Son cifras oficiales. Afecta sobre todo a familias del sur del país, donde hay tres o más niños, ancianos o madres solteras. Más de 6 millones tiene dificultades para calefaccionar sus casas. Para muchos, es volver a una pesadilla de la posguerra.
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Suenan fuerte las alarmas de la pobreza en Italia, donde las condiciones de vida de las familias empeoran continuamente y crecen las desigualdades sociales como en ningún otro país europeo. La decadencia nacional es un espectro cada vez más concreto. El Instituto de Estadísticas, que estima la población ya en 60 millones de habitantes, dio datos negativos pero hasta finales de 2007. Vale la pena actualizar las tendencias al año que termina y tener en cuenta que en 2008 la situación se ha agudizado. Son unos 3.600.000 los italianos que declaran pasar momentos "con insuficientes recursos para comprar alimentos".
Para muchos habitantes del belpaese los datos estadísticos suenan como una pesadilla que devuelve a los viejos tiempos de la posguerra, aunque entonces había un gran optimismo en el futuro que se vio confirmado en el "milagro italiano" de los años 60.
Ahora, en cambio, el horizonte es decididamente sombrío porque la crisis internacional económica y financiera hace prever que 2009 será el peor en mucho tiempo para los europeos. Ayer circuló una estimación de que en el año que está por comenzar el mundo llegará a los 25 millones de desocupados en las grandes áreas industriales y de los países emergentes, uno de los cuales es la Argentina.
Las familias "viven una fase particularmente crítica", afirma el ISTAT, que hizo una muestra sobre un universo estadístico de 28 mil familias.
Las condiciones de serias dificultades abarcan en particular a los núcleos familiares con tres o más hijos, a los ancianos solos, especialmente mujeres, y a las familias de gente sola, en particular las mujeres divorciadas y viudas.
El 33% de las familias a fines del año pasado dijo que no podía afrontar un gasto imprevisto de 700 euros y son más de seis millones los italianos que tienen dificultades para calefaccionar su propia casa.
En Italia hay un sistema sanitario nacional que paga muchos remedios y la asistencia médica, pero el 11,1% de las familias señala que tiene en algunos momentos recursos insuficientes para pagar los gastos médicos. Sube al 16.8% el número de familias con problemas para comprar la ropa que necesitan.
En el sur, las señales del aumento de la pobreza son mucho más marcadas, con el 22% de las familias "que llega con gran dificultad a fin de mes".
Las regiones más afectadas son Sicilia, Calabria, Campania y Puglia. En el norte, es el Piamonte la región con más problemas sociales y en el centro es el Lazio, con capital en Roma.
Una de cada dos familias tiene un rédito inferior a 2.000 euros, con tres hijos que alimentar.
Crece la desigualdad social en la asignación del rédito. Los aviones de Navidad y Año Nuevo hacia las islas Seychelles y Maldivas están repletos de gente próspera, pero la clase media prefiere evitar los paseos y ahorrar para afrontar la crisis o reducir a entre uno y tres días el viaje en las compañías aéreas a bajo costo. Para ellos, la meta imprevista es Londres, donde la esterlina se ha hundido y en tres meses ha terminado a la par con el euro, convirtiendo a la ciudad más cara de Europa en un paraíso para las compras de fin de año.
La mitad de los italianos que están en la parte baja de la pirámide social no tendrá este fin de año las vacaciones "blancas" en las montañas nevadas que los italianos aman.
Millones de trabajadores temen que cuando pasen las fiestas llegue el presente griego de las cartas de suspensión o despido que las empresas están preparando porque la demanda internacional se ha contraído en forma aguda y la vasta industria italiana se encuentra sin órdenes de compra venidas de lugares vitales como Alemania y China. La desocupación es del 7% pero la crisis podría hasta duplicar el porcentaje.
De Alemania llegó una receta que entusiasma a muchos. La premier Angela Merkel propone a los germanos un sistema de trabajo reducido a tres o cuatro días en las empresas en dificultades y el Estado se hace cargo del resto.
El ministro del Bienestar italiano, Maurizio Sacconi, adoptó el modelo con el eslogan: "Trabajar menos, pero trabajar todos". Con menos paga naturalmente, como han aceptado los sindicatos británicos, dispuestos a ceder 200 libras esterlinas por mes por igual trabajo con tal de no perder los empleos.
Por sorpresa, el líder del reducido partido de Refundación Comunista, Paolo Ferrero, anunció su apoyo al plan del ministro Sacconi y del gobierno conservador de Berlusconi. "Es una óptima idea porque mantiene los puestos de trabajo y reduce el horario de todos", dijo.
El ministro de Bienestar, con el apoyo del premier Berlusconi, dijo que "la idea es la de espalmar una menor carga de trabajo sobre más personas". También circula la idea de los "contratos de solidaridad", con sueldos más bajos pero integraciones del Estado y del sistema de amortiguadores sociales.
"Los italianos están espantados por la crisis", afirma el sociólogo Renato Mannheimer, considerado el "gurú" italiano de los sondeos de opinión. "En realidad, la crisis no nos ha castigado aún en pleno, pero el panorama es más que gris".
Manheimmer cita como positiva la actitud de muchos jóvenes dispuestos a trabajar lejos de casa (la mayoría de los jóvenes italianos viven con sus familias durante muchos años) e incluso a irse a vivir al exterior.
Otra vez toma cuerpo el fantasma de la emigración, que se creía superado.
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