La historia de Juan García, ni empieza en Telde ni acaba en la madrugada de aquel 19 de octubre de Barranco Seco, como se nos dice en los libros y en la prensa de la época. La historia de este hombre hay que buscarla en la trayectoria, la capacidad de un pueblo para la lucha contra el imperialismo y el fascismo, en la inquebrantable resistencia de aquel hombre y la de esa generación de luchadores, que se hunde en las tinieblas de la historia de estos pueblos que hoy conformamos la realidad de España, hasta desembocar en la desmesurada resistencia de 1936-1975 contra la dictadura emanada de la rebelión militar del 18 de julio. Pudieron precipitarnos por los riscos de estas islas; pudieron disolvernos y expatriarnos en la antigüedad, derrotaron a nuestros guerreros en las cumbres de estas tierras y sometieron a nuestros pueblos. Nos sentaron en los potros del tormento y conocimos las dentelladas de los perros de los capitanes llegados desde la cristiana Castilla. Nos arrebataron nuestra cultura y nos impusieron extrañas lenguas y religiones; roturaron nuestros campos, poblaron nuestras cumbres y nuestros valles con gentes venidas desde lejanos pueblos.
Arrojaron nuestros cuerpos a las simas de Jinámar, a los pozos de Arucas, a las profundidades de la Marfea, a los anónimos campos de la muerte de Fuencaliente. Nos recluyeron en los campos de concentración de Fyffes, de La Isleta, nos hacinaron como a bestias en Gando y en inhóspitos calabozos, erradicaron las poderosas cosechas de nuestras hortalizas y nuestros maizales, las majestuosas plantaciones de plataneras que se desbordaban en el mar, para remplazarlas con el hormigón y el rubio turista al que ahora servimos sumisos fresca cerveza, y papas llegadas desde el reino Unido, (que dicen ellos). Trajeron tropas y aviones de Alemania, de Marruecos y de Italia, con los que bombardearon las ciudades, ultrajaron a nuestras mujeres y asesinaron a aquellos, sus mismos pueblos, con los que conformamos, aunque no fuese por nuestra voluntad, una sola nación.
Derrotaron, ejecutaron y encarcelaron a los fieles defensores de las ciudades que no se sometieron a los generales facciosos. Pusieron largo cerco, con hambre y plomo, a la capital de la República, que fue proclamada en democráticas elecciones. Pasearon por nuestras más humildes aldeas, henchidos de orgullo, sus odiados uniformes y sus pistolas. En su larga borrachera de poder nos impusieron sus ceremonias; con la complicidad de los políticos que se dejaron comprar nos impusieron un rey, designado por el mismo general golpista que envió al garrote vil a El Corredera, y una constitución: un cuento de hadas, con electrodomésticos incluidos, con el que pretendieron comprar nuestra memoria de pueblo y nuestra fidelidad a la Constitución de 1931, arrojada ésta ya a los basurales del olvido, el único régimen auténticamente democrático que tuvo España- en lo que fracasaron, porque el nivel de conciencia de un pueblo no se mide tanto por el número de cosas que posee como por el nivel de su compromiso revolucionario y de su decencia. Nos impusieron, contra la voluntad de ocho millones de españoles, el Pacto del Atlántico, que maldita la cosa que resuelve cuando el hambre se ceba con los pueblos que se ven en la necesidad de huir para no ser masacrados, con las mismas armas que nosotros les vendemos, en sus disputas por el petróleo y el coltan, o cuando el sátrapa de Marruecos, con la complicidad de nuestro Gobierno y de la Corona, invade las tierras del pueblo saharaui.
Pero en tanto en estas tierras, que fueron cuna de valerosos guerreros, de poetas y de rebeldes trabajadores portuarios, tierra de pintores y de esforzados labradores, aliente el ejemplo y el espíritu de rebeldía de Juan García, de Fernando Egéa, y de Eduardo Suárez, siempre subsistirá un espacio para la esperanza: ayer contra los caciques del plátano, por una escuela y una sanidad digna, por la universidad para nuestros hijos y nuestros nietos, y mañana por aquello que se propongan nuestros pueblos, siempre haciéndonos acreedores al ejemplo y el tesón en la lucha de Pasionaria, de Fernando Sagaseta, de <> y de todos los luchadores que nos han precedido, ya sea en Asturias o en los tomateros del Sur de esta isla. Porque no damos por bueno este final de película de Walt Disney. No habrá otra reconciliación nacional ni otra ley de la Memoria Histórica que no sean las que restablezcan la legalidad republicana. No podemos continuar siendo una democracia tutelada por un ejército y por un jefe del Estado, que tan grande deuda contrajeron con el Dictador y con el ejército de marras, y que solo religiones y al poder de la banca.
Honor y gloria a los héroes y a la inquebrantable lucha de los pueblos.
Por la dignidad, por el socialismo, por la paz entre los pueblos y por la República.
Ejecutado en la cárcel de Barranco Seco (Gran Canaria) el 19 de octubre de 1959 por el delito de <>
Actos de homenaje: http://www.pcpe.es/?p=1921 - LQSomos. Ángel Escarpa Sanz. Octubre de 2009. | Más artículos del autor - LQSomos/23/10/2009 |