Estados Unidos: la cumbre de la OTAN en Bucarest y la decadencia del soft power estadounidense
La cumbre de la OTAN que tuvo lugar en Bucarest finalizó proporcionando bastante información sobre la incapacidad de la Administración Bush de reunir a los aliados europeos en una coalición favorable a una ampliación de la Alianza Atlántica hacia Europa Oriental. La negativa de Alemania sobre la posible anexión de Georgia y de Ucrania y las muestras de escepticismo hacia el proyecto de construcción del escudo misilístico de defensa europeo son señales del debilitado poder de persuasión estadounidense sobre los países de la Unión Europea y confirman la capacidad del Kremlin para ejercer cada vez mayor presión sobre la Comunidad Europea.
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Simone Comi
Simone Comi
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La frustrada ampliación de la OTAN hacia Europa Oriental
Al inaugurarse las actividades de la cumbre de la Alianza Atlántica de Bucarest pocos pensaban que se lograría un acuerdo para construir un consenso hacia la concesión del Plan de Acción para el Ingreso (Membership Action Plan-MAP) para incorporar en la OTAN a Georgia y Ucrania. De poco sirven las declaraciones de distensión hacia Moscú del Presidente ucraniano Viktor Yushchenko, que ha subrayado que Kiev tiene todo el derecho a elegir el camino que desee para favorecer el desarrollo económico del país, garantizar su seguridad y dirigir sus propios intereses, que no se contraponen a los de otros Estados. Las declaraciones del Presidente estadounidense George W. Bush pronunciadas con el objetivo de disminuir la tensión durante el inicio de las actividades, y señalar el hecho de que Rusia no tenga un papel discrepante en cuestiones que conciernen a la seguridad europea, parecen ser el último intento por parte de la Casa Blanca para alejar una posible oposición del Kremlin al ingreso de dos países de Europa Oriental en la Alianza Atlántica. Moscú no ha aceptado las declaraciones de amistad ucraniana y estadounidense declarándose contrario a la anexión de los dos Estados. Esta decisión por parte de Rusia no sólo ha logrado bloquear las peticiones de Georgia y Ucrania, sino que también ha puesto en evidencia la caída imparable que en los últimos meses sufre el soft power estadounidense. La oposición de la opinión pública ucraniana a una posible adhesión a la OTAN y los conflictos existentes entre Georgia y las regiones independentistas de Abjasia y Osetia del Sur hacen que países como Francia e Italia se muestren escépticos ante esta situación. Mientras la Canciller alemana Ángela Merkel ha declarado abiertamente que no considera oportuna incorporar los dos Estados a la OTAN hasta que no se hayan resuelto estas cuestiones. El apoyo de Washington a la posible ampliación de la Alianza Atlántica por Países de Europa Oriental no ha encontrado respaldo por parte de los líderes europeos que históricamente han sido siempre aliados de los EE.UU. Esto podría considerarse como una señal importante, que muestra la pérdida de eficacia del poder de persuasión de la actual Administración Estadounidense en las relaciones con algunos miembros de la Unión Europea. Las posiciones de Italia, Francia y más aún de Alemania respecto a una posible ampliación de la OTAN parecen mostrar la preocupación de perjudicar los intereses estratégicos y políticos de Rusia que posee gracias a la empresa Gazprom el control del mercado energético europeo. Desde el inicio de la cumbre Rusia ha seguido una línea clara en su postura y las amenazas del Kremlin, hechas públicas con las declaraciones del viceministro del Exterior ruso Grigori Karassin, de renovar las relaciones con la Alianza Atlántica y el cambio en las estrategias para el futuro, parecen haber tenido mayor peso en el posicionamiento respecto a las cuestiones de los países europeos que la petición estadounidense de favorecer las expectativas de Ucrania y Georgia. La Canciller alemana Ángela Merkel ha declarado convencida de que nunca un presidente ruso podrá aceptar que Ucrania entre a formar parte de la Alianza Atlántica. No es difícil prever que Alemania, país aliado con Rusia debido al oleoducto-gaseoducto que poseen en el Mar Báltico, difícilmente dará su apoyo, para entrar en la OTAN, a miembros non gratos para el Kremlin por cuestiones geopolíticas.
La frustrada ampliación de la OTAN hacia Europa Oriental
Al inaugurarse las actividades de la cumbre de la Alianza Atlántica de Bucarest pocos pensaban que se lograría un acuerdo para construir un consenso hacia la concesión del Plan de Acción para el Ingreso (Membership Action Plan-MAP) para incorporar en la OTAN a Georgia y Ucrania. De poco sirven las declaraciones de distensión hacia Moscú del Presidente ucraniano Viktor Yushchenko, que ha subrayado que Kiev tiene todo el derecho a elegir el camino que desee para favorecer el desarrollo económico del país, garantizar su seguridad y dirigir sus propios intereses, que no se contraponen a los de otros Estados. Las declaraciones del Presidente estadounidense George W. Bush pronunciadas con el objetivo de disminuir la tensión durante el inicio de las actividades, y señalar el hecho de que Rusia no tenga un papel discrepante en cuestiones que conciernen a la seguridad europea, parecen ser el último intento por parte de la Casa Blanca para alejar una posible oposición del Kremlin al ingreso de dos países de Europa Oriental en la Alianza Atlántica. Moscú no ha aceptado las declaraciones de amistad ucraniana y estadounidense declarándose contrario a la anexión de los dos Estados. Esta decisión por parte de Rusia no sólo ha logrado bloquear las peticiones de Georgia y Ucrania, sino que también ha puesto en evidencia la caída imparable que en los últimos meses sufre el soft power estadounidense. La oposición de la opinión pública ucraniana a una posible adhesión a la OTAN y los conflictos existentes entre Georgia y las regiones independentistas de Abjasia y Osetia del Sur hacen que países como Francia e Italia se muestren escépticos ante esta situación. Mientras la Canciller alemana Ángela Merkel ha declarado abiertamente que no considera oportuna incorporar los dos Estados a la OTAN hasta que no se hayan resuelto estas cuestiones. El apoyo de Washington a la posible ampliación de la Alianza Atlántica por Países de Europa Oriental no ha encontrado respaldo por parte de los líderes europeos que históricamente han sido siempre aliados de los EE.UU. Esto podría considerarse como una señal importante, que muestra la pérdida de eficacia del poder de persuasión de la actual Administración Estadounidense en las relaciones con algunos miembros de la Unión Europea. Las posiciones de Italia, Francia y más aún de Alemania respecto a una posible ampliación de la OTAN parecen mostrar la preocupación de perjudicar los intereses estratégicos y políticos de Rusia que posee gracias a la empresa Gazprom el control del mercado energético europeo. Desde el inicio de la cumbre Rusia ha seguido una línea clara en su postura y las amenazas del Kremlin, hechas públicas con las declaraciones del viceministro del Exterior ruso Grigori Karassin, de renovar las relaciones con la Alianza Atlántica y el cambio en las estrategias para el futuro, parecen haber tenido mayor peso en el posicionamiento respecto a las cuestiones de los países europeos que la petición estadounidense de favorecer las expectativas de Ucrania y Georgia. La Canciller alemana Ángela Merkel ha declarado convencida de que nunca un presidente ruso podrá aceptar que Ucrania entre a formar parte de la Alianza Atlántica. No es difícil prever que Alemania, país aliado con Rusia debido al oleoducto-gaseoducto que poseen en el Mar Báltico, difícilmente dará su apoyo, para entrar en la OTAN, a miembros non gratos para el Kremlin por cuestiones geopolíticas.
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La arbitraria implicación europea en Afganistán
El aumento de la presión diplomática por parte de los EE.UU. y de Canadá que ha incrementado su número de efectivos en combate, y una participación activa en las misiones militares en Afganistán han sido las primeras consecuencias del escepticismo y del rechazo alemán a la inclusión de Ucrania y Georgia en la OTAN. Las declaraciones del Presidente Bush se han revelado bastante determinantes y el Secretario de Defensa estadounidense Robert Gates ha explicado que el refuerzo de la labor de las tropas será un asunto de debate primordial también en el futuro. Más duro ha sido el Primer Ministro Canadiense Stephen Harper que ha declarado estar dispuesto a retirar a los soldados canadienses de la frontera si no obtiene el apoyo europeo para fortalecer la misión. Los Generales han calculado unos 5000 efectivos de apoyo que son indispensables para lograr mejoras significativas en la situación del país, pero al final de la cumbre sólo Francia ha declarado que enviará una unidad compuesta por cerca de 800 efectivos en territorio afgano como apoyo a los cerca de 47.000 soldados de la OTAN que ya se encuentran allí. En la clausura de la cumbre se ha firmado por los 26 líderes participantes un documento en el que se afirma el compromiso pleno de todos los aliados, pero únicamente el Presidente Francés Sarkozy ha prometido que enviará nuevas tropas. Italia y Alemania han dejado claro que no enviarán nuevas tropas, sin embargo prepararán con grupos especiales a las fuerzas de policía y al ejército afgano en el intento de “afganizar” en el futuro los encuentros con los talibanes. Por lo tanto, la petición estadounidense y canadiense, ha sido recogida sólo en parte, y sólo París se ha implicado realmente: las tropas estadounidenses serán sustituidas en la parte oeste del País por efectivos franceses y enviadas al frente del sur de Afganistán donde se registran mayores enfrentamientos con las milicias talibanas, siendo más crueles y más difícil de solucionar. Incluso en el aumento de las tropas en Afganistán la petición estadounidense no ha obtenido el consenso de los aliados europeos y las declaraciones del Secretario de Defensa Gates, que ha subrayado con mucho pesar que los EE.UU. han obtenido mucho menos de lo que esperaban, no hace más que confirmar esta impresión. Además algunos ambientes del sistema alemán han hecho notar que Alemania se ha quedado muy lejos de las peticiones del Presidente Bush. La cuestión de Afganistán será un tema de discusión que seguramente implicará al futuro Presidente Estadounidense: el mismo candidato Demócrata, Barack Obama, ha intervenido en la cuestión subrayando que no podrá durar mucho la situación en que tan sólo los estadounidenses, británicos y canadienses se presten a pacificar el País.
La arbitraria implicación europea en Afganistán
El aumento de la presión diplomática por parte de los EE.UU. y de Canadá que ha incrementado su número de efectivos en combate, y una participación activa en las misiones militares en Afganistán han sido las primeras consecuencias del escepticismo y del rechazo alemán a la inclusión de Ucrania y Georgia en la OTAN. Las declaraciones del Presidente Bush se han revelado bastante determinantes y el Secretario de Defensa estadounidense Robert Gates ha explicado que el refuerzo de la labor de las tropas será un asunto de debate primordial también en el futuro. Más duro ha sido el Primer Ministro Canadiense Stephen Harper que ha declarado estar dispuesto a retirar a los soldados canadienses de la frontera si no obtiene el apoyo europeo para fortalecer la misión. Los Generales han calculado unos 5000 efectivos de apoyo que son indispensables para lograr mejoras significativas en la situación del país, pero al final de la cumbre sólo Francia ha declarado que enviará una unidad compuesta por cerca de 800 efectivos en territorio afgano como apoyo a los cerca de 47.000 soldados de la OTAN que ya se encuentran allí. En la clausura de la cumbre se ha firmado por los 26 líderes participantes un documento en el que se afirma el compromiso pleno de todos los aliados, pero únicamente el Presidente Francés Sarkozy ha prometido que enviará nuevas tropas. Italia y Alemania han dejado claro que no enviarán nuevas tropas, sin embargo prepararán con grupos especiales a las fuerzas de policía y al ejército afgano en el intento de “afganizar” en el futuro los encuentros con los talibanes. Por lo tanto, la petición estadounidense y canadiense, ha sido recogida sólo en parte, y sólo París se ha implicado realmente: las tropas estadounidenses serán sustituidas en la parte oeste del País por efectivos franceses y enviadas al frente del sur de Afganistán donde se registran mayores enfrentamientos con las milicias talibanas, siendo más crueles y más difícil de solucionar. Incluso en el aumento de las tropas en Afganistán la petición estadounidense no ha obtenido el consenso de los aliados europeos y las declaraciones del Secretario de Defensa Gates, que ha subrayado con mucho pesar que los EE.UU. han obtenido mucho menos de lo que esperaban, no hace más que confirmar esta impresión. Además algunos ambientes del sistema alemán han hecho notar que Alemania se ha quedado muy lejos de las peticiones del Presidente Bush. La cuestión de Afganistán será un tema de discusión que seguramente implicará al futuro Presidente Estadounidense: el mismo candidato Demócrata, Barack Obama, ha intervenido en la cuestión subrayando que no podrá durar mucho la situación en que tan sólo los estadounidenses, británicos y canadienses se presten a pacificar el País.
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La cuestión del escudo espacial
La Alianza Atlántica ha apoyado formalmente al proyecto estadounidense de realizar el escudo espacial europeo. Durante la apertura de la cumbre el Presidente Bush propuso que también las bases rusas se impliquen en el sistema de monitorización de amenazas al continente pero en la cumbre de Sochi, después de la clausura de las reuniones de Bucarest, Washington y Moscú no han encontrado un acuerdo sobre el proyecto misilístico que debería concernir a Europa Central. Los EE.UU. y la República Checa han llegado a un acuerdo sobre la instalación del radar que forma parte del escudo especial y los documentos podrían ser firmados oficialmente el próximo 5 de mayo, cuando en Praga tendrá lugar un encuentro de la OTAN para discutir sobre la defensa antimisil. Las negociaciones con Polonia está aún en camino, a pesar de que Varsovia ya ha recibido los planos de modernización del ejército así como la petición al inicio de las negociaciones de la instalación de las baterías misilísticas. La Casa Blanca se ha comprometido a entregar al ejército polaco los misiles de corto alcance Patriot y según algunos analistas puede que se llegue en el mes de junio a la clausura y la firma por parte de los dos Países de los Tratados. También acerca del escudo misilítico Alemania ha declarado la imposibilidad de sostener con nuevos gastos para completar la cobertura misilística europea deseada por la OTAN, que formarían parte del sistema estadounidense. Según la oficina de la Cancillería alemana el aumento de los gastos militares sobre el presupuesto de Bundesregierung es irrealizable desde un punto de vista político debido a las elecciones del 2009, aunque Berlín podría apostar por un cambio de postura para no crear tensiones con los aliados de la OTAN y de la Unión Europea.
La cuestión del escudo espacial
La Alianza Atlántica ha apoyado formalmente al proyecto estadounidense de realizar el escudo espacial europeo. Durante la apertura de la cumbre el Presidente Bush propuso que también las bases rusas se impliquen en el sistema de monitorización de amenazas al continente pero en la cumbre de Sochi, después de la clausura de las reuniones de Bucarest, Washington y Moscú no han encontrado un acuerdo sobre el proyecto misilístico que debería concernir a Europa Central. Los EE.UU. y la República Checa han llegado a un acuerdo sobre la instalación del radar que forma parte del escudo especial y los documentos podrían ser firmados oficialmente el próximo 5 de mayo, cuando en Praga tendrá lugar un encuentro de la OTAN para discutir sobre la defensa antimisil. Las negociaciones con Polonia está aún en camino, a pesar de que Varsovia ya ha recibido los planos de modernización del ejército así como la petición al inicio de las negociaciones de la instalación de las baterías misilísticas. La Casa Blanca se ha comprometido a entregar al ejército polaco los misiles de corto alcance Patriot y según algunos analistas puede que se llegue en el mes de junio a la clausura y la firma por parte de los dos Países de los Tratados. También acerca del escudo misilítico Alemania ha declarado la imposibilidad de sostener con nuevos gastos para completar la cobertura misilística europea deseada por la OTAN, que formarían parte del sistema estadounidense. Según la oficina de la Cancillería alemana el aumento de los gastos militares sobre el presupuesto de Bundesregierung es irrealizable desde un punto de vista político debido a las elecciones del 2009, aunque Berlín podría apostar por un cambio de postura para no crear tensiones con los aliados de la OTAN y de la Unión Europea.
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Conclusiones
El fracaso de Washington durante la cumbre de la OTAN en Bucarest es un indicio importante para comprender la decadencia del soft power de la Administración de Bush con respecto a los líderes europeos. Washington y Berlín parecen distantes sobre muchas cuestiones fundamentales y no se puede eludir que la situación permanezca igual incluso tras las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre. Sin embargo parece hacerse más relevante la capacidad de Moscú de ejercer cada vez más presión sobre la Comunidad Europea y más aún sobre Alemania,vinculada al Kremlin por intereses económicos importantes. Las próximas elecciones presidenciales estadounidenses podrían ser determinantes para que se produzca el cambio de relaciones entre los países de la Unión Europea y de los EE.UU. y no debe verse como la remota la posibilidad de que la unión Washington París y Moscú Berlín inauguren un nuevo período de relaciones entre los dos continentes y por lo tanto, a un nuevo reajuste estratégico de los Países.En la cumbre de la OTAN de diciembre se aclarará el futuro de Georgia y de Ucrania en la Alianza Atlántica pero sobre todo la posibilidad real de crear el escudo espacial que propone Washington: el 70% de la opinión pública checa es contraria al programa, el 60% de la polaca y muchos estadounidenses piensan que el dinero que se gastarán en la seguridad europea podría ser empleado en otros sectores, sin olvidar que hasta el momento no se han aprobado los fondos necesarios para la realización del proyecto.
Conclusiones
El fracaso de Washington durante la cumbre de la OTAN en Bucarest es un indicio importante para comprender la decadencia del soft power de la Administración de Bush con respecto a los líderes europeos. Washington y Berlín parecen distantes sobre muchas cuestiones fundamentales y no se puede eludir que la situación permanezca igual incluso tras las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre. Sin embargo parece hacerse más relevante la capacidad de Moscú de ejercer cada vez más presión sobre la Comunidad Europea y más aún sobre Alemania,vinculada al Kremlin por intereses económicos importantes. Las próximas elecciones presidenciales estadounidenses podrían ser determinantes para que se produzca el cambio de relaciones entre los países de la Unión Europea y de los EE.UU. y no debe verse como la remota la posibilidad de que la unión Washington París y Moscú Berlín inauguren un nuevo período de relaciones entre los dos continentes y por lo tanto, a un nuevo reajuste estratégico de los Países.En la cumbre de la OTAN de diciembre se aclarará el futuro de Georgia y de Ucrania en la Alianza Atlántica pero sobre todo la posibilidad real de crear el escudo espacial que propone Washington: el 70% de la opinión pública checa es contraria al programa, el 60% de la polaca y muchos estadounidenses piensan que el dinero que se gastarán en la seguridad europea podría ser empleado en otros sectores, sin olvidar que hasta el momento no se han aprobado los fondos necesarios para la realización del proyecto.
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Traducido por María del Carmen Martín González
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Equilibri.net - Italy/10/04/2008
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