Al rey Baltasar se le apagó la estrella
Baltasar Garzón volvió a jugar al gato y el ratón, pero esta vez perdió. Una novedad. Hasta la fecha él había hecho de gato. Eso le permitía marcar las reglas de juego y ganar siempre o casi siempre. También influyó en sus victorias que en muchas de las partidas tuviera al árbitro a su favor. «Acaso pensaban que no íbamos a atrevernos», dijo uno de ellos en 1998. Así era más fácil. Sobre todo si de ratón hacían independentistas vascos. Encarceló a la Mesa Nacional de Herri Batasuna, que al final fue absuelta. Cerró «Egin», aunque el Tribunal Supremo dijo luego que al difunto no había que haberlo matado. Inventó el «todo es ETA», para más tarde decir que no era cierto y después volver a desdecirse.
Quienes saben de leyes dicen que era un mal instructor. Y lo demostró hasta en su última jugada. Esta vez su papel era el de ratón y trataba de escapar. Un juez del Tribunal Supremo le agarró por la cola. Tan acostumbrado estaba a que el fin justificara sus medios que no reparó con quién se estaba metiendo: con la derecha española, los demócratas de toda la vida...
Intentó defenderse hasta el último momento. Un gato panza arriba tiene alguna oportunidad. Un ratón, ninguna. La astucia del roedor, su empatía con el público, sólo funciona en los dibujos animados. Quiso buscar una escapatoria de última hora hacia La Haya. Tarde. El Tribunal Supremo corrió más. Intentó una jugarreta desesperada, pidiendo la nulidad del auto de apertura del juicio oral, y el Consejo General del Poder Judicial ni se inmutó. Suspendido.
Sus defensores dicen que hay algo personal contra él. Que se ha enfrentado al poder y ahora lo está pagando. Otros se preguntan: ¿Cuándo se ha enfrentado Garzón al poder? ¿Cuando se presentó por el PSOE para ser ministro? ¿Cuando en 1994 reactivó por despecho el caso GAL contra un PSOE que ya estaba en las últimas? ¿Dónde están aquellos acusados? ¿Se enfrentó al poder cuando miró hacia otro lado ante las denuncias de torturas? ¿Cuando se ha codeado con banqueros y empresarios?
Hay dudas sobre la justicia de abrir un proceso contra Baltasar Garzón por su mala instrucción en el caso de los crímenes del franquismo. Pero las dudas sobre la justicia de las actuaciones en las que se ha visto implicado son una constante en su carrera. Sólo que esta vez está al otro lado de la mesa. No se sienta en el sillón del juez, sino en el banquillo de los acusados y desde ahí las cosas se ven de otra forma.
El TPI tendrá que esperar
La suspensión del juez tuvo efecto inmediato y va para largo. Si fuera absuelto del delito de prevaricación por la causa de las fosas, todavía tiene otros dos casos abiertos en el Supremo.
El martes, Garzón pidió una especie de excedencia para irse de asesor del fiscal al Tribunal Penal Internacional (TPI). Su intención era que se la concedieran antes de suspenderle, con lo que evitaría esa humillación. Pero el Tribunal Supremo dictó el miércoles la apertura de juicio y un grupo de miembros derechistas del CGPJ exigieron que se convocara para ayer el pleno que, aplicando la ley, lo suspendió de funciones.
Conocida la suspensión, la permanente del CGPJ se reunió por la tarde para ver si era posible concederle la situación de servicios especiales. Decidieron que es preciso informar al fiscal del TPI de la nueva situación del juez y que diga si, aún así, lo quiere de asesor. También quieren saber la opinión del Supremo y otros informes.
El ratón sigue cogido de la cola por el gato. «El hombre que veía amanecer» tendrá ahora tiempo para dormir más y disfrutar de su nieta recién nacida.causas abiertas
Las causas que el juez deja abiertas -como la referida de la redada del 13 de octubre por la que mantiene encarcelados a Otegi, Rodríguez, Zabaleta y Jacinto- quedarán en manos de Santiago Pedraz hasta que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) saque a concurso su plaza.
Sonrisas y lágrimas al dejar la Audiencia Nacional
Veintidós años después de que las cruzara por primera vez como magistrado, un emocionado Baltasar Garzón salió por las puertas de la Audiencia Nacional dedicando sonrisas de agradecimiento a sus compañeros que le ovacionaban con aplausos, aunque no pudo evitar la emoción al despedirse de ellos.
En la escalinata de ingreso le aguardaban una treintena de funcionarios y compañeros, entre ellos los magistrados Fernando Andreu y Santiago Pedraz, que irrumpió en aplausos cuando apareció el magistrado. También un grupo de simpatizantes, entre ellos Cristina Almeida, recibió al «juez estrella» al grito de «Garzón, amigo, el pueblo está contigo» o «Envidiosos, miserables».
Aunque su intención era introducirse en el coche oficial junto a su esposa, Rosario Molina, después de hacer un breve gesto de despedida con la mano, el juez bordeó el vehículo y comenzó, con lágrimas en los ojos, a abrazar efusivamente a sus compañeros. Luego saludó también a los manifestantes.
Desde que se conoció la suspensión por parte del CGPJ, las entidades y personas que en estas últimas semanas han apoyado a Baltasar Garzón se volcaron en su defensa. Otros destacaron que se ha cumplido la ley, que ha de ser igual para todos.
Fuente: GARA
inSurGente/15/05/2010
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