por Natalio Steiner
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La hoguera del tribalismo y el sectarismo parece estar de moda tanto entre los judíos israelíes como entre los judíos diaspóricos por igual.
Israel es hoy un enjambre de grupos judíos de diversas lenguas y culturas unidos bajo un paraguas estatal. Están los israelíes nuevos y veteranos olim ; los ashkenasies y sefaradíes; los judíos religiosos haredíes (ultraortodoxos), los ortodoxos sionistas; liberales y laicos. Todos ellos utilizan diferentes códigos de comunicación, usan su tiempo libre en forma diferente, visten distinto y viven en barrios diferentes. En el centro de esta heterogénea vivencia se encuentra la elite política-gubernamental que fija el orden del día del estado hebreo.
¿Qué opinión tendría la Torá milenaria al respecto ? ¿La Torá estaría a favor de una tribu única o de varias desconectadas una de la otra ?. Una respuesta posible se la podría encontrar en una de las últimas parashot (secciones ) de la Torá, Nitzavim, que es el comienzo de una serie de secciones en la que Moshe comienza una larga despedida de su pueblo.
El versículo con el que comienza la parasha describe el último encuentro entre Moshe y su pueblo. En ese encuentro Moshe fortalece el pacto fundacional del pueblo judío en el Monte Sinaí antes de entrar a la tierra de Israel. Ese pacto sinaítico es el nucleo formativo del pueblo hebreo como tal (aunque mantuvo un largo tiempo la tribalidad ) consolidado por su destino y su misión espiritual basado en los valores morales y éticos de la Torá ( las mitzvoth).. ¿Y quién participó de ese pacto, el más trascendente desde el Sinaí ? ¿Sólo una elite intelectual ? . La Torá destaca la lista de los invitados y lo hace, a diferencia de su estilo parco, sin ahorrar palabras. " Vuestros líderes, vuestras tribus ( las 12),vuestros ancianos, vuestros jueces, vuestros niños, vuestras mujeres;vuestros conversos (al judaísmo); desde el leñador hasta el aguatero",dice la Torá en Nitzavim. Releeamos la lista con atención. ¿Falta alguién allí ?. Todos estan allí. La elite intelectual, el poder religioso, la clase trabajadora;los adultos, los viejos hebreos tribales y los conversos;ricos y pobres.
Todos como un mismo y único pueblo. No existen más judaísmos que judíos, tal como lo manifestara en Clarín el 27-09 un filósofo judío de la pos-judeidad. Existen judíos con capacidad de elegir si van a observar o no la Torá pero la Torá es el marco de referencia. Después de todo el judaísmo no es un paraguas bajo el cual todos puedan cobijarse.Tiene sus limitaciones y reglas.
¿Por qué es así ?. Por un lado porque la misión espiritual le fue dada a todos los judíos; cumplan más o menos la Torá. La Torá no es una religión para pocos o sólo para estudiosos o rabinos. En la identidad judía de todos los tiempos, aún los que estan por venir , la Torá no es un elemento opcional o decorativo sino central en la constitución de un pueblo independientemente de la vida particular de los individuos. Todos somos eslabones de la cadena;si quitamos alguno, se corta. Es la Torá como forma de vida la que por encima de las diferencias profundas existentes entre diversas corrientes (prestar atención que estas corrientes difieren sobre el lugar de la Torá en la vida contemporánea) modela al pueblo para que sus valores espirituales singulares pertenezcan a todos los judíos en toda ocasión. Hay una forma judía de expresar el duelo y el dolor; hay una forma judía para alegrarse en las fiestas; hay una forma judía para vincularse al otro; para casarse, para separarse,etc. Por ello es que la Torá, si se la estudia como corresponde, es una opción espiritual por igual para el profesor universitario como para la mucama judía;para el gobernante o el político o para el empleado más modesto; para el judío con una prosapia rabínica y para el converso que halájicamente decidió sumarse al judaísmo en lugar de buscar vericuetos pos-judaicos para eludir el compromiso. La opción espiritual obliga y posibilita a todos.
Por otro lado la existencia del pueblo judío estará sólo garantizada si cuidamos la continuidad del pueblo por encima de la tribu. Un pueblo no puede perdurar si esta dividido y fracturado como puede estarlo hoy el pueblo judío tanto en Israel como en la diáspora ( y la diáspora argentina es un ejemplo de esa fractura ). Más aún si sobre él se ciernen amenazas de destrucción física de enemigos delirantes que desean que vivamos en Canada o Alaska.
Las discusiones políticas y de identidad en Israel y la diáspora no son sólo discusiones políticas. Ellas se alimentan de diferentes concepciones de distintas corrientes que conforman a Israel y al pueblo judío. En este contexto la aparición en Israel de concepciones pos-sionistas y en la diáspora, como la Argentina ,de visiones pos-judaicas como las expresadas en Clarín o en la agrupación Yok (esa que como "valor " innovador nos habla del "judaismo del pletzlajej "), lejos de sumar al pacto y a la continuidad solo resaltan y llevan a la confusión y asimilación, dicho sea de paso concepto que nunca aparece en el discurso pos-judaico porque muestra su fracaso.
El judaísmo es un árbol con raíces, tronco y hojas . Y este árbol, agitado por la tormenta, sólo supervive por sus raíces y su tronco y no por sus floridas pero perennes hojas. Es bueno que se sepa ante tanto discurso confuso.
Por último, el mensaje sublime de la parasha Nitzavim es que por encima de la colorida diversidad de los judíos debe primar un cuerpo colectivo para todas las corrientes judías y esto no es un deseo sino una necesidad existencial.
El autor es co director de Comunidades
La hoguera del tribalismo y el sectarismo parece estar de moda tanto entre los judíos israelíes como entre los judíos diaspóricos por igual.
Israel es hoy un enjambre de grupos judíos de diversas lenguas y culturas unidos bajo un paraguas estatal. Están los israelíes nuevos y veteranos olim ; los ashkenasies y sefaradíes; los judíos religiosos haredíes (ultraortodoxos), los ortodoxos sionistas; liberales y laicos. Todos ellos utilizan diferentes códigos de comunicación, usan su tiempo libre en forma diferente, visten distinto y viven en barrios diferentes. En el centro de esta heterogénea vivencia se encuentra la elite política-gubernamental que fija el orden del día del estado hebreo.
¿Qué opinión tendría la Torá milenaria al respecto ? ¿La Torá estaría a favor de una tribu única o de varias desconectadas una de la otra ?. Una respuesta posible se la podría encontrar en una de las últimas parashot (secciones ) de la Torá, Nitzavim, que es el comienzo de una serie de secciones en la que Moshe comienza una larga despedida de su pueblo.
El versículo con el que comienza la parasha describe el último encuentro entre Moshe y su pueblo. En ese encuentro Moshe fortalece el pacto fundacional del pueblo judío en el Monte Sinaí antes de entrar a la tierra de Israel. Ese pacto sinaítico es el nucleo formativo del pueblo hebreo como tal (aunque mantuvo un largo tiempo la tribalidad ) consolidado por su destino y su misión espiritual basado en los valores morales y éticos de la Torá ( las mitzvoth).. ¿Y quién participó de ese pacto, el más trascendente desde el Sinaí ? ¿Sólo una elite intelectual ? . La Torá destaca la lista de los invitados y lo hace, a diferencia de su estilo parco, sin ahorrar palabras. " Vuestros líderes, vuestras tribus ( las 12),vuestros ancianos, vuestros jueces, vuestros niños, vuestras mujeres;vuestros conversos (al judaísmo); desde el leñador hasta el aguatero",dice la Torá en Nitzavim. Releeamos la lista con atención. ¿Falta alguién allí ?. Todos estan allí. La elite intelectual, el poder religioso, la clase trabajadora;los adultos, los viejos hebreos tribales y los conversos;ricos y pobres.
Todos como un mismo y único pueblo. No existen más judaísmos que judíos, tal como lo manifestara en Clarín el 27-09 un filósofo judío de la pos-judeidad. Existen judíos con capacidad de elegir si van a observar o no la Torá pero la Torá es el marco de referencia. Después de todo el judaísmo no es un paraguas bajo el cual todos puedan cobijarse.Tiene sus limitaciones y reglas.
¿Por qué es así ?. Por un lado porque la misión espiritual le fue dada a todos los judíos; cumplan más o menos la Torá. La Torá no es una religión para pocos o sólo para estudiosos o rabinos. En la identidad judía de todos los tiempos, aún los que estan por venir , la Torá no es un elemento opcional o decorativo sino central en la constitución de un pueblo independientemente de la vida particular de los individuos. Todos somos eslabones de la cadena;si quitamos alguno, se corta. Es la Torá como forma de vida la que por encima de las diferencias profundas existentes entre diversas corrientes (prestar atención que estas corrientes difieren sobre el lugar de la Torá en la vida contemporánea) modela al pueblo para que sus valores espirituales singulares pertenezcan a todos los judíos en toda ocasión. Hay una forma judía de expresar el duelo y el dolor; hay una forma judía para alegrarse en las fiestas; hay una forma judía para vincularse al otro; para casarse, para separarse,etc. Por ello es que la Torá, si se la estudia como corresponde, es una opción espiritual por igual para el profesor universitario como para la mucama judía;para el gobernante o el político o para el empleado más modesto; para el judío con una prosapia rabínica y para el converso que halájicamente decidió sumarse al judaísmo en lugar de buscar vericuetos pos-judaicos para eludir el compromiso. La opción espiritual obliga y posibilita a todos.
Por otro lado la existencia del pueblo judío estará sólo garantizada si cuidamos la continuidad del pueblo por encima de la tribu. Un pueblo no puede perdurar si esta dividido y fracturado como puede estarlo hoy el pueblo judío tanto en Israel como en la diáspora ( y la diáspora argentina es un ejemplo de esa fractura ). Más aún si sobre él se ciernen amenazas de destrucción física de enemigos delirantes que desean que vivamos en Canada o Alaska.
Las discusiones políticas y de identidad en Israel y la diáspora no son sólo discusiones políticas. Ellas se alimentan de diferentes concepciones de distintas corrientes que conforman a Israel y al pueblo judío. En este contexto la aparición en Israel de concepciones pos-sionistas y en la diáspora, como la Argentina ,de visiones pos-judaicas como las expresadas en Clarín o en la agrupación Yok (esa que como "valor " innovador nos habla del "judaismo del pletzlajej "), lejos de sumar al pacto y a la continuidad solo resaltan y llevan a la confusión y asimilación, dicho sea de paso concepto que nunca aparece en el discurso pos-judaico porque muestra su fracaso.
El judaísmo es un árbol con raíces, tronco y hojas . Y este árbol, agitado por la tormenta, sólo supervive por sus raíces y su tronco y no por sus floridas pero perennes hojas. Es bueno que se sepa ante tanto discurso confuso.
Por último, el mensaje sublime de la parasha Nitzavim es que por encima de la colorida diversidad de los judíos debe primar un cuerpo colectivo para todas las corrientes judías y esto no es un deseo sino una necesidad existencial.
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