ESCARBANDO...LQ somos
Un derecho ciudadano, la República
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Pasados estos días de escándalo para unos y de algarada para otros con motivo de los agravios lanzados contra la Monarquía, conviene volver abrir el debate con el sosiego que exige la letra escrita, pero no por ello callar el tema sobre la forma de Estado que interesa a todos, pues siempre será susceptible de abrirse en cuanto se trata de una reivindicación legítima para los que pretendemos otra alternativa, la República.Todo el sistema de Estado es arbitrario y convencional, incluso imperfecto, por lo que ninguno puede ser considerado natural, como mantenían muchos tratadistas de política desde el siglo XVIII acerca de la República. Pero este modelo constituye el modelo al que aspiran las personas que por dignidad quieren la democracia y pretenden seguir aspirando a que el control sobre el Estado se vaya agrandando. En efecto, Democracia y Monarquía son dos términos contradictorios por definición, pues si democracia supone participación del pueblo en las directrices de su gobierno e igualdad. Monarquía implica exclusividad de unas personas en la institución suprema, desigualdad y en definitiva privilegios. Es conocido que existen a su vez diferentes modelos de monarquía y en la parlamentaria - la que ahora tenemos- la figura del rey es meramente simbólica y su función se limita a arbitrar los posibles conflictos que surjan entre los distintos estamentos del Gobierno, mejor así. No obstante, la Monarquía siempre está sustentada por una corte o camarilla de conservadores que vive al calor de esos privilegios y al socaire de eventos que afectan a la mayoría, controla la institución a la que pueden recurrir en última instancia. Es decir, nuestra democracia está tutelada por una porción de personas no elegidas y pueden impedir que la soberanía resida en el pueblo. No es casual que los dos primeros sectores que salieron a defensa de la Monarquía en los ataques afligidos estos días hayan sido la CEOE y la Conferencia Episcopal.En España ha habido experiencia de República, se establecieron por sendos procesos democráticos tras el hartazgo que tuvieron de los respectivos monarcas depuestos. Es de reconocer que su trayectoria fue azarosa, pero se debió a la inestabilidad política que desde un primer momento sembraron los adeptos monárquicos que no supieron asumir la nueva situación y defender sus propuestas de forma pacífica y democrática. De hecho la Monarquía se restableció en las dos ocasiones en nuestro país a golpe de sable y tras una represión sangrienta. Así vencieron pero no convencieron, como predijo Unamuno, y esas son las llamas que periódicamente rebrotan en España de las viejas ascuas.Sin embargo, la República se reivindica también sin esa carga histórica, no se trata de restituir un pasado que se truco de forma violenta, posiblemente ahora no valga ni la bandera tricolor. Por el contrario, surge como un devenir de cauces naturales en personas que aspiran a tomar parte de su autogobierno, donde todas las estructuras tienen el refrendo de un voto.La Monarquía actual se impuso como condición para dar paso a la Transición e iniciar el período de democracia tras largos años de dictadura. Aquella medida pudo pareció oportuna y se puede considerar justificada, han pasado muchos años desde entonces y el protagonismo en nuestra forma de organizarnos, de convivencia establecida lo tiene que adquirir la Democracia, como un habito que se practica y debe agrandase a medida que pasa el tiempo en un pueblo maduro que no precisa de tutelas. Todos hemos andado por los senderos de la Transición y es preciso que aquellas personas que se quedaron rezagadas también lo hagan.Se ha recurrido para justificar la Monarquía al papel desempeñado por el Rey en estos años, puesto que como tal institución hoy día carece de defensa. Pero los actos de una persona son arbitrarios y quedan a la valoración y criterio de quienes los analizan. Algunos en esos actos vemos más sombras que brillos, con todos los respetos.
Pasados estos días de escándalo para unos y de algarada para otros con motivo de los agravios lanzados contra la Monarquía, conviene volver abrir el debate con el sosiego que exige la letra escrita, pero no por ello callar el tema sobre la forma de Estado que interesa a todos, pues siempre será susceptible de abrirse en cuanto se trata de una reivindicación legítima para los que pretendemos otra alternativa, la República.Todo el sistema de Estado es arbitrario y convencional, incluso imperfecto, por lo que ninguno puede ser considerado natural, como mantenían muchos tratadistas de política desde el siglo XVIII acerca de la República. Pero este modelo constituye el modelo al que aspiran las personas que por dignidad quieren la democracia y pretenden seguir aspirando a que el control sobre el Estado se vaya agrandando. En efecto, Democracia y Monarquía son dos términos contradictorios por definición, pues si democracia supone participación del pueblo en las directrices de su gobierno e igualdad. Monarquía implica exclusividad de unas personas en la institución suprema, desigualdad y en definitiva privilegios. Es conocido que existen a su vez diferentes modelos de monarquía y en la parlamentaria - la que ahora tenemos- la figura del rey es meramente simbólica y su función se limita a arbitrar los posibles conflictos que surjan entre los distintos estamentos del Gobierno, mejor así. No obstante, la Monarquía siempre está sustentada por una corte o camarilla de conservadores que vive al calor de esos privilegios y al socaire de eventos que afectan a la mayoría, controla la institución a la que pueden recurrir en última instancia. Es decir, nuestra democracia está tutelada por una porción de personas no elegidas y pueden impedir que la soberanía resida en el pueblo. No es casual que los dos primeros sectores que salieron a defensa de la Monarquía en los ataques afligidos estos días hayan sido la CEOE y la Conferencia Episcopal.En España ha habido experiencia de República, se establecieron por sendos procesos democráticos tras el hartazgo que tuvieron de los respectivos monarcas depuestos. Es de reconocer que su trayectoria fue azarosa, pero se debió a la inestabilidad política que desde un primer momento sembraron los adeptos monárquicos que no supieron asumir la nueva situación y defender sus propuestas de forma pacífica y democrática. De hecho la Monarquía se restableció en las dos ocasiones en nuestro país a golpe de sable y tras una represión sangrienta. Así vencieron pero no convencieron, como predijo Unamuno, y esas son las llamas que periódicamente rebrotan en España de las viejas ascuas.Sin embargo, la República se reivindica también sin esa carga histórica, no se trata de restituir un pasado que se truco de forma violenta, posiblemente ahora no valga ni la bandera tricolor. Por el contrario, surge como un devenir de cauces naturales en personas que aspiran a tomar parte de su autogobierno, donde todas las estructuras tienen el refrendo de un voto.La Monarquía actual se impuso como condición para dar paso a la Transición e iniciar el período de democracia tras largos años de dictadura. Aquella medida pudo pareció oportuna y se puede considerar justificada, han pasado muchos años desde entonces y el protagonismo en nuestra forma de organizarnos, de convivencia establecida lo tiene que adquirir la Democracia, como un habito que se practica y debe agrandase a medida que pasa el tiempo en un pueblo maduro que no precisa de tutelas. Todos hemos andado por los senderos de la Transición y es preciso que aquellas personas que se quedaron rezagadas también lo hagan.Se ha recurrido para justificar la Monarquía al papel desempeñado por el Rey en estos años, puesto que como tal institución hoy día carece de defensa. Pero los actos de una persona son arbitrarios y quedan a la valoración y criterio de quienes los analizan. Algunos en esos actos vemos más sombras que brillos, con todos los respetos.
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LQSomos. Santos María. Febrero de 2008
LQSomos. Santos María. Febrero de 2008
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LQSomos/21/02/2008
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