02/01/2008
-
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
-
Este año las consideraciones de seguridad ocupan un lugar preponderante en la política del Golfo mientras que en el frente económico la inflación y las debilitadas tasas de intercambio acaban con el optimismo.
El año en curso ha visto a dos poderes fundamentales en Golfo amenazar con un enfrentamiento. Estados Unidos, que ocupa Iraq y mantiene bases militares en varios Estados del Golfo, tuvo un encontronazo con Irán, un país que tiene una considerable influencia militar y económica, así como muchos correligionarios chiíes en el Golfo. La amenaza de la guerra entre ambos poderes se extendió más allá de las fronteras iraquíes e hizo que por toda la zona se perdieran los nervios.
Los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por sus siglas en inglés, Arabia Saudi, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Bahrain y Oman) observaron en estado de shock mientras Estados Unidos e Irán no ocultaban sus deseos de controlar la zona. En los últimos seis meses tanto Washington como Teherán han ejercido una enorme presión sobre los países del Golfo por medio de la táctica del palo y la zanahoria.
Con la entrada en escena de la Francia de Nicolas Sarkozy, los Estados del Golfo contemplaron cansados las opciones que tenían. En caso de que la retórica se convirtiera en un duelo militar, los países del Golfo sabían que la lucha tendría lugar a sus puertas. Si Estados Unidos decidía emprender una acción militar contra Irán, los países del Golfo sabían que de nada serviría tratar siquiera de disuadirlo, así que se prepararon para lo peor.
Deseosos de permanecer en el lado bueno al lado de Irán, los países del GCC decidieron distanciarse de la política estadounidense en la zona, ya fuera en relación a Iraq, Irán, Siria, Hamas o Hizbullah. Teherán dejó muy claro que si era atacado desde bases estadounidenses situadas en países del Golfo, respondería atacando las instalaciones estadounidenses situadas en estos. Los vecinos de Irán se tomaron en serio la amenaza, que no era mera charlatanería. Esta es la razón por la que los países del Golfo han estado buscando una tercera vía, no demasiado cercana a Estados Unidos ni demasiado amistosa con Irán. Entre marzo y mayo de 2007 se celebraron varias consultas en el Golfo con el rey saudí Abdullah tratando de crear consenso entre los países del GCC.
Conscientes de las actuales tensiones, los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa del GCC celebraron dos encuentros en Riyad el mes pasado. Entre otras cuestiones, estudiaron las maneras de evitar que el terror se extendiera desde Iraq hacia sus propios países. En octubre los jefes de las agencias de seguridad nacional de los países del GCC se reunieron en Kuwait para garantizar que todos ellos estaban en la misma línea. Mientras tanto, altos cargos iraníes se reunieron varias veces con países del GCC para asegurar a sus vecinos que Irán no era una amenaza para ellos y que sus esfuerzos nucleares eran estrictamente pacíficos. Puede que los altos cargos del Golfo no estuvieran completamente convencidos, pero hicieron gestos cordiales. El rey saudí Abdullah recibió al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en octubre de 2007, el primer encuentro entre dirigentes sunníes y chiíes.
Se logró un hito cuando Ahmadinejad fue invitado a la conferencia inaugural de la vigésimo octava cumbre del GCC celebrada en Doha el mes pasado. El GCC se creó en 1981 con el objetivo de garantizar la seguridad de los países del Golfo durante la guerra irano-iraquí que había estallado a principios de ese año. En su vigésimo octava cumbre el presidente iraní expresó el deseo de su país de mejorar las relaciones con los miembros del GCC. Hizo un llamamiento a la creación de un consejo económico de cooperación económica y de otro consejo de cooperación en seguridad, y urgió a hacer inversiones conjuntas en gas y petróleo. El mensaje no era sutil. Teherán quería unir en una la seguridad de todas las naciones del Golfo, para protegerse a sí mismo de amenazas exteriores.
Ahmadinejad reafirmó “la necesidad de lograr la paz y la seguridad en la zona sin intervención extranjera”. Añadió que “la seguridad de todos los países de la zona está interrelacionada y cualquier problema de seguridad en la zona afectaría a todos los países de ésta”. Adoptando un tono conciliador el secretario general del GCC, Abdul-Rahdam Al-Atiyah, dio la bienvenida a la propuesta de Ahmadinejad de mejorar la cooperación y afirmó que sus propuestas eran “en interés de la seguridad, la estabilidad y prosperidad de la zona”.
La invitación del GCC al presidente iraní fue un paso temerario. No se trata de que los países del Golfo no deseen relaciones normales con sus vecinos fuertes. Pero era bastante extraordinario recibir al presidente de un país que había prometido prender fuego al petróleo árabe. Irán había prometido lanzar por todo el Golfo 50 misiles por minuto si sus instalaciones nucleares eran atacadas. Irán ocupa todavía tres islas de los Emiratos Árabes Unidos. Y Estados Unidos lo sigue considerando un miembro del “eje del mal”.
No sería exagerado decir que la invitación a Ahmadinejad por parte del GCC era un acto de provocación a Estados Unidos, especialmente porque se produjo antes de que este país publicara un informe de su inteligencia exonerando el programa nuclear iraní y abriendo la puerta a la cooperación entre Irán y Estados Unidos en relación a Iraq, Líbano y otras cuestiones. El informe, casualmente, validó plenamente la política del GCC respecto a Irán.
Alarmado por esta demostración de independencia por parte del Golfo, Estados Unidos se apresuró a convocar en 8 de diciembre en Bahrain una conferencia regional sobre la seguridad del Golfo. En dicha conferencia el secretario de Defensa estadounidense Robert Gates arremetió contra lo que él calificó de políticas de desestabilización de Teherán, y sus amenazas a Estados Unidos y a los países del Golfo. También hizo un llamamiento a la creación de un escudo antimisiles en la zona para hacer frente a las amenazas de Teherán.
El secretario Gates afirmó que, a diferencia de Irán, Israel no supone una amenaza para los países del Golfo y urgió a estos a presionar económica y diplomáticamente a Irán para disuadirlo de desarrollar un programa nuclear militar. Pero los altos responsables del GCC desestimaron el punto de vista estadounidense y reiteraron en Manama que querían una solución pacífica y que acabara el ruido de sables. Al-Atiyah afirmó que los países del GCC querían que el programa nuclear iraní siguiera siendo estrictamente pacífico y fomentar el dialogo entre Irán y occidente. “El GCC quiere soluciones que refuercen la paz y la estabilidad así como un diálogo que prevalezca por encima de las maniobras políticas”, afirmó.
El primer ministro de Qatar, Sheikh Hamad Jasem Al-Thani expresó un sentimiento similar. Ante Gates sentado a escasos metros de él afirmó: “Los países del Golfo no desean verse implicados en un enfrentamiento militar entre Irán y Estados Unidos”. Tratando de atraer a los países del Golfo de su parte, Estados Unidos les ofreció importantes negocios de armas así como un programa conjunto de energía nuclear pacífica. Sin embargo, los países del Golfo tienen poca necesidad de estas armas que, según afirman los estadounidenses, podrían corregir la balanza militar del Golfo en relación a Irán.
Durante una reunión entre altos cargos de la Unión Europea y del GCC celebrada en Riyadh el 8 de mayo, la Unión Europa expresó su apoyo a la intención del GCC de cooperar estrechamente con la Agencia Internacional de la Energía Nuclear. Ambas partes expresaron su preocupación por el programa nuclear de Teherán al tiempo que urgían a encontrar una solución diplomática. Pero quedó claro que se pedía a [los países del] Golfo que se preocuparan por la potencial capacidad nuclear de Teherán al tiempo que se les pedía que olvidaran de la capacidad nuclear real de Israel. Las compras de armas por parte de los países del GCC ascendieron este año a 20.000 millones de dólares. Se afirma que Irán, por su parte, ha recibido mejoras para su sistema de defensa aérea de parte de Moscú vía Damasco.
La secretaria de Estado Condoleezza Rice y Gates hicieron una gira por la zona para subrayar el mensaje de que las ventas de armas de 2007 tenían el objetivo de fortalecer a los aliados de Washington en la zona para compensar el impacto negativo de al-Qaeda, Hizbullah, Siria e Irán. Pero ahora los observadores creen que un enfrentamiento es poco probable, a pesar de toda la propaganda en torno a la venta de armas a los países del Golfo. Washington y Teherán parecen estar solucionando sus diferencias en Iraq. Y hay indicios de que Damasco, que participó en la conferencia de Annapolis conference, puede reanudar las conversaciones sobre los Altos de Golán.
El mundo árabe es consciente de que el actual conflicto entre Estados Unidos e Irán puede no durar mucho tiempo. De hecho, no hay que descartar una alianza entre ambos, con Israel uniéndose a ellos en cualquier momento. Una vez que los estadounidenses e iraníes olviden sus actuales desacuerdos puede que encuentren una manera de dividirse entre ellos la zona del Golfo. Su actual juego de desacuerdos tiene que ver con los intereses, no con los principios.
Otro importante acontecimiento en el año 2007 fue la declaración por parte del GCC de que podrían formar un mercado común a partir de principios de 2008. Quizá el GCC se esté moviendo por encima de su atribulado presente hacia un futuro de promesas e iniciativas.
© Copyright Al-Ahram Weekly
Este año las consideraciones de seguridad ocupan un lugar preponderante en la política del Golfo mientras que en el frente económico la inflación y las debilitadas tasas de intercambio acaban con el optimismo.
El año en curso ha visto a dos poderes fundamentales en Golfo amenazar con un enfrentamiento. Estados Unidos, que ocupa Iraq y mantiene bases militares en varios Estados del Golfo, tuvo un encontronazo con Irán, un país que tiene una considerable influencia militar y económica, así como muchos correligionarios chiíes en el Golfo. La amenaza de la guerra entre ambos poderes se extendió más allá de las fronteras iraquíes e hizo que por toda la zona se perdieran los nervios.
Los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por sus siglas en inglés, Arabia Saudi, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Bahrain y Oman) observaron en estado de shock mientras Estados Unidos e Irán no ocultaban sus deseos de controlar la zona. En los últimos seis meses tanto Washington como Teherán han ejercido una enorme presión sobre los países del Golfo por medio de la táctica del palo y la zanahoria.
Con la entrada en escena de la Francia de Nicolas Sarkozy, los Estados del Golfo contemplaron cansados las opciones que tenían. En caso de que la retórica se convirtiera en un duelo militar, los países del Golfo sabían que la lucha tendría lugar a sus puertas. Si Estados Unidos decidía emprender una acción militar contra Irán, los países del Golfo sabían que de nada serviría tratar siquiera de disuadirlo, así que se prepararon para lo peor.
Deseosos de permanecer en el lado bueno al lado de Irán, los países del GCC decidieron distanciarse de la política estadounidense en la zona, ya fuera en relación a Iraq, Irán, Siria, Hamas o Hizbullah. Teherán dejó muy claro que si era atacado desde bases estadounidenses situadas en países del Golfo, respondería atacando las instalaciones estadounidenses situadas en estos. Los vecinos de Irán se tomaron en serio la amenaza, que no era mera charlatanería. Esta es la razón por la que los países del Golfo han estado buscando una tercera vía, no demasiado cercana a Estados Unidos ni demasiado amistosa con Irán. Entre marzo y mayo de 2007 se celebraron varias consultas en el Golfo con el rey saudí Abdullah tratando de crear consenso entre los países del GCC.
Conscientes de las actuales tensiones, los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa del GCC celebraron dos encuentros en Riyad el mes pasado. Entre otras cuestiones, estudiaron las maneras de evitar que el terror se extendiera desde Iraq hacia sus propios países. En octubre los jefes de las agencias de seguridad nacional de los países del GCC se reunieron en Kuwait para garantizar que todos ellos estaban en la misma línea. Mientras tanto, altos cargos iraníes se reunieron varias veces con países del GCC para asegurar a sus vecinos que Irán no era una amenaza para ellos y que sus esfuerzos nucleares eran estrictamente pacíficos. Puede que los altos cargos del Golfo no estuvieran completamente convencidos, pero hicieron gestos cordiales. El rey saudí Abdullah recibió al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en octubre de 2007, el primer encuentro entre dirigentes sunníes y chiíes.
Se logró un hito cuando Ahmadinejad fue invitado a la conferencia inaugural de la vigésimo octava cumbre del GCC celebrada en Doha el mes pasado. El GCC se creó en 1981 con el objetivo de garantizar la seguridad de los países del Golfo durante la guerra irano-iraquí que había estallado a principios de ese año. En su vigésimo octava cumbre el presidente iraní expresó el deseo de su país de mejorar las relaciones con los miembros del GCC. Hizo un llamamiento a la creación de un consejo económico de cooperación económica y de otro consejo de cooperación en seguridad, y urgió a hacer inversiones conjuntas en gas y petróleo. El mensaje no era sutil. Teherán quería unir en una la seguridad de todas las naciones del Golfo, para protegerse a sí mismo de amenazas exteriores.
Ahmadinejad reafirmó “la necesidad de lograr la paz y la seguridad en la zona sin intervención extranjera”. Añadió que “la seguridad de todos los países de la zona está interrelacionada y cualquier problema de seguridad en la zona afectaría a todos los países de ésta”. Adoptando un tono conciliador el secretario general del GCC, Abdul-Rahdam Al-Atiyah, dio la bienvenida a la propuesta de Ahmadinejad de mejorar la cooperación y afirmó que sus propuestas eran “en interés de la seguridad, la estabilidad y prosperidad de la zona”.
La invitación del GCC al presidente iraní fue un paso temerario. No se trata de que los países del Golfo no deseen relaciones normales con sus vecinos fuertes. Pero era bastante extraordinario recibir al presidente de un país que había prometido prender fuego al petróleo árabe. Irán había prometido lanzar por todo el Golfo 50 misiles por minuto si sus instalaciones nucleares eran atacadas. Irán ocupa todavía tres islas de los Emiratos Árabes Unidos. Y Estados Unidos lo sigue considerando un miembro del “eje del mal”.
No sería exagerado decir que la invitación a Ahmadinejad por parte del GCC era un acto de provocación a Estados Unidos, especialmente porque se produjo antes de que este país publicara un informe de su inteligencia exonerando el programa nuclear iraní y abriendo la puerta a la cooperación entre Irán y Estados Unidos en relación a Iraq, Líbano y otras cuestiones. El informe, casualmente, validó plenamente la política del GCC respecto a Irán.
Alarmado por esta demostración de independencia por parte del Golfo, Estados Unidos se apresuró a convocar en 8 de diciembre en Bahrain una conferencia regional sobre la seguridad del Golfo. En dicha conferencia el secretario de Defensa estadounidense Robert Gates arremetió contra lo que él calificó de políticas de desestabilización de Teherán, y sus amenazas a Estados Unidos y a los países del Golfo. También hizo un llamamiento a la creación de un escudo antimisiles en la zona para hacer frente a las amenazas de Teherán.
El secretario Gates afirmó que, a diferencia de Irán, Israel no supone una amenaza para los países del Golfo y urgió a estos a presionar económica y diplomáticamente a Irán para disuadirlo de desarrollar un programa nuclear militar. Pero los altos responsables del GCC desestimaron el punto de vista estadounidense y reiteraron en Manama que querían una solución pacífica y que acabara el ruido de sables. Al-Atiyah afirmó que los países del GCC querían que el programa nuclear iraní siguiera siendo estrictamente pacífico y fomentar el dialogo entre Irán y occidente. “El GCC quiere soluciones que refuercen la paz y la estabilidad así como un diálogo que prevalezca por encima de las maniobras políticas”, afirmó.
El primer ministro de Qatar, Sheikh Hamad Jasem Al-Thani expresó un sentimiento similar. Ante Gates sentado a escasos metros de él afirmó: “Los países del Golfo no desean verse implicados en un enfrentamiento militar entre Irán y Estados Unidos”. Tratando de atraer a los países del Golfo de su parte, Estados Unidos les ofreció importantes negocios de armas así como un programa conjunto de energía nuclear pacífica. Sin embargo, los países del Golfo tienen poca necesidad de estas armas que, según afirman los estadounidenses, podrían corregir la balanza militar del Golfo en relación a Irán.
Durante una reunión entre altos cargos de la Unión Europea y del GCC celebrada en Riyadh el 8 de mayo, la Unión Europa expresó su apoyo a la intención del GCC de cooperar estrechamente con la Agencia Internacional de la Energía Nuclear. Ambas partes expresaron su preocupación por el programa nuclear de Teherán al tiempo que urgían a encontrar una solución diplomática. Pero quedó claro que se pedía a [los países del] Golfo que se preocuparan por la potencial capacidad nuclear de Teherán al tiempo que se les pedía que olvidaran de la capacidad nuclear real de Israel. Las compras de armas por parte de los países del GCC ascendieron este año a 20.000 millones de dólares. Se afirma que Irán, por su parte, ha recibido mejoras para su sistema de defensa aérea de parte de Moscú vía Damasco.
La secretaria de Estado Condoleezza Rice y Gates hicieron una gira por la zona para subrayar el mensaje de que las ventas de armas de 2007 tenían el objetivo de fortalecer a los aliados de Washington en la zona para compensar el impacto negativo de al-Qaeda, Hizbullah, Siria e Irán. Pero ahora los observadores creen que un enfrentamiento es poco probable, a pesar de toda la propaganda en torno a la venta de armas a los países del Golfo. Washington y Teherán parecen estar solucionando sus diferencias en Iraq. Y hay indicios de que Damasco, que participó en la conferencia de Annapolis conference, puede reanudar las conversaciones sobre los Altos de Golán.
El mundo árabe es consciente de que el actual conflicto entre Estados Unidos e Irán puede no durar mucho tiempo. De hecho, no hay que descartar una alianza entre ambos, con Israel uniéndose a ellos en cualquier momento. Una vez que los estadounidenses e iraníes olviden sus actuales desacuerdos puede que encuentren una manera de dividirse entre ellos la zona del Golfo. Su actual juego de desacuerdos tiene que ver con los intereses, no con los principios.
Otro importante acontecimiento en el año 2007 fue la declaración por parte del GCC de que podrían formar un mercado común a partir de principios de 2008. Quizá el GCC se esté moviendo por encima de su atribulado presente hacia un futuro de promesas e iniciativas.
© Copyright Al-Ahram Weekly
-
Enlace con el original:
Enlace con el original:
No hay comentarios:
Publicar un comentario