ESCARBANDO...LQ somos.
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Cada vez que me encuentro en medio de una discusión sobre religión o ante un debate sobre el tema, me llama sobremanera la atención que se utilice con sobrada frecuencia la frase “yo creo… o yo creo que…”. Y eso se complementa con una serie de ideas, concepciones y puntos de vista que al final derivan en lo que la desafortunada mayoría de cristianos del mundo occidental desea escuchar que es: yo creo que Dios existe, yo creo que Dios es el creador del universo, yo creo en un solo Dios y todo lo demás que se encuentra en el famoso credo del emperador Constantino. Naturalmente que pocos creyentes se toman el tiempo para meditar sobre estos absurdos y mucho menos para cuestionar su supuesta veracidad.
La verdad tiene procedimientos para su reconocimiento, y estos están muy lejos de permitir que la humanidad se hunda en el abismo del desconocimiento, de las suposiciones de las conjeturas espiritistas, de las supersticiones y de los mandatos de un emperador ansioso por el control político y lealtad de los de su imperio hacia el. He aquí un caso que de resultar cierto, convulsionaría a la comunidad cristiana porque estría derivando muchas bases sobre las que se construyó el poderoso imperio de esa fe. Se trata de una lápida con un texto pintado en hebreo, una piedra que según el semanario LA TRIBUNA HISPANA USA de Julio de 2008, se cree que data del siglo 1 antes de Jesucristo fue descubierta hace 10 años. Ahora, Israel Knohl, un profesor de estudios bíblicos de la Universidad Hebrea de Israel dice que la lectura del texto hebreo demuestra que la idea de la resurrección del Mesías luego de tres días ya era parte de una tradición judía antes del nacimiento de Jesús. Sin embargo, persisten dudas a cerca del origen de la piedra inscrita y algunos investigadores cuestionan incluso su autenticidad. Se cree que la reliquia, conocida como LA VISION DE LAS REVELACIONES DE GABRIEL, proviene de la margen oriental jordana del mar muerto. Fue descubierta hace 10 años y ahora pertenece a un coleccionista de nombre David Jeselsohn que vive en Zurich y que la adquirió en Jordania. La piedra, de un metro de altura, tiene inscritas 87 líneas de texto en hebreo a dos columnas. De manera inusual, el texto esta inscrito sobre la piedra en lugar de estar tallado. Algunas letras y palabras enteras de la piedra son ilegibles.
El profesor Knohl argumenta que su interpretación del texto hebreo podría dar vuelta a la visión que se tiene de la personalidad histórica de Jesús. Comenta además que este texto podría ser el eslabón perdido entre el judaísmo y cristianismo, en la medida en que encuentra raíces en la tradición judía para la creencia en la resurrección del Mesías. Según la interpretación de Knohl, la figura mesiánica encarnada en la piedra podría ser un hombre llamado Simón, quien fue muerto violentamente por un comandante del ejército de Herodes, de acuerdo a Josefo, el historiador hebreo del primer siglo. La violenta muerte de Simón o en cualquier caso del Mesías doliente, era vista como un paso necesario hacia la salvación nacional, dice Knohl, agregando que los escritores de dicha piedra probablemente fueron seguidores de Simón. Para Knohl, es evidente la leyenda sobre la muerte y resurrección de un Mesías en tres días, lo cual es legible en la línea 80 de la piedra.
Puede decirse mucho a cerca del texto inscrito en la piedra, pero lo cierto es que solo una evaluación, un análisis utilizando procedimientos científicos, pueden acercarnos a la verdad sobre esta información antigua. Las simples deducciones infundadas, suposiciones, creencias, especulaciones o imaginaciones no van a resolver el dilema. Menos aún cuando la poderosa iglesia católica esta siempre dispuesta a impedir que se sepa la verdad. Insisto, en que la verdad no puede ser producto de lo que diga una personalidad poderosa e influyente. La verdad tiene que ser clara y transparente ante la vista o la verificación de todos, como para ser considerada cierta. Si las pruebas sobre la antigüedad de la piedra y su inscripción coinciden con el contenido de la literatura de la época, eso sería una evidencia de gran peso que, además de ser verificable, dejaría sin sustento lo que afirma la Biblia sobre la resurrección de Jesucristo.
Reitero que la verdad no puede proceder simplemente de la boca de alguien. Los requisitos fundamentales para que algo sea verdad es que sea comprobable (y reproducible) por todos los involucrados o interesados, además de concordar con la realidad. Solo entonces algo se convierte en VERDAD ACEPTABLE. De lo contrario solo sería falacia creíble.A todo esto, la humanidad necesita poner los pies sobre la tierra y dejar ya de utilizar términos confusos en el lenguaje cotidiano como el decir Yo creo…. Ante eso debe decirse EN BASE A LAS EVIDENCIAS, YO ACEPTO…. O BIEN RECHASO…. Eso de decir YO CREO…. No es sustentable como argumento en base a hechos o evidencias, cosa objetable para los seres que razonamos con objetividad. Por eso es correcto decir: No acepto la sugerencia de la existencia de dioses. Tampoco acepto la supuesta existencia del paraíso y el infierno, y menos aún la resurrección, porque no tengo evidencias de la existencia de estos. Me rehúso aceptar algo por la simple afirmación de terceros sin que el hecho sea verificable. No hay evidencia alguna, por ejemplo, de la resurrección de Jesús ni de sus supuestos milagros. Por lo tanto, es una grave falta de madurez creer en tales cuestiones que carecen de sustento real.
No se trata de creer en la existencia o no de un Dios o de muchos dioses. Lo importante es demostrar que esos dioses existen y que ejercen poderes sobrenaturales sobre todo lo que existe. Lamentablemente para los creyentes, nadie, absolutamente nadie ha podido demostrar tales aseveraciones. Por eso, cuando un cristiano me dice que cree en Dios porque ha tenido una experiencia personal con él, yo solo puedo decirle que esa es tan solo su experiencia personal, más nada tiene que ver con la realidad del resto de los mortales. Pero además, le tengo que decir con respeto, que dudo mucho que ese Dios suyo sea tan mezquino como para darle exclusivamente la oportunidad de tener una experiencia personal con él. De manera entonces, que la creencia del individuo cristiano tiende a caer en el abismo de la irrealidad. La experiencia personal no puede ni debe ser extrapolada a todos los demás forzando a todos a reconocerla como verdad cuando bien puede ser una falacia.
Si surgen más evidencias en torno a la piedra inscrita con la Visión de las Revelaciones de Gabriel (Nótese que se trata del arcángel Gabriel), esas podrían ser suficientes para sustentar la tesis de que Jesús no fue un personaje real, sino inventado por la cúpula de la iglesia de Constantino como instrumento de control y dominación.
En materia de la fe y de las religiones, abundan ridiculeces en el mundo y que se alejan muchos años luz de la verdad. Tal es el caso de la llamada religión rastafariana. Una esquizofrenia de origen etiope que se enraizó entre la población más pobre de la pequeña república negra de Jamaica. Después de la Biblia, la primera creencia básica de los Rastafarianos es que Haile Selassie era el Dios viviente de la raza negra. Selassie, cuyo nombre anterior era Ras Tafari (de ahí el término rastafariano) era el emperador negro de Etiopia hasta finales de la década de los setentas, cuando fue derrocado y asesinado por militares revolucionarios. Sus seguidores dicen que este fue profetizado en la Biblia pero no aportan ninguna evidencia del hecho. Llega a tales extremos la enfermedad mental de estos religiosos que se tornan adictos a la marihuana, hierva que utilizan para sus rituales, argumentando que el uso de este estupefaciente está descrito en la Biblia en Salmo 104:14. Es evidente para cualquier persona notar y observar que la adicción a tales tipos de enervantes no produce efectos benéficos para la salud mental de un ser humano. Se trata entonces de una falacia creíble para los rastafarianos, pero demasiado lejos de la verdad.
Cada vez que me encuentro en medio de una discusión sobre religión o ante un debate sobre el tema, me llama sobremanera la atención que se utilice con sobrada frecuencia la frase “yo creo… o yo creo que…”. Y eso se complementa con una serie de ideas, concepciones y puntos de vista que al final derivan en lo que la desafortunada mayoría de cristianos del mundo occidental desea escuchar que es: yo creo que Dios existe, yo creo que Dios es el creador del universo, yo creo en un solo Dios y todo lo demás que se encuentra en el famoso credo del emperador Constantino. Naturalmente que pocos creyentes se toman el tiempo para meditar sobre estos absurdos y mucho menos para cuestionar su supuesta veracidad.
La verdad tiene procedimientos para su reconocimiento, y estos están muy lejos de permitir que la humanidad se hunda en el abismo del desconocimiento, de las suposiciones de las conjeturas espiritistas, de las supersticiones y de los mandatos de un emperador ansioso por el control político y lealtad de los de su imperio hacia el. He aquí un caso que de resultar cierto, convulsionaría a la comunidad cristiana porque estría derivando muchas bases sobre las que se construyó el poderoso imperio de esa fe. Se trata de una lápida con un texto pintado en hebreo, una piedra que según el semanario LA TRIBUNA HISPANA USA de Julio de 2008, se cree que data del siglo 1 antes de Jesucristo fue descubierta hace 10 años. Ahora, Israel Knohl, un profesor de estudios bíblicos de la Universidad Hebrea de Israel dice que la lectura del texto hebreo demuestra que la idea de la resurrección del Mesías luego de tres días ya era parte de una tradición judía antes del nacimiento de Jesús. Sin embargo, persisten dudas a cerca del origen de la piedra inscrita y algunos investigadores cuestionan incluso su autenticidad. Se cree que la reliquia, conocida como LA VISION DE LAS REVELACIONES DE GABRIEL, proviene de la margen oriental jordana del mar muerto. Fue descubierta hace 10 años y ahora pertenece a un coleccionista de nombre David Jeselsohn que vive en Zurich y que la adquirió en Jordania. La piedra, de un metro de altura, tiene inscritas 87 líneas de texto en hebreo a dos columnas. De manera inusual, el texto esta inscrito sobre la piedra en lugar de estar tallado. Algunas letras y palabras enteras de la piedra son ilegibles.
El profesor Knohl argumenta que su interpretación del texto hebreo podría dar vuelta a la visión que se tiene de la personalidad histórica de Jesús. Comenta además que este texto podría ser el eslabón perdido entre el judaísmo y cristianismo, en la medida en que encuentra raíces en la tradición judía para la creencia en la resurrección del Mesías. Según la interpretación de Knohl, la figura mesiánica encarnada en la piedra podría ser un hombre llamado Simón, quien fue muerto violentamente por un comandante del ejército de Herodes, de acuerdo a Josefo, el historiador hebreo del primer siglo. La violenta muerte de Simón o en cualquier caso del Mesías doliente, era vista como un paso necesario hacia la salvación nacional, dice Knohl, agregando que los escritores de dicha piedra probablemente fueron seguidores de Simón. Para Knohl, es evidente la leyenda sobre la muerte y resurrección de un Mesías en tres días, lo cual es legible en la línea 80 de la piedra.
Puede decirse mucho a cerca del texto inscrito en la piedra, pero lo cierto es que solo una evaluación, un análisis utilizando procedimientos científicos, pueden acercarnos a la verdad sobre esta información antigua. Las simples deducciones infundadas, suposiciones, creencias, especulaciones o imaginaciones no van a resolver el dilema. Menos aún cuando la poderosa iglesia católica esta siempre dispuesta a impedir que se sepa la verdad. Insisto, en que la verdad no puede ser producto de lo que diga una personalidad poderosa e influyente. La verdad tiene que ser clara y transparente ante la vista o la verificación de todos, como para ser considerada cierta. Si las pruebas sobre la antigüedad de la piedra y su inscripción coinciden con el contenido de la literatura de la época, eso sería una evidencia de gran peso que, además de ser verificable, dejaría sin sustento lo que afirma la Biblia sobre la resurrección de Jesucristo.
Reitero que la verdad no puede proceder simplemente de la boca de alguien. Los requisitos fundamentales para que algo sea verdad es que sea comprobable (y reproducible) por todos los involucrados o interesados, además de concordar con la realidad. Solo entonces algo se convierte en VERDAD ACEPTABLE. De lo contrario solo sería falacia creíble.A todo esto, la humanidad necesita poner los pies sobre la tierra y dejar ya de utilizar términos confusos en el lenguaje cotidiano como el decir Yo creo…. Ante eso debe decirse EN BASE A LAS EVIDENCIAS, YO ACEPTO…. O BIEN RECHASO…. Eso de decir YO CREO…. No es sustentable como argumento en base a hechos o evidencias, cosa objetable para los seres que razonamos con objetividad. Por eso es correcto decir: No acepto la sugerencia de la existencia de dioses. Tampoco acepto la supuesta existencia del paraíso y el infierno, y menos aún la resurrección, porque no tengo evidencias de la existencia de estos. Me rehúso aceptar algo por la simple afirmación de terceros sin que el hecho sea verificable. No hay evidencia alguna, por ejemplo, de la resurrección de Jesús ni de sus supuestos milagros. Por lo tanto, es una grave falta de madurez creer en tales cuestiones que carecen de sustento real.
No se trata de creer en la existencia o no de un Dios o de muchos dioses. Lo importante es demostrar que esos dioses existen y que ejercen poderes sobrenaturales sobre todo lo que existe. Lamentablemente para los creyentes, nadie, absolutamente nadie ha podido demostrar tales aseveraciones. Por eso, cuando un cristiano me dice que cree en Dios porque ha tenido una experiencia personal con él, yo solo puedo decirle que esa es tan solo su experiencia personal, más nada tiene que ver con la realidad del resto de los mortales. Pero además, le tengo que decir con respeto, que dudo mucho que ese Dios suyo sea tan mezquino como para darle exclusivamente la oportunidad de tener una experiencia personal con él. De manera entonces, que la creencia del individuo cristiano tiende a caer en el abismo de la irrealidad. La experiencia personal no puede ni debe ser extrapolada a todos los demás forzando a todos a reconocerla como verdad cuando bien puede ser una falacia.
Si surgen más evidencias en torno a la piedra inscrita con la Visión de las Revelaciones de Gabriel (Nótese que se trata del arcángel Gabriel), esas podrían ser suficientes para sustentar la tesis de que Jesús no fue un personaje real, sino inventado por la cúpula de la iglesia de Constantino como instrumento de control y dominación.
En materia de la fe y de las religiones, abundan ridiculeces en el mundo y que se alejan muchos años luz de la verdad. Tal es el caso de la llamada religión rastafariana. Una esquizofrenia de origen etiope que se enraizó entre la población más pobre de la pequeña república negra de Jamaica. Después de la Biblia, la primera creencia básica de los Rastafarianos es que Haile Selassie era el Dios viviente de la raza negra. Selassie, cuyo nombre anterior era Ras Tafari (de ahí el término rastafariano) era el emperador negro de Etiopia hasta finales de la década de los setentas, cuando fue derrocado y asesinado por militares revolucionarios. Sus seguidores dicen que este fue profetizado en la Biblia pero no aportan ninguna evidencia del hecho. Llega a tales extremos la enfermedad mental de estos religiosos que se tornan adictos a la marihuana, hierva que utilizan para sus rituales, argumentando que el uso de este estupefaciente está descrito en la Biblia en Salmo 104:14. Es evidente para cualquier persona notar y observar que la adicción a tales tipos de enervantes no produce efectos benéficos para la salud mental de un ser humano. Se trata entonces de una falacia creíble para los rastafarianos, pero demasiado lejos de la verdad.
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LQSomos. Walter Chisholm. Agosto de 2008
LQSomos. Walter Chisholm. Agosto de 2008
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LQSomos/01/09/2008
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