Diez acontecimientos que cambiaron el mundo
(Parte V)
Ricardo Ribera 25-12-2006 / El Faro
5.- La ofensiva del Tet en Vietnam
1968 significó un punto de inflexión en la guerra de Vietnam, señalando un antes y un después. La presencia militar norteamericana estaba en esa fecha en su punto más alto: 536 mil soldados. Sin embargo, la ofensiva guerrillera del mes de enero, coincidiendo con las festividades del Tet que marcan el inicio de la época lluviosa en el trópico vietnamita, cambió la tendencia a la escalada militar y a partir de ese momento Estados Unidos buscará la forma de retirarse. El fracaso del intervencionismo imperial se ha hecho patente e insostenible.
El involucramiento estadounidense en el conflicto vietnamita comenzó en 1961 con la Administración Kennedy, quien invocó la “teoría del dominó”: si todo Vietnam cae en manos comunistas, caerá toda Indochina y le podría seguir el resto de Asia; con ello el comunismo se volverá imparable. Lo que estaría en juego, según dicha visión, sería “la defensa del mundo libre”. Hasta 1965 la estrategia norteamericana se basaba en el envío de “asesores” militares y grandes volúmenes de pertrechos bélicos al gobierno pro-occidental de Vietnam del Sur, enfrentado a una guerrilla que apoyaba el régimen comunista de Vietnam del Norte. La reunificación del país prevista por los acuerdos de Ginebra tras la retirada francesa de Indochina en 1956 se había frustrado con el golpe militar que impuso un gobierno de la minoría católica en Saigón, en un país budista en su gran mayoría. En 1964 Estados Unidos incrementó a 23 mil efectivos su presencia y en 1965 ésta ya alcanzaba la cifra de 184 mil soldados. La superpotencia se había metido en una trampa (“empantanamiento” fue la expresión utilizada por los críticos) a la que no hallaba más salida que proseguir en su escalada bélica. De 25 mil ataques aéreos en 1965 se había pasado a 180 mil en 1967; las 63 mil toneladas de bombas lanzadas en 1965, para 1967 se habían convertido en 226 mil. Al final de la contienda Estados Unidos habría arrojado cuatro veces más explosivos que en toda la segunda guerra mundial.
El optimismo oficial norteamericano de los primeros años, basado en su superioridad tecnológica y militar, había ido desvaneciéndose ante una guerra irregular en la que el conocimiento del terreno y el apoyo de la población resultaban factores decisivos. Si el general Maxwell Taylor había enunciado eufórico un planteamiento vencedor, basado en “las tres M” (Men, Money, Material; hombres, dinero, material de guerra) la realidad lo había desmentido y su sucesor en el terreno, el general Westmoreland, anunciaba una estrategia mucho más sombría: “regresar Vietnam a la Edad de Piedra”. Pero en verdad, Estados Unidos estaba limitado por las características de un conflicto en el Tercer Mundo, con una potencia no nuclear y presionado por la opinión de sus aliados y la del público. Le era vedado utilizar el arma atómica o invadir Vietnam del Norte.
Sus esfuerzos por “pacificar” el país enfrentaban la fiera determinación del Frente de Liberación Nacional, FLN, al que la propaganda estadounidense denominaba “vietcong” (comunistas vietnamitas). No todos lo eran: había un fuerte componente nacionalista en su lucha, la de una nación invadida por un ejército extranjero, situación que no podía sino considerar como continuación de la opresión colonial. Se correspondía con el concepto de “guerra patriótica de todo el pueblo” que guiaba a las tácticas del general Giap, el máximo jefe militar de Vietnam del Norte, estratega de la victoria sobre Francia y ahora de la guerra contra el imperialismo estadounidense. Para el pueblo viet ésta no era sólo parte de la confrontación propia de la guerra fría entre el socialismo y el capitalismo; también estaba en juego la dignidad e independencia de su país. La inmolación de monjes budistas exigiendo la retirada de Estados Unidos lo demostraba de manera rotunda y descalificaba la propaganda anticomunista con que la gran potencia justificaba su intervención.
La gran ofensiva del Tet agarró de sorpresa a Estados Unidos por su contundencia. Según sus cálculos, la guerrilla estaba debilitada y agotada, sólo sería cuestión de tiempo su derrota final y creía imposible que pudiera lanzar una campaña de gran envergadura. Pero el FLN atacó simultáneamente más de un centenar de poblaciones. Divisiones militares del Norte cruzaron la frontera y atrajeron sobre sí al grueso de los refuerzos norteamericanos. Lograron, con enormes bajas propias, tomar la ciudad imperial de Hué, capital histórica en la cintura del país. Su conquista era un símbolo de gran importancia psicológica para el pueblo viet. Mientras tanto, el FLN sorprendía con una ofensiva en toda regla en el sur desde la superpoblada zona del delta del Mekong. La encabezaban divisiones de tanques, desmontados pieza por pieza y trasladados secretamente durante años por la legendaria “ruta Ho Chi Minh”, desde Vietnam del Norte hasta el extremo sur del país. Desenterrados y ensamblados nuevamente, su efecto sorpresa fue decisivo. Se llegó a combatir casa por casa en la propia Saigón, la capital, e incluso en los jardines de la embajada de Estados Unidos.
Aunque la ofensiva del Tet tuvo un desenlace militar incierto pues la guerrilla no logró tomar el poder y sufrió enormes bajas, de un tercio de sus efectivos, sin embargo fue una victoria política y propagandística decisiva. Cambió la percepción en el mundo sobre la marcha de la guerra de Vietnam: Estados Unidos la estaba perdiendo. El presidente Johnson, agobiado por una opinión pública cada vez más crítica, anunció que no se presentaría a la reelección. El candidato por el Partido Republicano, Richard Nixon, centró su campaña en la promesa de poner fin a la guerra de Vietnam y resultó electo. Inició la reducción del número de tropas y anunció la nueva estrategia de “vietnamización” del conflicto. El ejército vietnamita del Sur quedaría a cargo, al tiempo que se iniciaban negociaciones, que en realidad se reducían a discutir las condiciones de la retirada de Estados Unidos. Culminarían en 1973 y la caída del régimen del Sur sería ya sólo cuestión de tiempo. En 1975 caía Saigón, era rebautizada con el nombre de “ciudad Ho Chi Minh”, el país era reunificado, todo él bajo régimen socialista y con su capital en la norteña Hanoi. El imperialismo había sido derrotado. Ante los ojos del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario