MICHAEL SLACKMAN / NYT
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El Cairo - Aquí hay un viejo chiste que reza más o menos así: 'Está el presidente Hosni Mubarak en su lecho de muerte cuando llega un subalterno a su lado, y dice: `Señor Presidente, ¿no va a pronunciar un discurso para despedirse del pueblo?' El presidente abre los ojos y responde: '¿En serio? ¿Por qué? ¿A dónde va el pueblo?' ''
Luego de tres décadas, el mandato de Mubarak es el más largo de cualquier presidente desde la expulsión del rey, en los años 50. Mubarak ha servido durante más tiempo que Gamal Abdel Nasser, uno de los pioneros del nacionalismo árabe, y por más tiempo que Anwar el-Sadat, el hombre que hizo la paz con Israel. De manera rutinaria se refieren a él como el moderno faraón de Egipto, aunque normalmente en un cauteloso susurro.
A partir de esta semana, el gobernante Partido Nacional Democrático llevará a cabo una asamblea general. Junto con invitados procedentes de todas partes del mundo, los 6,500 delegados de Egipto se reunirán para conversar y escuchar. Abordarán temas relacionados con la economía, la política y el terrorismo. Lo que no van a discutir, destacaron funcionarios del partido, es la sucesión; discutiblemente, en la mente de muchos, uno de los temas de mayor importancia con respecto a la estabilidad de Egipto alargo plazo.
¿Quién vendrá después de Mubarak?
Es una pregunta que mucha gente se hace por aquí, pero como dijo un funcionario del partido luego de dar información acerca de la asamblea: ``Ustedes nunca tendrán la respuesta que buscan''.
''El tema de la sucesión es regulado por la Constitución de Egipto'', comentó Ali Eddin Helal, funcionario del partido, presente en la sesión informativa. ``Estamos en un país que se rige por instituciones, no por individuos''.
Esa es la respuesta que ofrecen.
No obstante, el tema es tan delicado que el gobierno amenazó con encarcelar al editor de un diario luego de que publicara artículos en los que se aseguraba que el presidente egipcio tenía problemas de salud. Los propios fiscales del gobierno dijeron que la noticia había sacudido con tanta fuerza a la nación, que le había costado millones de dólares a la economía. A medida que circularon los rumores con respecto a la salud de Mubarak, el principal funcionario religioso de Egipto, nombrado por el presidente, emitió una fatwa o decreto diciendo que los periodistas que difundan rumores deberán recibir 80 azotes.
Estados Unidos está observando el tema de la sucesión muy de cerca, debido a que Washington corre el riesgo de verse en la misma situación comprometida que Arabia Saudita enfrentó en Líbano.
Los sauditas depositaron su confianza en Líbano en el ex primer ministro, Rafik Hariri. Cuando él fue asesinado, ellos perdieron su canal para tener influencia y vieron cómo crecía la influencia de Irán, país que invirtió en el fomento de una institución, Hezbolá. Hoy día, funcionarios sauditas dicen que Irán fue más inteligente, ya que incluso si alguien fuera a matar al carismático líder de Hezbolá, Jeque Hassan Nasralá, la influencia de Irán en Líbano seguiría a través de la institución.
De manera similar, Estados Unidos ha concentrado sus intereses en Mubarak, al tiempo que dirige la mayoría de sus dólares en ayuda a las fuerzas armadas de Egipto. Mubarak no siempre ha sido el aliado perfecto, pero funcionarios estadounidenses dicen que el presidente egipcio es invaluable por su perspectiva histórica y la importancia que le da a la relación con Estados Unidos y la paz con Israel. Un funcionario estadounidense, el cual está en esta ciudad, dijo que la esperanza era que el reemplazo definitivo de Mubarak fuera alguien que mantenga la misma apreciación histórica por la paz y las relaciones con Washington.
Por supuesto, ya hay candidatos de los que se habla. En recorridos por Egipto, casi todas las personas a quienes se les preguntó asumen que el heredero es Gamal Mubarak, el hijo menor del presidente y una fuerza en el partido gobernante. En una ocasión, Hosni Mubarak dijo que la presidencia no se heredaba en Egipto, y después se refirió burlonamente a la transferencia de poder en Siria, de Hafez al-Assad a su hijo, Bashar.
No obstante, mucha gente dice que el acento de la declaración vertida por Mubarak estuvo en la palabra ''heredada'', no en su hijo, lo cual significa que el hijo de Mubarak podría convertirse en el presidente electo. La política y las elecciones en Egipto son controladas por el gobierno y el partido gobernante, y en la ausencia de cualquier oposición real, el candidato del partido tiene la certeza de que saldrá victorioso.
Pero, hay un problema: cada presidente desde el derrocamiento del rey ha salido de las fuerzas armadas. Gamal Mubarak no es un militar, ni ha pasado tiempo entre la tropa. Han corrido rumores en el sentido de que la asamblea será usada para elevar su posición en el partido, como un primer paso en la transición. Sin embargo, funcionarios del partido dicen no esperar cambios.
El nombre que surge con mayor frecuencia es el de Omar Suleiman, desde hace ya tiempo el jefe de los servicios de inteligencia. Suleiman ostenta el rango de general, y es visto como una opción más atractiva para el ejército, al tiempo que se considera que tiene la misma orientación que Mubarak hacia Israel y Washington. No obstante, él también presenta un problema. No forma parte del Partido Nacional Democrático y tendría que renunciar a las fuerzas armadas, amén de pasar un año como alto funcionario del partido, antes de que pudiera convertirse en uno de los candidatos presidenciales. El único hombre que actualmente posee todos los atributos es el mismo presidente.
En público, integrantes del partido dicen que aún es muy pronto para discutir la sucesión y que es solamente la oposición la que busca sacar a colación el tema para avergonzar al presidente y su hijo. Con todo, muchos integrantes del partido reconocen que albergan inquietud con respecto a la forma en que responderá el ejército cuando sea tiempo de elegir a un sucesor.
Las fuerzas armadas de Egipto guardan silencio con respecto a cuestiones políticas, dejando el rostro del gobierno a organismos civiles. Es, sin embargo, la institución más poderosa del país. El presidente, y sólo el presidente, conoce el pensamiento de los dos brazos del estado: el castrense y el civil.
Incluso si el partido se uniera en torno a un solo candidato, ni hay forma de saber si el ejército también se sumaría. Sin un reemplazo evidente, ni sistema para elegirlo, será un juego de espera, a decir de un funcionario gubernamental, quien habló de manera anónima por temor a enfrentar represalias.
''Me pregunto si voy a despertar un día para ver tanques en las calles'', observó.
Mubarak tiene el título de presidente, pero es tratado con reverencia. Más o menos hace un año, a uno de sus principales funcionarios de relaciones públicas le preguntaron si el presidente estaría dispuesto a concederle una entrevista a The New York Times para su obituario. Es normal que se preparen obituarios para figuras históricas.
''Yo soy el último egipcio con el que usted hablará de ese tema'', dijo el funcionario, tanto como una advertencia como dando un consejo amistoso.
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Luego de tres décadas, el mandato de Mubarak es el más largo de cualquier presidente desde la expulsión del rey, en los años 50. Mubarak ha servido durante más tiempo que Gamal Abdel Nasser, uno de los pioneros del nacionalismo árabe, y por más tiempo que Anwar el-Sadat, el hombre que hizo la paz con Israel. De manera rutinaria se refieren a él como el moderno faraón de Egipto, aunque normalmente en un cauteloso susurro.
A partir de esta semana, el gobernante Partido Nacional Democrático llevará a cabo una asamblea general. Junto con invitados procedentes de todas partes del mundo, los 6,500 delegados de Egipto se reunirán para conversar y escuchar. Abordarán temas relacionados con la economía, la política y el terrorismo. Lo que no van a discutir, destacaron funcionarios del partido, es la sucesión; discutiblemente, en la mente de muchos, uno de los temas de mayor importancia con respecto a la estabilidad de Egipto alargo plazo.
¿Quién vendrá después de Mubarak?
Es una pregunta que mucha gente se hace por aquí, pero como dijo un funcionario del partido luego de dar información acerca de la asamblea: ``Ustedes nunca tendrán la respuesta que buscan''.
''El tema de la sucesión es regulado por la Constitución de Egipto'', comentó Ali Eddin Helal, funcionario del partido, presente en la sesión informativa. ``Estamos en un país que se rige por instituciones, no por individuos''.
Esa es la respuesta que ofrecen.
No obstante, el tema es tan delicado que el gobierno amenazó con encarcelar al editor de un diario luego de que publicara artículos en los que se aseguraba que el presidente egipcio tenía problemas de salud. Los propios fiscales del gobierno dijeron que la noticia había sacudido con tanta fuerza a la nación, que le había costado millones de dólares a la economía. A medida que circularon los rumores con respecto a la salud de Mubarak, el principal funcionario religioso de Egipto, nombrado por el presidente, emitió una fatwa o decreto diciendo que los periodistas que difundan rumores deberán recibir 80 azotes.
Estados Unidos está observando el tema de la sucesión muy de cerca, debido a que Washington corre el riesgo de verse en la misma situación comprometida que Arabia Saudita enfrentó en Líbano.
Los sauditas depositaron su confianza en Líbano en el ex primer ministro, Rafik Hariri. Cuando él fue asesinado, ellos perdieron su canal para tener influencia y vieron cómo crecía la influencia de Irán, país que invirtió en el fomento de una institución, Hezbolá. Hoy día, funcionarios sauditas dicen que Irán fue más inteligente, ya que incluso si alguien fuera a matar al carismático líder de Hezbolá, Jeque Hassan Nasralá, la influencia de Irán en Líbano seguiría a través de la institución.
De manera similar, Estados Unidos ha concentrado sus intereses en Mubarak, al tiempo que dirige la mayoría de sus dólares en ayuda a las fuerzas armadas de Egipto. Mubarak no siempre ha sido el aliado perfecto, pero funcionarios estadounidenses dicen que el presidente egipcio es invaluable por su perspectiva histórica y la importancia que le da a la relación con Estados Unidos y la paz con Israel. Un funcionario estadounidense, el cual está en esta ciudad, dijo que la esperanza era que el reemplazo definitivo de Mubarak fuera alguien que mantenga la misma apreciación histórica por la paz y las relaciones con Washington.
Por supuesto, ya hay candidatos de los que se habla. En recorridos por Egipto, casi todas las personas a quienes se les preguntó asumen que el heredero es Gamal Mubarak, el hijo menor del presidente y una fuerza en el partido gobernante. En una ocasión, Hosni Mubarak dijo que la presidencia no se heredaba en Egipto, y después se refirió burlonamente a la transferencia de poder en Siria, de Hafez al-Assad a su hijo, Bashar.
No obstante, mucha gente dice que el acento de la declaración vertida por Mubarak estuvo en la palabra ''heredada'', no en su hijo, lo cual significa que el hijo de Mubarak podría convertirse en el presidente electo. La política y las elecciones en Egipto son controladas por el gobierno y el partido gobernante, y en la ausencia de cualquier oposición real, el candidato del partido tiene la certeza de que saldrá victorioso.
Pero, hay un problema: cada presidente desde el derrocamiento del rey ha salido de las fuerzas armadas. Gamal Mubarak no es un militar, ni ha pasado tiempo entre la tropa. Han corrido rumores en el sentido de que la asamblea será usada para elevar su posición en el partido, como un primer paso en la transición. Sin embargo, funcionarios del partido dicen no esperar cambios.
El nombre que surge con mayor frecuencia es el de Omar Suleiman, desde hace ya tiempo el jefe de los servicios de inteligencia. Suleiman ostenta el rango de general, y es visto como una opción más atractiva para el ejército, al tiempo que se considera que tiene la misma orientación que Mubarak hacia Israel y Washington. No obstante, él también presenta un problema. No forma parte del Partido Nacional Democrático y tendría que renunciar a las fuerzas armadas, amén de pasar un año como alto funcionario del partido, antes de que pudiera convertirse en uno de los candidatos presidenciales. El único hombre que actualmente posee todos los atributos es el mismo presidente.
En público, integrantes del partido dicen que aún es muy pronto para discutir la sucesión y que es solamente la oposición la que busca sacar a colación el tema para avergonzar al presidente y su hijo. Con todo, muchos integrantes del partido reconocen que albergan inquietud con respecto a la forma en que responderá el ejército cuando sea tiempo de elegir a un sucesor.
Las fuerzas armadas de Egipto guardan silencio con respecto a cuestiones políticas, dejando el rostro del gobierno a organismos civiles. Es, sin embargo, la institución más poderosa del país. El presidente, y sólo el presidente, conoce el pensamiento de los dos brazos del estado: el castrense y el civil.
Incluso si el partido se uniera en torno a un solo candidato, ni hay forma de saber si el ejército también se sumaría. Sin un reemplazo evidente, ni sistema para elegirlo, será un juego de espera, a decir de un funcionario gubernamental, quien habló de manera anónima por temor a enfrentar represalias.
''Me pregunto si voy a despertar un día para ver tanques en las calles'', observó.
Mubarak tiene el título de presidente, pero es tratado con reverencia. Más o menos hace un año, a uno de sus principales funcionarios de relaciones públicas le preguntaron si el presidente estaría dispuesto a concederle una entrevista a The New York Times para su obituario. Es normal que se preparen obituarios para figuras históricas.
''Yo soy el último egipcio con el que usted hablará de ese tema'', dijo el funcionario, tanto como una advertencia como dando un consejo amistoso.
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El Nuevo Herald - USA/04/11/2007
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