3/11/07

La ruta hacia Europa

- La primera ronda de negociación con la UE estableció buenas bases para avanzar
- Centroamérica demostró su capacidad para actuar de manera coordinada
Después de un extendido y nunca sencillo proceso preparatorio, Centroamérica y la Unión Europea (UE) dieron, al fin, el banderazo de salida para las negociaciones encaminadas a suscribir un acuerdo de asociación entre ambas regiones. Aunque la ruta que queda por delante será compleja y no estará exenta de importantes diferencias, en la primera ronda de encuentros entre las delegaciones de los cinco países del área (a los que Panamá se sumó, por ahora, como observador) y los representantes europeos, celebrada la pasada semana en Costa Rica, se establecieron importantes bases para el avance.
Este encuentro inicial no estaba destinado a comenzar las negociaciones formales, sino a que cada parte conociera las expectativas y planteamientos esenciales de la otra. Por esto, tuvo un carácter más conceptual que práctico, dentro del cual quedó de manifiesto, como se esperaba, que existen grandes diferencias en cuanto al acceso a los mercados, las cuales, desde el punto de vista centroamericano, se refieren a productos agrícolas claves, como el banano y el azúcar. Además, se debe definir, en materia arancelaria, cuál será el punto de partida o “piso” de la negociación futura, y se deberán precisar aspectos relacionados con la cooperación europea o los mecanismos de diálogo político.
Por lo anterior, no era razonable esperar resultados concretos, porque los temas que podrían generarlos comenzarán a discutirse en la segunda ronda, fijada para febrero en Bruselas. Pero, aun así, se pueden mencionar importantes logros. Para nuestra región, el más evidente fue demostrar su capacidad de concertación y coordinación internas, con lo cual se ratificó que no era necesario, como la UE pretendía al principio y nuestro país nunca aceptó, que Centroamérica tuviera un jefe negociador único, sino que era posible mantener posiciones comunes a partir de nuestra diversidad.
Otro tema fundamental fue definir que el proceso no exigirá a nuestro país integrarse a organismos políticos como el Parlamento o la Corte de Justicia centroamericanos, con lo cual podremos mantener la decisión –compartida por la mayoría de nuestra población– de asumir la integración con pragmatismo y respeto por valores esenciales de nuestra política exterior.
La Corte, que inicialmente era vista por Europa como la única instancia idónea para resolver eventuales conflictos comerciales entre Estados, o entre estos y las empresas con presencia regional, podrá ser sustituida por un mecanismo encargado específicamente del tema, lo cual solo implicará mejorar un tratado ya existente en el Istmo. Tal como expresó nuestro jefe negociador y embajador ante la UE, Roberto Echandi, “los centroamericanos, en lugar de imitar modelos, debemos implementar aquellos que respondan a la realidad de la región”. Sí queda pendiente la integración plena de Costa Rica a la Unión Aduanera Centroamericana. Este proceso está avanzado, pero en buena hora nuestras autoridades lo han asumido con prudencia y con el interés, como también afirmó Echandi, de que esté basado en “acciones concretas”, no simples ilusiones, acuerdos sin contenido o artificiosas construcciones institucionales.
Europa, por su parte, fue clara en exponer sus pretensiones, que no solo están relacionadas con la apertura para el intercambio de mercancías, sino también de servicios, lo cual está en línea con la mayoría de las negociaciones comerciales de la actualidad. Será en estos ámbitos donde comenzarán a aparecer posiciones diversas no solo entre ambas regiones, sino entre distintos grupos dentro de ellas. Y, frente a esa inevitable diversidad de posiciones y de presiones de grupos por obtener beneficios específicos, resulta esencial que tanto centroamericanos como europeos pongan en primer lugar el bienestar general de nuestros países. Creemos que en este sentido, al igual que en preparación técnica, nuestro país está muy bien representado, y confiamos en que, al final del camino, el tratado sea un mecanismo más para aumentar nuestro desarrollo y mejorar así el nivel de vida de nuestra población.
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La Nación - Costa Rica/03/11/2007

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