15/1/08

Otro fallo contra un decreto de Macri

NOTA DE TAPA
DECRETUS INTERRUPTUS
La Justicia volvió a ponerle límites a Macri. Consideró que el interventor nombrado en la obra social de los municipales sólo podrá dedicarse a la desregulación y dejó en funciones al directorio anterior. El gobierno porteño anunció que apelará
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Uribe contesto al pedido de Chavez
"En el momento que avance la paz, sería el primero que dejaría de llamarlos terroristas"
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ContratapaPor Adrián Paenza
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Página/12 Web - Argentina/15/01/2008

Uribe dijo que sólo si avanza un acuerdo de paz dejará de catalogar de "terroristas" a las FARC

El presidente colombiano afirmó que "sería el primero" en cambiar la expresión y que "le pediría al mundo" seguir el mismo camino como contribución a la paz. Pero advirtió que lo humanitario no puede excluir la seguridad del país. Fue en respuesta a la propuesta de Chávez, quien pidió considerar a la guerrilla como un ejército.
VISITA. Uribe saluda al nuevo presidente de Guatemala, Alvaro Colom, durante el acto de asunción.
(EFE)
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El presidente colombiano, Alvaro Uribe, aseguró en Guatemala que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son "terroristas", en respuesta a la reciente propuesta de su par venezolano, Hugo Chávez, que propuso dejar de catalogarlas así. "En el momento que avance la paz, sería el primero que dejaría de llamarlos terroristas y el primero que le pediría al mundo, que como una contribución a la paz, dejara de llamarlas terroristas", afirmó Uribe a periodistas. El gobernante colombiano, quien asistió en Guatemala a la toma de posesión del nuevo presidente de este país, Alvaro Colom, salió así al paso de la iniciativa del mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, que pretende hacer reconsiderar a la comunidad internacional el carácter insurgente de la guerrilla. Aunque en ningún momento mencionó la propuesta de Chávez, que recientemente medió en la liberación de dos secuestradas de las FARC, Clara Rojas y Consuelo González, Uribe puntualizó que "lo humanitario no puede excluir la seguridad". Colombia se defiende "desde la democracia, no desde la dictadura" y espera el apoyo de la comunidad internacional y el rechazo a todos los grupos violentos, declaró. Uribe hizo estas declaraciones a la prensa tras reunirse en privado con la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores de Francia, Rama Yade, que le reiteró, en una carta personal del presidente Nicolas Sarkozy, su interés en resolver la situación de los secuestrados por las FARC, entre los que se encuentra la política colombiana de origen francés Ingrid Betancourt. Yade declaró con anterioridad que aprovechó su viaje a Guatemala para participar en el cambio de mando, también para entrevistarse con seis diferentes presidentes de la zona y, al menos, diez de los invitados a las ceremonias, y promover la "gestión humanitaria" del Gobierno francés a favor de los rehenes. Según el presidente colombiano, las FARC "secuestran, reclutan y maltratan a la población civil. Atentan contra mujeres embarazadas, contra ancianos y menores y lanzan bombas" indiscriminadamente. Además, recordó, el tráfico de drogas que tanto daño le ha hecho a Colombia es el "principal sustento de su actividad violenta". El único camino de encuentro con la guerrilla, precisó, es con la intermediación de la Iglesia. El presidente de Colombia hace escala en Costa Rica, a invitación del presidente de ese país, àscar Arias, antes de volver a Bogotá.
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Clarin.com - Argentina/15/01/2008

Irán ratifica fortalecimiento de cooperación con países pérsicos

Teherán (PL) El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ratificó hoy la disposición de su gobierno de fortalecer la colaboración con los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (CCGP).
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Ahmadineyad manifestó, en un comunicado oficial, el interés de poner en marcha los acuerdos de la Cumbre del CCGP y destacó la acogida que tuvieron sus propuestas presentadas en esa reunión celebrada en Doha.
El texto fue entregado a los embajadores de los seis países miembros de ese ente por Mohammad Reza Bagheri, viceministro del Exterior iraní.
En el documento, el mandatario persa enfatizó en la importancia de continuar la cooperación regional en todos los terrenos y la necesidad de celebrar cumbres conjuntas entre miembros del grupo: Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Omán, Qatar y Bahrein.
Los diplomáticos, por su parte, calificaron las propuestas de importantes y beneficiosas para la población, la seguridad y la paz del golfo Pérsico y resaltaron el esfuerzo de los países de la región para desarrollar relaciones de cooperación con ésta república islámica.
Las declaraciones conjuntas de Irán y los países del CCGP se suceden justo cuando el presidente estadounidense, George W. Bush, recorre la región en busca de apoyo a su política beligerante contra el país persa para desatar la guerra, recordaron medios de prensa.
Irán es el tema central de la agenda de Bush durante su visita al Oriente Medio, comenzada el pasado miércoles por Israel, proseguida por la Cisjordania ocupada, Kuwait, Bahrein y Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita y que culmina el próximo 16 en Egipto./jf/ycv
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NOTICIAS PRINCIPALES
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Prensa Latina - Cuba/15/01/2008

Dólar retrocede tras ventas minoristas EEUU flojas

de Nick Olivari y Steven C. Johnson
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NUEVA YORK - El dólar bajaba el martes a su mínimo contra el yen desde junio del 2005 y extendía las pérdidas frente al euro, después de unos datos que reflejaron que las ventas minoristas de Estados Unidos en diciembre estuvieron debajo de las expectativas del mercado.
Las ventas minoristas de Estados Unidos bajaron un 0,4 por ciento el mes pasado, mientras que los mercados preveían un dato sin variación desde noviembre.
"Esto muestra que el consumidor de Estados Unidos, que ha sido el baluarte que sostenía la economía estadounidense últimamente, empieza a ceder," dijo Firas Askari, jefe de operaciones cambiarias de BMO Capital Markets en Toronto.
"En el mercado de cambios, esto no ayudará en nada a frenar las versiones de un alivio más agresivo de la Fed," agregó, en referencia una posible flexibilización monetaria adicional de parte de la Reserva Federal estadounidense.
Los mercados financieros prevén que el banco central reducirá sus tasas interbancarias de referencia en al menos medio punto porcentual cuando su panel de política monetaria se reúna el 29 y 30 de enero.
El euro ganaba un 0,2 por ciento contra el dólar a 1,4897 unidades de Estados Unidos . Contra el yen, el dólar descendía un fuerte 1,2 por ciento, a 106,88 unidades de Japón .
Otro reporte informó que los precios al productor de Estados Unidos cayeron en general el 0,1 por ciento en diciembre, y subieron un 0,2 por ciento sin contar alimentos ni energía. Los mercados esperaban un aumento de 0,2 por ciento tanto en general como en la lectura subyacente.
El dólar previamente había recortado sus pérdidas contra el yen después de que Citigroup Inc. anunciara unas amortizaciones menores de lo previsto, lo que alivió ligeramente los temores sobre la economía de Estados Unidos y elevó el apetito de los inversionistas por el riesgo.
Eso podría alentar a que algunos inversores regresen al riesgoso "carry trade," estrategia financiera que consiste en tomar deuda en monedas de tasas de interés baja, como el yen, para invertir en unidades de mayores rendimientos.Editado en Español por Gabriel Burin
© Reuters2008All rights reserved.
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Reuters América Latina - UK/15/01/2008

«Guerra y mentira» el control político y militar de nuestras sociedades

Primera parte: el rol de la prensa
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por Giulietto Chiesa*
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Nuestra sociedad planetaria vive un cambio histórico sin precedentes. El control del sistema informativo masivo mundial por una elite muy poderosa. La mentira y la guerra son sus principales artimañas para llevarnos adonde no queremos ir. El control del pensamiento y de la opinión mediante la información mediática es su estrategia. El experimentado periodista italiano Giulietto Chiesa y actual eurodiputado nos explica como funciona esta maquinaria.
El vicepresidente de los EEUU, Dick Cheney en una ceremonia militar de alistamiento de tropas en el Fuerte Stewart, 21 de Julio 2006. George W. Bush y Dick Cheney han declarado que la guerra contra el terrorismo durará generaciones. ¿Cómo lo saben? ¿Qué nos preparan?
Foto Casa Blanca por David Bohrer.
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El siguiente texto fue concebido durante una conferencia que fue realizada en el Círculo de Ágora de Pisa, el 21 de marzo 2002; ha sido corregido y actualizado por el autor en agosto 2003. Publicación inédita en castellano.
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Ver segunda parte.
Ver tercera y última parte.
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1. Comunicación y democracia
Son pocas las personas capaces de esbozar un cuadro de la situación actual del planeta. Pero eso no quiere decir que no haya nadie que vea dicha situación. Aquellos que disponen de información tienen más oportunidades de ver el presente, y también una parte nada desdeñable del futuro.
De todos modos, es cierto que la gran mayoría de la población, incluyendo a quienes toman decisiones y tienen cierto poder, no disponen de dichas informaciones. ¿Por qué? Porque vivimos en un sistema de comunicación, y no sólo de información, que no da noticia del mundo en que vivimos, que incluso nos proporciona una imagen completamente falseada y nos impide ver qué ocurre.
Pongamos un ejemplo. En Italia hemos conocido todos los detalles del crimen de Cogne [
1], el de aquella madre que posiblemente mató a su hijo. Fue el tema principal de la prensa escrita, de los telediarios, de los programas de cotilleo y de debates televisados. En fin, ha sido el acontecimiento más comentado, analizado y discutido por los medios de información durante los primeros meses del año 2002, y como resultado, también por el público.
¿Qué hay en juego en este tema? ¿Tiene alguna influencia sobre la «conciencia» colectiva? Sin duda alguna ejerce una fuerte influencia en numerosos aspectos. Pero lo que está en juego salta a la vista inmediatamente: al ocupar las primeras páginas de la prensa durante todo un mes, la madre de Cogne (en esto, inocente) ha eclipsado el resto del planeta. El mundo entero ha desaparecido bajo ese sudario, incluidos los bombardeos estratégicos estadounidenses que ametrallaban por entonces los valles de Afganistán.
Casos de ese tipo, incluso más sorprendentes todavía, son innumerables. Pongamos otro ejemplo para ilustrar el hecho de que todo el sistema de comunicación e información por completo está construido y funciona para burlarse de todos nosotros y llevarnos adonde «ellos» quieren. A mediados de noviembre, cuando los tadjik llegaron a Kabul y la «conquistaron», la prensa escrita y los telediarios italianos más importantes (y también los menos importantes), la Repubblica, la Stampa, el Corriere della Sera, [los telediarios] Telegiornale1, Tg2, Tg3, Tg4, Tg5, Tg6 y Tg7 nos informaron de que las mujeres afganas se habían quitado «por fin» el burka y que los hombres se habían afeitado «por fin» las barbas.
Ahora, ya lo sabemos, esas noticias eran falsas; pero con eso no queda todo dicho. Tampoco basta con decir que los que las escribían, las enunciaban y las publicaban tendrían que haber sabido que se trataba de noticias falsas. Yo también soy periodista y me ha ocurrido haber dado una información errónea, llegar demasiado tarde a un hecho, proporcionar una interpretación falsa, pero eso ocurre una vez y le ocurre a una sola persona.
¿Es posible que el conjunto de los periódicos y los medios de comunicación de masas nos hayan dado por casualidad, por negligencia, por incomprensión, durante semanas enteras, dos noticias completamente falsas? No puede haber sido un error. Los directores de todos los periódicos y los telediarios han movilizado a sus mejores editorialistas para que nos cuenten esas dos patrañas durante semanas enteras.
No es una casualidad. Es tan sólo la demostración más notoria de que el sistema de comunicación en su conjunto no funciona sobre la base de la verdad y de la información correcta, sino con el objetivo de difundir noticias que proporcionan una cierta interpretación de la realidad o de disimular ciertas partes de la realidad en beneficio de otras que hacen mejor servicio a los mecanismos de la dominación y que son más cómodas de contar.
Se podría argüir que siempre ha sido así. Pues bien, yo digo que no ha sido siempre así. Lo que ocurre hoy día en este terreno es muy, muy diferente de lo que ocurría en el pasado. Actualmente vivimos una nueva época histórica, nos encontramos en un viraje decisivo de la historia. Eso no ocurre a menudo. A menudo sucede que durante largos periodos de tiempo no hay grandes cambios estructurales. En primer lugar, es esencial entender esto. Y entender, en segundo lugar, que la comunicación y la información constituyen los instrumentos decisivos de esta mutación estructural histórica, constituyen los cimientos, la base.
Sin esta base, este cambio no hubiera tenido, y no tendría, tanta importancia histórica. Es importante entender todo esto, porque o bien somos capaces de hacerlo (y entonces podríamos defendernos), o bien no somos capaces, y entonces estaríamos vencidos.
Por otra parte, como dichos procesos se desarrollan tan rápidamente, hay que comprender rápido, por así decirlo. El tema de la comunicación, y el de la democracia en la comunicación, se ha vuelto esencial para cualquier lucha que intente defender la democracia de nuestro país. O somos capaz de tratarlo, o perderemos la democracia.
Una comunicación indecente (es decir, desprovista de valor intelectual, de decencia, de cultura) y manipulada (es decir, engañosa, bajo las múltiples formas que pueden inducir al error a aquellos que la reciben) priva a la población de medios intelectuales para defenderse. Un país no se puede considerar una democracia si una gran mayaría de su población está sometida a una comunicación manipulada y a una información fundamentalmente falsa.
El cuadro que tenemos ante nuestros ojos nos muestra que están a punto de robarnos la democracia, aunque no nos impidan ir a votar. Mejor; así seguiremos yendo a votar sin darnos cuenta (u olvidando) que el ejercicio de la democracia es algo muy distinto del ejercicio del voto. Este último no es más que una parte necesaria, pero no suficiente, para que se pueda calificar a una sociedad de «democrática». Pero es evidente que el ejercicio del voto pierde todo su sentido y se convierte en un procedimiento puramente formal si los votantes ya no están cualificados para elegir, para ver la diferencia entre las variantes, entre los programas, entre las opciones. Y la información es lo que nos permite saber qué nos conviene elegir.
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2. El 11 de septiembre y el fin de la soberanía nacional
Respecto al 11 de septiembre, resumiré la situación del la siguiente forma: nunca conoceremos la verdad sobre el 11 de septiembre. No la conoceremos a lo largo de los próximos cien años, como dice Noam Chomsky.
Pero de lo que podemos estar seguros por ahora, sin el menor riesgo de error, es de que la versión que nos han proporcionado es falsa. Incluso lo podemos demostrar. He reunido toda la información posible, y no ha sido fácil. No por que hubiera poca, al contrario, había mucha. Pero se encontraba enmarañada con un montón de estupideces e incoherencias tan numerosas como manifiestas. Tenía que desenmarañar el enredo de contradicciones antes de establecer unas circunstancias más bien simples.
Así fue cómo llegué a la conclusión de que el 11 de septiembre tiene causas y orígenes muy, muy diferentes a las que conocemos, las que conocéis, y que el Enemigo, el Satanás del que todos debemos protegernos no es Osama Bin Laden. Para ser más exactos, no es sólo Osama Bin Laden.
Este último probablemente haya participado en la operación, o bien estaba informado de algún modo, directa o indirectamente. En todo caso, no lo hizo solo, no desde la gruta afgana donde se encontraba confinado, no como protagonista, sino, eventualmente, como personaje secundario. Todo lo que se ha podido reunir para encontrar una explicación indica que el enemigo no es el Islam, sino algo más complejo, tan complejo que es difícilmente explicable a los millones de individuos que están obligados a sufrir las consecuencias y que no lo podrán comprender jamás [
2].
Un fenómeno típico en las operaciones de terrorismo de estado es su carácter complejo y la multiplicidad de los personajes que actúan unos a espaldas de otros pero como concertados, unidos por mil hilos y al mismo tiempo condicionados por unas estrategias que sólo unas cuantas personas en la cumbre conocen integralmente. Mientras que, por debajo de ellos, los subalternos empleados en distintos niveles tienen una idea parcial, y en el nivel más bajo, los ejecutantes lo ignoran todo respecto a los propósitos de quienes los dominan y dirigen, pero han sido convencidos de antemano de actuar por el interés exclusivo de la causa a la que sirven.
Explicar, desvelar todos los pasajes, toda la pirámide, es imposible en pocas palabras. Pero es la emoción lo que vuelve más difícil todavía hacer un análisis imparcial. Emoción alimentada por explotar y magnificar el dolor y el miedo reales. Emoción nutrida por la agresividad que se desencadena contra todos aquellos que intentan discernir lo verdadero de lo falso y a quienes acusan de blasfemos por no doblegarse a la versión oficial: la más “evidente”, la más “lógica”, la más “simple”, pero no por eso la más verdadera.
Nos han anunciado el comienzo de una guerra que se prolongaría durante toda una generación. Lo ha dicho Dick Cheney, lo ha dicho Donald Rumsfeld, lo ha declarado George Bush. Y cuando los escuché pronunciar esas frases, sentí un estremecimiento de inquietud:
¡Pero qué diablos! ¿Han perdido la cabeza? Nos están diciendo que moriremos todos en tiempo de guerra o moriremos todos en estado de guerra. Pero, ¿dónde están mirando estos señores? ¿En una bola de cristal? ¿Puede creerse alguien que para vencer a Osama Bin Laden haga falta una guerra que dure toda una generación? ¿Habéis oído alguna vez a un mando militar llamar a su pueblo a las armas anunciando previamente que no podrá poner fin a la guerra durante los treinta años siguientes?
Al inicio, esta guerra fue llamada “Justicia Infinita”. Daos cuenta de que los atributos infinitos sólo pertenecen a Dios. Así que nos enfrentamos a discursos religiosos, no políticos. Por lo que parece, estos señores piensan (o nos quieren hacer creer que piensan) que están investidos de una misión moral, de un magisterio religioso.
Aquello no fue un error, fue un lapsus. No sé cuál de las dos cosas es peor: ese lapsus o el anuncio en paralelo, repetido obsesivamente, de que la guerra iba a durar “toda una generación”. ¿Y para qué? ¿Contra quién? ¿Para qué se están preparando? ¿Por qué quieren aterrorizarnos? Como pienso que no están locos, ni borrachos, no puedo pensar otra cosa sino que están hablando en serio.
Los hechos lo confirman. Veo al presidente de los Estados Unidos (a quien a partir de ahora llamaré “Emperador sustituto”), quien a mediados de noviembre de 2001 emite un decreto anunciando: que el presidente de los Estados Unidos de América, basándose en informaciones transmitidas por sus servicios secretos, instituye tribunales militares secretos; que éstos podrán juzgar (sin obligación de presentar pruebas al acusado, y menos aún al público) a ciudadanos extranjeros capturados en cualquier lugar, incluso fuera de los Estados Unidos, que serán juzgados en cualquier lugar, incluso fuera de los Estados Unidos, sin tener derecho a elegir un abogado defensor; en fin, que podrán ser condenados sin apelación a la pena de muerte por el voto de dos jueces militares estadounidenses de los tres que constituyen dicho tribunal especial.
Yo leo los periódicos estadounidenses y reflexiono [
3]. ¿Qué se le pasa al Emperador por la cabeza cuando promulga un decreto de ese tipo que significa, pura y simplemente, el fin de toda legalidad internacional salvo la del Emperador? Significa que se acabó nuestra soberanía, la soberanía de Italia, de Francia, de Alemania, de Pakistán, de Irak, de quien sea. En otras palabras: hemos perdido nuestra soberanía.
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3. El enemigo chino
Si a alguien la cabe la duda de que allí, en Washington, estén de broma, que no se haga ilusiones. Intentaré ahora mostraros el cuadro que se me presenta en toda su evidencia mientras trabajaba en la redacción del libro La Guerra Infinita [
4]. Hasta el momento no he encontrado a nadie que haya podido dar una reconstrucción, una interpretación a la medida de desmentir mi tesis o de refutar sus aspectos de fondo. Empecemos con una pregunta esencial. ¿Quién provoca un escándalo por atreverse a poner en cuestión lo que los bienpensantes consideran como adquirido? ¿Quién es el enemigo?
A finales del año 2002, el Pentágono difundió un documento que llevaba una firma muy importante, la de Donald Rumsfeld [
5]. En 2002, Donald Rumsfeld no era todavía ministro de defensa, pero es importante no perder de vista el hecho de que desde finales de 2002 el Pentágono calculaba que en 2017 el enemigo principal de Estados Unidos sería China. Se puede preguntar, ¿por qué en 2017 precisamente?
Respuesta: porque es el resultado de los cálculos y las extrapolaciones efectuados por los centros de investigación militar. Basta con introducir en el ordenador, como seguramente lo habrán hecho los analistas del Pentágono, los datos de tendencias demográficas, económicas, tecnológicas y militares de China para constatar que si el crecimiento de China prosigue al ritmo actual de 7-8% de su producto interior bruto como media anual (como lleva haciendo durante unas dos décadas), hacia 2017 mil trescientos millones de individuos comenzarán a consumir “demasiado”. Es decir, que comenzarán a comer tanto pan como nosotros, a beber tanta agua como nosotros, a poseer tantos coches como nosotros y a consumir tanta gasolina como nosotros.
Y nosotros, los ricos (incluso si nosotros no somos todos ricos y simplemente nos hemos aprovechado de las migajas que han caído de la mesa de los ricos), que no somos más que mil millones de individuos, ya hemos dañado gravemente la naturaleza que nos rodea por el tipo de consumición que vamos arrastrando. Imaginémonos un poco lo que ocurrirá cuando mil trescientos millones de personas adicionales hagan su aparición en el mercado de la consumición con las mismas pretensiones de derroche que nosotros. Es evidente que no habrá sitio para ellos y para nosotros, a no ser que destruyamos el fundamento mismo de la vida sobre el planeta.
Además, ya en el día de hoy, un solo país puede tomar decisiones sin pedirle permiso a los Estados Unidos y a su presidente; ese país se llama República Popular de China. Para evitar malentendidos, hago la precisión de que no estoy emitiendo ningún juicio de valor sobre el régimen político y social que dirige China en este momento. Me limito a constatar los efectos actuales y potenciales de su desarrollo. Y si las cosas se encuentran así, no se puede eludir una pregunta: ¿quién decidirá lo que tiene derecho a consumir China? ¿Y les autorizarán a consumir tanto como nosotros?
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4. La guerra de los ricos
Hay una enorme tensión social en el mundo, que ha crecido más allá de todo límite precedente, entre ricos y pobres. El número de ricos se restringe, mientras se vuelven más y más ricos, y el número de pobres aumenta, mientras se vuelven más y más pobres. Esto representa el primer elástico, un elástico terrible que durante los últimos veinte años se ha tendido más allá de lo soportable.
La diferencia entre la quinta parte de la población más rica y la de la población más pobre se ha multiplicado por cuatro puntos y medio durante los últimos veinte años. Una quinta parte sería el 20% de la población más rica y la otra quinta parte, el 20 % más pobre. Cuatro puntos y medio por año. Es decir, que la globalización estadounidense (la llamo así porque han sido los Estados Unidos quienes han determinado esta fase de una manera absolutamente predominante) ha producido una acumulación monstruosa de riqueza a manos de una cantidad ínfima de personas.
De todos modos, esto sólo representa una parte del problema. Hay una segunda parte mucho más importante. Es el hecho de que hemos llegado hoy día a los límites del desarrollo. Eso tampoco había ocurrido nunca antes. Hemos conocido un siglo y medio de desarrollo (capitalista y no capitalista) que ha tenido un fuerte crecimiento en el norte del planeta y un crecimiento débil o inexistente en el sur.
Sabemos el modo en que se ha desarrollado la humanidad y lo observamos de forma distraída. Pero es nuestra vida cotidiana la que nos tendría que hacer reaccionar. En efecto, en la historia de la humanidad nunca había ocurrido que los hombres modificaran su entorno. Nosotros hemos llegado justo a ese estado. Aquí no podemos analizar todas las causas. Una vez más, me limito a constatar hechos. El límite, el techo de este desarrollo nuestro, a penas está por encima de nuestras cabezas; si nos ponemos de puntillas, rozamos el techo.
En todo el Occidente ya estamos obligados a cerrar nuestras ciudades porque no podemos respirar. Y ahora mismo, mientras hablamos, hay mil millones de hombres que no tienen agua para beber. Los cálculos indican que dentro de diez años habrá dos mil quinientos millones de hombres que no tendrán agua para beber. La alimentación de tres de los seis mil millones de habitantes del planeta ya es un problema.
Hoy día. ¿Qué ocurrirá entonces cuando los mil trescientos millones de consumidores a los que aludíamos antes entren en escena? A esas personas que querrán consumir tanto como nosotros, ¿cómo se lo podremos negar? ¿Y a los otros tres mil millones de personas que viven con un dólar al día? ¿Y a los millones de niños que mueren de hambre? ¿Cómo les explicaremos que no tienen derecho?
¿Y qué presidente de los Estados Unidos se levantará un buen día y explicará a los doscientos cincuenta millones de estadounidenses: “Queridos ciudadanos, no podemos seguir así. Tenemos que cambiar este sistema de vida, debemos concertar con el resto del monde algún medio para sobrevivir, tenemos que determinar con ellos nuestros niveles de consumición, nuestra calidad de vida”?
Eso supone sentarse todos juntos a la mesa (los representantes de Occidente, de Europa, de América, de China, de la India, del mundo árabe, todos juntos), sacarse las pistolas de los bolsillos y dejarlas a un lado. Supone que comencemos a conversar de igual a igual, honestamente, sobre el modo en que tenemos que vivir, salvar nuestro planeta, evitar poner en peligro nuestros glaciares, nuestros recursos; que nos pongamos a pensar en el futuro de nuestros hijos y de las generaciones por venir.
Es una de las posibilidades. Desgraciadamente, no es la más probable. ¿Cuál es la alternativa? La guerra. Por eso vamos a la guerra. Vamos a la guerra porque el grupo que dirige los Estados Unidos y todos los grupos dirigentes occidentales son incapaces de decir la verdad sobre la situación actual del mundo. Estos hombres no tienen ni las herramientas culturales, ni la intención de hacerlo. Quizá sea una tarea demasiado grande, demasiado difícil, incluso peligrosa, ya que si un presidente de los Estados Unidos se alzara para decir cosas de este tipo, es probable que lo mataran al día siguiente. Existen poderes igualmente fuertes que obtusos, cuyo único interés es seguir así, como siempre lo han hecho, con la cabeza gacha, en busca de su propio provecho.
Pero hay que reconocer que en este asunto tampoco existe una alternativa cultural de peso.
El aspecto esencial es que no se trata sólo de una lucha entre los ricos y los pobres del mundo. Nos enfrentamos a una lucha completamente inédita que no puede contrastarse más con las viejas teorías del imperialismo, sino en términos más bien de supervivencia pura y simple del ser humano.
Habréis entendido que nos encontramos justo en la meollo de un viraje decisivo en la historia. Y sólo la complejidad de este terrible viraje puede explicar que el presidente de los Estados Unidos nos haya anunciado que entramos en una guerra muy larga, tan larga que durará una generación entera, incluso más. Es la guerra de los ricos contra los demás. Quieren llevarnos a esta guerra porque creen que saldrán victoriosos; no han sabido entender que ni siquiera los ricos resultarán vencedores. Una guerra sin vencedores.
Y yo os pregunto y me pregunto: ¿qué podemos hacer nosotros para no entrar en esta guerra? Personalmente no le veo sentido a ir a hacerse quemar, y menos aún, ir a hacerse quemar sin razón alguna. Porque precisamente no estoy convencido en absoluto de que esta guerra (una guerra que implica la matanza de cientos de millones de hombres) sea de ninguna utilidad para el destino de la raza humana. Y no nos ayudará tampoco a salvaguardar los valores occidentales de los que, puestos por escrito, estamos tan orgullosos.
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Red Voltaire - France/15/01/2008

El 11 de septiembre y la crisis económica en Estados Unidos

Segunda parte del libro «Guerra y mentira»
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por Giulietto Chiesa*
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El asunto del 11 de septiembre tiene el aspecto de haber sido una gran operación política. Los dirigentes de Estados Unidos se esperaban un gran enfrentamiento, pero un poco más tarde. Hubo un imprevisto. Y el imprevisto fue que Estados Unidos se detuvo. Durante veinte años nos han contado que el modelo estadounidense era el mejor, que la locomotora estadounidense dominaba el mundo y que lo único que se podía hacer era imitar a los Estados Unidos, pero las cosas no han sido así...
5. La oposición a la guerra (nuclear) infinita
No estoy intentando vender esperanzas. Quien vende esperanzas en un momento semejante no es más que un charlatán. Esperanza no hay más que una, la de organizarnos para impedir que esta guerra continúe. Es muy difícil, sobre todo porque tenemos poco tiempo en nuestras manos. La guerra contra Irak todavía está humeando. Otras guerras vendrán, y serán guerras asimétricas.
Entre ellas, las habrá grandes y las habrá menores. Después de Irak le tocará el turno a Irán. Los planes de Washington lo exigen así porque los Estados Unidos tienen que eliminar a todo adversario intermedio. A todos, antes de enfrentarse con China. O mejor dicho, para ser más precisos, las guerras intermediarias tendrán como función mantener un estado de tensión permanente que a su vez permitirá a los Estados Unidos desarrollar un terrorífico programa de rearme.
China podría convertirse también en un adversario contra el que no se luche, con la condición de que haya sido puesta previamente en un estado de inferioridad absoluta y, en cualquier caso, en una situación en que le sea imposible rivalizar con la potencia militar estadounidense y de acercarse (incluso de lejos) a unas condiciones de igualdad. De ahí que la destrucción de los obstáculos intermedios tiene por función el preparar estratégicamente el gran enfrentamiento: de este modo podrá ser evitado por la rendición del enemigo potencial. Rendición preventiva. Para ello hay que derribar Irak e Irán.
El señor Bush no bromea cuando habla de los responsables del «eje del mal». Ya los ha designado, enumerado y puesto en su punto de mira. Ahora se trata de encontrar el medio y los pretextos para liquidarlos, ya que resulta evidente que la verdadera razón por la que lo harán será inconfensable.
La nueva doctrina nuclear de los Estados Unidos lo confirma todo al declarar abiertamente que las bombas atómicas serán utilizadas como armas convencionales. Nos lo dijeron en marzo de 2002. La única condición impuesta a su utilización serán evaluaciones de interés político, evidentemente no según un criterio militar. Incluso enfrentándose a países que no poseen tales armas, el uso de las armas atómicas es libre.
Sin embargo existe una posibilidad para evitar esta guerra. En Italia había un movimiento importante de la población que no quería entrar en ella. Y también en Italia el 93% de los diputados, incluidos los de centro-izquierda, votaron a favor de la guerra contra Afganistán, cuando todo lo que veo y siento al recorrer el país es que una gran parte de la población no deseaba esta guerra. Así que podemos sacar la conclusión de que el parlamento italiano no representa de modo alguno a la mitad (una mitad abundante) de la Italia real. Hay un enorme vacío de representación democrática.
Hay que empezar por ahí con el fin de prepararnos para el futuro. Por ejemplo, debemos pedir a todos los futuros candidatos de todas las futuras elecciones, en todos los niveles institucionales (desde el consejo del barrio hasta el parlamento italiano, y hasta el parlamento europeo) que nos digan antes de ir a votar qué tienen la intención de hacer si resultan elegidos, qué compromisos están dispuestos a adoptar para con nosotros. Y ya que la guerra continuará y se multiplicará, tendremos que obligarlos a firmar un pacto con nosotros.
Nunca más a favor de la guerra. A los que no acepten firmar dicho pacto los consideraremos adversarios políticos, sean cuáles sean los partidos o las coaliciones a las que pertenezcan. Y tendrán que firmarlo públicamente, porque tenemos que combatir contra todo aquel que se declare a favor de la guerra, con todas las fuerzas de las que dispongamos y con la mayor intransigencia, por el respeto debido a las reglas democráticas. En fin, dicho de otro modo, tendremos que apoyar a todo aquel que se comprometa a no defender la guerra. Creo que el tema de la guerra y de la paz es fundamental, y a partir de ahí debemos comenzar a construir nuestra defensa. Esta es la primera tarea que se nos impone.
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6. El fin del desarme: el papel de China y de Rusia
Como protagonista, China. Los chinos han comenzado a rearmarse y lo hacen a un ritmo bien constante. Construirán centenas de nuevos misiles, centenas de nuevas ojivas nucleares. Disponen de la tecnología necesaria, y dentro de diez años será una tecnología muy depurada: por una parte se desarrollan muy rápidamente, y por otra disponen de los medios necesarios.
Asistimos a una nueva carrera de rearme que inaugura una fase totalmente inédita. Creíamos que aquella época ya había quedado atrás; pues bien, ha vuelto con todas sus fuerzas. Como segundo protagonista, Rusia junto con Putin. He definido la guerra en Afganistán de la siguiente forma: un nuevo gran Yalta asiático del que los estadounidenses han salido vencedores, sin condiciones, arrebatando de la influencia rusa a nada más y nada menos que cinco repúblicas de la antigua Unión Soviética.
La guerra afgana tuvo fin con la conquista estadounidense no tanto de Afganistán como de bases militares en Asia Central, principalmente la nueva base estadounidense de Kirguizistán, cerca de su capital, Bishkek, pero sobre todo no muy lejos de la frontera con China: el observatorio más próximo a Rusia y China que Estados Unidos haya tenido nunca en Asia. Es un cambio geopolítico con consecuencias inimaginables hace todavía un año.
La base de Kirguizistán servirá sobre todo para repara la interferencia electrónica de China y controlar todas las comunicaciones. Se están construyendo dos bases militares más en Uzbekistán y Tayikistán. Parece que hay otra en construcción, muy en secreto, en Turkmenistán. No tengo ninguna certeza sobre ello. He intentado varias veces obtener un visado para Ashgabat, pero nunca me lo han concedido. El secreto es absoluto.
Al mismo tiempo, otras dos antiguas repúblicas soviéticas han pasado a estar bajo el control directo de Estados Unidos: Azerbaiyán, con su parte de explotación del Mar Caspio y su petróleo, y Georgia, donde los estadounidenses han desplegado por primera vez tropas para armar e instruir la armada georgiana, así como vigilar la frontera meridional de Rusia.
Y pensar que todo había empezado como la gran guerra contra el terrorismo. El resultado ha sido una geografía política de Asia Central cambiada por completo. Putin se ha mordido la lengua y, en este sentido, ha sido prudente. No pone el grito en el cielo porque sabe que es inútil. Pero no hay que interpretar el silencio ruso como una aprobación. Hay gruñidos profundes y amenazadores; oírlos será cuestión de tiempo.
En diciembre de 2001 Putin lanzó el submarino Guepardo, el mayor submarino de alta tecnología que nunca hayan diseñado los investigadores militares rusos, es decir, soviéticos. Las mismas fuentes estadounidenses han escrito que se trataba de una novedad. Lo cual quiere decir que este submarino nuclear, armado al menos con 120 misiles de cabeza múltiple, se ha vuelto un arma estratégica extremadamente peligrosa. Desde la caída de la Unión Soviética es la primera vez que Rusia lanza un submarino nuclear, un año después de la tragedia del Kursk.
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7. El abandono de los continentes pobres
Respecto a los otros compañeros del mundo, no creo que tengan gran importancia en este momento. El partido se juega en los términos que acabo de indicar. África entera cuenta con mil millones de habitantes y 23 guerras en curso. Como mucho, se producirá un aumento de desembarque de inmigrantes en nuestras costas. Creo que la supersociedad global que se está construyendo no tiene más que formar regiones marginales.
El resto del mundo vivirá a un lado. Nosotros somos consumidores de energía vital, y esos millones, o más bien miles de millones, de personas contra quienes lucharemos por la energía serán, no sólo inútiles, sino también nocivas para la sociedad del futuro. No se necesitará tanta mano de obra y, como consumidores, serán demasiado pobres para suscitar ningún interés.
Ese enorme «resto del mundo»”será abandonado a su suerte, y si los 250 millones de estadounidenses (para ser más precisos, el 10% de esos 250 millones) y los otros 800 millones de “ricos” que pueblan el planeta (los que comen de las migajas, porque los verdaderos ricos y sus familias no son más que unos sesenta millones) quieren seguir consumiendo lo que consumen por ahora, el resto del mundo tendrá que resignarse a consumir mucho menos, o sea, a vegetar o a morir.
Tendrán que morir muchos, y ya están muriéndose. Según los datos de Naciones Unidas se había decidido reducir en un 20%, de ahora a 2015, los millones de personas que pasan hambre. Pero han pasado seis años desde que comenzó ese programa, y el número de personas muertas de hambre aumenta. Hoy día más de ochocientos millones de habitantes comen poco y mal. El resto del mundo ha quedado fuera de juego en esta perspectiva, en este proyecto.
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8. El 11 de septiembre y la crisis económica en Estados Unidos
Así pues, todo el asunto del 11 de septiembre tiene el aspecto de haber sido una gran operación política. Los dirigentes de Estados Unidos se esperaban un gran enfrentamiento, pero un poco más tarde. Hubo un imprevisto. Y el imprevisto fue que Estados Unidos se detuvo. Durante veinte años nos han contado que el modelo estadounidense era el mejor, que la locomotora estadounidense dominaba el mundo y que lo único que se podía hacer era imitar a los Estados Unidos; lo mejor es que a pesar de todo continúan repitiéndonoslo.
Pero ha habido un accidente, Estados Unidos se ha detenido. Nos han hecho saber oficialmente en noviembre de 2001 que habían entrado en una fase de recesión, y noviembre, como todo el mundo sabe, viene después de septiembre. Pero a la vez que anunciaban la buena nueva, nos dijeron que ellos (los que gobiernan) lo sabían desde abril de 2001, y abril, como todo el mundo sabe, viene antes de septiembre. Cuando leí esta noticia me dije: ¡Por Dios, ocho meses para dar al mundo la información más importante de los últimos veinte años!
Después me pregunté: aquellos ocho señores que se reunieron en Génova para formar el G8 en junio de 2001, ¿sabían que Estados Unidos se había detenido o no? Si lo sabían, nos han contado a todos un montón de tonterías. Se han reunido sabiendo que Estados Unidos estaba en crisis y no nos lo han dicho. Si por el contrario lo ignoraban, eso quiere decir que estos ocho señores pertenecientes a la cúpula directiva del mundo no poseen las informaciones esenciales sobre la situación mundial. Pero entonces, ¿quién tiene esas informaciones?
Si a eso le añadimos que durante aquellos meses fatales, de abril a noviembre, hemos asistido al hundimiento de una de las mayores multinacionales del sector energético, Enron Corporation, ¿qué debemos pensar? 40.000 personas en la calle de golpe; una empresa arruinada; dos billones de dólares perdidos, arrebatados por un grupo cuyo jefe se llamaba Kenneth Lay, amigo íntimo de George Bush y que también había financiado una gran parte de las campañas electorales de Bush, de Dick Cheney y de Donald Rumsfeld. ¿Todo eso no os parece extraño? Hay demasiadas coincidencias para pensar que el 11 de septiembre haya ocurrido por casualidad.
Tras este acontecimiento hay una gran maniobra. Terminada la época del gran enemigo ruso, la Unión Soviética ha desaparecido hace diez años y la globalización se ha detenido. ¿Quién la ha detenido? ¿Hay un culpable? No puede haber sido Osama Bin Laden, él vino después. Eso quiere decir entonces que Estados Unidos se ha detenido él solo. Estaban persuadidos (y habían persuadido al mundo entero) de que su globalización habría de continuar tal cual por toda la eternidad. La historia había acabado y ya no tendría por qué haber crisis cíclicas. Pero de pronto la máquina estadounidense se detuvo. Es decir, que la historia ha vuelto a la vida según parece. Y siempre se acaba teniendo que rendir cuentas.
Y henos aquí que un elemento de diversión hace su aparición en el momento oportuno. Osama Bin Laden ha sido el deus ex machina que ha permitido desviar la mirada del planeta entero, distraerlo del desastre y poner en marcha al mismo un tiempo un motor que reemplaza al que ya se había estropeado.
Había que crearse un gran enemigo, y este enemigo intermediario ha sido el Islam. Intermediario y transitorio. Se servirán de él mientras siga probándose útil. Al verdadero enemigo ya lo describí más arriba y ya sólo me queda volver a mi punto de partida: el sistema de información funciona para ofrecernos una versión de los hechos que no se corresponde en absoluto con la verdad.
Nos impide, pues, saber qué ocurre, a nosotros y a todos los millones de individuos, de hombres y mujeres que se conmueven y sufren ante las pantallas de sus televisores.
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Red Voltaire - France/15/01/2008

El sistema de información y la guerra contra Irak

Tercera y última parte del libro «Guerra y Mentira»
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por Giulietto Chiesa*
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¿Cómo se podía justificar un ataque contra Irak? Había que proporcionar previamente a la opinión pública internacional la prueba de que Saddam Hussein estaba en posesión de armas nucleares y biológicas. Con este fin se fundó en Estados Unidos los que algunos llaman el «gabinete para la información y la desinformación», en inglés el Department of Strategic Influence.
Foto cortesía: Rick Loomis/The Los Angeles Times.
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9. El sistema de información y la guerra contra Irak
Por primera vez en la historia de los Estados Unidos es el Pentágono el que se ocupa de esos asuntos. Antes sí que existía una cosa del mismo tipo, pero dependía del Departamento de Estado. Ahora el Department of Strategic Influence está en manos de Donald Rumsfeld.
El Pentágono emite una serie de documentos que el sistema mediático mundial se encarga de difundir inmediatamente. Preparan a sus amigos, como ellos dicen. Les preparan (y nos preparan) diciéndoles muchas cosas de entre las cuales algunas son ciertas, otras son medio ciertas, y otras son completamente falsas.
Así resulta muy difícil discernir entre la información y la desinformación. Y además lo sabemos; la guerra de Vietnam comenzó con una gran invención, la acusación hecha contra los pérfidos vietnamitas de haber atacado navíos estadounidenses en el golfo de Tonkín. Sólo bastantes años después, cuando la guerra ya había acabado, se descubrió que no había existido tal ataque.
Hacer la lista de este tipo de manejos exigiría redactar libros enteros. Lo que nos deja estupefactos es el hecho de que los periodistas (los italianos los primeros) caigan siempre en la trampa y no aprendan la lección.
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10. La sociedad civil estadounidense
En lo que respecta a los Estados Unidos, es difícil esperar que los que se oponen a esta guerra se vuelven los suficientemente numerosos como para obligar a la administración a que cambie el rumbo. Las razones son múltiples y profundas, y debemos reflexionar sobre ellas a fondo. Durante décadas nos han presentado a los Estados Unidos como modelo de la democracia occidental. ¿Son así las cosas? ¡No! Estados Unidos ya no es el modelo de la democracia occidental. Hace bastante que dejó de serlo.
Respecto al desarrollo de la sociedad civil Europa está mucho más avanzada que los Estados Unidos. Mirando las cosas detenidamente, incluso el sistema electoral estadounidense (que hemos intentado copiar sin comprender que cada democracia tenía su propia historia) se muestra mucho menos democrática que nuestros escrutinios proporcionales obsoletos. Incluso en los países europeos donde se practica el escrutinio mayoritario, se trata de sistemas electorales mucho mejor articulados y menos embalsamados que el bipartidismo absoluto de los estadounidenses, donde las diferencias entre los dos partidos son ahora tan imperceptibles que elegir entre ellos parece desprovisto de todo sentido.
Es por ello que, con toda lógica, la mayoría ni siquiera va a votar. Por otra parte, el nivel de formación democrática (y de información política) del ciudadano estadounidense es muy bajo.
No se trata de estar en contra o a favor de los Estados Unidos. En cuanto a mí, yo he vivido y he trabajado allí. Conocí una sociedad dinámica y muy diversificada, pero también replegada sobre ella misma, reducida a la adoración del rendimiento y de la carrera profesional y, en la mayoría de los casos, incapaz de defender sus propios derechos. En todo caso, desprovista de organizaciones que le den la posibilidad de defenderse. No es una casualidad que entre todos los países del Occidente avanzado Estados Unidos sea el único que mantenga la pena de muerte.
El hecho es que vivimos en un mundo donde un porcentaje importante de los artículos publicados en las páginas de nuestros periódicos está consagrado a la exaltación de la democracia estadounidense. Reflexiones como las que estoy exponiendo no tendrían lugar en las páginas de un periódico de gran tirada en Italia.
Unos diez días después del 11 de septiembre, cuando el presidente ha transmitido su mensaje al pueblo, en todas las cadenas de televisión, no encontró nada mejor que decir que la siguiente frase: “volved a ir de compras”. Al oírlo sentí un escalofrío. ¿No tenía nada mejor que hacer que una llamada a llenar los centros comerciales, los templos del consumismo? Algunos días después vimos las colas de miles de consumidores estadounidenses que se habían levantado a las seis de la mañana para ir a las rebajas de fin de temporada. Anticipadas para la ocasión. Así que, si lo que nos dicen es verdad, que Estados Unidos nos lleva siempre veinte años de adelanto, lo que nos arriesgamos a ver en ese espejo es a nosotros mismos. Horror.
Talvez también los chinos se reflejan ahí, unidos por la idea de que hay que consumir siempre más, derrochar siempre más, divertirse siempre más y así del mismo modo en una especie de compulsión repetitiva. Y la compulsión es el síntoma de una grave enfermedad mental, por lo que me resulta difícil no tener la impresión de que millones de estadounidenses han llegado a un alto nivel de lobotomización. Mirad sus ciudades, construidas a la medida y en función de los centros comerciales, de los “malls”. Yo no se va de paseo, se va a comprar algo en los centros comerciales, se va a visitar los centros comerciales, como antiguamente se iba a visitar un museo.
Por eso me parece improbable esperar de parte del pueblo estadounidense una respuesta masiva y hostil en contra de la guerra. Quien ha sido tocado por el virus del hiperconsumismo, quien ha recorrido hasta el final el camino para convertirse en un consumidor impenitente, difícilmente concibe ni siquiera la existencia de los problemas que tratamos aquí. Nos lo ve, así de simple. Se ha vuelto ciego. Si bien es verdad (como lo hemos resumido eficazmente) que durante la última década los estadounidenses se han enriquecido mientras dormían, ¿cómo hacerles entender que tienen que despertar? Para ellos es difícil. Para nosotros también, dentro de poco, será difícil.
También se ha dicho precisamente que Estados Unidos era el único país del mundo donde la idea de ahorro ya no existía y donde la gente gasta más de lo que gana. Es una situación completamente anormal. La deuda de los Estados Unidos con el resto del mundo se eleva a unos doce billones de dólares y continúa creciendo a razón de unos mil doscientos o mil quinientos millones de dólares por mes. ¿Cómo se puede imaginar vivir en paz en un mundo donde un país de 250 millones de habitantes consume él solo un tercio de los recursos mundiales, y es el origen de casi un cuarto de la polución del medioambiente, nuestra casa común?
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11. La supersociedad global
La verdad es que nos dirigimos hacia una supersociedad global dirigida por una superclase global de súper ricos de todas las partes del mundo, que vivirán en ciudades reservadas, vigiladas por sus policías privados, porque los policías nacionales estarán destinados exclusivamente a controlar a los pobres. Ya asistimos a ese tipo de organización urbanística. En Johannesburgo, Sudáfrica, las ciudades de ricos separadas ya existen. En Moscú hay barrios enteros concebidos expresamente para los ricos, con grandes edificios donde se encuentra de todo (campo de golf, gimnasios, tiendas, paseos, jardines de infancia, colegios) con una entrada única vigilada por agentes privados y muros altísimos. Esa es la imagen del futuro.
Las élites ya no necesitarán vivir en un solo país, vivirán en el mundo entero, en los lugares que les estarán reservados. Ya no será posible mezclar las clases porque será demasiado peligroso para ellas. Así es la idea que se impone en el mundo hoy día. La idea de los que podrán consumir, y consumir en abundancia, mientras que el resto, la aplastante mayoría, permanecerá fuera.
Una parte relacionada con los servicios indispensable tendrá acceso al interior y podrá beneficiarse de los restos de ese bienestar. Los otros podrán palmarla, porque son inútiles. Y la prueba del hecho de que serán inútiles es una tautología: serán inútiles porque habrán perdido el tren que lleva al éxito.
Ahora bien, los que pierdan en esta supersociedad de poderosos ávidos estarán de todo modos equivocados y ningún capitalismo compasivo vendrá a ayudarles. Así que, ¿por qué seguir dejándoles impunemente consumir aire, agua y alimentos?
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12. Tras la guerra de Irak
Sabíamos que la sangre iba a correr, mucha sangre: nos la han enseñado, mezclada con el polvo del desierto. Esta vez han decidido que las cosas funcionarían mejor así. Ya no se trataba de una misión humanitaria, que hubiera exigido mayor delicadeza. Iban a Irak para darles miedo a los réprobos que continúan poblando el mundo. Era necesario, pues, que la sangre se viera y que estuviera seguida de un castigo ejemplar, duro, implacable. Una guerra emblemática, una guerra ejemplar, un aviso.
La segunda guerra de Irak de los Estados Unidos ha tenido su necesaria coreografía imperial, previamente reglada, ejecutada con la mayor precisión.
En realidad ha habido algún que otro error. Las cadenas imperiales debían contentarse con instilar el miedo. No se había previsto ningún otro mensaje. Pero las televisiones árabes han venido a arruinar las fiesta de esta cuarta guerra del Imperio. Por primera vez en la historia de los medio de comunicación globales (Kabul no fue más que un modesto preestreno) han comenzado a contarnos la dolorosa historia de los vencidos.
Peor todavía: no la de los perdedores ingenuos que entretienen en secreto la esperanza de David, poder derrumbar a Goliat de una sola pedrada entre los ojos. No, la televisión árabe nos ha contado la guerra a través de los ojos de los perdedores que saben que no pueden ganar, que no se hacen ilusiones; que son conscientes de que en el peor de los casos morirán como perros, y en el mejor, salvarán sus vidas y las de sus hijos para vivir esclavizados.
Y como las televisiones occidentales no podían mostrar gran cosa, encerrados como estaban en grandes hoteles cuidadosamente alejados del blanco (aunque, como ya se sabe, hubo algún que otro fallo en el punto de mira), el mundo entero ha visto durante las dos primeras semanas la imagen de los perdedores más que la de los vencedores. Eso produjo en efecto fantástico. Era como asistir a Hiroshima del lado de los japoneses. Una primicia absoluta, incluso si bajo este punto de vista el heroísmo de los pilotos de Enola Gay, los que lanzaron la Bomba, resultaba menos evidente.
Sea como fuere, resultaba difícil interpretar aquello que teníamos frente a los ojos como heroísmo. Porque todas aquellas tropas de ataque tan bien equipadas, con todas aquellas máquinas suspendidas alrededor, con todos esos aviones arriba y helicópteros a los lados, tenían el especto de robots programados para llevar una libertad sin manual de instrucciones.
Como personas que hubieran aterrizado en la Luna completamente equipados para la plantación de manzanos y perales. Y lo más extraño era descubrir que, entre las cavidades de la Luna, había gente que permanecía allí y combatían sin ninguna esperanza de vencer. No querían aquellos manzanos ni aquellos perales.
¿Podían haberlo previsto? Ciertamente, George Bush y Tony Blair no lo habían previsto. Mientras redacto estas líneas finales, el escándalo de las falsas armas de destrucción masiva, las mentiras proferidas al mundo entero para declarar la guerra contra Irak, ya han explotado. Ganada en mayo, la guerra iraquí se transforma en derrota en el mes de agosto. La guerra en Afganistán continúa. La idea de una paz palestina concebida como una capitulación de los palestinos ante Sharon se ha desvanecido. Ya pueden tirar el plan trazado a la basura.
En fin, ninguno de los objetivos declarados por George Bush se ha cumplido. La única, la verdadera, la gran guerra emprendida por Bush ha sido la dirigida contra Europa, dividiéndola (por el rasero de la guerra de Irak) y preparando los diez caballos que se dispone a hacer entrar en sus muros. Europa, Troya mal guardada e ignorante del peligro, albergará muy pronto a diez aqueos más estadounidenses que los Estados Unidos.
En dicho contexto, el papel que podría haber representado para frenar la estrategia imperial estadounidense se vuelve extremadamente problemático. Francia y Alemania aguantan, pero Bush tiene de su lado a Blair, a Berlusconi y a Aznar, quienes en la “vieja Europa” representan el papel de aliados de los “diez aqueos de la nueva Europa”. París y Berlín están aplastados.
Respecto a la Rusia de Putin, ha perdido antes de empezar. Ejemplo sin precedentes en la historia de un país que se suicida, ha contemplado su propia caída sin hacer un gesto. Aceptó la anulación del tratado ABM en 1972 aportando su firma bajo la declaración formal del fin de su poder, incluso parcial. La ampliación de la OTAN hacia el Este tan sólo le ha hecho hacer una mueca. Finalmente, ha perdido Asia Central sin rechistar.
Dentro de quince años Rusia se verá reducida a menos de cien millones de habitantes y flotará sobre sus fronteras actuales como las ropas de un gigante sobre las espaldas de un enano. Quizá tenga todavía misiles, pero ya no le servirán (como sucede actualmente) para ejercer una presión política sobre el Emperador, utensilios herrumbrosos e inútiles.
De China todavía tendremos que hablar durante un largo tiempo. El destino y la historia le han dado un papel preponderante en el siglo que acaba de comenzar. China es el verdadero problema de Washington. A China se consagró el PNAC, el “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”. Los dirigentes chinos lo saben a ciencia cierta. Y ninguna recuperación, o recuperación parcial, de Wall Street permitirá desembarazarse del problema, que se opondrá al axioma de Bush, que también fue el de Reagan: el nivel de vida estadounidense no es negociable.
Muy pronto ya no habrá sitio en el planeta para dos Américas, una blanca y otra amarilla. Incluso la hipótesis de englobar a China (como subalterna de los Estados Unidos, claro está) en el mercado occidental no resolvería el problema.
Este es el verdadero perfil de la situación a la que deberán enfrentarse nuestra generación y la siguiente: hemos llegado al término. El desarrollo que el mundo ha conocido no se puede prolongar indefinidamente. Hay que elegir (si se acepta el cuadro que acabo de trazar) quién puede sobrevivir en un mundo que ya está bastante «en apuros».
Los que piensan, incluso en el seno de la izquierda, en términos de «recuperación» del viejo desarrollo (en el terreno económico) y que creen poder moderar las pretensiones del Imperio (en el terreno político) están condenados al estupor y la impotencia ante los trágicos acontecimientos que se anuncian.
Parlamentario europeo y periodista. Italia
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Traducido del italiano por Francisco José Justicia Cano, traductor profesional.
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Red Voltaire - France/15/01/2008

Fischer regresa a la política para lograr la derrota de Koch

Joschka Fischer, ex ministro verde de Asuntos Exteriores, regresará a la arena política para contribuir a la derrota del democristiano Roland Koch en Hesse.
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GUILLEM SANS MORA
C/BERLÍN
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Joschka Fischer, ex ministro verde de Asuntos Exteriores y estrella de la izquierda alemana, regresará brevemente a la arena política para contribuir a la “necesaria derrota” del democristiano Roland Koch al frente del gobierno del Estado federado de Hesse.
Koch ha provocado un agrio debate político en Alemania con propuestas como meter a niños en la cárcel para luchar contra la criminalidad juvenil, que ve especialmente problemática cuando los delincuentes son extranjeros.
Las elecciones regionales de Hesse se celebrarán el día 27. Una semana antes, el día 21, Fischer participará en una concentración de campaña en la capital de Hesse, Wiesbaden, según confirmó ayer su partido.
La intervención de Fischer, de 59 años, será la “única excepción en su autoprescrita abstinencia política”, según informó el jefe regional de los Verdes, Tarek Al-Wazir.
El ex ministro, quien desde el fin del gobierno federal de socialdemócratas y verdes en septiembre de 2005 se ha dedicado a dar conferencias y clases magistrales en Princeton (EEUU) y a presentar libros sobre la política exterior de su gobierno, regresará así al debate político actual en el “Land” donde se convirtió en 1985 en el primer ministro verde de Medioambiente. Causó entonces sensación que tomara posesión del cargo en zapatillas de deporte.
Hesse también es una región importante en la biografía de Fischer por otros motivos.
En la ciudad de Fráncfort, siendo compañero de piso del hoy líder verde europeo Daniel Cohn-Bendit, vivió su juventud “salvaje” con amigos de la izquierda radical, y tiró piedras al consulado español para protestar contra Franco.
Su pasado radical le alcanzó siendo ministro, cuando la oposición conservadora destapó que en su momento Fischer lanzó supuestamente cócteles mólotov contra policías.
También el ex canciller socialdemócrata Gerhard Schröder se ha pronunciado contra Koch en el debate sobre la criminalidad juvenil, y ha participado en varios mítines electorales para apoyar a los candidatos de su partido en las elecciones de Hesse y Baja Sajonia, que se celebrarán el mismo día.
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Público - España/15/01/2008

Bush anuncia ventas de armas millonarias en Oriente Medio

George W. Bush desembarcó en Ryad con una razón poderosa para atraer a Arabia Saudí a sus beligerantes posiciones contra Irán: un importante contrato de venta de sofisticadas armas por valor de 13.500 millones de euros. Lograr el apoyo de la influencia económica y política del rey saudí, Abdallah, en la región es imprescindible para los planes de Bush de aislar a Irán, a quien sigue considerando como su enemigo número uno.
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GARA
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El presidente de EEUU, George W. Bush, llegó ayer a Ryad con la promesa de una importante venta de armas en el bolsillo y con la intención de que su aliado saudí se alinee con sus posiciones de cara a impulsar las conversaciones entre Israel y la Autoridad Palestina derivadas de la Conferencia de Annapolis, y en su cruzada contra Irán.

En cualquier caso, más allá del éxito comercial, parece difícil que Bush pueda lograr avances diplomáticos.

Para lograr sus fines, Bush cuenta con la baza de que el Congreso de EEUU ha aprobado su proyecto de vender armas por valor de 20.000 millones de dólares (13.500 millones de euros) a diferentes monarquías del golfo Pérsico, especialmente a Arabia Saudí.

El anuncio de la aprobación por parte del Congreso en plena visita de Bush a Arabia Saudí muestra la importancia que su Administración concede a mantener y reforzar el apoyo de sus aliados en esta geoestratégicamente importante zona.

En cualquier caso, el Congreso dispone de 30 días para analizar la transacción y, en su caso, oponerse a la misma.

La venta consiste en bombas de alta tecnología guiadas por satélite. El hecho de que Arabia Saudí pueda acceder a esta tecnología militar ha despertado el temor de Israel y de numerosos parlamentarios de EEUU, que temen que estas armas puedan ser utilizadas contra el Estado sionista, teniendo en cuenta que Arabia Saudí, como muchos estados árabes de la zona, se niegan a reconocer al Estado de Israel. Asimismo, oligarcas saudíes han financiado a entidades islamistas palestinas que resisten ante la ocupación sionista, como Hamas.

Para acallar estas críticas, el Gobierno de EEUU anunció el año pasado que suscribirá un pacto de asistencia militar con Israel por valor de 30.000 millones de dólares (20.300 millones de euros) durante un periodo de diez años, lo que supone un notable incremento de la ayuda que Washington otorgaba a los sionistas hasta el momento.

Junto a ello, Bush se ha esforzado en explicar que la venta de armas a Arabia Saudí es imprescindible para «hacer frente a la amenaza que supone Irán», el principal objetivo de la gira por el golfo Pérsico.

Lo que busca realmente Bush armando a las monarquías petroleras del golfo Pérsico es que cooperan con sus intenciones de aislar a la República Islámica de Irán, que actualmente se sitúa en el número uno de la lista de países que forman su Eje del Mal.

El discurso pronunciado por Bush el domingo en Abu Dhabi se enmarca en esta línea. El presidente de EEUU subrayó «la necesidad de hacer frente a la amenaza iraní antes de que sea demasiado tarde».

La incógnita está en saber si Bush será capaz de convencer al rey saudí, Abdallah, con quien se encontró ayer en el palacio de Ryad. Para hoy está prevista otra reunión en el rancho real de Janadriyah.

Si Arabia Saudí, país casi íntegramente sunnita, al igual que los otras monarquías (Kuwait, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos) que se han incluido en la gira de Bush, considera que el poder de la Irán chiíta se ha incrementado demasiado, también muestra su preocupación por una eventual nueva guerra liderada por EEUU en el área. Repetir la experiencia iraquí podría reforzar aún más las posiciones de Irán en vez de debilitarlas.

Las monarquías petroleras parecen dispuestas a asumir que existe realmente un «peligro iraní», pero rechazan oponerse a la República Islámica y colocarse en el mismo lado de la trinchera que Israel.

A pesar de su presencia en Annapolis, Arabia Saudí no parece dispuesta a implicarse en el esfuerzo emprendido por Bush para intentar llegar, antes de fin de año y del mandato del presidente de EEUU, a un acuerdo que consolide el actual dominio israelí sobre Palestina.

Bush espera que su relación personal con el rey Abdallah pueda servir para atraerle a sus planteamientos. EEUU busca que Arabia Saudí «realice una inversión estratégica de cara al futuro de la región» utilizando a la vez su capacidad económica y su influencia diplomática para apoyar a los dirigentes palestinos «moderados», es decir, a la camarilla de Mahmud Abbas, que controla al-Fatah y la Autoridad Palestina.

Sin embargo, se puede descartar que Abdallah ceda hasta el punto de que reconozca al Estado de Israel, una postura que únicamente Egipto y Jordania han tomado entre los estados árabes.

En cualquier caso, desde EEUU se recuerda con esperanza que Abdallah, que era heredero a la Corona saudí, impulsó una iniciativa de paz asumida por la Liga Árabe que ofrecía «un marco de reconciliación potencial entre los estados árabes e Israel».

Bush abandonará Arabia Saudí mañana para dirigirse a Egipto, donde concluirá su gira. Se espera que el «peligro iraní» vuelva a quedar en un segundo plano y la situación de Palestina vuelva al lugar principal de la agenda del presidente de EEUU.

Olmert, lanzado contra Irán
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, reforzado por la postura de Bush, no descartó «ninguna opción para impedir que Irán logre armamento nuclear», durante una intervención en la Knesset (Parlamento).

«No descartamos ninguna opción. Todo aquello que pueda impedir que Irán adquiera capacidad nuclear es una actuación legítima», declaró Olmert en la Comisión de Exteriores y Defensa de la Knesset.

«Los iraníes continúan con sus esfuerzos para dotarse de capacidades no convencionales (armas nucleares). Nosotros también debemos emplear todos los medios disponibles para impedírselo», añadió.

«Hay muchas opciones que son posibles. Tenemos que demostrar astucia y determinación y permanecer fieles a nuestra línea de acción. Debemos continuar con los esfuerzos en el ámbito internacional en este sentido», destacó el primer ministro israelí.

Olmert añadió que tras su reunión con Bush la pasada semana en Jerusalén llegó al convencimiento de que los esfuerzos de EEUU en contra de Irán no van a detenerse en los próximos meses.

Sarkozy, sin venta
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, abandonó ayer Arabia Saudí sin cerrar ningún contrato comercial, aunque mostró su esperanza de que próximamente las empresas francesas lleguen a acuerdos.

Irán constata que la gira de Bush ha sido un fracaso
«El presidente de EEUU, George W. Bush, ha fracasado en la misión que le trajo a Oriente Medio», destacó el ministro iraní de Exteriores, Manouchehr Mottaki.

En declaraciones realizadas a la cadena de televisión qatarí al-Jazeera, Mottaki destacó que «Bush intentó provocar tensión en el golfo Pérsico mencionando la historia que fabricaron sobre un incidente naval en el estratégico estrecho de Ormuz entre lanchas iraníes y buques de guerra de EEUU».

Tras subrayar que las relaciones comerciales y diplomáticas entre Irán y sus vecinos del golfo Pérsico gozan cada vez de mejor salud, Mottaki señaló que «EEUU no puede entender las relaciones históricas, religiosas y culturales que Irán mantiene con los demás países de la región».

Mottaki también quiso responder a las acusaciones de que Irán está fabricando armas nucleares y que apoya a «grupos terroristas» que Bush lanzó en un discurso el domingo en Abu Dhabi, destacando que «EEUU es la principal causa del extremismo en la región, ya que en los últimos seis años ha apoyado a grupos terroristas y extremistas».

MALESTAR SIRIO
La prensa oficial siria atacó duramente la gira por Oriente Medio de George W. Bush al considerar que «tiene un proyecto de guerra al insistir en la seguridad de Israel y al intentar movilizar a los árabes contra Irán».
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Gara - España/15/01/2008

Mottaki: “La misión de Bush en Oriente Medio ha fracasado”

En una entrevista ofrecida a la cadena televisiva de Al Jazira, el ministro de Exteriores iraní se ha referido a las declaraciones en contra de Irán proferidas ayer domingo por el presidente de EEUU, George Bush, durante su visita a los Emiratos Árabes Unidos, diciendo que el mandatario norteamericano “ha fracasado en su misión en Medio Oriente.” Durante la entrevista, retransmitida anoche por dicha cadena, Manuchehr Mottaki explicó que “el cuento amañado y fracasado de EEUU del episodio del estrecho de Ormuz ha demostrado que los objetivos de Washington con este cuento es el de inflamar el clima del golfo Pérsico para así lograr lo deseado en esta visita de Bush.” Mottaki dijo sobre las relaciones “en alza” existentes entre Irán y los países de la zona: “Además de que existen intereses compartidos entre Irán y estos países, las raíces, las ideas, la cultura, la historia y la religión son también comunes, y los norteamericanos son incapaces de entender estos puntos en común que hay entre Irán y sus vecinos, que cada día son más sólidos”.
“La posición de histeria de Bush y sus declaraciones infundadas en Abu Dhabi demuestra en su conjunto que él ha fracasado en su cometido al venir a la zona”, insistió.
“Además de haber fracasado, Bush le ha faltado el respeto a los pueblos de la región llamando terroristas a los combatientes palestinos y a todas aquellas personas que ayudan al pueblo de Palestina”, indicó.
Sobre las acusaciones lanzadas por el mandatario estadounidense contra Irán, dijo el ministro iraní: “Los petrodólares y las instrucciones de EEUU en la zona, todo ello son los factores que han fomentado el radicalismo.” “Pasados seis años vemos cómo los norteamericanos negocian tras los bastidores con terroristas y radicales. El señor Bush ha sido quien más apoyo ha brindado a esas facciones extremistas. La política de Washington ha consistido en reforzar a dichas facciones”, dijo, a la vez que otro de los objetivos de la visita de Bush a la zona ha sido el de “crear un ambiente de fobia hacia Irán.”
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IRNA - Irán/15/01/2008

Poder, pasión y neoliberalismo

Walden Bello*
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(www.sinpermiso.info, traducción Angel Ferrero) - El capitalismo del desastre y la acumulación por desposesión presentan un orden capitalista que ya no busca la hegemonía ideológica, sino imponerse mediante la fuerza bruta, y esto no es sostenible. Walden Bello habla del nuevo libro de Naomi Klein.
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La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre de Naomi Klein es admirable. Esto no es, sin embargo, inmediatamente evidente, algo que confirma la crítica del libro hecha por Joseph Stiglitz. Incluso antes de leerla, estaba seguro de que un premio Nobel destacaría el intento de Klein por relacionar los experimentos de electroshock llevados a cabo por el conocido psicólogo de la Universidad McGill Ewen Cameron -quien estaba contratado por la CIA- y el enfoque del shock económico desarrollado por Milton Friedman en la Universidad de Chicago.Y desde luego, lo hace, pero en el típico estilo que adoptan las reseñas de libros del New York Times que no se atreven a manifestar demasiado entusiasmo por un libro que viene de la izquierda, no sea que provoque a los siempre atentos perros guardianes de la derecha y le cuestionen las credenciales a uno. Stiglitz, de hecho, sugiere desde la primera frase que el análisis de Klein puede que adolezca de teoría de la conspiración: "No existen accidentes en el mundo como los que ve Naomi Klein." El premio Nobel tiene algunas cosas positivas que decir sobre el libro, pero las neutraliza dejando caer en una frase que Klein "no es un académico y no debe ser juzgada como tal." En cuanto al concepto central de capitalismo del desastre, es mencionado en una ocasión, pero por lo demás ignorado. Todo se queda en una crítica negativa acompañada de un ligero elogio.La escuela de editores de Nueva York dice que ganas o pierdes a tu público en las primeras páginas, pero sea cual sea la razón para mencionar los experimentos de Cameron al principio del libro y sugerir que existe una relación entre la génesis del tratamiento de electroshock de Cameron y el enfoque de las políticas económicas de la Escuela de Chicago, se trata de una mala decisión por parte de Klein y sus editores. Lo que es un obviamente un deliberado recurso dramático se arriesga a conseguir justamente lo contrario. Los entusiastas de la teoría de la conspiración se entusiasmarán con ello, pero no el público crítico y exigente al que se dirige el libro.
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Un trabajo sobresaliente
Lo cual es una lástima, teniendo en cuenta que La doctrina del shock aparece como un trabajo sobresaliente, que sigue brillantemente la evolución del neoliberalismo de teología a política universal. Klein combina el ojo periodístico para captar los detalles con la habilidad del analista para detectar, sacar a la luz y diseccionar tendencias más profundas, y el talento para cautivar al público, probando una vez más que un periodista magistral puede en ocasiones iluminar realidades sociales mucho mejor que los economistas o politólogos mejor entrenados. Con su habilidad para combinar el reportaje de investigación de los que no dejan un cabo suelto con el análisis social en profundidad, Klein es la David Halberstam de su generación, y sus libros La doctrina del shock y el anterior No Logo están a la altura de The Best and the Brightest y War in a Time of Peace. Pero hay una diferencia: Klein es una mujer de izquierdas que no se avergüenza de ello, lo que proporciona a su análisis tanto su fuerza como su pasión. La doctrina del shock sigue el auge del neoliberalismo hasta su predominio mundial desde el programa puesto en marcha en la mitad de la década los cincuenta que hizo posible que los estudiantes chilenos se empaparan de la doctrina de libre mercado radical difundida por Milton Friedman y sus asociados de la Universidad de Chicago. El departamento de economía de la Universidad de Chicago era entonces un oasis de pensamiento de libre mercado radical en un mundo dominado por el keynesianismo en Estados Unidos y en Europa y el desarrollismo [en castellano en el original, N del T.] en Latinoamérica, con sus compromisos pragmáticos entre el estado y el mercado, el trabajo y la gestión empresarial, el comercio y el desarrollo.
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Los Chicago Boys
La oportunidad para el neoliberalismo de salir de los fríos pasillos universitarios llegó a principios de los setenta, cuando el General Augusto Pinochet derrocó al gobierno revolucionario del presidente Salvador Allende en Chile e invitó a los "Chicago Boys" a administrar la economía del país, una oportunidad que habían estado esperando durante años. Con la población aturdida por el golpe, los Chicago Boys se aplicaron en la tarea de desmantelar velozmente los compromisos keynesianos y desarrollistas que habían sostenido una de las economías industriales más avanzadas de Latinoamérica. Con una mentalidad de Año Cero similar a la de los Jemeres Rojos, forzaron a Chile a convertirse, de la noche a la mañana, en el "paraíso" de libre mercado prescrito por Friedman, quien veía las crisis como una oportunidad para la reestructuración radical. Fue, sin embargo, un paraíso que sólo pudo ser creado mediante la represión masiva –e incluso una represión mayor fue necesaria para liberalizar a la vecina Argentina, en la que decenas de miles de personas fueron asesinadas, y cerca de cientos de miles torturadas por un régimen militar asesino que dejó las manos libres a los radicales del libre mercado para reestructurar la economía. Algunos de los apuntes de Klein más originales y perspicaces pueden encontrarse en sus capítulos sobre Bolivia, Polonia, China y Sudáfrica. Bolivia, bajo la tutela de un entonces joven "Doctor Shock" -el economista de Harvard Jeffrey Sachs-, mostró que las medidas neoliberales podían ser impuestas por un gobierno elegido democráticamente si éste estaba dispuesto a recurrir a medidas de emergencia tales como el arresto y el aislamiento de los líderes sindicales. Polonia, también aconsejada por Sachs, demostró cómo las transiciones democráticas pueden ser realmente una oportunidad para proporcionar un shock que transforme el sistema, incluyendo la eliminación de los controles de precios de la noche a la mañana, la rebaja drástica de los subsidios y la rápida privatización de las empresas estatales, medidas dirigidas a una población que todavía estaba confundida por el colapso del comunismo. No hubo transición democrática en China, pero Deng Xiaoping y sus aliados usaron la matanza de la Plaza de Tiananmen y el período inmediatamente posterior, cuando la población estaba confusa y paralizada, para avanzar y consolidar decisivamente el ambicioso programa de reforma capitalista que habían empezado a finales de los setenta. Ni en Polonia ni en China había gente que estuviera cansada del comunismo y reclamara a gritos un mercado libre, como Klein hace notar con énfasis. Lo que pedían era un control más popular y democrático sobre la política económica.
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Sudáfrica
Sudáfrica proporcionó otra ruta hacia el neoliberalismo. Hubo aquí una suerte de robo, porque los intereses empresariales blancos se aprovecharon de la política del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), exclusivamente centrada en el logro del predominio político de la mayoría negra, para conservar sus derechos de propiedad e instalar un régimen conservador en lo tocante a las políticas macroeconómicas. Pero no todo fue tan sutil: el gran capital dejó clara su intención de que emigrar, caso de que fueran introducidas políticas socialistas, lo que levantó el fantasma de la desestabilización económica. En estas circunstancias, la élite blanca encontró un valioso aliado en el negociador jefe del ANC y futuro presidente sudafricano Thabo Mbeki, que convenció a Nelson Mandela de que la necesidad de estabilizar el nuevo régimen era "algo atrevido y sorprendente, algo que transmitiese a los mercados, por medio de los grandes y desmesurados brochazos que éstos entendían mejor, que el ANC estaba dispuesto a adherirse al Consenso de Washington." La contribución de Margaret Thatcher y Ronald Reagan fue mostrar que los programas antitéticos a los intereses de la mayoría podían ser impuestos en democracias occidentales si se era lo suficientemente despiadado para explotar ciertas situaciones. Para Thatcher, la Guerra de las Malvinas contra Argentina en 1982 fue una oportunidad caída del cielo para alistar al patriotismo al servicio de un programa radical, siendo una de sus tácticas representar a los sindicatos como el "enemigo interior". Las tácticas de Thatcher prefiguraron las de George W. Bush en los días posteriores al 11-S, cundo él y su equipo explotaron el estado histérico de la población para declarar una "Guerra contra el Terror" que significó el arranque de una nueva fase de la empresa neoliberal, que Klein etiqueta como "capitalismo del desastre". Pero antes de llegar aquí, detengámonos para evaluar el análisis de Klein hasta el momento.
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Excelente, pero...
La explicación de Klein es magnífica, pero no está exenta de fallos. Para empezar, Klein tiene una visión demasiado halagüeña del estado keynesiano que existió en los Estados Unidos y Europa y del Estado del desarrollo que dominó el Cono Sur en el período que va de finales de los 40 a la mitad de la década de los 70. Escribe que gracias a los regímenes desarrollistas "el Cono Sur empezó a parecerse más a Europa y Norteamérica que el resto de Latinoamérica y otras partes del Tercer Mundo." De nuevo, "el desarrollismo fue tan sorprendentemente exitoso en su época que el Cono Sur de Latinoamérica se convirtió en un potente símbolo para los países pobres de todo el mundo: aquí existía la prueba de que con políticas inteligentes y prácticas, implementadas valientemente, la brecha entre el Primer y el Tercer Mundo podía ser cerrada efectivamente." Esto no era desde luego lo que se sentía en aquella época. Es más, si los neoliberales pudieron llegar desde el páramo del que procedían y quedarse fue porque fueron percibidos como representantes de una alternativa, aunque aún no probada, a unos sistemas económicos en crisis. En los Estados Unidos, el período de rápido crecimiento estimulado parcialmente por la reconstrucción de Japón y Europa dio paso a un estado de estancamiento e inflación que era el síntoma de una crisis más profunda, la de la separación creciente entre la enorme capacidad productiva y el consumo limitado, llevando a la disminución de la rentabilidad que los marxistas han denominado crisis de sobreproducción. En Latinoamérica, los crecientes críticos con el Estado del desarrollo se encontraban en la izquierda, que denunció que el proceso de sustitución importaciones industriales llevado a cabo por el estado estaba "agotado" [en castellano en el original; N.T.], debido a un mercado nacional limitado por una distribución de la renta muy desigual. En los Estados Unidos y Gran Bretaña, la experiencia de tener que ver cómo sus salarios y ahorros disminuían a causa de una inflación de dos dígitos hizo a las clases medias receptivas al mensaje friedmanita. En Chile éstas fueron inicialmente receptivas a la crítica del Estado del desarrollo proveniente de la izquierda. Pero cuando la izquierda llegó al poder con un proyecto socialista en 1970, las clases medias -temiendo un alzamiento de los pobres, a quienes llamaban "rotos" o delincuentes- se volvieron contra la izquierda con resentimiento, con los cristiano-demócratas, cuya base social era la clase media, uniéndose a la derecha en una plataforma anticomunista que proclamó estridentemente la defensa de la propiedad privada, el capitalismo y la "libertad".
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La ascendencia del neoliberalismo
Todo esto nos lleva a la cuestión de cómo los neoliberales llegaron al poder. No se trató simplemente de las elites utilizando al ejército o manipulando la democracia para imponer un programa neoliberal en una población reacia al mismo pero aturdida, que es la imagen que la explicación de Klein -intencionadamente o no- transmite. Ni siquiera fue éste el caso del ejemplo paradigmático de Klein, Chile. En la ascendencia del neoliberalismo estuvieron implicadas las elites y los militares en acción conjunta con una base de masas de la clase media contrarrevolucionaria que controlaba las calles, con las juventudes cristianodemócratas uniéndose a sus parientes más fascistas, Patria y Libertad, a la hora de intimidar y propinar palizas a los militantes de izquierdas. Lo sé porque, siendo un estudiante de doctorado que elaboraba una tesis sobre el avance de la contrarrevolución, en un par de ocasiones estuve cerca de recibir una paliza a manos de jóvenes de clase media anti-Allende que insistían que yo era un agente cubano enviado por Fidel Castro para destruir Chile. Seguro que la CIA jugó un rol fundamental, pero fue con el apoyo de una contrarrevolución que se encontraba ya en ciernes y con una base social de clase media, en un proceso que recuerda a los de Italia y Alemania en el período posterior a la Primera Guerra Mundial. En otras palabras, en prácticamente todos los casos, el neoliberalismo encontró una clase media que estaba desencantada con el estado keynesiano o de desarrollo, o que se sintió amenazada por la izquierda, o ambas cosas.
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La construcción de hegemonía
Así es como se explica la sugerencia de Stiglitz de que la autora opera con un paradigma de la conspiración. Pero la explicación instrumental de Klein debe complementarse con la noción de David Harvey de "construcción de hegemonía", un proceso en el cual las elites crean un consenso entre las clases subalternas, en apoyo de un proyecto neoliberal que sirve principalmente a sus intereses. (David Harvey, A Brief History of Neoliberalism [Oxford, Oxford University Press, 2005]) [Edición castellana: Breve historia del neoliberalismo, Madrid, Akal, 2007] En el caso del Reino Unido, no fue tanto la atmósfera patriotera de la Guerra de las Malvinas como la fascinación ideológica de la clase media hacia un líder conservador experto en evocar los temas de la libertad, el individuo y la propiedad, que eran los puntos hacia los que se inclinaba la reforma neoliberal. Thatcher era una experta en promocionar lo que Harvey llama un "individualismo posesivo seductor" y ella "fraguó el consenso mediante el cultivo de una clase media que disfrutaba de las alegrías de la propiedad doméstica, la propiedad privada, el individualismo y la libertad de oportunidades empresariales." La construcción de consenso fue la vía principal para la hegemonía en los Estados Unidos, donde los neoliberales conectaron hábilmente su programa de libre mercado con la agenda de una coalición de clase media que estaba impulsada por el resentimiento hacia las minorías que supuestamente habían mimado los demócratas liberales, y por un inflamado apego a los valores religiosos que veían como atacados por la izquierda. "No por vez primera", dice Harvey hablando de la ascendencia de los republicanos bajo Reagan, "ni, nos tememos, por última vez en la historia, ha votado un grupo social contra sus intereses materiales, económicos y de clase por razones culturales, nacionalistas y religiosas." Incluso algunos trabajadores de cuello azul estuvieron en peligro de ser co-optados: "Una mayor libertad y una mayor libertad de acción en el mercado laboral podían ser promovidos como una virtud para el capital y el trabajo por igual, y aquí tampoco era difícil integrar los valores neoliberales en el 'sentido común' de la fuerza de trabajo." El neoliberalismo, de hecho, se convirtió en tan "sentidocomunista" que incluso allí donde los partidos socialdemócratas alcanzaron el poder, desplazando a los tradicionales partidos conservadores del neoliberalismo como ocurrió en Gran Bretaña, Chile y los Estados Unidos, no se atrevieron a reconstruir el estado intervencionista liberal y han hecho central rendir homenaje a la "magia del mercado". Es más, no han sido los conservadores, sino socialdemócratas como los blairitas en el Reino Unido, los clintonitas en los Estados Unidos, o el gobierno de coalición encabezado por los socialistas en Chile, con su retórica de "políticas sociales orientadas al mercado", quienes han consolidado el régimen económico neoliberal.
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Crisis del estado keynesiano
La contribución más importante del libro es su teoría del "capitalismo del desastre". Pero para apreciar por completo la sagacidad de Klein, es importante volver a las raíces de la crisis del estado keynesiano y del Estado del desarrollo en los setenta que ella pasa por alto. Esta crisis, que allanó el camino a la ascendencia neoliberal, tuvo sus orígenes en lo que los economistas han llamado crisis de sobreacumulación o sobreproducción. El período áureo del crecimiento global de posguerra que eludió crisis importantes para cerca de 25 años fue posible gracias a la creación masiva de demanda efectiva mediante el crecimiento salarial en el Norte, la reconstrucción de Europa y Japón y la industrialización de Latinoamérica –y otras partes del Sur— por la vía de la substitución de importaciones. Este período dinámico llegó a su fin en la mitad de los setenta, con el estancamiento que se afianzaba a causa de una capacidad de producción global que sobrepasaba la de la demanda global, la cual estaba constreñida por la continuidad de las profundas desigualdades en la distribución de la renta. De acuerdo con los cálculos de Angus Maddison, el principal experto en tendencias estadísticas en la historia, la tasa anual de crecimiento del Producto Interior Bruto global (PIB) cayó de un 4'9% en la que ahora es vista como la época dorada del sistema Bretton Woods de posguerra, 1950-73, a un 3% en 1973-89, es decir, una caída global del 39%. Estas estadísticas reflejan la combinación desgarradora de estancamiento e inflación en el Norte, la crisis de la industrialización por substitución de importaciones en el Sur y la disminución de los márgenes de beneficio en todos sitios. Para el capital global, las políticas neoliberales, que incluían la redistribución de la renta hacia arriba mediante recortes impositivos para los ricos, la desregulación y el asalto al trabajo organizado, fueron una vía de escape de la crisis de sobreproducción. Otra fue la globalización dirigida por las corporaciones, que abrió mercados en los países en desarrollo y movió capital de áreas de salarios altos a áreas de salarios bajos.
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Financialización
Una tercera vía fue lo que Robert Brenner y otros han llamado "financialización" (financialization) o la canalización de la inversión hacia la especulación financiera, de la que se deriva un rendimiento mucho mayor que en la industria, en la que los beneficios estaban en su mayoría estancados. La fiebre especulativa desencadenó la proliferación de nuevos y sofisticados instrumentos de especulación, como los derivados que escapaban a la vigilancia y la regulación. El capital financiero también forzó la eliminación de los controles sobre el capital, siendo el resultado la rápida globalización del capital especulativo, que aprovechó los diferenciales en las tasas de interés y de cambio en los diferentes mercados de capital. Estos volátiles movimientos, resultado de la liberación del capital de los grilletes del sistema financiero Bretton Woods surgido en la posguerra, eran una fuente de inestabilidad. Lo que resultó fundamentalmente problemático con las finanzas especulativas, sin embargo, fue que se redujeron a un esfuerzo por exprimir más "valor" de un valor que ya estaba creado en lugar de crear un nuevo valor, teniendo en cuenta que esta última opción estaba descartada por el problema de sobreproducción en la economía real. Pero la divergencia entre los indicadores financieros del momento, como los precios de las acciones y los valores reales, sólo podía llegar hasta a un punto antes de que la realidad les atrapara y les obligara a una "corrección", como ha ocurrido con el reciente colapso de las acciones ligadas por una miríada de bizantinas conexiones a las sobrevaloradas hipotecas subprime. Las correcciones o las crisis han pasado a ser más frecuentes en la era neoliberal, y un estudio de Brookings contabiliza unas 100 en los últimos 30 años. En cualquier caso, las políticas neoliberales, la globalización y la financialización, aunque restauran y fortalecen el poder de las elites redistribuyendo la renta de abajo hacia arriba, por lo menos no se han demostrado efectivas a la hora de revigorizar la acumulación de capital a nivel global. Su verdadero récord, señala Harvey, "resulta que no es más que en pésimos resultados." Las tasas de crecimiento agregado anual a nivel global alcanzaron el 1'4% en los años ochenta y el 1'1% en los noventa, en comparación con el 3'5% de los sesenta y el 2'4% de los setenta.
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Capitalismo del desastre
Este fallo fundamental del capitalismo dirigido por las finanzas para reactivar una acumulación creciente de capital es el que nos permite apreciar íntegramente la teoría del "capitalismo del desastre" de Klein o la noción, estrechamente relacionada, de "acumulación por desposesión" de David Harvey. Ambos pueden ser vistos como el último desesperado intento de la cada vez más escacharrada maquina capitalista por superar la creciente y persistente crisis de sobreproducción. En los últimos años, el estancamiento o el crecimiento débil han marcado a la mayoría de la economía mundial, con la excepción de China e India. El crecimiento de los EE.UU. ha sido superior que el de la esclerótica Europa, pero ha sido en gran parte ilusorio, producto, sobre todo, del consumo de la clase media alimentado por el crédito masivo procedente de China y del sudeste asiático. China tiene que prestar dinero a los Estados Unidos con el objetivo de mantener su demanda de exportaciones industriales basadas en la mano de obra barata, pero la expansión de su producción ha contribuido extraordinariamente a la sobrecapacidad, a la sobreproducción y al encogimiento de la rentabilidad, extendiendo el problema al sistema global en su totalidad. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que el mundo está patinando sobre una fina capa de hielo que podría romperse cuado los consumidores norteamericanos frenen su gasto basado en la deuda, como parece que están haciendo. En sus esfuerzos por superar las crisis, el capitalismo ha complementado progresivamente, sino directamente suplantado, la acumulación mediante la producción con la acumulación mediante la desposesión o la expropiación de la riqueza ya creada o de las fuentes de riqueza de modo similar al proceso de acumulación primitiva que caracterizó al primer capitalismo de los siglos XIV al XVII. La acumulación por desposesión implica una aceleración de la privatización y de la mercantilización de los bienes comunes, incluyendo no sólo la tierra, sino también el medio ambiente y el conocimiento. Millones de campesinos y pueblos indígenas enteros son desplazados del suelo que les pertenece a medida que la propiedad privada suplanta la propiedad común y los regímenes comunales, a menudo con el apoyo activo de instituciones como el Banco Mundial y el Banco Asiático para el Desarrollo. Las semillas, el resultado final de eones de interacción entre la naturaleza y comunidades humanas, son ahora privatizadas a través de mecanismos como el Trade Related Intellectual Property Rights Agreement (TRIPs) [Acuerdo de Derechos de Propiedad Intelectual Relativos al Comercio, N. del T.], el cual también ha echado a perder el desarrollo tecnológico en el Sur por el miedo de estos países a infringir las patentes de las corporaciones del norte.
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La subcontrata de la Guerra contra el Terror
Un mecanismo clave en la acumulación por desposesión es hasta la fecha la privatización acelerada de activos públicos o estatales, que es al fin y al cabo en lo que consiste el capitalismo del desastre. El capitalismo del desastre es la contribución central de la administración Bush al neoliberalismo. Su característica principal es adjudicar al sector privado el "núcleo" de funciones de seguridad, defensa e infraestructura que hasta el mismo Adam Smith pensaba que debían ser dejadas al estado. A través de la "Guerra contra el Terror", escribe Klein, la administración Bush a provocado: "La creación del complejo del capitalismo del desastre –una nueva economía con todas las de la ley en materia de seguridad nacional, guerra privatizada y reconstrucción de zonas de desastre, ocupada en nada menos que en la construcción y la gestión de un estado con su seguridad privatizada, tanto en casa como en el extranjero. El estímulo económico de esta iniciativa radical se probó con creces a la hora de recoger el testigo allí donde la globalización y el boom de las empresas puntocom lo habían dejado. Así como Internet emprendió la burbuja de las puntocom, el 11-S emprendió la del capitalismo del desastre... Fue el pico más alto de la contrarrevolución lanzada por Friedman. Durante décadas, el mercado se había estado alimentando de los apéndices del estado; ahora devoraría su núcleo." En el paradigma del capitalismo del desastre, el estado sirve como motor de la acumulación capitalista, esto es, incrementa el capital mediante los impuestos y entonces lo transfiere a los contratistas privados que han ocupado sus funciones centrales, desde la defensa al encarcelamiento pasando por la previsión de infraestructuras. La provisión de seguridad se convierte en una nueva industria creciente, incorporando, pero yendo aún más lejos, que el vejo complejo militar-industrial. El desastre, ya sea de origen natural, como el Katrina, o creado socialmente, como Irak, es visto de diferentes maneras como una oportunidad. Crea una demanda para una mercancía, esto es, seguridad o reconstrucción. Aprovechándose de los desastres naturales, proporciona la oportunidad de alterar el paisaje físico y "añadirle" valor, barriendo a las comunidades pobres "carentes de valor" y convirtiendo el suelo en bienes comerciales o inmuebles emergentes, como ocurrió en la Nueva Orleáns posterior al Katrina. Finalmente, como en Irak, la guerra se convierte en el instrumento para eliminar al viejo estado intervencionista y crear desde cero el gobierno ideal neoliberal, cuya función clave es delegar sus propias funciones a contratistas privados, como la empresa de ingeniería Bechtel o la notoria empresa de seguridad privada Blackwater. "En Irak", escribe Klein, "no hubo ni una sola función gubernamental que fuera considerada del 'núcleo' que no pudiera ser entregada a un contratista, preferiblemente a uno que proporcionara al Partido Republicano contribuciones económicas o 'soldados de a pie cristianos' durante sus campañas electorales. La máxima habitual de Bush gobernó en todos los aspectos a las fuerzas extranjeras que participaron en Irak: si una tarea puede ser desempeñada por una empresa privada, entonces debe desempeñarla. (if a task could be performed by a private entity, it must be.)" El problema, por supuesto, es que el capitalismo del desastre es tan descaradamente antipopular que, incluso vestido con la retórica de la libertad, la emprendedoría y la eficiencia, no puede convencer a la gente en la manera en que la primera ideología neoliberal fue capaz de cautivar a las clases medias en la era de Reagan y Thatcher. Leyendo la escalofriante explicación de Klein, uno se pregunta cómo Paul Bremer, cabeza visible de la Autoridad Provisional de la Coalición, no pudo darse cuenta de cómo los decretos que firmó, que convirtieron a la juventud iraquí en un excedente de población en una sociedad en la que el estado funcionaba principalmente para enriquecer a los contratistas extranjeros, convertiría a estos mismos jóvenes en insurgentes. El capitalismo del desastre y la acumulación por desposesión presentan un orden capitalista que ya no busca la hegemonía ideológica, sino imponerse mediante la fuerza bruta. Esto no es sostenible. En el último capítulo del libro de Klein, que trata del variado y vasto movimiento global que ha surgido contra lo que los pensadores franceses llaman "capitalismo salvaje", muestra que, como Gramsci apuntó, nada puede permanecer como hegemónico durante mucho tiempo si carece de legitimidad. La gente está ahora más espabilada y esperanzada: no serán sometidos fácilmente a otro shock neoliberal.
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Klein antes, Klein ahora
Así que al final aparece la inevitable pregunta: ¿Qué libro es mejor, No Logo o La doctrina del shock? No se trata de una respuesta fácil, pero yo me quedaría con No Logo. Me explico: la crítica incisiva, la agudeza analítica y pasión de No Logo pueden encontrarse también en La doctrina del shock. Pero hay algo diferente en cómo está escrito. En una reseña que hice para Yes! en el 2001, escribí: "No Logo es un libro absorbente, pero no una lectura fácil. Leer a Klein es como servir al lado de un comandante experimentado que muestra incesantemente las muchas defensas del enemigo para impedir que se localice su principal punto vulnerable. Y justo cuando le lector cree que Klein ha identificado la clave de bóveda de la defensa, revela que éste es sólo un episodio a la hora de desenmarañar las dinámicas del capitalismo contemporáneo. Esta es una de las mejores escrituras deconstructivas, el producto de una mente incansable, de primer nivel, que no se satisface en dibujar una o dos impresiones aisladas de todo el material que ha logrado reunir." Leer La doctrina del shock es una experiencia diferente. No tienes la necesidad de trabajar. Eres como un turista siendo guiado por un sendero de buena literatura en el que hay pocas sorpresas. Prefiero mucho más el discurso de No Logo, y ciertamente no me entusiasma tener que someterme al principio del libro a un tratamiento de shock literario que no tiene otro objetivo que animarme a que lea más. Ese defecto -y el cambio de estilo- prefiero atribuírselo no tanto a Klein, que vive en Toronto, como a la escuela editorial de Nueva York, la cual, como Hollywood, prefiere un acercamiento obvio y directo a un discurso más lleno de alusiones, más indirecto y menos predecible, pero en definitiva mucho más iluminador.
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*Walden Bello es profesor visitante en la St. Mary's University, Halifax (Canada). Bello es también analista senior en el instituto Focus on the Global South con sede en Bangkok, y profesor de sociología en la Universidad de Filipinas en Diliman. Es el autor de Walden Bello introduces Ho Chi Minh (Londres, Verso, 2007), Dilemmas of Dommination (Nueva York, Metropolitan Books, 2005) y Deglobalization (Londres, Zed, 2002).
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BolPress - Bolivia/15/01/2008