La congregación acepta la paternidad de Marcial Maciel para superar las acusaciones de pederastia y desligarse de su pasado
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JAVIER SALAS
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JAVIER SALAS
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MADRID - La congregación religiosa de la Legión de Cristo quiere darle carpetazo a la historia de su fundador. Soltar lastre. Uno de los movimientos católicos de base que más creció en los últimos años de pontificado de Juan Pablo II no quiere seguir arrastrando las oscuras historias de abusos sexuales de su primer mentor, Marcial Maciel (México, 1920-2008). Anunciar que Maciel llevaba una doble vida les proporciona ahora el mejor de los pretextos para pasar página.
El pasado martes, el diario New York Times revelaba que el actual director general de la congregación, Álvaro Corcuera (México, 1957), se encontraba de gira por EEUU para trasladar a sus miembros la triste realidad: Maciel tuvo una amante, que concibió a su hija ilegítima. Lo hace justo ahora, cuando se cumple un año de su muerte.
"Que renuncien a Maciel es como si el Opus renunciara a Escribá"
A partir de ese instante, no ha habido portavoz oficial del movimiento religioso que no haya hablado con los medios para reconocerlo. "Dolor, tristeza y desconcierto", dijo Paolo Scarafoni, portavoz de la Legión en Roma. Jim Fair, portavoz en EEUU, lo definió como "hechos inapropiados para un sacerdote". "Difícil de comprender", reconoció Rafael Pardo, portavoz español.
En un gesto inaudito, el propio Corcuera se ha dirigido a los Legionarios en una carta en la que reconoce su "sufrimiento" por los errores de su ex guía espiritual. ¿Se trata de una misiva secreta, enviada a los más fiables seguidores del movimiento, de espaldas al público y a los medios? No. El dolido comunicado es en estos instantes lo más visible de la portada de su página web (http://www.legionariesofchrist.org/).
La agencia de noticias Zenit, propiedad de la congregación, publicó el jueves una nota en la que Fair pide "perdón por el escándalo" que han levantado las "debilidades humanas" de Maciel. En cambio, Zenit no ha publicado nunca nada sobre las acusaciones contra Maciel por abusos sexuales, a las que el Vaticano se refiere como "delitos reservados a la competencia exclusiva" de su congregación. Tampoco ha publicado nada sobre la sentencia de noviembre de 2008 en la que por primera vez se condenaba a la directora de un colegio mexicano de la Legión por los abusos sexuales de un profesor de gimnasia a un alumno.
Lejos de Roma
Es evidente que mientras Benedicto XVI siga sentado en el trono de Roma, los seguidores de Maciel lo tienen muy difícil. El Papa no quiere en el Vaticano el tipo de sombras que arrastra el religioso mexicano.
Un golpe muy duro para un movimiento que aspira a actuar "como los jesuítas hace siglos, y susurrar a los oídos de los príncipes de Europa", según publicó el diario Wall Street Journal. En 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe con el entonces cardenal Ratzinger al frente dio por primera vez carta de naturaleza a las acusaciones de pederastia contra Maciel.
Hizo público que habían recibido esas denuncias, que motivaron el inicio de una investigación a partir de 2001. Cinco años más tarde, Maciel evitó que la Santa Sede abriera el "proceso canónico" motivado por Ratzinger al renunciar a la dirección de la Legión. Maciel se libró de ese proceso por la complicidad que encontró en Juan Pablo II, quien decretó la aprobación definitiva de los estatutos de la Legión de Cristo en 2004, en plena investigación. Para el anterior Papa, cuenta el teólogo Juan José Tamayo, "los Legionarios eran un grupo más dentro de su ejército laico".
"Se trata de un hecho completamente excepcional en el mundo de las congregaciones católicas", asegura Tamayo. "Es impensable que un fundador nombre un sucesor: ellos siempre mueren con las botas puestas", defiende. "Renunciar a Maciel es como si el Opus renunciara a Escribá de Balaguer", sentencia Tamayo.
De la santidad al olvido
"Da igual que tenga una hija, lo malo es que abusó de niños"
Aun así, no pudo evitar que se frenara en seco su canonización, para la que estaba dirigida toda su labor. "Como Juan Pablo II, tenía que haber sido santo súbito", asegura Tamayo. Algo imposible con Benedicto XVI y su mano derecha, Tarcisio Bertone, al volante de los destinos de San Pedro. En 2007, el Vaticano se deshizo de un plumazo de los votos privados, que impedían a los Legionarios denunciar a un superior por sus actos. Sin Wojtyla, la Legión se desinfla.
Bertone, secretario de Estado del Vaticano, visitó México, corazón de la congregación, a finales de enero. Allí, se encontró con Corcuera, el sucesor de Maciel. En una semana, el nuevo director viajó a EEUU para anunciar las novedades sobre la vida del fundador.
"¿Debilidades humanas? No tiene sentido lo que está pasando", asegura Patricio Cerda, un ex sacerdote que dedicó 25 años de su vida a la Legión. La dejó hace seis y ahora vende seguros, mientras realiza los trámites para que el ministerio del Interior registre la Asociación de Víctimas de los Legionarios, de la que forma parte. "Para nosotros", recuerda, "Marcial Maciel era un Dios. No es comprensible que de golpe le hayan convertido en un pecador más". "Nos da igual que tenga una hija; eso no es lo malo", denuncia, "sino que abusó de niños".
El pasado martes, el diario New York Times revelaba que el actual director general de la congregación, Álvaro Corcuera (México, 1957), se encontraba de gira por EEUU para trasladar a sus miembros la triste realidad: Maciel tuvo una amante, que concibió a su hija ilegítima. Lo hace justo ahora, cuando se cumple un año de su muerte.
"Que renuncien a Maciel es como si el Opus renunciara a Escribá"
A partir de ese instante, no ha habido portavoz oficial del movimiento religioso que no haya hablado con los medios para reconocerlo. "Dolor, tristeza y desconcierto", dijo Paolo Scarafoni, portavoz de la Legión en Roma. Jim Fair, portavoz en EEUU, lo definió como "hechos inapropiados para un sacerdote". "Difícil de comprender", reconoció Rafael Pardo, portavoz español.
En un gesto inaudito, el propio Corcuera se ha dirigido a los Legionarios en una carta en la que reconoce su "sufrimiento" por los errores de su ex guía espiritual. ¿Se trata de una misiva secreta, enviada a los más fiables seguidores del movimiento, de espaldas al público y a los medios? No. El dolido comunicado es en estos instantes lo más visible de la portada de su página web (http://www.legionariesofchrist.org/).
La agencia de noticias Zenit, propiedad de la congregación, publicó el jueves una nota en la que Fair pide "perdón por el escándalo" que han levantado las "debilidades humanas" de Maciel. En cambio, Zenit no ha publicado nunca nada sobre las acusaciones contra Maciel por abusos sexuales, a las que el Vaticano se refiere como "delitos reservados a la competencia exclusiva" de su congregación. Tampoco ha publicado nada sobre la sentencia de noviembre de 2008 en la que por primera vez se condenaba a la directora de un colegio mexicano de la Legión por los abusos sexuales de un profesor de gimnasia a un alumno.
Lejos de Roma
Es evidente que mientras Benedicto XVI siga sentado en el trono de Roma, los seguidores de Maciel lo tienen muy difícil. El Papa no quiere en el Vaticano el tipo de sombras que arrastra el religioso mexicano.
Un golpe muy duro para un movimiento que aspira a actuar "como los jesuítas hace siglos, y susurrar a los oídos de los príncipes de Europa", según publicó el diario Wall Street Journal. En 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe con el entonces cardenal Ratzinger al frente dio por primera vez carta de naturaleza a las acusaciones de pederastia contra Maciel.
Hizo público que habían recibido esas denuncias, que motivaron el inicio de una investigación a partir de 2001. Cinco años más tarde, Maciel evitó que la Santa Sede abriera el "proceso canónico" motivado por Ratzinger al renunciar a la dirección de la Legión. Maciel se libró de ese proceso por la complicidad que encontró en Juan Pablo II, quien decretó la aprobación definitiva de los estatutos de la Legión de Cristo en 2004, en plena investigación. Para el anterior Papa, cuenta el teólogo Juan José Tamayo, "los Legionarios eran un grupo más dentro de su ejército laico".
"Se trata de un hecho completamente excepcional en el mundo de las congregaciones católicas", asegura Tamayo. "Es impensable que un fundador nombre un sucesor: ellos siempre mueren con las botas puestas", defiende. "Renunciar a Maciel es como si el Opus renunciara a Escribá de Balaguer", sentencia Tamayo.
De la santidad al olvido
"Da igual que tenga una hija, lo malo es que abusó de niños"
Aun así, no pudo evitar que se frenara en seco su canonización, para la que estaba dirigida toda su labor. "Como Juan Pablo II, tenía que haber sido santo súbito", asegura Tamayo. Algo imposible con Benedicto XVI y su mano derecha, Tarcisio Bertone, al volante de los destinos de San Pedro. En 2007, el Vaticano se deshizo de un plumazo de los votos privados, que impedían a los Legionarios denunciar a un superior por sus actos. Sin Wojtyla, la Legión se desinfla.
Bertone, secretario de Estado del Vaticano, visitó México, corazón de la congregación, a finales de enero. Allí, se encontró con Corcuera, el sucesor de Maciel. En una semana, el nuevo director viajó a EEUU para anunciar las novedades sobre la vida del fundador.
"¿Debilidades humanas? No tiene sentido lo que está pasando", asegura Patricio Cerda, un ex sacerdote que dedicó 25 años de su vida a la Legión. La dejó hace seis y ahora vende seguros, mientras realiza los trámites para que el ministerio del Interior registre la Asociación de Víctimas de los Legionarios, de la que forma parte. "Para nosotros", recuerda, "Marcial Maciel era un Dios. No es comprensible que de golpe le hayan convertido en un pecador más". "Nos da igual que tenga una hija; eso no es lo malo", denuncia, "sino que abusó de niños".
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Público - España/07/02/2009
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