3/1/08

Australia – Estados Unidos: nueva fase de las relaciones bilaterales

La evolución de las relaciones diplomáticas, económicas y militares entre la potencia norteamericana y Australia probablemente se verán debilitadas tras el cambio de color del Gobierno después de las elecciones australianas de noviembre de 2007,dando el relevo a los laboristas en detrimento de los conservadores. Muchos son los temas que preocupan a la administración americana: Irak, la política nuclear, los acuerdos comerciales, las bases militares. Primeras actuaciones del presidente Kevin Rudd, entre declaraciones de intenciones y actos oficiales.
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Carmine Paolo di Salvo
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Según la definición oficial de Estados Unidos, las relaciones entre la potencia americana y Australia se basan en una alianza que no sólo “favorece los intereses estratégicos de Estados Unidos, sino que está basada en la afinidad genuina y el afecto que une a ambos pueblos”. Poner en discusión esta definición habría sido embarazoso para cualquier analista que se hubiera interesado por las relaciones entre Estados Unidos y Australia durante los últimos siete años, durante los que han visto ascender al poder al presidente George W. Bush y al primer ministro John Howard. Los dos jefes del Gobierno se habían convertido en los aliados ideales, con Howard que ha apoyado las decisiones tomadas por el influyente aliado americano. Con las elecciones de noviembre, que han permitido al partido laborista australiano volver al poder después de 12 años, y tras el nombramiento de Kevin Rudd como nuevo primer ministro, esta unidad podría entrar en crisis.
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Relaciones diplomáticas y la cuestión de Irak
Inmediatamente después de la elección como primer ministro del laborista Rudd, el presidente Bush lo llamó para felicitarlo personalmente. Por su parte, el primer ministro australiano destacó su intención de esforzarse por mantener las buenas relaciones entre los dos países y querer visitar Estados Unidos en breve, reconociendo así la importancia de la alianza tanto en el ámbito económico como en la seguridad australiana. Kevin Rudd no ha visitado aún al embajador americano Robert MacCallum, pero éste último ya ha recibido a la vice primera ministra Julia Gillard, al ministro de Asuntos Exteriores Stephen Smith, y al Ministro de Defensa Joel Fitzgibbon, de la nueva administración australiana. La cuestión fundamental de las relaciones diplomáticas entre los dos países gira en torno a la cuestión más delicada del momento, es decir la presencia de militares australianos en Irak, apoyando la misión encabezada por Estados Unidos. Durante los años anteriores, el ahora ex primer ministro, Howard, había apoyado sin objeción alguna las políticas norteamericanas y, durante el 2003 envió un contingente de cerca de dos mil hombres a Irak. Con el paso del tiempo, el apoyo por parte de la opinión pública se erosionó y, de hecho, las declaraciones del ex primer ministro de Defensa, que en verano declaró “Estamos en Irak por el petróleo”, no hicieron otra cosa que aumentar el consenso en torno la propuesta laborista de retirar por completo las tropas. Esta retirada ha sido uno de los temas principales de la campaña electoral de Rudd, y efectivamente, apenas tomó el poder, el nuevo primer ministro, anunció la retirada de 550 hombres desplegados en el país del Golfo. La presencia australiana en Irak es por ahora simbólica, con sólo unos 300 hombres. Tal y como ha anunciado el Gobierno, todas las tropas deberían volver a casa antes de mediados de 2008 mientras, que por el momento, no se cuestiona la presencia australiana en Afganistán.Otro tema delicado en las relaciones entre ambos países recae en las reservas australianas de uranio, una de las más numerosas del mundo. La administración Bush, se ha esforzado desde hace tiempo en conseguir que Australia desvíe tecnología y recursos nucleares a la India, interrumpido sólo durante la era Clinton. El Gobierno Howard se había declarado dispuesto a empezar de nuevo con el trasvase, pero con la victoria laborista el presidente Bush se verá obligado a cambiar de planes. De hecho, el Partido Laborista ha declarado que no venderá material nuclear a ningún país que no haya firmado el Tratado de No Proliferación, cosa que India, obviamente, no ha hecho.Por otra parte, el posicionamiento del nuevo Gobierno de Canberra a no permitir la expansión de bases militares americanas en el Norte del país preocupa a la Administración republicana. Howard no había puesto ningún problema pero no se da por sentado que los laboristas hagan lo mismo.
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Relaciones económicas
Estados Unidos es todavía uno de los principales aliados económicos de Australia, a pesar de que China está asumiendo un papel cada vez más importante, debido a su crecimiento continuado durante los últimos años. Además, Estados Unidos representa para Australia el mayor socio comercial en el ámbito de los servicios y constituye la principal fuente de inversión extranjera. El acuerdo de libre comercio entre los dos países, llamado AUSFTA, que entró en vigor en 2005, redujo drásticamente los aranceles, permitiendo que en el 2022 se importe libremente casi todos los productos americanos. En teoría, el acuerdo debía permitir un aumento bilateral de las inversiones, sostener el comercio entre ambos países y garantizar a los habitantes de ambos Estados una mayor oferta de trabajo y mejores condiciones de vida. Ambas partes esperan que el acuerdo pueda producir beneficios a corto y largo plazo en ambas economías. En 2006, gracias también al nuevo acuerdo, las exportaciones de productos australianos en Estados Unidos crecieron un 8,7% respecto al año anterior, llegando a casi once mil millones de dólares. También durante el 2006, las exportaciones de servicios hacia Estados Unidos aumentaron un 10,6% llegando a cinco mil millones y medio de dólares. A pesar de esto, dada la bajada que han experimentado el total de las exportaciones australianas en los últimos diez años, el nuevo Gobierno de Kevin Rudd ha decidido reestructurar algunas estrategias comerciales. Concretamente, el nuevo ministro del Comercio, Simon Crean, ha declarado que Australia examinará de nuevo los acuerdos de libre comercio para verificar en qué medida los resultados reales han satisfecho las expectativas. Además será necesario establecer criterios concretos que darán lugar a decisiones relativas a nuevos acuerdos comerciales que garanticen los efectos positivos y sean coherentes con las posiciones multilaterales asumidas por el país.En cuanto al comercio global, a pesar de que Australia y Estados Unidos han compartido posicionamientos similares (sobre todo apoyando el Doha Round), existen discrepancias en temas concretos, como por ejemplo en los salarios que Estados Unidos paga a los agricultores, sobre los que Australia ha mostrado su desacuerdo. Recientemente, Australia ha sido invitada por un grupo de países, entre los que se encuentra Estados Unidos, a participar en la creación de un nuevo tratado destinado a reforzar la defensa del derecho de la propiedad intelectual. Este nuevo tratado, que se denominaría Anti-Counterfeiting Trade Agreement (ACTA), será valorado por el nuevo gobierno laborista, mientras que a la misma vez se están llevando a cabo consultas con los sectores interesados, para valorar las oportunidades que ofrecería una eventual adhesión.
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Ambiente y conferencia de Bali
Australia era, hasta hace pocas semanas, el único país industrializado, además de Estados Unidos, en no ratificar el Protocolo de Kioto. Esta peculiaridad que unía ambos países se ha eliminado durante la reciente conferencia de las Naciones Unidas que tuvo lugar en Bali, Indonesia, donde se trazaron las directrices para las próximas iniciativas destinadas a contener el calentamiento global. (Cfr.Asia: la controvertida Conferencia de Bali sobre el clima). De hecho Australia, tal y como ha anunciado su nuevo primer ministro Rudd durante su intervención oficial, ha decidido, con enorme retraso, ratificar el Protocolo de Kioto, con un giro de 180 grados con respecto a las políticas gubernativas de la Administración anterior. Además, este cambio repentino ha representado un distanciamiento frente a la posición de Estados Unidos, que ha quedado completamente aislado y se ha visto obligado ha relajar su posición. De hecho, el acuerdo establecido en Bali, que no marca los limites precisos de las emisiones y deja para otra ocasión las cuestiones más complejas, no revoluciona en manera alguna las políticas ambientales mundiales, pero marca el final de la indisponibilidad para negociar que ya no une a Australia y Estados Unidos.
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Conclusiones
Australia y Estados Unidos han sido durante los últimos años un modelo de alianza, compartiendo prácticamente sus posiciones en múltiples temáticas. Gracias a esta política de incondicional condescendencia garantizada a la administración Bush por parte del Gobierno de Howard, Australia ha obtenido notables ventajas (por ejemplo, las tarifas sobre el acero australiano fueron abolidas, se firmó un tratado de libre comercio, se ha simplificado la entrada de australianos a los EE. UU.), pero los electores han retirado su apoyo a este tipo de actuaciones (aunque este comportamiento no ha sido la única causa de la derrota de los conservadores). El nuevo Gobierno de Kevin Rudd, más allá de las apariencias y de las conciliadoras declaraciones de rigor, ha cambiado su hoja de ruta desde el principio, lo que seguramente cambiará las relaciones con su aliado norteamericano. Por otra parte, mejorarlas hubiera sido muy difícil, dado el nivel tan alto de relaciones experimentado durante la época Howard-Bush.
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Traducción de Laura Casas
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Equilibri.net - Italy/03/01/2008

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