La prima de riesgo por invertir en España se dispara y alcanza el mayor nivel desde el euro
M. LARRAÑAGA
-
MADRID - Los inversores exigían ayer en el mercado secundario de deuda un diferencial de 35 puntos básicos para invertir en deuda española y no en bonos alemanes. Este diferencial, medida del riesgo-país, contrasta con el existente en enero de 2007, cuando los bonos españoles se colocaban en el mercado a sólo dos centésimas más de rentabilidad que los alemanes, según datos del Banco de España.
Al bono español a 10 años se le exigía ayer un rendimiento del 4,49%, mientras que en el caso del alemán los inversores se conformaban con una rentabilidad del 4,14%, lo que en opinión de los expertos refleja una mayor desconfianza de los inversores hacia la economía española que hacia la alemana, lo que hace que los bonos alemanes sean preferidos sobre los españoles y, en definitiva, provocan que cuando el Tesoro español quiere emitir deuda tenga que hacerlo a precios superiores a lo que hubiera hecho hace sólo un año y medio.
Con la entrada en vigor del euro y al compartir la misma moneda, la teoría indica que el riesgo debía ser cero, pero la realidad de distintas políticas económicas y, sobre todo, presupuestarias, y de diferentes expectativas de crecimiento en los distintos países hacen que el Euro sea solo una moneda común y no elimine ni mucho menos el riesgo-país. De hecho, Italia mantiene tasas de riesgo superiores a las españolas frente a Alemania como consecuencia de la negativa valoración de los mercados sobre su presupuesto, sus niveles de deuda pública y la capacidad de crecimiento de su economía.
Históricamente, el marco y la peseta mantuvieron una relación de riesgo siempre favorable al marco. Los inversores preferían invertir en deuda alemana frente a la española, lo que llevaba al Tesoro español a «atraer» capitales ofreciendo mayores rentabilidades. La década de los ochenta y los primeros cinco años de la de los noventa fueron claros en esa evolución, en la que cada vez se agrandaba la diferencia.
Pero con la entrada en vigor del euro y con la creciente disciplina presupuestaria española, la situación cambió y poco a poco fue casi indiferente para los inversores invertir en deuda española o alemana.
España redujo paulatinamente el nivel de deuda sobre el PIB, favorecida por los superávit presupuestarios que permitieron amortizar emisiones a su vencimiento sin necesidad de emitir más bonos.
Además, el hecho de que la economía española alcanzara velocidades de crucero muy superiores a la alemana durante los últimos años contribuyó también a reducir el saldo de deuda viva sobre PIB, por lo que incluso a niveles iguales en el nivel de deuda, su relación con el PIB bajaba, provocando confianza entre los inversores.
Ambos factores contribuyeron a la reducción del riesgo-país español durante un periodo temporal que, coyunturalmente, coincidió con la entrada en vigor del euro pero que no tuvo en el factor monetario sus causas fundamentales.
Cabe recordar que en los años precedentes el Gobierno del PP había hecho de la reducción del riesgo-país español una de las banderas a la hora de explicar la buena marcha de la economía y que en muchos momentos la prima de riesgo fue cero, es decir, se pedía la misma rentabilidad a los bonos españoles y a los alemanes.
Pero la situación comenzó a cambiar el año pasado. Los primeros atisbos de la crisis inmobiliaria fueron inmediatamente asociados por los inversores a una reducción del ritmo de crecimiento de la economía española, a pesar de que el Gobierno socialista negaba con insistencia la mayor.
Como resultado de esta nueva percepción por parte de los inversores comenzó a ensancharse el diferencial de rentabilidad exigida a la deuda pública española en relación con la alemana y en enero de 2007 era ya de cuatro puntos básicos (4,03% frente a 4,07%).
Frente al mensaje oficial negando la existencia de una crisis que podía afectar al crecimiento económico, el mercado de deuda se empeñó machaconamente en opinar lo contrario y a finales de 2007 ya se exigían a las emisiones de deuda española diez puntos básicos más que a las alemanas.
Lejos de estrecharse poco a poco el diferencial, éste ha ido en aumento mes a mes a lo largo de este año. En enero, el diferencial era ya de 13 puntos, en febrero de 17 y en marzo se disparó hasta los 30 puntos, marcando un máximo desde que entró en funcionamiento la moneda única europea.
La evolución desde entonces no ha sido tampoco positiva y junio -último mes que reflejan las estadísticas del Banco de España- pareció marcar un punto de inflexión, con un diferencial de 24 puntos básicos que, sin embargo, no se ha confirmado.
Así, en la jornada de ayer los inversores pedían a la deuda española una rentabilidad de 35 puntos básicos más que al bono alemán y la mayor parte de los expertos sugiere que la situación no mejorará a corto plazo.
Los inversores están convencidos de que la crisis afectará más a España que a Alemania y esto hace que exijan mayores primas para comprar su deuda.
MADRID - Los inversores exigían ayer en el mercado secundario de deuda un diferencial de 35 puntos básicos para invertir en deuda española y no en bonos alemanes. Este diferencial, medida del riesgo-país, contrasta con el existente en enero de 2007, cuando los bonos españoles se colocaban en el mercado a sólo dos centésimas más de rentabilidad que los alemanes, según datos del Banco de España.
Al bono español a 10 años se le exigía ayer un rendimiento del 4,49%, mientras que en el caso del alemán los inversores se conformaban con una rentabilidad del 4,14%, lo que en opinión de los expertos refleja una mayor desconfianza de los inversores hacia la economía española que hacia la alemana, lo que hace que los bonos alemanes sean preferidos sobre los españoles y, en definitiva, provocan que cuando el Tesoro español quiere emitir deuda tenga que hacerlo a precios superiores a lo que hubiera hecho hace sólo un año y medio.
Con la entrada en vigor del euro y al compartir la misma moneda, la teoría indica que el riesgo debía ser cero, pero la realidad de distintas políticas económicas y, sobre todo, presupuestarias, y de diferentes expectativas de crecimiento en los distintos países hacen que el Euro sea solo una moneda común y no elimine ni mucho menos el riesgo-país. De hecho, Italia mantiene tasas de riesgo superiores a las españolas frente a Alemania como consecuencia de la negativa valoración de los mercados sobre su presupuesto, sus niveles de deuda pública y la capacidad de crecimiento de su economía.
Históricamente, el marco y la peseta mantuvieron una relación de riesgo siempre favorable al marco. Los inversores preferían invertir en deuda alemana frente a la española, lo que llevaba al Tesoro español a «atraer» capitales ofreciendo mayores rentabilidades. La década de los ochenta y los primeros cinco años de la de los noventa fueron claros en esa evolución, en la que cada vez se agrandaba la diferencia.
Pero con la entrada en vigor del euro y con la creciente disciplina presupuestaria española, la situación cambió y poco a poco fue casi indiferente para los inversores invertir en deuda española o alemana.
España redujo paulatinamente el nivel de deuda sobre el PIB, favorecida por los superávit presupuestarios que permitieron amortizar emisiones a su vencimiento sin necesidad de emitir más bonos.
Además, el hecho de que la economía española alcanzara velocidades de crucero muy superiores a la alemana durante los últimos años contribuyó también a reducir el saldo de deuda viva sobre PIB, por lo que incluso a niveles iguales en el nivel de deuda, su relación con el PIB bajaba, provocando confianza entre los inversores.
Ambos factores contribuyeron a la reducción del riesgo-país español durante un periodo temporal que, coyunturalmente, coincidió con la entrada en vigor del euro pero que no tuvo en el factor monetario sus causas fundamentales.
Cabe recordar que en los años precedentes el Gobierno del PP había hecho de la reducción del riesgo-país español una de las banderas a la hora de explicar la buena marcha de la economía y que en muchos momentos la prima de riesgo fue cero, es decir, se pedía la misma rentabilidad a los bonos españoles y a los alemanes.
Pero la situación comenzó a cambiar el año pasado. Los primeros atisbos de la crisis inmobiliaria fueron inmediatamente asociados por los inversores a una reducción del ritmo de crecimiento de la economía española, a pesar de que el Gobierno socialista negaba con insistencia la mayor.
Como resultado de esta nueva percepción por parte de los inversores comenzó a ensancharse el diferencial de rentabilidad exigida a la deuda pública española en relación con la alemana y en enero de 2007 era ya de cuatro puntos básicos (4,03% frente a 4,07%).
Frente al mensaje oficial negando la existencia de una crisis que podía afectar al crecimiento económico, el mercado de deuda se empeñó machaconamente en opinar lo contrario y a finales de 2007 ya se exigían a las emisiones de deuda española diez puntos básicos más que a las alemanas.
Lejos de estrecharse poco a poco el diferencial, éste ha ido en aumento mes a mes a lo largo de este año. En enero, el diferencial era ya de 13 puntos, en febrero de 17 y en marzo se disparó hasta los 30 puntos, marcando un máximo desde que entró en funcionamiento la moneda única europea.
La evolución desde entonces no ha sido tampoco positiva y junio -último mes que reflejan las estadísticas del Banco de España- pareció marcar un punto de inflexión, con un diferencial de 24 puntos básicos que, sin embargo, no se ha confirmado.
Así, en la jornada de ayer los inversores pedían a la deuda española una rentabilidad de 35 puntos básicos más que al bono alemán y la mayor parte de los expertos sugiere que la situación no mejorará a corto plazo.
Los inversores están convencidos de que la crisis afectará más a España que a Alemania y esto hace que exijan mayores primas para comprar su deuda.
-
ABC - España/26/08/2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario