Los gemelos Lech y Jaroslav Kaczynski, presidente y primer ministro, respectivamente, han convertido a Polonia en un bastión de la extrema derecha y el ultracatolicismo. Sus políticas en la Unión Europea tienen exasperados a varios países integrantes de ese grupo
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El país rebelde de la Unión Europea va a elecciones el domingo. De su resultado depende la permanencia del gobierno tradicionalista de los gemelos Kaczynski.
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“Los polacos somos rebeldes. No nos gusta que nos den órdenes, y en especial de extranjeros”, dice Radoslav Sikorski, ex ministro de Defensa de Polonia y ahora senador y líder del hasta ahora principal partido de la oposición, la liberal Plataforma Cívica (PO, por su sigla en polaco). Las afirmaciones del joven dirigente, hechas el martes en el Parlamento de Varsovia ante un grupo de medios extranjeros en el que estaba SEMANA, se refieren a las recientes agresiones provenientes de sus vecinos, la Unión Europea y Rusia, y de las que supuestamente Polonia ha sido víctima en los últimos dos años. Sikorski no difiere en ello de la línea del gobierno ultraconservador de los gemelos Lech y Jaroslav Kaczynski. Es más, respaldan la actitud agresiva que ha tenido Polonia ante sus vecinos y que ha devastado sus relaciones internacionales. A una semana de las elecciones parlamentarias, el PO deja claro que ha preferido dimitir al liderazgo de la oposición y acercarse más a los Kaczynski para garantizarse una plaza en el gobierno. Y con este paso, ha permitido que politólogos como Alexander Smolar, director del Centro de Estudios de Política Internacional de Varsovia, comiencen a emitir sus pronósticos.
Según le dijo Smolar a SEMANA, el acercamiento entre oposición y gobierno posibilitará la permanencia de los gemelos Kaczyinski, con lo cual la continuidad de la línea ultraconservadora de la política interna y externa –si bien algo moderada– quedaría garantizada. En los asuntos externos, se mantendría en alerta naranja la querella con los miembros de la Unión Europea (UE), sobre la ratificación de un tratado de reforma. Amenazaría con seguir el comportamiento casi extorsivo de Polonia, que exige mayor participación en las decisiones de la UE, para dejar de utilizar su derecho al veto para bloquear la Constitución europea. Y seguiría abierta la pelea con Alemania y Rusia por el gasoducto noreuropeo Nordstream Pipeline, que saldría de la ciudad rusa de Vyborg y llegaría a Alemania haciendo una especie de bypass por el territorio marítimo de varios países bálticos, entre ellos, Polonia. En política interna, se mantendrían quietos temas como los derechos de los homosexuales, la legalización del aborto y de la eutanasia, la abolición de la pena de muerte y la erradicación de la intolerancia religiosa y étnica en el establecimiento ultracatólico defendido por el gobierno y dos partidos minoritarios.
La unión del PO a los Kaczynski ha dejado solo en la oposición al debilitado Democracia e Izquierda (SLD, por su sigla en polaco). Ryzsard Kalisz, candidato del SLD al parlamento, negó a SEMANA el pronóstico “pesimista” de Smolar. “Uno nunca sabe qué esperar del electorado”, dijo Kalisz, que ha hecho campaña en las comunidades de emigrantes en Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda y Alemania, donde habitan más de dos millones de polacos. “Estas personas podrían ser claves para obligar una coalición entre el PIS y la izquierda polaca”, añadió. De ser así, la oposición, en conjunto con el SLD, llevaría al gobierno a convocar a nuevas elecciones, lo cual aumentaría la presión sobre los Kaczynski y podría producir, en 2008, su salida del poder.
En cualquier caso, Polonia ha tenido el mayor crecimiento económico del oriente europeo y las reformas llevadas a cabo en los años 90 solidificaron las instituciones. Estos dos logros le permitieron convertirse, el primero de enero de 2004, en miembro de la UE. Hoy más que nunca, los polacos están orgullosos de este paso histórico. Las huellas del dominio soviético desaparecen. La sociedad se ha apropiado de un europeísmo anhelado durante siglos. Y el desarrollo promete la llegada del euro antes de la celebración de la Eurocopa 2012 en Polonia.
No son motivos materiales ni políticos los que llevan a los polacos a persistir en su apoyo a los Kaczynski y su línea tradicionalista. Durante cuatro siglos, Polonia no disfrutó de la soberanía: el reino sueco, tribus cosacas, el reino ruso, el prusiano, el austrohúngaro, la Alemania nazi y la Unión Soviética impidieron una nación polaca. Y con la actitud patriotera impresa por los hermanos Kaczynski, los polacos quieren proclamar que su país ya tiene un lugar en el mundo. Pero no deben olvidar que con sus políticas, Polonia no sólo está despertando la indignación de Europa y Rusia, sino destapando sus mayores debilidades. Y esto, para Polonia, es jugar con fuego.
“Los polacos somos rebeldes. No nos gusta que nos den órdenes, y en especial de extranjeros”, dice Radoslav Sikorski, ex ministro de Defensa de Polonia y ahora senador y líder del hasta ahora principal partido de la oposición, la liberal Plataforma Cívica (PO, por su sigla en polaco). Las afirmaciones del joven dirigente, hechas el martes en el Parlamento de Varsovia ante un grupo de medios extranjeros en el que estaba SEMANA, se refieren a las recientes agresiones provenientes de sus vecinos, la Unión Europea y Rusia, y de las que supuestamente Polonia ha sido víctima en los últimos dos años. Sikorski no difiere en ello de la línea del gobierno ultraconservador de los gemelos Lech y Jaroslav Kaczynski. Es más, respaldan la actitud agresiva que ha tenido Polonia ante sus vecinos y que ha devastado sus relaciones internacionales. A una semana de las elecciones parlamentarias, el PO deja claro que ha preferido dimitir al liderazgo de la oposición y acercarse más a los Kaczynski para garantizarse una plaza en el gobierno. Y con este paso, ha permitido que politólogos como Alexander Smolar, director del Centro de Estudios de Política Internacional de Varsovia, comiencen a emitir sus pronósticos.
Según le dijo Smolar a SEMANA, el acercamiento entre oposición y gobierno posibilitará la permanencia de los gemelos Kaczyinski, con lo cual la continuidad de la línea ultraconservadora de la política interna y externa –si bien algo moderada– quedaría garantizada. En los asuntos externos, se mantendría en alerta naranja la querella con los miembros de la Unión Europea (UE), sobre la ratificación de un tratado de reforma. Amenazaría con seguir el comportamiento casi extorsivo de Polonia, que exige mayor participación en las decisiones de la UE, para dejar de utilizar su derecho al veto para bloquear la Constitución europea. Y seguiría abierta la pelea con Alemania y Rusia por el gasoducto noreuropeo Nordstream Pipeline, que saldría de la ciudad rusa de Vyborg y llegaría a Alemania haciendo una especie de bypass por el territorio marítimo de varios países bálticos, entre ellos, Polonia. En política interna, se mantendrían quietos temas como los derechos de los homosexuales, la legalización del aborto y de la eutanasia, la abolición de la pena de muerte y la erradicación de la intolerancia religiosa y étnica en el establecimiento ultracatólico defendido por el gobierno y dos partidos minoritarios.
La unión del PO a los Kaczynski ha dejado solo en la oposición al debilitado Democracia e Izquierda (SLD, por su sigla en polaco). Ryzsard Kalisz, candidato del SLD al parlamento, negó a SEMANA el pronóstico “pesimista” de Smolar. “Uno nunca sabe qué esperar del electorado”, dijo Kalisz, que ha hecho campaña en las comunidades de emigrantes en Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda y Alemania, donde habitan más de dos millones de polacos. “Estas personas podrían ser claves para obligar una coalición entre el PIS y la izquierda polaca”, añadió. De ser así, la oposición, en conjunto con el SLD, llevaría al gobierno a convocar a nuevas elecciones, lo cual aumentaría la presión sobre los Kaczynski y podría producir, en 2008, su salida del poder.
En cualquier caso, Polonia ha tenido el mayor crecimiento económico del oriente europeo y las reformas llevadas a cabo en los años 90 solidificaron las instituciones. Estos dos logros le permitieron convertirse, el primero de enero de 2004, en miembro de la UE. Hoy más que nunca, los polacos están orgullosos de este paso histórico. Las huellas del dominio soviético desaparecen. La sociedad se ha apropiado de un europeísmo anhelado durante siglos. Y el desarrollo promete la llegada del euro antes de la celebración de la Eurocopa 2012 en Polonia.
No son motivos materiales ni políticos los que llevan a los polacos a persistir en su apoyo a los Kaczynski y su línea tradicionalista. Durante cuatro siglos, Polonia no disfrutó de la soberanía: el reino sueco, tribus cosacas, el reino ruso, el prusiano, el austrohúngaro, la Alemania nazi y la Unión Soviética impidieron una nación polaca. Y con la actitud patriotera impresa por los hermanos Kaczynski, los polacos quieren proclamar que su país ya tiene un lugar en el mundo. Pero no deben olvidar que con sus políticas, Polonia no sólo está despertando la indignación de Europa y Rusia, sino destapando sus mayores debilidades. Y esto, para Polonia, es jugar con fuego.
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Semana - Colombia/14/10/2007
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