalancados. Esto ayudaría a conseguir que el mercado se pusiera en marcha otra vez.(Dwight Tass)
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La Gaceta de los Negocios - España/07/10/2007
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