Santander decidió vender ante un negocio altamente regulado
El Estado dirige el destino de 47% del total de créditos de la banca privada
(AFP)
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VÍCTOR SALMERÓN
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En un entorno cada vez más controlado, donde la banca comienza a convertirse en una administradora de fondos que debe seguir las directrices del Estado, el Grupo Santander puso en venta el Banco de Venezuela, una filial que en el primer semestre de este año reportó el equivalente a 180 millones de dólares en ganancias.
La utilidad que recibió el Santander desde Caracas equivale a 8,2% del total del beneficio obtenido en América Latina sin incluir el Banco Real, una cifra que para los analistas es nada despreciable.
Todo indica que, más allá de la posibilidad de querer concentrarse en una nueva zona geográfica, en el deseo de salida del Santander pesa el cúmulo de controles.
El Estado dirige el destino de 47% del portafolio de créditos de la banca, ya que 21% de los préstamos deben ir al sector agrícola, 10% al financiamiento de viviendas, 3% a la microempresa, 3% al turismo y 10% a la manufactura.
Con la reforma a la Ley de Bancos, cuyo contenido aún no se conoce, es muy probable que los préstamos obligatorios para la microempresa aumenten al menos hasta 6%, de tal forma que la mitad de la cartera de créditos estará regulada.
Al mismo tiempo, el Estado controla las tasas de interés, estableciendo el mínimo que debe cancelarse por los depósitos, 17% en el caso de las captaciones a plazo, y el techo para los créditos, donde 33% permitido para el financiamiento con tarjetas es el máximo.
Las comisiones por servicios también están reguladas y 30% de los depósitos deben congelarse a manera de encaje en el Banco Central de Venezuela.
Para los banqueros, lo más problemático son las carteras dirigidas ya que, según explican, disminuyen el margen de maniobra de la gerencia y obligan a entregar recursos sin deparar en el riesgo y la demanda.
Las previsiones de Fitch, una de las grandes calificadoras de riesgo en el mundo, apuntan en esta dirección.
En un análisis sobre la banca venezolana fechado el 13 de marzo, Fitch subraya que en 2007 mantuvo el panorama negativo como reflejo de la reducción sostenida en los ratios de capital, debido al significativo incremento de los activos y la expectativa de menor rentabilidad.
Inmediatamente agrega que una preocupación adicional es que la interferencia del Gobierno va a continuar reduciendo la flexibilidad de los bancos.
Al analizar las perspectivas de la economía, Fitch indica que después de tres años de expansión, el crecimiento tenderá a moderarse en el corto y mediano plazo por un menor avance del gasto público, la ampliación de las distorsiones producidas por los controles (de precios, de tasas y de cambio), la volatilidad inherente a los países exportadores de petróleo y la polarización social.
Un análisis de Softline Consultores fechado el 24 de marzo de este año prevé que debido a los controles de tasas de interés y las carteras obligatorias "para un grupo de bancos habrá una reducción de sus utilidades entre 20 y 30%" en 2008.
El Grupo Santander concentra el grueso de su actividad en América Latina en Brasil, México y Chile, países que en conjunto le reportan beneficios por el orden de mil 724 millones de dólares en el primer semestre, una magnitud que representa 79% de los 2 mil 171 millones obtenidos en la región.
En el caso de Brasil, el Grupo Santander describe su entorno macro y financiero con "fundamentos sólidos" acompañados de una calificación de riesgo con grado de inversión.
México y Chile también son evaluados como con fundamentos sólidos.
Estos países tienen la particularidad de que las regulaciones sobre el negocio bancario no restringen fuertemente el margen de acción de la gerencia, afirman ejecutivos financieros.
Además, el entorno político es más estable y no es previsible que en el mediano plazo existan cambios en las reglas de juego.
En Venezuela el presidente Hugo Chávez ha planteado públicamente la posibilidad de "estatizar" la banca.
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En un entorno cada vez más controlado, donde la banca comienza a convertirse en una administradora de fondos que debe seguir las directrices del Estado, el Grupo Santander puso en venta el Banco de Venezuela, una filial que en el primer semestre de este año reportó el equivalente a 180 millones de dólares en ganancias.
La utilidad que recibió el Santander desde Caracas equivale a 8,2% del total del beneficio obtenido en América Latina sin incluir el Banco Real, una cifra que para los analistas es nada despreciable.
Todo indica que, más allá de la posibilidad de querer concentrarse en una nueva zona geográfica, en el deseo de salida del Santander pesa el cúmulo de controles.
El Estado dirige el destino de 47% del portafolio de créditos de la banca, ya que 21% de los préstamos deben ir al sector agrícola, 10% al financiamiento de viviendas, 3% a la microempresa, 3% al turismo y 10% a la manufactura.
Con la reforma a la Ley de Bancos, cuyo contenido aún no se conoce, es muy probable que los préstamos obligatorios para la microempresa aumenten al menos hasta 6%, de tal forma que la mitad de la cartera de créditos estará regulada.
Al mismo tiempo, el Estado controla las tasas de interés, estableciendo el mínimo que debe cancelarse por los depósitos, 17% en el caso de las captaciones a plazo, y el techo para los créditos, donde 33% permitido para el financiamiento con tarjetas es el máximo.
Las comisiones por servicios también están reguladas y 30% de los depósitos deben congelarse a manera de encaje en el Banco Central de Venezuela.
Para los banqueros, lo más problemático son las carteras dirigidas ya que, según explican, disminuyen el margen de maniobra de la gerencia y obligan a entregar recursos sin deparar en el riesgo y la demanda.
Las previsiones de Fitch, una de las grandes calificadoras de riesgo en el mundo, apuntan en esta dirección.
En un análisis sobre la banca venezolana fechado el 13 de marzo, Fitch subraya que en 2007 mantuvo el panorama negativo como reflejo de la reducción sostenida en los ratios de capital, debido al significativo incremento de los activos y la expectativa de menor rentabilidad.
Inmediatamente agrega que una preocupación adicional es que la interferencia del Gobierno va a continuar reduciendo la flexibilidad de los bancos.
Al analizar las perspectivas de la economía, Fitch indica que después de tres años de expansión, el crecimiento tenderá a moderarse en el corto y mediano plazo por un menor avance del gasto público, la ampliación de las distorsiones producidas por los controles (de precios, de tasas y de cambio), la volatilidad inherente a los países exportadores de petróleo y la polarización social.
Un análisis de Softline Consultores fechado el 24 de marzo de este año prevé que debido a los controles de tasas de interés y las carteras obligatorias "para un grupo de bancos habrá una reducción de sus utilidades entre 20 y 30%" en 2008.
El Grupo Santander concentra el grueso de su actividad en América Latina en Brasil, México y Chile, países que en conjunto le reportan beneficios por el orden de mil 724 millones de dólares en el primer semestre, una magnitud que representa 79% de los 2 mil 171 millones obtenidos en la región.
En el caso de Brasil, el Grupo Santander describe su entorno macro y financiero con "fundamentos sólidos" acompañados de una calificación de riesgo con grado de inversión.
México y Chile también son evaluados como con fundamentos sólidos.
Estos países tienen la particularidad de que las regulaciones sobre el negocio bancario no restringen fuertemente el margen de acción de la gerencia, afirman ejecutivos financieros.
Además, el entorno político es más estable y no es previsible que en el mediano plazo existan cambios en las reglas de juego.
En Venezuela el presidente Hugo Chávez ha planteado públicamente la posibilidad de "estatizar" la banca.
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El Universal - Venezuela/02/08/2008
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