19/5/08
Israel: la doble existencia de un país incompleto
En sesenta años, el Estado judío mostró su capacidad para sobrevivir y desarrollarse. Pero ha sido incapaz de resolver el conflicto con sus vecinos.
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Por: Samuel Hadas
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Los israelíes se enorgullecen de ver cómo su pueblo pudo restablecer su patria resurgiendo de las cenizas del Holocausto. Quizás el más importante logro de Israel en 60 años de independencia ha sido el de perseverar en el mapa del mundo como un Estado soberano. Cuando nació no faltaron los que anticiparon un desastre para el joven Estado judío a manos de los países árabes que lo invadieron. Muchos no esperaban entonces que pudiera superar siquiera su primera prueba de fuego. A la luz de la intensa hostilidad en que le tocó vivir, su capacidad no sólo de sobrevivir, sino de desarrollarse es una odisea.La economía israelí viene evolucionando en forma impresionante, habiendo alcanzado un ingreso per cápita similar al de países europeos desarrollados, mientras que ocupa un lugar de honor en el campo de la alta tecnología. Detenta el segundo lugar, después de Japón, en la inscripción de patentes. El "wadi Silicon, la versión israelí de Silicon Valley, produce más tecnología avanzada que la gran mayoría de los países desarrollados. Algunos de los sistemas Window XP y NT fueron desarrollados en laboratorios israelíes. Bill Gates dijo una vez que "Israel representa el punto más alto de la innovación". Israel tiene las mejores universidades y centros médicos de Oriente Medio y es líder mundial en la tecnología de riego, en la investigación en la medicina, en el desarrollo de energía alternativa. Las compañías israelíes inscriptas en el Nasdaq ocupan actualmente el tercer lugar, después de Estados Unidos y Canadá. Su vida cultural es de vanguardia. Pese a sus impresionantes logros el país sigue enfrentando graves amenazas existenciales. Después de 60 años de independencia, Israel no ha logrado asegurar a sus ciudadanos una vida normal ni ha ganado legitimidad en una región que es, probablemente, la más volátil del globo. La ocupación de territorios palestinos ha creado una situación cada vez más insostenible y las negociaciones con los palestinos tropiezan una y otra vez con la inflexible hostilidad de los extremistas de ambas partes. La seguridad nacional domina la agenda de Israel desde el primer día de su existencia. Ha hecho milagros en el desierto, pero es incapaz de superar su más formidable desafío, la resolución del conflicto con sus vecinos. La diversidad de la sociedad israelí es excepcional, coexistiendo en ella colectivos sociales, religiosos y culturales de los más diversos orígenes, principal causa, al mismo tiempo, de una inestabilidad política que afecta la gobernabilidad del país. El humor de los israelíes oscila hoy entre una doble existencia, la de la supervivencia nacional y la de su vida privada. Israel ha dado más premios Nobel que todo el resto de los países de Oriente Medio, pero los israelíes preferirían vivir en un país "normal" a seguir recibiéndolos. No podrá serlo hasta que no alcance una paz verdadera.Copyright Clarín@
Los israelíes se enorgullecen de ver cómo su pueblo pudo restablecer su patria resurgiendo de las cenizas del Holocausto. Quizás el más importante logro de Israel en 60 años de independencia ha sido el de perseverar en el mapa del mundo como un Estado soberano. Cuando nació no faltaron los que anticiparon un desastre para el joven Estado judío a manos de los países árabes que lo invadieron. Muchos no esperaban entonces que pudiera superar siquiera su primera prueba de fuego. A la luz de la intensa hostilidad en que le tocó vivir, su capacidad no sólo de sobrevivir, sino de desarrollarse es una odisea.La economía israelí viene evolucionando en forma impresionante, habiendo alcanzado un ingreso per cápita similar al de países europeos desarrollados, mientras que ocupa un lugar de honor en el campo de la alta tecnología. Detenta el segundo lugar, después de Japón, en la inscripción de patentes. El "wadi Silicon, la versión israelí de Silicon Valley, produce más tecnología avanzada que la gran mayoría de los países desarrollados. Algunos de los sistemas Window XP y NT fueron desarrollados en laboratorios israelíes. Bill Gates dijo una vez que "Israel representa el punto más alto de la innovación". Israel tiene las mejores universidades y centros médicos de Oriente Medio y es líder mundial en la tecnología de riego, en la investigación en la medicina, en el desarrollo de energía alternativa. Las compañías israelíes inscriptas en el Nasdaq ocupan actualmente el tercer lugar, después de Estados Unidos y Canadá. Su vida cultural es de vanguardia. Pese a sus impresionantes logros el país sigue enfrentando graves amenazas existenciales. Después de 60 años de independencia, Israel no ha logrado asegurar a sus ciudadanos una vida normal ni ha ganado legitimidad en una región que es, probablemente, la más volátil del globo. La ocupación de territorios palestinos ha creado una situación cada vez más insostenible y las negociaciones con los palestinos tropiezan una y otra vez con la inflexible hostilidad de los extremistas de ambas partes. La seguridad nacional domina la agenda de Israel desde el primer día de su existencia. Ha hecho milagros en el desierto, pero es incapaz de superar su más formidable desafío, la resolución del conflicto con sus vecinos. La diversidad de la sociedad israelí es excepcional, coexistiendo en ella colectivos sociales, religiosos y culturales de los más diversos orígenes, principal causa, al mismo tiempo, de una inestabilidad política que afecta la gobernabilidad del país. El humor de los israelíes oscila hoy entre una doble existencia, la de la supervivencia nacional y la de su vida privada. Israel ha dado más premios Nobel que todo el resto de los países de Oriente Medio, pero los israelíes preferirían vivir en un país "normal" a seguir recibiéndolos. No podrá serlo hasta que no alcance una paz verdadera.Copyright Clarín@
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<http://news.google.com/news?hl=es&ncl=http://www.clarin.com/diario/2008/05/19/opinion/o-01915.htm>
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Clarin.com - Argentina/19/05/2008
Fustiga Fidel Castro actitud de Europa en cumbre de Perú
Por: Notimex
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La Habana - El líder cubano Fidel Castro fustigó hoy la actitud europea durante la reciente cumbre con los países de América Latina y El Caribe en Perú, al señalar que 'eran portadores del pensamiento capitalista y consumista burgués"."El espíritu dominante en los ricos representantes de Europa era la superioridad étnica y política. Todos eran portadores del pensamiento capitalista y consumista burgués", señaló en sus "Reflexiones del compañero Fidel" publicadas este lunes por el diario Granma.En su artículo denominado "Dos lobos hambrientos y una caperucita roja", el dirigente cubano criticó a Europa al señalar que "en esa reunión llevó la voz cantante, es la misma que apoyó la guerra contra Serbia y la conquista por Estados Unidos del petróleo de Iraq".Agregó que Europa apoyó "los conflictos religiosos en el Cercano y Medio Oriente, las cárceles y aterrizajes secretos, y los planes de torturas horrendas y asesinatos fraguados por (George W.) Bush"."Esa Europa comparte con Estados Unidos las leyes extraterritoriales que, violando la soberanía de sus propios territorios, incrementan el bloqueo contra Cuba obstaculizando el suministro de tecnologías, componentes e incluso medicamentos a nuestro país", afirmó.Detalló que en la actualidad, Estados Unidos y Europa compiten entre sí y contra sí por el petróleo, las materias primas esenciales y los mercados."A lo que se suma ahora el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado que ellos mismos han creado con las voraces e insaciables sociedades de consumo", señaló.Criticó que en la ceremonia inaugural de la cumbre se habló en inglés, alemán y otros idiomas europeos sin que partes esenciales de los discursos se tradujeran por las televisoras al español o al portugués,"Como si en México, Brasil, Perú, Ecuador y otros, los indios, negros, mestizos y blancos ùmás de 550 millones de personas, en su inmensa mayoría pobresù hablasen inglés, alemán u otro idioma foráneo", señaló.Al referirse a la declaración final de la Cumbre ALC-UE, celebrada del 16 al 17 de mayo, criticó que en ella se dio a entender que no hay diferencia ética entre las armas que adquieren Cuba y Venezuela y las que se emplean en otros países para "reprimir al pueblo".Afirmó que lo planteado por él hace nueve años en la primera cumbre de las dos regiones en Río de Janeiro sigue aun vigente y que ahora al mencionar el anfitrión, en la ceremonia de clausura los planteamientos de Cuba "estuvo a punto de sacar de sus casillas a los europeos"."Nada ha cambiado desde entonces excepto las condiciones objetivas, que hacen más insostenible la atroz explotación capitalista", señaló.Reiteró lo expuesto por Cuba en la reunión: Condonar la deuda de América Latina y el Caribe; invertir cada año en los países del Tercer Mundo el 10 por ciento de lo que gastan en lo militar y cesar subsidios a la agricultura.Además asignar a Latinoamérica y el Caribe la parte que les corresponde del compromiso del 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).El artículo concluye aludiendo a Europa y Estados Unidos: "dos lobos hambrientos disfrazados de abuelitas buenas, y una Caperucita Roja".
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<http://news.google.com/news?hl=es&ncl=http://www.cronica.com.mx/nota.php%3Fid_nota%3D362649>
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La Crónica de Hoy - Mexico/19/05/2008
¿Será que Dios se olvido de Africa?
Ángel Andrés Fernández, un joven venezolano, cuenta sus experiencias en Zambia en este reportaje especial para El Diario de Guayana
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Angel Andrés Fernández con niños africanos
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Angel Andrés Fernández con niños africanos
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Hace un par de años me encontraba vagabundeando por unos acogedores callejones en las periferias de Piazza Navona, sin ningún motivo, razón, o destino cuando por aburrimiento decidí entrar a un diminuto cine y ver una película franco africana de los noventas. Entre el sueño, la segunda cerveza Peroni que cargaba en el bolsillo izquierdo del chaleco, y la melancolía que me arropaba del frío esa noche no le pude prestar mucha atención a la película. Cuestión que se complicaba aún más, dado que la proyección era algo indefinida, el guión era lento, y escuchar la película en francés y leerla en Italiano en ese preciso momento requería más energía, entusiasmo, e impulso del que poseía. Inclusive, no fue sino hasta el penúltimo monólogo de la película cuando me di cuenta de que el protagonista, cuyo semblante hasta ese entonces había confundido erróneamente con el de Gerard Depardieu, se parecía más bien al de Sylvester Stallone.
En ese mismo instante, al darme cuanta que la película estaba por terminar y al percatarme que sería una gran ofensa para los dos "bohemios" que me acompañaban en esquinas opuestas de la sala, hice el esfuerzo sobrehumano de prestar algo de atención. Me espabilé, nada más ni nada menos para escuchar a "Rocky Balboa" vociferar descorazonadamente la gloriosa oración épica del film, "hace mucho tiempo que Dios se olvido de África". Por diversas razones que no acabo de comprender esa oración se me quedó grabada por mucho tiempo y es con esta misma frase en mente, cuya naturaleza es algo superficial y compleja, que pienso guiar o enfocar mi análisis de esta experiencia en Zambia. Usaré esta frase como guía o estimulo así sea para desenterrar una verdad que indique que no es más que una opinión cobarde y cínica o para, lamentablemente, aceptar como un hecho lo dicho. Lo más complicado y probable de esta tarea que me propongo, es que tengo cierto presentimiento de que en algún momento, aunque vaya en contra de mi naturaleza que es inquieta e intensa, tendré que optar por reconciliar estas dos opiniones absolutistas y aprender a quedar satisfecho viendo las cosas a distintos tintes de gris en vez de en blanco y negro. Pero me imagino que ahí comienza la auténtica madurez y lucidez o la verdadera sabiduría y conciencia, que a la vez nos conduce a la débil aceptación y al inevitable silencio.
El tiempo en Zambia se me ha pasado de una manera sumamente rápida pero a la vez han sido unos días de alto rigor. Ya llevo tres meses desde que salí de San francisco y por fin tengo unos minutos para sentarme y escribir algo de lo que siento. Creo que es algo anticipado ponerme a escribir aquí todo lo que he sentido y todo lo que he visto, dado que ni yo mismo he podido comenzar a digerirlo todo. También pienso que una conversación, una carta, y hasta un silencio en grupo, independientemente del tema, no es más que presuntuoso si dura mucho tiempo. Y con eso en mente, trataré de ser breve y de escribir nada más de vez en cuando.
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Despertar en África
Por otro lado, me di cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo acá. Hoy mismo, cuando al despertar me pregunté al igual que todas las mañanas desde que llegué, ¿Será que de verdad me encuentro en el corazón de África cobijado por esta extraña sensación de paz y alegría? ¿Será que todo ésto me lo estoy inventando por soñador eterno y mañana mismo me despertaré tarde, apresurado y atormentado porque tengo un trabajo que entregar para la clase de economía y no he terminado la bendita bibliografía? Al analizar estas inquietudes pienso en dos cosas, 1) ¡Como que la academia de verdad que me traumatizo! y 2) Hablando en serio, ¿Dónde carajo en el mundo es que me encuentro ahora?
Irónicamente, cuando "individuos" desconocidos y por lo general bien pendejos comienzan párrafos, emails, o cartas diciendo, "creo que es prematuro escribir todo lo que he sentido hasta ahora" en realidad están preparando al lector (e implícitamente a ellos mismos) para hacer justamente lo opuesto, pero con la ventaja de que si fracasan y no han escrito algo lo suficientemente encantador, no tienen de que inquietarse porque ya advirtieron que no serían más que unas pocas líneas sin mayor trascendencia.
Con esto dicho, acá se termina la poco ortodoxa introducción y continúan de manera desorganizada los cortos relatos de las experiencias más urgentes.
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Nivel de pobreza
El campamento de refugiados acá en Kala, está compuesto en su mayoría por refugiados de la República Democrática del Congo. Todas sus casitas están hechas a mano por ellos con barro, algunos ladrillos, y grama seca para los tejados.
En este campamento los niños corren a todas horas con sonrisas llenas de esperanza, ojos hambrientos y lagrimosos y sus pequeños estómagos inflados. Cada vez que uno pasa a pie o en bicicleta los niños comienzan a correr hacia ti gritando "Muzungu Muzungu Makuta Makuta" (hombre blanco en el Swahili local y makuta quiere decir dinero) y te agarran la mano o la bicicleta. Son todos muy cariñosos. Los adultos todos también son muy amables y respetuosos y siempre saludan con un "Hamjambo habari" (buenos días, ¿todo bien?).
Lo más impactante es el nivel de pobreza en el campamento. Pero también impresiona las ganas de vivir que tiene la gente. Muchos perdieron sus familias a punta de machete, por malnutrición, o por enfermedades, pero aunque muy pocos quieren hablar de su pasado, todos mantienen ferozmente unas ganas de ver hacia un futuro más próspero, más humano. Increíblemente, muchos se han casado de nuevo, y ahora tienen nuevos hijos. Lo que yo me pregunto es ¿qué es lo que mantiene a estos refugiados con ganas de seguir adelante y poner un pie delante del otro todas las mañanas? ¿Será una fuerza interior y un nivel de espiritualidad más avanzado? ¿O será simplemente ese instinto animal de sobrevivencia que de algún modo poseemos todos? Lo más probable es que sea una combinación de las dos fuerzas. No tengo muy claro todavía cuál es el porcentaje o la distribución de cada uno de esos estímulos, sobre la conciencia de cada uno de estos seres.
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Limitaciones
En el campamento estoy encargado de 25 empleados y de varios programas. El centro de computación, que no tiene internet y solo electricidad con generadores por 3 horas al día, el centro de repatriación, la oficina central de Forge, el centro de salud, el pequeño periódico de Kala, "la biblioteque de la Paix", y los 4 pre-schools. A los empleados que trabajan tiempo completo (40 horas a la semana) se les paga solamente 40 dólares al mes (por mandato de la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas). Ellos y toda su familia tienen que subsistir con ese monto. Hay mucha miseria pero todo el mundo hace lo que puede con sus pocos recursos. Personalmente he sentido mucha alegría y mucho dolor a la vez. Todos los días la gente viene a pedirme cosas, los niños me piden lápices, señores me piden que les enseñe a escribir, otros me piden que forme distintos proyectos o programas. La gente está desesperada por estudiar, por prepararse, por aprender algún oficio y generar algún ingreso. En poco tiempo me he dado cuenta de que la vida de los refugiados puede ser una de las más difíciles en el mundo, porque en realidad no tienen muchas oportunidades. Como refugiados en Zambia, no tienen ningún derecho de trabajar afuera del campamento. No sólo eso, tampoco pueden salir del campamento legalmente, y a los pocos que lo intentan, los meten en la cárcel por varios días. Los niños no tienen ningún derecho a estudiar, y tienen muy poco acceso a medicinas o a cualquier protección de la ley. A la vez, me he enterado que el gobierno de Zambia cuando escoge donde situar los campamentos para los refugiados, usualmente lo hacen en los lugares más desolados y rurales, con la simple excusa de que así pueden asegurarse de que los refugiados no se queden a largo plazo. Pero con todo esto, los refugiados tienen grupos clandestinos de lectura, de política, de arte, de deporte. Tienen radios escondidos para escuchar las noticias de sus países, tienen reuniones secretas, en fin, ganas no les faltan y rendirse no es una opción. AAF
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La vida diaria
La mayoría de los adultos y de los niños caminan por 2 o 3 horas al día (dentro del campamento) para buscar agua, carbón, o para comprar algo de maíz, bajo el sol, cargando sacos pesados pero con muy poco resentimiento. No solo eso, los detalles más insignificantes para uno son de extrema dificultad acá. Como ir al baño, bañarse, ir al mercado, pelar y limpiar toda la comida, cocinar al carbón el arroz y los frijoles, lavar la ropa, montar bicicleta dos horas de ida y dos horas de vuelta, al pueblo más cercano para comprar los artículos esenciales que no se encuentran acá en el mercadito del pueblo. A lo que voy es que todos los detalles cotidianos nos cuestan tanto esfuerzo y tiempo que al fin y al cabo uno tiende a apreciar los mas mínimos detalles. Como un vaso de agua, un plato de frijoles, o simplemente poder recostarse al final del día. El sentimiento de cansancio y de satisfacción es tan grande al final de la jornada que a uno le queda muy poco tiempo para crisis existenciales o para preocuparse en filosofar. Quizás ese sea el VERDADERO secreto, quizás esa sea la recompensa divina que balancea el sufrimiento de estos pueblos y estas comunidades.
En ese mismo instante, al darme cuanta que la película estaba por terminar y al percatarme que sería una gran ofensa para los dos "bohemios" que me acompañaban en esquinas opuestas de la sala, hice el esfuerzo sobrehumano de prestar algo de atención. Me espabilé, nada más ni nada menos para escuchar a "Rocky Balboa" vociferar descorazonadamente la gloriosa oración épica del film, "hace mucho tiempo que Dios se olvido de África". Por diversas razones que no acabo de comprender esa oración se me quedó grabada por mucho tiempo y es con esta misma frase en mente, cuya naturaleza es algo superficial y compleja, que pienso guiar o enfocar mi análisis de esta experiencia en Zambia. Usaré esta frase como guía o estimulo así sea para desenterrar una verdad que indique que no es más que una opinión cobarde y cínica o para, lamentablemente, aceptar como un hecho lo dicho. Lo más complicado y probable de esta tarea que me propongo, es que tengo cierto presentimiento de que en algún momento, aunque vaya en contra de mi naturaleza que es inquieta e intensa, tendré que optar por reconciliar estas dos opiniones absolutistas y aprender a quedar satisfecho viendo las cosas a distintos tintes de gris en vez de en blanco y negro. Pero me imagino que ahí comienza la auténtica madurez y lucidez o la verdadera sabiduría y conciencia, que a la vez nos conduce a la débil aceptación y al inevitable silencio.
El tiempo en Zambia se me ha pasado de una manera sumamente rápida pero a la vez han sido unos días de alto rigor. Ya llevo tres meses desde que salí de San francisco y por fin tengo unos minutos para sentarme y escribir algo de lo que siento. Creo que es algo anticipado ponerme a escribir aquí todo lo que he sentido y todo lo que he visto, dado que ni yo mismo he podido comenzar a digerirlo todo. También pienso que una conversación, una carta, y hasta un silencio en grupo, independientemente del tema, no es más que presuntuoso si dura mucho tiempo. Y con eso en mente, trataré de ser breve y de escribir nada más de vez en cuando.
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Despertar en África
Por otro lado, me di cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo acá. Hoy mismo, cuando al despertar me pregunté al igual que todas las mañanas desde que llegué, ¿Será que de verdad me encuentro en el corazón de África cobijado por esta extraña sensación de paz y alegría? ¿Será que todo ésto me lo estoy inventando por soñador eterno y mañana mismo me despertaré tarde, apresurado y atormentado porque tengo un trabajo que entregar para la clase de economía y no he terminado la bendita bibliografía? Al analizar estas inquietudes pienso en dos cosas, 1) ¡Como que la academia de verdad que me traumatizo! y 2) Hablando en serio, ¿Dónde carajo en el mundo es que me encuentro ahora?
Irónicamente, cuando "individuos" desconocidos y por lo general bien pendejos comienzan párrafos, emails, o cartas diciendo, "creo que es prematuro escribir todo lo que he sentido hasta ahora" en realidad están preparando al lector (e implícitamente a ellos mismos) para hacer justamente lo opuesto, pero con la ventaja de que si fracasan y no han escrito algo lo suficientemente encantador, no tienen de que inquietarse porque ya advirtieron que no serían más que unas pocas líneas sin mayor trascendencia.
Con esto dicho, acá se termina la poco ortodoxa introducción y continúan de manera desorganizada los cortos relatos de las experiencias más urgentes.
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Nivel de pobreza
El campamento de refugiados acá en Kala, está compuesto en su mayoría por refugiados de la República Democrática del Congo. Todas sus casitas están hechas a mano por ellos con barro, algunos ladrillos, y grama seca para los tejados.
En este campamento los niños corren a todas horas con sonrisas llenas de esperanza, ojos hambrientos y lagrimosos y sus pequeños estómagos inflados. Cada vez que uno pasa a pie o en bicicleta los niños comienzan a correr hacia ti gritando "Muzungu Muzungu Makuta Makuta" (hombre blanco en el Swahili local y makuta quiere decir dinero) y te agarran la mano o la bicicleta. Son todos muy cariñosos. Los adultos todos también son muy amables y respetuosos y siempre saludan con un "Hamjambo habari" (buenos días, ¿todo bien?).
Lo más impactante es el nivel de pobreza en el campamento. Pero también impresiona las ganas de vivir que tiene la gente. Muchos perdieron sus familias a punta de machete, por malnutrición, o por enfermedades, pero aunque muy pocos quieren hablar de su pasado, todos mantienen ferozmente unas ganas de ver hacia un futuro más próspero, más humano. Increíblemente, muchos se han casado de nuevo, y ahora tienen nuevos hijos. Lo que yo me pregunto es ¿qué es lo que mantiene a estos refugiados con ganas de seguir adelante y poner un pie delante del otro todas las mañanas? ¿Será una fuerza interior y un nivel de espiritualidad más avanzado? ¿O será simplemente ese instinto animal de sobrevivencia que de algún modo poseemos todos? Lo más probable es que sea una combinación de las dos fuerzas. No tengo muy claro todavía cuál es el porcentaje o la distribución de cada uno de esos estímulos, sobre la conciencia de cada uno de estos seres.
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Limitaciones
En el campamento estoy encargado de 25 empleados y de varios programas. El centro de computación, que no tiene internet y solo electricidad con generadores por 3 horas al día, el centro de repatriación, la oficina central de Forge, el centro de salud, el pequeño periódico de Kala, "la biblioteque de la Paix", y los 4 pre-schools. A los empleados que trabajan tiempo completo (40 horas a la semana) se les paga solamente 40 dólares al mes (por mandato de la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas). Ellos y toda su familia tienen que subsistir con ese monto. Hay mucha miseria pero todo el mundo hace lo que puede con sus pocos recursos. Personalmente he sentido mucha alegría y mucho dolor a la vez. Todos los días la gente viene a pedirme cosas, los niños me piden lápices, señores me piden que les enseñe a escribir, otros me piden que forme distintos proyectos o programas. La gente está desesperada por estudiar, por prepararse, por aprender algún oficio y generar algún ingreso. En poco tiempo me he dado cuenta de que la vida de los refugiados puede ser una de las más difíciles en el mundo, porque en realidad no tienen muchas oportunidades. Como refugiados en Zambia, no tienen ningún derecho de trabajar afuera del campamento. No sólo eso, tampoco pueden salir del campamento legalmente, y a los pocos que lo intentan, los meten en la cárcel por varios días. Los niños no tienen ningún derecho a estudiar, y tienen muy poco acceso a medicinas o a cualquier protección de la ley. A la vez, me he enterado que el gobierno de Zambia cuando escoge donde situar los campamentos para los refugiados, usualmente lo hacen en los lugares más desolados y rurales, con la simple excusa de que así pueden asegurarse de que los refugiados no se queden a largo plazo. Pero con todo esto, los refugiados tienen grupos clandestinos de lectura, de política, de arte, de deporte. Tienen radios escondidos para escuchar las noticias de sus países, tienen reuniones secretas, en fin, ganas no les faltan y rendirse no es una opción. AAF
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La vida diaria
La mayoría de los adultos y de los niños caminan por 2 o 3 horas al día (dentro del campamento) para buscar agua, carbón, o para comprar algo de maíz, bajo el sol, cargando sacos pesados pero con muy poco resentimiento. No solo eso, los detalles más insignificantes para uno son de extrema dificultad acá. Como ir al baño, bañarse, ir al mercado, pelar y limpiar toda la comida, cocinar al carbón el arroz y los frijoles, lavar la ropa, montar bicicleta dos horas de ida y dos horas de vuelta, al pueblo más cercano para comprar los artículos esenciales que no se encuentran acá en el mercadito del pueblo. A lo que voy es que todos los detalles cotidianos nos cuestan tanto esfuerzo y tiempo que al fin y al cabo uno tiende a apreciar los mas mínimos detalles. Como un vaso de agua, un plato de frijoles, o simplemente poder recostarse al final del día. El sentimiento de cansancio y de satisfacción es tan grande al final de la jornada que a uno le queda muy poco tiempo para crisis existenciales o para preocuparse en filosofar. Quizás ese sea el VERDADERO secreto, quizás esa sea la recompensa divina que balancea el sufrimiento de estos pueblos y estas comunidades.
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El Diario de Guayana - Venezuela/19/05/2008
Zapatero endurece la politica con los inmigrantes y se acerca a la derecha de Berlusconi
Como Il Cavaliere, pero por izquierda
En España, la política de rechazo a los latinoamericanos y africanos comenzó a notarse en las calles, en los puestos fronterizos y en los aeropuertos. Además, existen denuncias sobre maltratos a los extranjeros internados. El gobierno socialista se dispone a ampliar el plazo de detención de los “sin papeles”
En España, la política de rechazo a los latinoamericanos y africanos comenzó a notarse en las calles, en los puestos fronterizos y en los aeropuertos. Además, existen denuncias sobre maltratos a los extranjeros internados. El gobierno socialista se dispone a ampliar el plazo de detención de los “sin papeles”
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Una embarcación con inmigrantes ilegales es vigilada por las fuerzas españolas en el puerto de Los Cristianos, en Tenerife.
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Por Oscar Guisoni
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Por Oscar Guisoni
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Madrid - Con los resultados de las elecciones generales del 9 marzo en la mano, José Luis Rodríguez Zapatero y el Partido Socialista descubrieron hasta qué punto había calado entre sus propias bases electorales, en la periferia pobre de las grandes ciudades españolas, el discurso contra los inmigrantes que sacó a relucir en la campaña electoral el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy. La primera reacción del reelecto primer ministro fue nombrar a Celestino Corbacho, alcalde de la ciudad catalana de L’ Hospitalet durante trece años, y famoso por su línea dura en la materia, ministro de Trabajo e Inmigración. Días después, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, informaba que, cumpliendo con un casi desconocido punto de la plataforma electoral socialista, el gobierno se disponía a ampliar el plazo de detención de los sin papeles y endurecía su política inmigratoria. El repentino cambio de guión, que acerca a la socialdemocracia española al discurso de la derecha populista europea, cuyos máximos exponentes son en estos momentos Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi, comienza a notarse en las calles, en los puestos fronterizos, en los aeropuertos, donde cada día son más los latinoamericanos y africanos rechazados y en los Centros de Internación de Extranjeros, auténticas agujeros negros del estado de derecho español al que no pueden ingresar ONG, periodistas ni diputados del propio congreso nacional.
Al mismo tiempo, las empresas de capital español continúan extrayendo materias primas y recursos energéticos de los mismos países de donde proceden la mayoría de estas personas, mientras el discurso cada vez más cínico de la clase política y de algunos medios de comunicación prefiere no establecer ningún tipo de relación entre ambos acontecimientos. Los inmigrantes son el nuevo chivo expiatorio a la hora de descargar la angustia y el miedo que provoca entre la población la irrupción violenta de la crisis económica procedente de Estados Unidos y que ha dejado en estado convaleciente a la sobredimensionada industria de la construcción local, principal fuente de empleo de los extranjeros.
“Esto alguien lo tiene que parar”, dice María Jesús, una encuestadora que vive en un barrio periférico de Valencia, una de las ciudades del Mediterráneo con mayor presencia de inmigrantes. Como tantos españoles, María Jesús está convencida de que los inmigrantes quitan puestos de trabajo, colapsan la sanidad pública y ocupan los puestos en las guarderías estatales. De nada ha servido que el Ministerio de Salud haya hecho públicas las estadísticas que demuestran que los inmigrantes, el 10 por ciento de la población española, no sólo aportan más del 15 por ciento del presupuesto total de la seguridad social, sino que utilizan en promedio el 50 por ciento menos los servicios de salud que los propios españoles, sobre todo porque casi no hay ancianos extranjeros. Es verdad que hay que esperar varios meses para ser atendidos por los médicos especialistas en las grandes ciudades, pero eso se debe a las deficiencias de una política de salud que no ha realizado las necesarias inversiones para cubrir como corresponde el servicio, un modo sutil que han tenido tanto socialistas como conservadores para dejar caer la salud pública en beneficio de los servicios privados durante la última década. Los inmigrantes poco tienen que ver con el asunto.
A todo esto se suma una persistente campaña de algunos medios de comunicación vinculados con la derecha que cada vez que la Policía reporta un robo realizado por africanos, latinoamericanos o ciudadanos de la Europa del Este, lo destacan a grandes titulares. Los delincuentes locales no gozan de tanta prensa. Así las cosas, y con las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas estatal que le dicen que la inmigración está considerada uno de los tres temas más preocupantes para la población, junto con el terrorismo y el desempleo, a Zapatero no le queda otra que endurecer la mano. O hacer de cuenta que la endurece aún más, porque en este aspecto blanda nunca la ha tenido.
Madrid - Con los resultados de las elecciones generales del 9 marzo en la mano, José Luis Rodríguez Zapatero y el Partido Socialista descubrieron hasta qué punto había calado entre sus propias bases electorales, en la periferia pobre de las grandes ciudades españolas, el discurso contra los inmigrantes que sacó a relucir en la campaña electoral el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy. La primera reacción del reelecto primer ministro fue nombrar a Celestino Corbacho, alcalde de la ciudad catalana de L’ Hospitalet durante trece años, y famoso por su línea dura en la materia, ministro de Trabajo e Inmigración. Días después, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, informaba que, cumpliendo con un casi desconocido punto de la plataforma electoral socialista, el gobierno se disponía a ampliar el plazo de detención de los sin papeles y endurecía su política inmigratoria. El repentino cambio de guión, que acerca a la socialdemocracia española al discurso de la derecha populista europea, cuyos máximos exponentes son en estos momentos Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi, comienza a notarse en las calles, en los puestos fronterizos, en los aeropuertos, donde cada día son más los latinoamericanos y africanos rechazados y en los Centros de Internación de Extranjeros, auténticas agujeros negros del estado de derecho español al que no pueden ingresar ONG, periodistas ni diputados del propio congreso nacional.
Al mismo tiempo, las empresas de capital español continúan extrayendo materias primas y recursos energéticos de los mismos países de donde proceden la mayoría de estas personas, mientras el discurso cada vez más cínico de la clase política y de algunos medios de comunicación prefiere no establecer ningún tipo de relación entre ambos acontecimientos. Los inmigrantes son el nuevo chivo expiatorio a la hora de descargar la angustia y el miedo que provoca entre la población la irrupción violenta de la crisis económica procedente de Estados Unidos y que ha dejado en estado convaleciente a la sobredimensionada industria de la construcción local, principal fuente de empleo de los extranjeros.
“Esto alguien lo tiene que parar”, dice María Jesús, una encuestadora que vive en un barrio periférico de Valencia, una de las ciudades del Mediterráneo con mayor presencia de inmigrantes. Como tantos españoles, María Jesús está convencida de que los inmigrantes quitan puestos de trabajo, colapsan la sanidad pública y ocupan los puestos en las guarderías estatales. De nada ha servido que el Ministerio de Salud haya hecho públicas las estadísticas que demuestran que los inmigrantes, el 10 por ciento de la población española, no sólo aportan más del 15 por ciento del presupuesto total de la seguridad social, sino que utilizan en promedio el 50 por ciento menos los servicios de salud que los propios españoles, sobre todo porque casi no hay ancianos extranjeros. Es verdad que hay que esperar varios meses para ser atendidos por los médicos especialistas en las grandes ciudades, pero eso se debe a las deficiencias de una política de salud que no ha realizado las necesarias inversiones para cubrir como corresponde el servicio, un modo sutil que han tenido tanto socialistas como conservadores para dejar caer la salud pública en beneficio de los servicios privados durante la última década. Los inmigrantes poco tienen que ver con el asunto.
A todo esto se suma una persistente campaña de algunos medios de comunicación vinculados con la derecha que cada vez que la Policía reporta un robo realizado por africanos, latinoamericanos o ciudadanos de la Europa del Este, lo destacan a grandes titulares. Los delincuentes locales no gozan de tanta prensa. Así las cosas, y con las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas estatal que le dicen que la inmigración está considerada uno de los tres temas más preocupantes para la población, junto con el terrorismo y el desempleo, a Zapatero no le queda otra que endurecer la mano. O hacer de cuenta que la endurece aún más, porque en este aspecto blanda nunca la ha tenido.
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Fronteras
Acosado por el discurso de Rajoy en la campaña electoral, Rodríguez Zapatero no dudó en jactarse de que durante su primer gobierno fueron repatriados 330.000 inmigrantes, el 50 por ciento más que durante los cuatro años del último gobierno del Partido Popular. Este gran logro, si así se puede llamar, se consiguió apretando a los países africanos para que reciban a los rechazados, cosa que la mayoría de ellos nunca han querido hacer de buen grado, a cambio de promesas de inversiones económicas y mejores tratos comerciales que nadie sabe precisar si alguna vez se concretaron. En América latina, la irrupción en la escena política de gobiernos como el del boliviano Evo Morales, el venezolano Hugo Chávez o el ecuatoriano Rafael Correa, que ponen en cuestión el rol que juegan las empresas de capital español en sus economías domésticas, propietarias de gran parte de las empresas de servicios públicos y de extracción de recursos naturales y energéticos, la cuestión se ha resuelto con un endurecimiento de la política de visas y un aumento del control de los ciudadanos que proceden de estos países en los aeropuertos de llegada. Países como Argentina, Chile o Uruguay, cuyos ciudadanos no están obligados a obtener una visa previa para ingresar en el país, deben sin embargo cumplir con una lista de requisitos difíciles de llenar si no quieren ser rechazados en los aeropuertos (ver recuadro).
Una alta autoridad consular argentina intentó meses atrás obtener datos comparativos sobre la denegación del acceso a los ciudadanos de los diferentes países latinoamericanos y las autoridades españolas los negaron aduciendo “razones de seguridad nacional”. “Estoy seguro de que si sólo les pedía los datos de Argentina me los daban”, afirmó esta fuente a este periódico, prefiriendo el anonimato para no enemistarse con Extranjería y poder así seguir asistiendo a los que se encuentran en dificultades para entrar. Los requisitos, para los viajeros procedentes de países que no requieren visado, son leoninos. Para una estadía de nueve días se exigen 514 euros y 57 euros por cada día adicional que, según su pasaje aéreo, permanecerá en Europa. Es decir, unos 2600 euros al mes por persona. Esos medios económicos “pueden ser en efectivo, cheques de viajero o tarjetas de crédito acompañados de extractos bancarios que justifiquen esos fondos”, además de un seguro médico no inferior a 30.000 euros, una reserva de hotel confirmada o una carta invitación realizada por un europeo o residente legal en España. No hace falta, en teoría, cumplirlos todos, pero cualquiera de ellos puede ser exigible. Aunque el factor más importante a la hora de justificar un rechazo suele ser la apariencia física de la persona. “La casa se reserva el derecho de admisión” dice con ironía una fuente de la embajada colombiana que sabe muy bien de lo que habla.
Fronteras
Acosado por el discurso de Rajoy en la campaña electoral, Rodríguez Zapatero no dudó en jactarse de que durante su primer gobierno fueron repatriados 330.000 inmigrantes, el 50 por ciento más que durante los cuatro años del último gobierno del Partido Popular. Este gran logro, si así se puede llamar, se consiguió apretando a los países africanos para que reciban a los rechazados, cosa que la mayoría de ellos nunca han querido hacer de buen grado, a cambio de promesas de inversiones económicas y mejores tratos comerciales que nadie sabe precisar si alguna vez se concretaron. En América latina, la irrupción en la escena política de gobiernos como el del boliviano Evo Morales, el venezolano Hugo Chávez o el ecuatoriano Rafael Correa, que ponen en cuestión el rol que juegan las empresas de capital español en sus economías domésticas, propietarias de gran parte de las empresas de servicios públicos y de extracción de recursos naturales y energéticos, la cuestión se ha resuelto con un endurecimiento de la política de visas y un aumento del control de los ciudadanos que proceden de estos países en los aeropuertos de llegada. Países como Argentina, Chile o Uruguay, cuyos ciudadanos no están obligados a obtener una visa previa para ingresar en el país, deben sin embargo cumplir con una lista de requisitos difíciles de llenar si no quieren ser rechazados en los aeropuertos (ver recuadro).
Una alta autoridad consular argentina intentó meses atrás obtener datos comparativos sobre la denegación del acceso a los ciudadanos de los diferentes países latinoamericanos y las autoridades españolas los negaron aduciendo “razones de seguridad nacional”. “Estoy seguro de que si sólo les pedía los datos de Argentina me los daban”, afirmó esta fuente a este periódico, prefiriendo el anonimato para no enemistarse con Extranjería y poder así seguir asistiendo a los que se encuentran en dificultades para entrar. Los requisitos, para los viajeros procedentes de países que no requieren visado, son leoninos. Para una estadía de nueve días se exigen 514 euros y 57 euros por cada día adicional que, según su pasaje aéreo, permanecerá en Europa. Es decir, unos 2600 euros al mes por persona. Esos medios económicos “pueden ser en efectivo, cheques de viajero o tarjetas de crédito acompañados de extractos bancarios que justifiquen esos fondos”, además de un seguro médico no inferior a 30.000 euros, una reserva de hotel confirmada o una carta invitación realizada por un europeo o residente legal en España. No hace falta, en teoría, cumplirlos todos, pero cualquiera de ellos puede ser exigible. Aunque el factor más importante a la hora de justificar un rechazo suele ser la apariencia física de la persona. “La casa se reserva el derecho de admisión” dice con ironía una fuente de la embajada colombiana que sabe muy bien de lo que habla.
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Marche preso
A pesar de todos estos controles, la mayor parte de los sin papeles logra colarse por las fronteras a través de los aeropuertos, según admite el propio Ministerio del Interior. Si una vez dentro tienen la mala fortuna de ser detenidos, a los clandestinos les llega la hora de conocer el otro lado de lo que la prensa local más crítica comienza a denominar “los muros de la vergüenza”: los Centros de Internación de Inmigrantes, CIE. Estos auténticos agujeros negros del estado de derecho vienen siendo criticados desde hace años por las pésimas condiciones en las que mantienen encerrados a los sin papeles, sobre todo si se tiene en cuenta que son personas que sólo han cometido un delito administrativo al violar la Ley de Extranjería.
Según un informe encargado por el Parlamento Europeo a la consultora independiente Steps, llevado a cabo por la experta internacional Sara Prestianni sobre la situación en los CIE, la falta de atención psicológica a los detenidos “aumenta el riesgo de actos desesperados como suicidios o autolesiones”. Aunque cree que estas posibilidades son más altas en los países nórdicos, donde no existe un límite de días para permanecer detenido –en España el máximo era de 40 días y la pasada semana la administración Zapatero lo elevó a 60–, Prestianni sostiene que “toda internación tiene consecuencias muy graves en la vida de las personas, incluso en los casos de un período más corto. Algunas condiciones de los CIE, como el hecho de estar encerrados en celdas sin poder salir y de no comprender muy bien lo que pasa” agravan la situación de los inmigrantes.
A pesar de que las autoridades afirman que la situación en los CIE no es para tanto, el hecho de que sean uno de los secretos mejor guardados del estado español hace presumir lo contrario. De hecho, nunca se ha permitido el ingreso de periodistas a los centros y las autoridades españolas se han negado persistentemente a argumentar por escrito esta medida. La excusa que dan es que se trata, una vez más, de un problema de “seguridad” y, demostrando que el cinismo no tiene límites, alegan el “respeto a la privacidad de los inmigrantes”.
Los que han tenido la mala fortuna de pasar por allí sin ser expulsados cuentan la experiencia aún con el miedo en la boca. Guillermo es un inmigrante boliviano al que la Policía encontró sin papeles a principios de este año. Fue encarcelado en un CIE de Madrid. Advirtió que sufría tuberculosis, por lo cual necesitaba continuar con la medicación, pero no le hicieron caso. I. es colombiana. Hace un mes su pareja de 61 años y su sobrino fueron detenidos sin papeles y a pesar de que ella es residente legal no pudo impedir que los deportaran. Antes de marcharse, protagonizaron una dura huelga de hambre que sacudió el CIE de Aluche, en Madrid, a principios de abril, y que terminó con el ingreso de los antidisturbios para poner orden. La organización Red Ferrocarril Clandestino, que ayudó a difundir la huelga de hambre en los medios, recogió testimonios telefónicos de algunos internos que se quejaban de que “no nos dan medicamentos, nos tratan como si fuéramos delincuentes” y afirmaron que los guardias habían golpeado “en sus partes bajas” a “un morenito que está muy mal”. Los huelguistas denunciaban “maltrato psicológico” de los funcionarios policiales, “vejaciones e insultos”. Diputados de Izquierda Unida que en algún momento quisieron comprobar por sí mismos la situación descubrieron que, al igual que ocurre en la mayor parte de los países europeos, ni siquiera los parlamentarios pueden entrar a observar estos centros.
Marche preso
A pesar de todos estos controles, la mayor parte de los sin papeles logra colarse por las fronteras a través de los aeropuertos, según admite el propio Ministerio del Interior. Si una vez dentro tienen la mala fortuna de ser detenidos, a los clandestinos les llega la hora de conocer el otro lado de lo que la prensa local más crítica comienza a denominar “los muros de la vergüenza”: los Centros de Internación de Inmigrantes, CIE. Estos auténticos agujeros negros del estado de derecho vienen siendo criticados desde hace años por las pésimas condiciones en las que mantienen encerrados a los sin papeles, sobre todo si se tiene en cuenta que son personas que sólo han cometido un delito administrativo al violar la Ley de Extranjería.
Según un informe encargado por el Parlamento Europeo a la consultora independiente Steps, llevado a cabo por la experta internacional Sara Prestianni sobre la situación en los CIE, la falta de atención psicológica a los detenidos “aumenta el riesgo de actos desesperados como suicidios o autolesiones”. Aunque cree que estas posibilidades son más altas en los países nórdicos, donde no existe un límite de días para permanecer detenido –en España el máximo era de 40 días y la pasada semana la administración Zapatero lo elevó a 60–, Prestianni sostiene que “toda internación tiene consecuencias muy graves en la vida de las personas, incluso en los casos de un período más corto. Algunas condiciones de los CIE, como el hecho de estar encerrados en celdas sin poder salir y de no comprender muy bien lo que pasa” agravan la situación de los inmigrantes.
A pesar de que las autoridades afirman que la situación en los CIE no es para tanto, el hecho de que sean uno de los secretos mejor guardados del estado español hace presumir lo contrario. De hecho, nunca se ha permitido el ingreso de periodistas a los centros y las autoridades españolas se han negado persistentemente a argumentar por escrito esta medida. La excusa que dan es que se trata, una vez más, de un problema de “seguridad” y, demostrando que el cinismo no tiene límites, alegan el “respeto a la privacidad de los inmigrantes”.
Los que han tenido la mala fortuna de pasar por allí sin ser expulsados cuentan la experiencia aún con el miedo en la boca. Guillermo es un inmigrante boliviano al que la Policía encontró sin papeles a principios de este año. Fue encarcelado en un CIE de Madrid. Advirtió que sufría tuberculosis, por lo cual necesitaba continuar con la medicación, pero no le hicieron caso. I. es colombiana. Hace un mes su pareja de 61 años y su sobrino fueron detenidos sin papeles y a pesar de que ella es residente legal no pudo impedir que los deportaran. Antes de marcharse, protagonizaron una dura huelga de hambre que sacudió el CIE de Aluche, en Madrid, a principios de abril, y que terminó con el ingreso de los antidisturbios para poner orden. La organización Red Ferrocarril Clandestino, que ayudó a difundir la huelga de hambre en los medios, recogió testimonios telefónicos de algunos internos que se quejaban de que “no nos dan medicamentos, nos tratan como si fuéramos delincuentes” y afirmaron que los guardias habían golpeado “en sus partes bajas” a “un morenito que está muy mal”. Los huelguistas denunciaban “maltrato psicológico” de los funcionarios policiales, “vejaciones e insultos”. Diputados de Izquierda Unida que en algún momento quisieron comprobar por sí mismos la situación descubrieron que, al igual que ocurre en la mayor parte de los países europeos, ni siquiera los parlamentarios pueden entrar a observar estos centros.
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Intégrese, coño
“Un fantasma sobrevuela el planeta: el fantasma de la xenofobia” advierte parafraseando a Marx el sociólogo Zygmunt Bauman en su brillante ensayo Liquid loved (Amor líquido). Una advertencia que no tienen muy en cuenta los políticos españoles durante estos últimos tiempos. Si los socialistas han cambiado el guión y se vuelven cada día más duros, los dirigentes del derechista Partido Popular tratan de ir aún más lejos en esta alocada y peligrosa carrera. Una de las regiones más importantes gobernadas por el PP, la Comunidad Valenciana, ha anunciado hace unas semanas que pondrá en vigor el famoso “contrato de integración” propuesto por Mariano Rajoy durante la campaña electoral, un documento de dudosa validez jurídica por el cual los inmigrantes se tienen que comprometer a respetar “las leyes, los principios, las costumbres y tradiciones españolas y valencianas”.
Nadie en el PP ha explicado a qué costumbres se están refiriendo. Algunos con humor negro se preguntan si el contrato incluirá la obligación de saber preparar la paella, típico plato de la región o si, por el contrario, exigirá que los recién llegados vayan a misa, lo que ayudaría a llenar las cada vez más vacías iglesias españolas. Más allá de las bromas, lo cierto es que la medida despertó la indignación de las organizaciones como la Red Sahel, el Foro Alternativo de la Inmigración y la Mesa de Entidades de Solidaridad con los Inmigrantes, que esta semana convocaron una conferencia de prensa, anunciando la recolección de firmas contra el proyecto y una serie de protestas urbanas para dejar claro que no toda la sociedad española participa de la vergüenza.
En diálogo con este periódico, Luis Poveda y Luis Cerrillo, integrantes de estas asociaciones, resaltan el cínico doble discurso que se esconde detrás de esta propuesta, que según ellos “sólo busca criminalizar al colectivo de inmigrantes sin darles ninguna opción a que se integren verdaderamente”. Para ello recurren a un ejemplo demoledor. “Cualquiera que se dé una vuelta por los pueblos marítimos de la provincia de Alicante (N. de la R.: uno de los sitios preferidos para fijar residencia de los jubilados de los países ricos, como Inglaterra, Holanda, Alemania y Francia) sabe que si no hablas alemán no puedes pedirte ni una cerveza” afirman. Una reciente investigación del diario El País demostró que de los cuatro millones de inmigrantes que residen en España, un millón proviene de la propia Unión Europea y son los miembros de este último colectivo los que menos se integran, a pesar de que nadie habla de ellos cuando se sacan a la luz los discursos xenófobos. En muchos pueblos de la costa mediterránea, afirma el matutino, es habitual encontrar supermercados sólo para ingleses, comercios en los que ni siquiera se habla español, kioscos de prensa sin ningún tipo de material en español. “Sería bueno saber –-afirman Poveda y Cerrillo– si el gobierno regional valenciano está pensando en exigirles a ellos también que firmen el famoso contrato.”
A todo esto, la mayor parte de la población, a excepción de un grupo muy reducido de comunicadores e intelectuales, no parece darse cuenta de lo que está sucediendo, o es conscientemente cómplice del nuevo discurso público. En su edición del viernes 9 de mayo El País publicó un durísimo artículo de Soledad Gallego Díaz titulado “El toque de la izquierda”, en el que la prestigiosa columnista se mostraba indignada por el apoyo de España a la propuesta de una nueva directiva europea de inmigración que extiende a 18 meses el límite máximo de detención de los sin papeles en los CIE y permite que sea un funcionario y no un juez el que dicte la orden de detención. “Siempre será mejor soportar una sociedad cínica que unas leyes que legalizan y amparan ese cinismo”, afirma después de lamentarse de que la izquierda haya comenzado a hacer suyo “uno de los argumentos más utilizados por la derecha europea”, el que sostiene que “la mejor manera de que no exista racismo es echar a los negros”. Según todas las evidencias, sus nobles argumentos han caído en un triste saco roto.
Intégrese, coño
“Un fantasma sobrevuela el planeta: el fantasma de la xenofobia” advierte parafraseando a Marx el sociólogo Zygmunt Bauman en su brillante ensayo Liquid loved (Amor líquido). Una advertencia que no tienen muy en cuenta los políticos españoles durante estos últimos tiempos. Si los socialistas han cambiado el guión y se vuelven cada día más duros, los dirigentes del derechista Partido Popular tratan de ir aún más lejos en esta alocada y peligrosa carrera. Una de las regiones más importantes gobernadas por el PP, la Comunidad Valenciana, ha anunciado hace unas semanas que pondrá en vigor el famoso “contrato de integración” propuesto por Mariano Rajoy durante la campaña electoral, un documento de dudosa validez jurídica por el cual los inmigrantes se tienen que comprometer a respetar “las leyes, los principios, las costumbres y tradiciones españolas y valencianas”.
Nadie en el PP ha explicado a qué costumbres se están refiriendo. Algunos con humor negro se preguntan si el contrato incluirá la obligación de saber preparar la paella, típico plato de la región o si, por el contrario, exigirá que los recién llegados vayan a misa, lo que ayudaría a llenar las cada vez más vacías iglesias españolas. Más allá de las bromas, lo cierto es que la medida despertó la indignación de las organizaciones como la Red Sahel, el Foro Alternativo de la Inmigración y la Mesa de Entidades de Solidaridad con los Inmigrantes, que esta semana convocaron una conferencia de prensa, anunciando la recolección de firmas contra el proyecto y una serie de protestas urbanas para dejar claro que no toda la sociedad española participa de la vergüenza.
En diálogo con este periódico, Luis Poveda y Luis Cerrillo, integrantes de estas asociaciones, resaltan el cínico doble discurso que se esconde detrás de esta propuesta, que según ellos “sólo busca criminalizar al colectivo de inmigrantes sin darles ninguna opción a que se integren verdaderamente”. Para ello recurren a un ejemplo demoledor. “Cualquiera que se dé una vuelta por los pueblos marítimos de la provincia de Alicante (N. de la R.: uno de los sitios preferidos para fijar residencia de los jubilados de los países ricos, como Inglaterra, Holanda, Alemania y Francia) sabe que si no hablas alemán no puedes pedirte ni una cerveza” afirman. Una reciente investigación del diario El País demostró que de los cuatro millones de inmigrantes que residen en España, un millón proviene de la propia Unión Europea y son los miembros de este último colectivo los que menos se integran, a pesar de que nadie habla de ellos cuando se sacan a la luz los discursos xenófobos. En muchos pueblos de la costa mediterránea, afirma el matutino, es habitual encontrar supermercados sólo para ingleses, comercios en los que ni siquiera se habla español, kioscos de prensa sin ningún tipo de material en español. “Sería bueno saber –-afirman Poveda y Cerrillo– si el gobierno regional valenciano está pensando en exigirles a ellos también que firmen el famoso contrato.”
A todo esto, la mayor parte de la población, a excepción de un grupo muy reducido de comunicadores e intelectuales, no parece darse cuenta de lo que está sucediendo, o es conscientemente cómplice del nuevo discurso público. En su edición del viernes 9 de mayo El País publicó un durísimo artículo de Soledad Gallego Díaz titulado “El toque de la izquierda”, en el que la prestigiosa columnista se mostraba indignada por el apoyo de España a la propuesta de una nueva directiva europea de inmigración que extiende a 18 meses el límite máximo de detención de los sin papeles en los CIE y permite que sea un funcionario y no un juez el que dicte la orden de detención. “Siempre será mejor soportar una sociedad cínica que unas leyes que legalizan y amparan ese cinismo”, afirma después de lamentarse de que la izquierda haya comenzado a hacer suyo “uno de los argumentos más utilizados por la derecha europea”, el que sostiene que “la mejor manera de que no exista racismo es echar a los negros”. Según todas las evidencias, sus nobles argumentos han caído en un triste saco roto.
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Página/12 Web - Argentina/19/05/2008
PRENSA LATINA - CUBA PARA EL MUNDO
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Prensa Latina - Cuba/19/05/2008
ESCARBANDO...LQ somos.
La palabra ultrajada
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En el principio de los siglos la palabra fluyó oronda y libre por el universo, desde entonces se convirtió en fuente inagotable de creación y es Dios el primero en descubrir su poder.
Con el paso del tiempo la dialéctica de la naturaleza, con sus contradicciones intrínsecas la obliga a evolucionar, transformándola en multiplural y diversa, hechos que la hacen codiciar por los amos del poder.
En su devenir constante y dinámico la palabra enfrentó sus primeras pruebas de fuego en “la torre de babel” hecho que la obligó a dividirse en la aldea global y desde ese momento la palabra vislumbró una serie de talanqueras y alcabalas por las que pasaría la humanidad para entenderse en un lenguaje simple y libre como al principio.
Esta atomización de la palabra, al parecer justa y necesaria, propició el nacimiento de culturas, etnias, religiones y lenguas con aristas diferentes que abrazaron y cobijaron su propio desarrollo.
Durante estos justos y necesarios escenarios evolutivos aparecieron seres humanos que habían aprendido el arte de gobernar con las palabras e impusieron lo que denominaron “sus criterios” para exigir el sometimiento de los otros y organizar lo que para ellos fue su pretensión desde siempre, adueñarse de la aldea y sus aldeanos.
Aparece aquí en esta etapa el estado y la propiedad privada y con el tiempo reinó la intolerancia y la injusticia, hecho que condujo al surgimiento de imperios de todo tipo que se encargaron de sembrar y repartir el bien y el mal a su antojo.
La palabra nunca se ocultó ante este desenfrenado afán de poder, cuentan que a mediados del crecimiento de la humanidad nació la democracia, una palabra clave para reglamentar la convivencia pero al poco tiempo vinieron las dictaduras y recientemente cuentan que llegaron las luchas de independencia.
Hace algunos días la palabra fue violentada nuevamente por jueces de la historia con la complacencia de estados sometidos a los que se tomaron a la palabra desde los primeros tiempos.
En estos días silenciaron a la palabra en nuestra renaciente América, hace unas horas utilizaron a la palabra en el lejano ó cercano oriente para otra ejecución en el patíbulo, pero suceda donde suceda hoy he visto a la palabra llorar inconsolable por la manera en que la ultrajan universalmente los imperios del terror en nombre de la justicia.
En el principio de los siglos la palabra fluyó oronda y libre por el universo, desde entonces se convirtió en fuente inagotable de creación y es Dios el primero en descubrir su poder.
Con el paso del tiempo la dialéctica de la naturaleza, con sus contradicciones intrínsecas la obliga a evolucionar, transformándola en multiplural y diversa, hechos que la hacen codiciar por los amos del poder.
En su devenir constante y dinámico la palabra enfrentó sus primeras pruebas de fuego en “la torre de babel” hecho que la obligó a dividirse en la aldea global y desde ese momento la palabra vislumbró una serie de talanqueras y alcabalas por las que pasaría la humanidad para entenderse en un lenguaje simple y libre como al principio.
Esta atomización de la palabra, al parecer justa y necesaria, propició el nacimiento de culturas, etnias, religiones y lenguas con aristas diferentes que abrazaron y cobijaron su propio desarrollo.
Durante estos justos y necesarios escenarios evolutivos aparecieron seres humanos que habían aprendido el arte de gobernar con las palabras e impusieron lo que denominaron “sus criterios” para exigir el sometimiento de los otros y organizar lo que para ellos fue su pretensión desde siempre, adueñarse de la aldea y sus aldeanos.
Aparece aquí en esta etapa el estado y la propiedad privada y con el tiempo reinó la intolerancia y la injusticia, hecho que condujo al surgimiento de imperios de todo tipo que se encargaron de sembrar y repartir el bien y el mal a su antojo.
La palabra nunca se ocultó ante este desenfrenado afán de poder, cuentan que a mediados del crecimiento de la humanidad nació la democracia, una palabra clave para reglamentar la convivencia pero al poco tiempo vinieron las dictaduras y recientemente cuentan que llegaron las luchas de independencia.
Hace algunos días la palabra fue violentada nuevamente por jueces de la historia con la complacencia de estados sometidos a los que se tomaron a la palabra desde los primeros tiempos.
En estos días silenciaron a la palabra en nuestra renaciente América, hace unas horas utilizaron a la palabra en el lejano ó cercano oriente para otra ejecución en el patíbulo, pero suceda donde suceda hoy he visto a la palabra llorar inconsolable por la manera en que la ultrajan universalmente los imperios del terror en nombre de la justicia.
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LQS. “Extranjero”. Enero de 2007(Actualidad)
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LQSomos/19/05/2008
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