La historia de un gigante al que la crisis dejó con los pies de barro

La quiebra de la automotriz General Motors supone la caída del gigante industrial que mejor ha representado el modelo capitalista estadounidense

La quiebra de General Motors (GM) supone la caída del gigante industrial que mejor ha representado el modelo capitalista estadounidense hasta el punto de que en su época de esplendor, la salud de GM se equiparó con la de todo el país.

A principios de los años de la década de 1950, Estados Unidos estaba en la cima del mundo. El país seguía disfrutando la victoria en la Segunda Guerra Mundial y se disputaba el liderazgo con la emergente Unión Soviética.

La maquinaria industrial estadounidense funcionaba a plena capacidad y las factorías de General Motors (que durante la guerra se concentraron en la producción de material bélico) escupían automóviles a una velocidad vertiginosa para satisfacer el sueño americano.

En 1954, su cuota de mercado en Estados Unidos había alcanzado su punto álgido, 54%, y había producido el vehículo número 50 millones. Millones de familias en todo el país dependían económicamente de General Motors.

La ligazón entre GM y el país era tal que en 1953 el entonces presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, nombró al presidente de General Motors, Charles E. Wilson, secretario de Defensa.

Según la biografía oficial del Departamento de Defensa, durante su proceso de confirmación en el Senado, Wilson asoció el futuro de Estados Unidos y General Motors.

Preguntado si como secretario de Defensa podría tomar decisiones contrarias a los intereses de su compañía, Wilson dijo que sí, "porque durante años pensé que lo que era bueno para el país era bueno para General Motors, y viceversa".

Durante décadas, la declaración de Wilson pareció irrefutable. La empresa había sido fundada en 1908 por William Durant y en sus primeros años de existencia engulló otros fabricantes como Buick, Oldsmobile, Cadillac y GMC. Pero la empresa realmente no despegó hasta que en 1923 Alfred Sloan fue nombrado presidente y consejero delegado.

Sloan disparó la cuota de mercado del 12 por ciento al 41 por ciento en 1941 y expandió internacionalmente la compañía estadounidense con la compra de la británica Vauxhall en 1925 y la alemana Adam Opel en 1929.

Cincuenta años después, a principios de los años 1980, General Motors se había convertido en un gigante descomunal, con más de 600.000 empleados en Estados Unidos y otros 250.000 en el resto del mundo.

Pero la compañía que era demasiado grande para caer y que definía lo que era bueno para Estados Unidos empezó a languidecer tan pronto como alcanzó su cima.

Sus ingresos se duplicaron en siete años y pasaron de 62.700 millones de dólares en 1981 a 123.600 millones de dólares en 1988. El fabricante de automóviles se había diversificado para producir desde autobuses hasta satélites y equipos militares.

Cuando Rick Wagoner llegó a la presidencia de GM en el 2000, la suerte del coloso industrial estaba prácticamente decidida gracias al ascenso de los fabricantes asiáticos y la incapacidad del sector del automóvil estadounidense para cambiar.

A principios del siglo XXI General Motors estaba compuesto por un listado impresionante de marcas: Buick, Oldsmobile, Cadillac, GMC, Chevrolet, Vauxhall, Opel, Saab, Saturn, Daewoo y Hummer.

A pesar de todas estos nombres, GM llegó al siglo XXI dependiendo de que los consumidores estadounidenses seguirían comprando eternamente los grandes todoterrenos de los años 1990 y sin estrategia de cambio.

Mientras, Toyota, Honda y Nissan se asentaron en Estados Unidos y le robaron día a día cuota de mercado, dejando al descubierto todos los puntos débiles del gigante.

El ascenso de los precios del petróleo y la crisis económica del 2008 fueron la puntilla final. Los compradores estadounidenses desaparecieron de los concesionarios y las ventas se desplomaron.

Del 2006 y al 2008, sus pérdidas sumaron la increíble cifra de 90.000 millones de dólares y el castillo de naipes en que se había convertido el representante del antiguo capitalismo estadounidense cayó con inusitada velocidad 100 años y 8 meses después de su creación.

La empresa que representó el sueño americano se ha convertido en la imagen de la pesadilla del país.

iProfesional.com - Argentina/01/06/2009

Cumbre del G-20:¿Dicen que fue un éxito?

Sería muy simplista plantear que en realidad en la cumbre no ocurrió nada. Lo más grave de enarbolar posturas de esta especie radica en que conduciría directamente a cerrar toda posibilidad de discusión y análisis sobre las causas. Clausurar la reflexión nos condenaría a la incapacidad de diseñar soluciones. Algo similar ocurre si se opta, como parece estar ocurriendo, por un optimismo infundado.
-
Cristina Fernández y Lula, en la Cumbre del G-20.
-
Por Aníbal Y. Jozami*
-
La última Cumbre del G-20 en Londres aparecía para muchos como el punto de partida de un nuevo orden financiero internacional, que permitiría superar la actual crisis financiera y económica mundial. Estoy entre los que no creían pero hubiesen deseado que eso ocurriera, y los que ahora piensan que nada fundamental sucedió desde la perspectiva de evitar repeticiones.

Por eso, el “quién vigilara a los vigilantes” de Decimus Junius Juvenal, poeta de la Roma anterior a nuestra era, especialista a través de sus 16 sátiras en la crítica a la corrupción de la sociedad romana de su época, se adecua perfectamente a la temática que nos ocupa.

El escenario de tragedia global que viene arrastrando el mundo desde hace más de un año es producto, sino de corrupción en términos de Juvenal, sí de desidia, inoperancia, irresponsabilidad, ineficacia, ignorancia, en diferentes proporciones. Ahora que, por ejemplo, la crisis ya se deglutió más de 50 millones de empleos, la cumbre del G-20 ha sido presentada por sus principales protagonistas como un verdadero éxito, y fuente de esperanzas en la recuperación mundial de la economía.

Las voces que se escucharon luego de los acuerdos alcanzados en Londres ofrecieron un panorama optimista, y algunas llegaron incluso a cierto nivel de euforia indicando que este encuentro podía llegar a atenderse como el punto de partida para la salida de la crisis.

Lamento discrepar con estas interpretaciones optimistas, aunque, en nuestro caso debe alegrarnos que se haya instituido un ámbito de reunión más ampliado, en el que participe Argentina. Sería muy simplista plantear que en realidad en la cumbre no ocurrió nada. Lo más grave de enarbolar posturas de esta especie radica en que conduciría directamente a cerrar toda posibilidad de discusión y análisis sobre las causas. Clausurar la reflexión nos condenaría a la incapacidad de diseñar soluciones. Algo similar ocurre si se opta, como parece estar ocurriendo, por un optimismo infundado.

El primer ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, y el presidente de EE.UU., Barack Obama, enarbolaron el pabellón del más absoluto optimismo. El primero aseguró que la reunión del G-20 hizo posible “el comienzo de un nuevo orden internacional” y el segundo lo calificó de un “hito histórico”. Creo que se trata de dos formas excesivas para calificar el mayor logro de la cumbre, que no ha ido más allá de acordar inyectar un billón de dólares en préstamos adicionales y garantías para financiar el comercio y rescatar a países en apuros económicos. Son números importantes. Indudablemente. No es mi intención negarlo. Pero sí plantear que no es ni siquiera un principio si lo que se quiere es garantizar que crisis como la que sufrimos no se reproduzcan endémicamente, dejando su atroz estela de iniquidades.

¿Por qué soy tan crítico? Sencillamente, no creo que medidas de este tipo, por más rutilantemente que aparezcan en las tapas de todos los diarios del mundo, sean la solución a la crisis. Más bien se me hace que se persiste en el análisis erróneo si se busca exclusivamente la puerta de salida del tembladeral económico y financiero. Ocurre que como pocas veces antes en la historia económica de Occidente, de esta crisis no se sale si, además de intentar diseñar un futuro estable, no se soluciona el pasado. Vale decir: es imprescindible una explicación rigurosa de cómo se llegó a un caos financiero y económico de esa magnitud, de lo contrario la recurrencia de la crisis no será una instancia extraordinaria sino más bien una cuestión cotidiana.

El FMI es, a la vez, una de las principales fuentes de optimismo global post G-20 y uno de los actores en los que mágicamente se han depositado esperanzas.

Se ha dicho que las medidas más concretas de la cumbre fueron las vinculadas a apoyar y reformar al Fondo. Su titular, Dominique Strauss-Kahn, dijo que la institución devino en “una agencia de prevención y manejo de crisis, capaz de salir a dar asistencia a decenas de países al mismo tiempo”. ¿Cómo es que se convirtió al FMI de uno de los máximos responsables de la crisis actual a eventual salvador de la economía mundial? Aparentemente, esta milagrosa transformación proviene de la decisión de triplicar los fondos del Fondo con 750.000 millones de dólares (22 países aportarán 500.000 millones, de ellos 40.000 millones vendrán de China, mientras que otros 250.000 millones serán aportados en la divisa del FMI), para estar a disposición de los 185 países miembros). El Fondo, además, podrá vender reservas de oro para ayudar a los países más pobres. Además, los titulares del FMI y el Banco Mundial serán designados de ahora en adelante por sus méritos y ya no por el acuerdo tácito que atribuía la jefatura del primero a un europeo y la del segundo a un norteamericano.

Todo lo cual, ciertamente, no parece que alcance. Y esto es así porque ninguna de estas decisiones implica revisión crítica alguna del derrotero que condujo a la actual situación de tragedia económica. Dicho en otras palabras, sigue estando ausente la discusión política. La política es la forma que tenemos los seres humanos, desde la Antigua Grecia si se quiere, de buscar unas soluciones en detrimento de otras. Y ese “en detrimento de”, implica privilegiar unos valores y honrar unas prioridades por sobre otras. Y el G-20 no arrojó ninguna definición política sobre cómo se hicieron las cosas en materia de sistema económico financiero mundial en las últimas dos décadas, ni cómo se pretende hacerlas ahora.

Lo cierto es que los que abogaban por instrumentar una drástica regulación del sistema financiero debieron conformarse con la propuesta de instrumentar una módica mayor vigilancia (en relación a la vigilancia actual, que se acercaba peligrosamente a cero) de las operaciones de los fondos de inversión y los diversos instrumentos financieros.

El FMI, erigido ahora en agencia de previsión y manejo de la crisis, bien amerita la pregunta sobre su idoneidad para realizar dicha tarea, y cuáles serán los mecanismos para auditar periódicamente su eficacia. Parafraseando a Adam Smith, se podría decir que estamos dejando en sus manos la “riqueza de las naciones”, pero mucho más importante aún es comprender que el equilibrio social depende de la no reiteración de estos eventos críticos que tienen como primera consecuencia el agravamientote las inequidades.

Más arriba mencionaba como un error persistente la negativa a solucionar el pasado (esto es, los hechos que condujeron al mundo a la actual debacle). Pues bien, en el G-20, dos planteos clave en esta dirección como lo eran el estímulo fiscal coordinado y una mayor regulación financiera apenas fueron incluidos en una suerte de declaración de principios, con un nivel de operatividad y realidad cercana a la nada. Y estos dos aspectos eran de política y de revisar el pasado, porque la falta de ambos en las últimas décadas es parte de la desembocadura en la crisis.

Es un lugar común de los analistas coincidir en las últimas semanas que uno de los grandes ganadores de la Cumbre de Londres fue el FMI, ya que salió de ella con más poder y más dinero. Lo que no deja de ser, en cierta medida, paradójico, ya que difícilmente no se coincidirá con el primer ministro de la India, Manmohan Singh, presente en la reunión, que dijo que “el desequilibrio real en el funcionamiento del FMI ha sido que ha habido demasiada poca vigilancia de los asuntos de los países desarrollados”. Entonces, a modo de corolario, bien vale volver una vez más a Juvenal. Propongo pedirle su duda prestada como forma de evitar nuevas pero reiteradas decepciones de los organismos internacionales en lo que hace al manejo de las crisis globales. Digo esto porque los vicios no son privativos de la Antigüedad. Si es cierto que para pruebas basta un botón, puede pensarse en Madoff, o imaginar si en el marco de un sistema que no se cambia, los nuevos activos triple A de hoy no serán los nuevos activos tóxicos del mañana.
-
*Rector de la Universidad Nacional de Tres de Febrero
-
El Argentino . Argentina/01/06/2009

Elecciones europeas: controvertida política de inmigración

Ante la costa de la isla italiana de Lampedusa, marzo 2009-
Para mucha gente en África y Europa oriental la UE es la “tierra prometida”.
Una política migratoria común es cada vez más necesaria, y la discusión del tema en Alemania plantea sus dificultades.

-
Según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en 2008 arribaron a las costas italianas 37.000 refugiados africanos, y en este año se espera que el número sea aún mayor.
Para enfrentar la situación se creó en 2005 la Agencia Europea para la Cooperación en las Fronteras Exteriores (FRONTEX) cuya labor es tapar las aberturas de los límites externos de la Unión Europea a través de los cuales –especialmente en el Mediterráneo- cada año se introducen miles de inmigrantes al continente.
Los que llegan a Europa a través del Mediterráneo ven en el Viejo Continente la salvación de la pobreza y la guerra, la mayoría de ellos arriesgan su vida en travesías marítimas que compran muy caras a bandas de traficantes; la Unión Europea intenta –hasta ahora con poco éxito- detener esta avalancha humana y el único resultado obtenido es la certeza de que se necesita una política migratoria conjunta que prevea las posibilidades de una migración legal y duradera. El problema es su implementación y prueba de ello son las diferentes posiciones de los partidos políticos.
-
Personal de la agencia Frontex
-
Los cristiano demócratas
El subsecretario del ministerio alemán del Interior, el cristiano demócrata Peter Altmaier, explica que se trata de combatir la inmigración ilegal encarrilándola a una legal: “sabemos que la inmigración ilegal no se puede combatir sólo con métodos represivos, la ayuda local es un elemento muy importante en nuestra estrategia; de todas formas también queremos conseguir una mejor cooperación con los Estados costeros, especialmente con los del norte de África, para que nos ayuden a controlar la avalancha con destino a Europa. Estamos convencidos que una migración legal regulada es mejor que un raudal incontrolado de refugiados”.
-
Los socialdemócratas
En opinión de Lale Akgün, una de las líderes de la fracción parlamentaria de los socialdemócratas, en el futuro se debe invertir mucho más en las políticas de desarrollo. Si Europa quiere menos inmigrantes ilegales debe procurar que las condiciones de vida en sus países de origen sean mejores; y por otro lado se tiene que regular el trabajo de los inmigrantes para resolver la escasez de mano de obra en la UE.
“Para los inmigrantes legales debemos proponernos dos cosas: la primera es la llamada Blue Card, la regulación de la Tarjeta Azul ¿Cuántos inmigrantes altamente calificados deben venir? Y, ¿qué cualificación deben tener? El segundo punto es la Migración Circular, es decir, la gente viene, se queda un tiempo y regresa”.
Karin Kortmann, subsecretaria del ministerio de Desarrollo, considera, por su parte, que progreso y migración van de la mano y por lo tanto se tiene que aceptar la realidad de los inmigrantes provenientes de países en desarrollo ofreciéndoles unas condiciones dignas. “Parte de eso es una movilidad legal que reduzca la ilegal. Ligado a ello van la seguridad y trato digno para los inmigrantes así como ofrecerles perspectivas de desarrollo”.
-
Los liberales
La diputada liberal Sibylle Laurischk, portavoz de su partido para temas de migración e integración, estima que una política de compuertas no resolverá sola el problema. En su opinión, se debe mejorar las condiciones de vida en los países de origen; los controles de Frontex los encuentra pertinentes: “en la Unión Europea requerimos de una revisión de la presión migratoria, la cual se ha convertido en una carga para los países del sureuropeos a los que arriban los inmigrantes por el Mediterráneo. La carga está bastante mal dividida”.
-
Puerto de los Cristianos, Tenerife, noviembre 2007
-
La Unión Socialcristiana
Por su lado, el diputado europeo socialcristiano Manfred Weber rechaza una política de “puertas abiertas” como solución al problema. Exige una lucha decidida contra la inmigración ilegal y plantea que para evitar la muerte de los refugiados en sus peligrosas travesías se requieren patrullas salvavidas de la UE que ayuden en las emergencias. En el mandato de Frontex, en su opinión, debería incluirse la protección a los refugiados.
-
Los Verdes
La agencia Frontex es, en cambio, para la directora del partido de Los Verdes, Claudia Roth, una organización casi paramilitar encargada de repeler a los refugiados en vez de asistirlos. “Tiene sentido tener una agencia como ésta. Debe estar capacitada para ayudar a los seres humanos que requieren de ayuda y refugio”, dice recalcando que ofrecer protección es el principio máximo de los valores europeos. Por ello, así Roth, Los Verdes promueven el refugio como derecho humanitario que garantice el acceso al asilo y no expulse a los inmigrantes a Estados donde no esto no esté garantizado.
-
Die Linke, la Izquierda
La Izquierda condena cualquier tipo de política que conlleve el concepto de una “Europa como fortaleza”, revela Sahra Wagenknecht, diputada europea e integrante de la junta directiva de su partido. Lo importante, según dice, es mejorar las condiciones de vida en los países de los que vienen los inmigrantes. “En nuestro programa electoral hemos formulado claramente que estamos por la reinstauración del derecho de asilo. Éste no sólo ha sido socavado sino que ha sido derogado de facto. Se deporta a los inmigrantes a regiones donde son perseguidos, a regiones en guerra. Una política de asilo así es puro cinismo”.
-
Autor: Sanie Ripperberger
Editora: Mirra Banchón
-
DW-WORLD - Alemania/01/06/2009

El nuevo presidente de El Salvador: Mauricio Funes

Hoy asume la presidencia del país un representante de la izquierda, tras 20 años de gobiernos del partido ARENA de inspiración derechista. Es un momento de gran esperanza y de las más grandes adversidades para el nuevo mandatario Mauricio Funes.
-
José Zepeda Varas
-
El periodista Mauricio Funes se enfrenta al mayor desafío de su vida: que su gran prestigio ganado con análisis oportunos de la realidad nacional sea capaz también de transformar la retórica en actos concretos. Más del 80 por ciento de la población salvadoreña cree que sí es posible. Esta inmensa confianza señala las expectativas que ha logrado despertar Funes. Es urgente que el gobierno entrante explique con claridad a la gente que ningún milagro alcanza para cubrir tanta esperanza. Caso contrario se corre el riesgo de que los éxitos que se alcancen suenen siempre a poco.

¿Cuáles son las prioridades? Las dos mayores son la crisis económica y la seguridad ciudadana. Las que le siguen son la función del Estado y los políticos.

El Estado salvadoreño adolece de insolvencia económica derivada de las gestión del gobierno saliente. Las arcas no alcanzan a sumar 50 millones de dólares en un país que tiene un gasto social entre un siete y un ocho por ciento por año, en circunstancias que la región latinoamericana se ubica el 13%. Las cifras son pesadas pero necesarias: seis de cada diez salvadoreños es pobre (58%) Para solventar las severas carencias en Educación y Salud el Estado debería invertir, en los próximos años, 700 millones de dólares anuales.

Los recursos son escasos en una economía que vive, principalmente, del café y la azúcar.
Las organizaciones no gubernamentales y la ayuda internacional al desarrollo serán claves para este gobierno. Pero la solución perdurable no vendrá del exterior, y serán las autoridades y el conjunto de la sociedad las únicas responsables de enfilar o no al país por el camino de la reforma económica, la transparencia, y la puesta en práctica de estrategias comerciales que ayuden a la integración de nación en el proceso constante de globalización económica. La reducción drástica de las remesas que envían los casi dos millones salvadoreños que viven fuera del país afecta gravemente a los sectores más débiles. Desde comienzos de los años noventa los emigrados han enviado a sus familias una cantidad total superior a los 30 mil millones de dólares. Y hoy representan el 18 por ciento del PIB.

Violencia
En El Salvador matan a doce personas cada día. El crimen organizado, las pandillas llamadas Maras, y la delincuencia común han creado zozobra nacional y amenazan con poner en jaque al país si no se cambia, a la brevedad, una estrategia basada exclusivamente en la represión por otra que combine los recursos policiales con la creación de oportunidades para los excluidos. Según numerosas organizaciones de derechos humanos es en la prevención donde está parte sustantiva de la solución.

El Estado al servicio del pueblo
El Estado salvadoreño ha sido patrimonialista, es decir, ha funcionado exclusivamente para algunos sectores vinculados al poder económico y político, y ha empleado la coerción y la represión para el resto mayoritario. El Estado precisa recuperar su autonomía y transformarse en un instrumento al servicio de todos. El fortalecimiento institucional de un Estado que atiende y protege al conjunto de la sociedad contribuye a una mayor democratización nacional.

En el caso de los políticos el gobierno de Mauricio Funes tiene en el poder legislativo a una oposición fuerte, indispuesta al cambio en las relaciones de poder, y propensa a satanizar a la izquierda como la causante de todos los males. Una oposición con muchos empresarios sin cultura social, y desconfiada de las credenciales democráticas del FMLN como si este partido no hubiese funcionado dentro del sistema en las pasadas dos décadas.

Pero a nadie escapa que dentro del gobierno existen tendencias políticas que quisieran poner en marcha viejas aspiraciones ideológicas, avanzar mucha allá de lo que buenamente desea y puede el presidente para con su país. Son aquellos que ven en la reforma una traición, en el paso a paso una debilidad revolucionaria. Continúan sin entender que el eslogan electoral de Funes sigue siendo válido: Cambio seguro

Saldar cuentas con el pasado
En esta hora inédita de posibilidad de un cambio inimaginable hasta hace pocas horas saltarán a la arena otros temas capitales como los vinculados a los acuerdos de paz de 1992, o el esclarecimiento del asesinato monseñor Óscar Romero o el cumplimiento de las siguientes recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que están pendientes desde hace nueve años:

1. Realizar una investigación judicial completa, imparcial y efectiva, de manera expedita, a fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales de las violaciones establecidas en el presente informe, sin perjuicio de la amnistía decretada.

2. Reparar todas las consecuencias de las violaciones enunciadas, incluido el pago de una justa indemnización.

3. Adecuar su legislación interna a la Convención Americana, a fin de dejar sin efecto la Ley de Amnistía General.

Es hora de esperanza, de idealismo, pero es, al mismo tiempo, hora de enfrentar enormes desafíos, que van a requerir inteligencia democrática, lucidez para avanzar dentro de la ley sin renunciar a la necesidad de cambios. Funes encarna todas esas expectativas.
-
-
Radio Nederland . Holanda/01/06/2009

América Latina, ¿cambio demográfico sin cambio social?

Pedro Reques Velasco*
-
Los países de América Latina comienzan a celebrar los 200 años de su independencia. Es momento para la reflexión y el balance de un subcontinente que comparte territorio e historia pero está lejos de conformar en el plano demográfico, social, político y económico, un conjunto homogéneo.

Territorialmente la distribución de la población es muy desequilibrada y presenta una marcada litoralización. La región se presenta como un espacio muy urbanizado si bien con una acusada tendencia a la macrocefalia en la mayor parte de sus países, sostenido en un sistema urbano poco equilibrado de tipo dendrítico, heredero del viejo sistema colonial, plasmado en un modelo socialmente dual, una fuerte segregación residencial y una urbanización no controlada en el que los asentamientos informales, carentes un alto porcentajes de ellos de servicios básicos, adquieren importancia creciente.

La tasa de crecimiento demográfico de Latinoamérica a lo largo de los últimos dos siglos ha sido superior siempre al promedio del conjunto de mundo, lo que la ha permitido pasar de 24 millones de habitantes en 1800 - (1) se calcula contaban con unos 60 millones de habitantes en el momento de la conquista - a unos 577 millones en la actualidad, por lo que su peso relativo en el mundo que era tan sólo del 2% en 1800 alcanza casi el 8,6% en la actualidad.

La población del subcontinente ha experimentado en las últimas décadas cambios, sin duda positivos, que no deben hacernos olvidar diversos factores de vulnerabilidad socio-demográfica que marcarán su futuro. El principal cambio es el incontestable -aunque desigual- proceso de modernización demográfica, traducido en una reducción de la fecundidad.

Por lo que respecta a la mortalidad (que presenta una fuerte heterogeneidad en los países de la región), ésta ha experimentado en la segunda mitad del siglo XX una fuerte caída que se ha traducido en una alta esperanza de vida (73 años). El descenso de la mortalidad ha favorecido fundamentalmente a las edades tempranas: la tasa de mortalidad infantil ha descendido fuertemente en todos los países si bien, de nuevo, con grandes diferencias por países (los extremos van del 5,7 por mil de Cuba al 58 por mil de Haití)

Entre los factores de vulnerabilidad ligados a la dinámica demográfica han de ser señalados el joven y muy diferenciado socialmente patrón de la fecundidad, la importancia creciente del aborto inducido, la reproducción de la población en edades tempranas, la fecundidad no deseada y la importancia creciente del aborto a ella ligada.

Los factores de vulnerabilidad socio-demográfica que aparecen el horizonte próximo en relación con la mortalidad son la importancia notable de las muertes asociadas a la maternidad (en Latinoamérica 190 por cada 100.000 nacidos vivos, en Norteamérica, tan sólo 11) o el rebrote de enfermedades por causas transmisibles como el VIH/sida, el cólera, el dengue, el hantavirus o la tuberculosis, consecuencias última de la pobreza y el hacinamiento urbanos.

Desde el punto de vista de la estructura demográfica, América Latina está experimentando un envejecimiento gradual de la estructura por edades, que se acentuará en el futuro próximo: del miedo a la explosión demográfica en los años sesenta del siglo XX el subcontinente ha pasado al miedo al envejecimiento en la actualidad en un contexto de debilidad de sus Estados de bienestar y de sus sistemas de protección social.

Finalmente las migraciones, muy diferenciada por género y por países, juegan en el subcontinente latinoamericano un importante papel: la región, espacio histórico de acogida, se ha convertido, en las últimas décadas, en uno de los principales focos de emigración, y se convertirá, si la crisis económica profundiza sus efectos, en espacios de refugio y supervivencia para millones de personas que un día decidieron emigrar, fundamentalmente a América del Norte o a Europa.

Si en el económico la década de los ochenta ha sido una década perdida para el crecimiento del subcontinente, la década de los noventa ha sido la década perdida para la equidad. América Latina no debe convertir los años que llevamos de siglo XXI en la década perdida de la globalización y de la internacionalización de su economía, debe aprovechar la ventana de oportunidad que el dividendo demográfico todavía le ofrece, siempre que la economía global y regional tenga capacidad suficiente para, superada la actual crisis económica, generar empleo productivo al ritmo que el crecimiento de la mano de obra está exigiendo.

*Pedro Reques Velasco. Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Cantabria
-
(1) Que ocurrio con los 36 mllones restantes
-
Cinco Días - España/01/06/2009

OBAMA, THE POPULIST

OBAMA PRESENTO UNA LEY PARA REGULAR LAS TARJETAS DE CREDITO Y ALIVIAR A LOS SECTORES POBRES
Página/12 en Estados Unidos: La nueva ley de regulación de tarjetas de crédito, las nacionalizaciones y el rescate con fondos estatales de las compañías automotrices llevaron a los republicanos a calificar de populista al presidente norteamericano. El principal vocero mediático de la derecha no duda en llamarlo “Barack Perón” y su esposa Michelle ya se ganó el mote de “la Eva Perón de nuestro tiempo”

El más populista, según los conservadores
La nueva ley de “derechos de los consumidores con tarjetas de crédito” favorecerá a miles de trabajadores endeudados y tiende a regular el consumismo desmedido. Los grupos conservadores ya comenzaron a calificar a Obama de populista.

-
Por Ernesto Semán/Desde Nueva York
-
La nueva ley de Barack Obama aliviará las presiones financieras a más de 45 millones de trabajadores
-
A quien quisiera verlo, Dios le envió dos claras señales a la puerta de su casa alertando sobre la crisis que se iba armando en los Estados Unidos. La primera fue cuando la oferta de flamantes tarjetas de crédito saturó los buzones de consumidores que a duras penas podrían cumplir las condiciones que aceptaban de inmediato a lo largo y ancho del país. La segunda fue cuando, súbitamente, esas invitaciones para sumarse sin costo alguno al mundo del consumo desapareció de la correspondencia de cada día. Pocas historias expresan la sobreexpansión del consumo de los últimos 15 años tan bien como el círculo perfecto del auge y colapso del consumo con tarjeta, antesala de la crisis más importante desde la Depresión. De ahí que el presidente Barack Obama haya hecho de la regulación de las tarjetas de crédito su primera ley importante por fuera del paquete de estímulo. Y de ahí que valga la pena preguntarse si la misma ley que firmó la última semana aliviando las presiones financieras para millones de trabajadores, al mismo tiempo no está generando las mejores condiciones para repetir los mismos pasos que condujeron al colapso.

Obama presentó la ley (“declaración de derechos de los consumidores con tarjetas de crédito) el viernes último, montado sobre un apoyo casi unánime del Congreso y las asociaciones de consumidores. No es poca cosa para un gobierno cuyo vicepresidente, Joe Biden, ha sido el más férreo defensor de las compañías de tarjetas de crédito (en su mayoría con sede legal en su estado, Delaware). Hasta la cadena Fox, quizás el enemigo más articulado al gobierno de Obama, dio a entender su apoyo a la ley, “porque al fin y al cabo, el populismo es como las agujas de un reloj descompuesto, que aunque no funcione da la hora exacta dos veces al día.” Tanta unanimidad y tan poca resistencia deberían servir para despertar sospechas sobre sus alcances. En verdad, la ley sólo es imaginable en el clima del último año, más simpático a la intervención directa del Estado y a la mayor regulación de la vida económica, pero tiende a controlar una variedad de abusos difíciles de defender. A Obama le permite arrancar con un gol de ventaja para encarar en el verano norteño reformas que serán infinitamente más difíciles, sobre todo las referidas al sistema de salud.

La ley, que entra en vigencia a lo largo de este año, limita los tiempos y montos en los que las compañías pueden incrementar los intereses sobre las deudas con tarjeta, extiende y facilita las formas de pago de las mismas, pone condiciones a las penalidades contra los morosos y permite a éstos agrupar sus deudas de la forma más económica (es decir, en función de las tasas más bajas). Más allá de las deudas, también obliga a las empresas a una mayor información sobre sus costos y establece más límites para el otorgamiento indiscriminado de tarjetas a menores de 21 años, un nicho privilegiado del mercado de tarjeta, justamente por su propensión a endeudarse.

La nueva ley mejora la estructura de gastos de millones de endeudados, en su enorme mayoría trabajadores. Esta semana, el gobierno difundió hasta el hartazgo el dato de que el 80 por ciento de los norteamericanos tienen tarjetas de crédito, y cerca de la mitad acarrea deudas de distinto tipo. Mirado de cerca, el mapa es un poco menos catastrófico. Las tarjetas con deuda llegan al 45 por ciento del total de tarjetas, y aunque la deuda promedio es de 9000 dólares, la media ubica al 50 por ciento de esas deudas cerca de los 2000 dólares. En blanco sobre negro, sólo un 15 por ciento de los norteamericanos tienen tarjetas con deudas superiores a los 2000 dólares, algo que difícilmente pueda ser descripto como una catástrofe nacional. Para esos 45 millones de norteamericanos, los beneficios de esta ley son inmediatos. Y también lo serán para otros tantos millones que destinan parte de sus ingresos a pagar tasas y adicionales que las compañías incluyen en la ya famosa letra chica del contrato. Pero para la economía norteamericana en general, el impacto del endeudamiento para adquirir propiedades, autos y educación es muchísimo mayor.

La regulación de las tarjetas, más bien, puede ser una oportunidad para revisar en el largo plazo las pautas de consumo generales que mueven a los Estados Unidos, marcadas por un sistema de ofertas que no invita a ahorrar en las compras sino a gastar más de lo previsto. No es casual que la otra papelería que satura los buzones y que ha sobrevivido a la desaparición de las tarjetas son los cupones, un mundo de talonarios que permiten comprar con descuentos en negocios de todo tipo. En cualquier casa norteamericana que se precie, la conversación sobre un nuevo televisor, un juego de platos o una cena afuera sólo prospera cuando se despliegan sobre la mesa una multitud de cuponcitos que en su conjunto pueden reducir hasta un 30 por ciento del precio del producto en cuestión.

El funcionamiento de los cupones en la economía doméstica es similar al de los incentivos que ofrecen las tarjetas: empieza por incrementar la capacidad de compra del salario real con descuentos y ofertas y termina por destruirlo mediante un incremento del consumo y una disminución de la capacidad de ahorro. En una perversión intrínseca al calvinismo norteamericano, lo que inicialmente aparece como una forma de consumo prudente y ahorrativa, sigue con un foco en cuidar la capacidad de compra de los ingresos y termina por erosionar la prudencia inicial en favor de una expansión del consumo por arriba de lo originalmente previsto. No por nada la empresa Valpak (una de las grandes distribuidoras de cupones en Nueva York) se vanagloria de que el término “coupons” registre más búsquedas en Google que “Britney Spears,” el nombre propio que reina entre los buscadores de Internet.

La verdad es que para Obama lidiar con la voracidad del consumo puede resultar mucho más difícil que regular las tarjetas. En el acto del viernes, el presidente dijo que la nueva ley “no significa un apoyo” a aquellos que “han incurrido en un gasto imprudente” al “comprar más que lo que pueden pagar... Quiero ser claro en esto: no perdonamos ni condonamos a aquellos que han actuado irresponsablemente”. Es decir, a los beneficiarios inmediatos de la ley. La muletilla obamiana se monta sobre una idea que difícilmente él comparta, según la cual todos ingresan al mercado y toman sus decisiones de consumo con igual grado de libertad e información. Y se hace eco, de paso, de una gran cantidad de voces que predicen que el colapso de este año cambiará por sí mismo los patrones de consumo norteamericanos a favor de mayor prudencia y menor despilfarro.

La ilusión de que el efecto disciplinador de una crisis es más poderoso que la imponente tendencia a reproducir las mismas conductas es común en estos casos. Lamentablemente, países expertos en crisis recurrentes como la Argentina muestran un futuro menos esperanzador. Bajo una variedad de regímenes en los ‘80, los ‘90 y el 2005, siempre alcanzaron unos pocos meses de estabilidad y recuperación del salarial real para descubrir súbitamente una necesidad casi física de reequipar el living familiar, incorporar la filmadora al blog del joven emprendedor o adquirir el iphone aun antes de que en la Argentina funcione. Lo que en Estados Unidos se llama “coupons” en Argentina se llama comprar en el exterior: al amparo de la apertura promovida por el Estado, o eludiendo las regulaciones que el mismo procure imponer, centenares de miles se vuelcan periódicamente a adquirir en Miami o Nueva York bienes más baratos que en Buenos Aires, a fin de poder expandir el consumo más allá del cálculo original. Si de algo sirve la experiencia de reincidir rutinariamente en crisis económicas, es para saber que no importa cuán mal se vean las cosas, siempre se puede estar peor.

-
Por E. S.
-
Página/12 Web - Argentina/01/06/2009

ESCARBANDO en LQ Somos

El gobierno de Corea del Norte explica las razones de sus pruebas nucleares
-
Por: Admin Edu
-
El doble rasero de los EE.UU. es evidente en toda su política internacional. Mientras ese país almacena miles de ojivas nucleares, realizando pruebas dentro y fuera de su territorio, y siendo la única nación que las ha usado contra otros pueblos, acusa a la RPD de Corea de ‘provocadora’ y ‘peligrosa’ nación que actúa contra la opinión pública internacional.

Segunda prueba nuclear subterránea de la República Popular Democrática de Corea
La República Popular Democrática de Corea tiene derecho soberano al desarrollo de su defensa.
Otras potencias nucleares como Francia o Israel realizan ensayos de mucha más magnitud y de forma regular sin recibir ningún tipo de condena.

El problema es que esa ‘opinión pública internacional’ es una metáfora que en realidad se refiere a la propaganda imperialista e unilateral de la Casa Blanca, que se cree con la potestad de representar la voz de todos los pueblos y con el derecho de imponer su cultura y economía al resto de naciones.

Las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU no importan en absoluto a la RPD de Corea, que considera a dicho estamento una excusa de las superpotencias para justificar sus propios planes político-estratégicos (como la invasión de Irak o la propia Guerra de Corea).

Como consecuencia del comunicado del Consejo de Seguridad de 13 de abril de 2009, en que se condenaba el lanzamiento del satélite artificial civil Kwanmyongsong-2, nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores declaró nulas las conversaciones a seis bandas, puesto que es absurdo proseguir en conversaciones de paz y acercamiento con los EE.UU. mientras estos siguen imponiendo sanciones y violando el derecho básico de nuestra República.

Los EE.UU. deben saber que la RPD de Corea jamás se someterá a un proceso de sumisión.

EE.UU. debe aprender a respetar y tratar como un igual a nuestro Gobierno.

La RP D de Corea desea la paz, pero no se arrodillará ante EE.UU. para conseguirla.

El Ejército y pueblo del país están listos tanto para la paz como para la guerra.

Las sanciones de los EE.UU. son tan antiguas como la creación de la RPD de Corea. Nuestro país ha vivido bajo sanciones continuas y puede seguir viviendo con ellas.

La Guerra de Corea entre EE.UU. y la RPD de Corea se detuvo tras la firma del armisticio del 27 de Julio de 1953. Esto representa que las dos naciones se encuentran, todavía, técnicamente en Guerra. El Gobierno de la RPD de Corea lleva muchos años intentando substituir el acuerdo de armisticio por un tratado de paz definitivo, pero el Gobierno Norteamericano se ha negado hasta ahora. Esto sólo puede obedecer a que Washington se reserva el derecho de reanudar la invasión contra el Norte de Corea, por lo que cualquier campaña propagandística de la administración Obama será completamente ignorada si no está fundamentada en hechos reales de aproximación.

Como se ha señalado regularmente a través de las agencias de noticias oficiales, el desarrollo nuclear de la RPD de Corea es puramente defensivo/disuasivo, y ha demostrado ser la única salvaguarda del país frente a la agresión imperialista (recordemos como el ex-Presidente George Bush pasó de una postura bélica a una política de acercamiento en sus últimos año de mandato tras la RPDC declararse estado nuclear).

Los EE.UU. son los primeros interesados en que la RPD de Corea no disponga de tecnología nuclear, ya que temen que este material pudiera venderse a otros países u organizaciones.

La RPD de Corea es una nación mucho más estable e unida que los EE.UU., por eso no existen actos terroristas o posibilidades de filtración científica, y es nuestra política invariable el rechazo del terrorismo y no facilitar tecnología nuclear a terceros.

La RPD de Corea recuerda que son los EE.UU. son los primeros productores y exportadores de armamento en el mundo, que han financiado decenas de guerrillas e invasiones ilegales y que tienen literalmente ocupada Corea del Sur desde el 1953 con sus bases militares, desplegando más de 30.000 soldados, submarinos, bombarderos y navíos con misiles nucleares.

Son los EE.UU. los únicos que amenazan la paz en la península Coreana , aun así intentan criminalizar a la RPDC para evadir su responsabilidad.

Mientras EE.UU. continúe su política exterior de arrogancia y presión, la RPD de Corea continuará su propio camino, realizando tantas pruebas defensivas de misiles y nucleares como crea pertinentes.

Alejandro Cao de Benós de Les y Pérez

Delegado Especial, Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero

Gobierno de la RPD de Corea. Mayo de 2009
-
LQSomos/01/06/2009

ARTÍCULOS MUY INTERESANTES

Allan McDonald
-
Economía
El Plan de Bilderberg para 2009
-
Conocimiento Libre
-
Cultura
Entrevista a la escritora y periodista Elena Poniatowska
“Los países de América Latina deberían volver la vista hacia ellos mismos, no a los EEUU”
Mario Casasús
-
Palestina y Oriente Próximo
Israel pretende ahora convertir en delito la conmemoración de la Nakba, el holocausto palestino
-
Economía
-
Mentiras y medios
-
EE.UU.
La tortura y la conciencia estadounidense
-
Economía
Sobre el libro "La crisis financiera: Guía para entenderla y explicarla", de Juan Torres
No lea libros de economía
Luis García Montero
-
Rebelión/01/06/2009