ESCARBANDO...LQ somos.
Inmigración, vocablo alfabético de dudosa escritura
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Un día, los “espabilaos” del sistema: “Mass Media”, autores en general; otro día, los representantes de organismos oficiales, Oeneges, y “España misionera”; ambos haciéndonos fijar la atención en los inmigrantes, y, en especial, las actuaciones delictivas, para que no se repitan las faltas que hubieren cometido, y se cierren las puertas a la avalancha de seres humanos en busca de la falsa felicidad y/ o la esclavitud dorada, los gobiernos preparan las Boletas de expulsión, o “arrojarles al mar”, como hicieran los soberanísimos marranos Reyes Católicos con los judíos y los moros, siendo en suma, la Inmigración, un gran tesoro de práctica para la Acción Social y el más poderoso auxiliar de la Administración en general.
Un día, los “espabilaos” del sistema: “Mass Media”, autores en general; otro día, los representantes de organismos oficiales, Oeneges, y “España misionera”; ambos haciéndonos fijar la atención en los inmigrantes, y, en especial, las actuaciones delictivas, para que no se repitan las faltas que hubieren cometido, y se cierren las puertas a la avalancha de seres humanos en busca de la falsa felicidad y/ o la esclavitud dorada, los gobiernos preparan las Boletas de expulsión, o “arrojarles al mar”, como hicieran los soberanísimos marranos Reyes Católicos con los judíos y los moros, siendo en suma, la Inmigración, un gran tesoro de práctica para la Acción Social y el más poderoso auxiliar de la Administración en general.
La Europa rancia, felona y carroñera, católica o cristiana, exige al Sistema un resultado seguro para llegar a dominar la corrección inmigrante, los sin papeles a ojos vistas, poniendo en práctica, a fin de conseguir dicho objeto, una obra de Inmigración Práctica en que la criminalización de los colectivos que vienen de fuera hallan gran número de ejercicios sociopolíticos de escritura dudosa, combinados progresiva e intencionadamente en grupos de presión y frases de expulsión. Casi todos ellos encierran la vieja novedad de versar sobre pasajes históricos, por lo que la expulsión se enseña y se ensaña amenamente, y eso que el “europeíto” ha aprendido muy bien el sacar las castañas con la pata del gato.
La prensa, día a día, compone el tema inmigrante con copiosidad de voces dudosas. Hay como un adiestramiento inmigratorio que supone la repetida escritura de los mismos y su valor pedagógico que encierra ,le vemos día a día insertarse en sus páginas con letras no de oro , pero sí de sangre: las pateras, los cayucos; en ellos, también, viajan las palabras de rechazo.”Los claveles y las rosas están ahora muy escasos como para que venga ahora toda esta marabunta”, hemos escuchado más de una vez. “Los agresores eran gente venida del Este de Europa”. “La mayor parte son personas vulgares o delincuentes”. El rechazo, como en la Edad Media, se viste con traje de luces; y siempre temeroso de lo que dice nuestro refrán: “El Asno sufre la carga, pero no la sobrecarga”. Y, como siempre, siempre hay un olvido. Nos olvidamos muy fácilmente de que nuestros padres, tíos, madres, hermanas, marcharon, en su día, a Europa, a Alemania preferentemente, para conseguir un poco de felicidad en su “valle de lágrimas”. Y nos olvidamos de que nuestros antepasados, como dice “España Misionera”, que nos obligaban a leer en la Escuela, “con alborozo descubrieron el enigmático continente por las naos colombinas, no sólo desvelados por llevar a él la civilización (vileza, felonía, obscenidad y engaño), sino que mezclaron la sangre de sus hijos con la de aquellos aborígenes y asumió la gran tarea de la evangelización (domesticación y depredación permanente), de tan extensos territorios”.
Imbuidos por halagüeñas esperanzas de felicidad y trabajo en un “País de Jauja”, país de jaula, vienen los inmigrantes sin hesitación alguna, a tan lejanos confines de su patria, avejentados por las privaciones y sufrimientos, desollados sus cuerpos a través de cayucos o pateras, los unos, a través de fuliginosos, inhospitalarios y escabrosos parajes, los otros, con el exclusivo objeto de captarse las voluntades de las razas heterogéneas para beneficiarlas con el venturoso logro de su eterna redención: el trabajo, con la esvástica divisa “El Trabajo Os Hace Libres”, y la atávica incivilidad de algunas desalmadas hordas que, a veces, someten a martirio a estos humildes y santos inmigrantes, exorando la absolución de sus verdugos, perdonándoles por su obnubilación.
Por eso, es bueno recordar que los que vienen de fuera nos engrandecen y hasta riegan las arcas de la Seguridad Social tanto como de la Patronal por su propio trabajo y sangre. Y es de recibo el traer a colación lo que nos dejó dicho Napoleón: “La ley debe ser clara, precisa, uniforme; interpretarla es corromperla”.
La prensa, día a día, compone el tema inmigrante con copiosidad de voces dudosas. Hay como un adiestramiento inmigratorio que supone la repetida escritura de los mismos y su valor pedagógico que encierra ,le vemos día a día insertarse en sus páginas con letras no de oro , pero sí de sangre: las pateras, los cayucos; en ellos, también, viajan las palabras de rechazo.”Los claveles y las rosas están ahora muy escasos como para que venga ahora toda esta marabunta”, hemos escuchado más de una vez. “Los agresores eran gente venida del Este de Europa”. “La mayor parte son personas vulgares o delincuentes”. El rechazo, como en la Edad Media, se viste con traje de luces; y siempre temeroso de lo que dice nuestro refrán: “El Asno sufre la carga, pero no la sobrecarga”. Y, como siempre, siempre hay un olvido. Nos olvidamos muy fácilmente de que nuestros padres, tíos, madres, hermanas, marcharon, en su día, a Europa, a Alemania preferentemente, para conseguir un poco de felicidad en su “valle de lágrimas”. Y nos olvidamos de que nuestros antepasados, como dice “España Misionera”, que nos obligaban a leer en la Escuela, “con alborozo descubrieron el enigmático continente por las naos colombinas, no sólo desvelados por llevar a él la civilización (vileza, felonía, obscenidad y engaño), sino que mezclaron la sangre de sus hijos con la de aquellos aborígenes y asumió la gran tarea de la evangelización (domesticación y depredación permanente), de tan extensos territorios”.
Imbuidos por halagüeñas esperanzas de felicidad y trabajo en un “País de Jauja”, país de jaula, vienen los inmigrantes sin hesitación alguna, a tan lejanos confines de su patria, avejentados por las privaciones y sufrimientos, desollados sus cuerpos a través de cayucos o pateras, los unos, a través de fuliginosos, inhospitalarios y escabrosos parajes, los otros, con el exclusivo objeto de captarse las voluntades de las razas heterogéneas para beneficiarlas con el venturoso logro de su eterna redención: el trabajo, con la esvástica divisa “El Trabajo Os Hace Libres”, y la atávica incivilidad de algunas desalmadas hordas que, a veces, someten a martirio a estos humildes y santos inmigrantes, exorando la absolución de sus verdugos, perdonándoles por su obnubilación.
Por eso, es bueno recordar que los que vienen de fuera nos engrandecen y hasta riegan las arcas de la Seguridad Social tanto como de la Patronal por su propio trabajo y sangre. Y es de recibo el traer a colación lo que nos dejó dicho Napoleón: “La ley debe ser clara, precisa, uniforme; interpretarla es corromperla”.
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LQSomos. Daniel de Culla. Mayo de 2008
LQSomos. Daniel de Culla. Mayo de 2008
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LQSomos/31/05/2008
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