Alfonsín: "Pan, techo, trabajo", asignatura pendiente de democracia argentina
Mar Marín
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Buenos Aires (EFE) - Veinticinco años después de ganar las elecciones que marcaron el final de la dictadura militar argentina, el ex presidente Raúl Alfonsín reflexiona sobre esta joven democracia y denuncia que "pan, techo y trabajo" son las grandes asignaturas pendientes.
El triunfo de Alfonsín como candidato de la Unión Cívica Radical en las históricas elecciones presidenciales del 30 de octubre de 1983 puso fin al periodo más negro de la historia reciente del país, siete años de gobiernos de Juntas Militares responsables de 30.000 desapariciones.
Durante su mandato (1983-1989) trató de impulsar las bases de una democracia incipiente y logró sentar en el banquillo de los acusados a varios de los máximos responsables de la dictadura.
Pero también adoptó polémicas decisiones forzado por presiones militares, como las Leyes de Obediencia Debida (1986) y Punto Final (1987), que libraron de responsabilidad a más de un millar de acusados de violaciones de los derechos humanos.
Un cuarto de siglo después, el ex mandatario, de 81 años, considera, según dijo en respuesta a un cuestionario enviado por Efe, pues por su estado de salud no concede entrevistas, que en los comicios que le llevaron al poder los argentinos cumplieron con su deber.
El deber, dijo, de "nunca más permitir que un pequeño grupo de iluminados, con o sin uniforme, se erigiera en salvador de la patria, pretendiera mandarnos y que lo obedeciéramos sin chistar".
De sus conflictivas decisiones, recuerda que fueron "difíciles" y "requirieron elegir entre lo deseable y lo posible".
"En una democracia que recién emergía luego de años de dictadura militar era imposible detener y juzgar a casi dos mil oficiales de las Fuerzas Armadas que estaban en actividad", sostiene Alfonsín, convencido de que "tampoco los argentinos habían votado en esa dirección".
"Cumplimos con lo único que podía hacerse", insiste el ex gobernante, que atribuye los levantamientos militares posteriores a las modificaciones que sufrió la ley en su trámite parlamentario.
"Si se hubiera probado el proyecto del Poder Ejecutivo, se hubiera cerrado el capítulo de las secuelas del combate contra la subversión y no se habrían producido los levantamientos de Semana Santa y otros episodios similares", asegura.
Reconoce que nunca antes el país había tenido un periodo de 25 años ininterrumpidos de democracia, aunque admite que aún hay muchos aspectos en los que Argentina se ha estancado o incluso retrocedido, como en la economía y la deuda social.
Alfonsín alerta sobre el riesgo de un "discurso antipolítico que ha mellado el funcionamiento de los partidos".
"De un sistema con dos partidos fuertes y alternancia en el poder hemos pasado a una fragmentación política que puede tornarse peligrosa", apunta.
El ex presidente llama también la atención sobre "la falta de diálogo político, la constante recurrencia al pasado sin mirar adelante, y el abuso del instituto de delegación de poderes" que, a su juicio, "altera el normal funcionamiento constitucional".
En este periodo, la sociedad argentina, continúa, ha asumido la convicción de que el país "afronta la necesidad de construir un futuro capaz de sacarla de largos años de decadencia y de frustraciones".
En el complejo proceso de recuperación democrática, admite, se han cometido graves errores, como la falta de diálogo, que ha llevado a "enfrentamientos políticos que pudieron haberse evitado" y el "retroceso en la política de derechos humanos que importó el indulto presidencial, que después quedó sin efecto".
El indulto fue aprobado en 1989 y 1990, durante la gestión de Carlos Menem, a quien Alfonsín reprocha, además, una política económica basada en las privatizaciones y con un fuerte endeudamiento externo.
También ha habido aciertos, reconoce, como el surgimiento de una política de Estado y de integración regional que permitió superar la desconfianza que separaba Argentina de vecinos como Brasil.
Ahora, subraya Alfonsín, las principales asignaturas pendientes del país son precisamente las referidas a los derechos esenciales, que resume como "pan, techo y trabajo", y que "pasan por un modelo de desarrollo inclusivo" aún no emprendido.
"Tenemos libertad, pero no igualdad. Por el contrario, la desigualdad social se incrementa día a día", denuncia.
En un contexto internacional que define como una "seria encrucijada", Argentina "deberá decidir cómo ingresará al nuevo orden mundial, no es posible que quede aislada, desde luego sin perder su voluntad de autodeterminación".
"Deberá enfrentar los males del hambre, la ignorancia, el autoritarismo", insiste./mar/pmc/ar
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Buenos Aires (EFE) - Veinticinco años después de ganar las elecciones que marcaron el final de la dictadura militar argentina, el ex presidente Raúl Alfonsín reflexiona sobre esta joven democracia y denuncia que "pan, techo y trabajo" son las grandes asignaturas pendientes.
El triunfo de Alfonsín como candidato de la Unión Cívica Radical en las históricas elecciones presidenciales del 30 de octubre de 1983 puso fin al periodo más negro de la historia reciente del país, siete años de gobiernos de Juntas Militares responsables de 30.000 desapariciones.
Durante su mandato (1983-1989) trató de impulsar las bases de una democracia incipiente y logró sentar en el banquillo de los acusados a varios de los máximos responsables de la dictadura.
Pero también adoptó polémicas decisiones forzado por presiones militares, como las Leyes de Obediencia Debida (1986) y Punto Final (1987), que libraron de responsabilidad a más de un millar de acusados de violaciones de los derechos humanos.
Un cuarto de siglo después, el ex mandatario, de 81 años, considera, según dijo en respuesta a un cuestionario enviado por Efe, pues por su estado de salud no concede entrevistas, que en los comicios que le llevaron al poder los argentinos cumplieron con su deber.
El deber, dijo, de "nunca más permitir que un pequeño grupo de iluminados, con o sin uniforme, se erigiera en salvador de la patria, pretendiera mandarnos y que lo obedeciéramos sin chistar".
De sus conflictivas decisiones, recuerda que fueron "difíciles" y "requirieron elegir entre lo deseable y lo posible".
"En una democracia que recién emergía luego de años de dictadura militar era imposible detener y juzgar a casi dos mil oficiales de las Fuerzas Armadas que estaban en actividad", sostiene Alfonsín, convencido de que "tampoco los argentinos habían votado en esa dirección".
"Cumplimos con lo único que podía hacerse", insiste el ex gobernante, que atribuye los levantamientos militares posteriores a las modificaciones que sufrió la ley en su trámite parlamentario.
"Si se hubiera probado el proyecto del Poder Ejecutivo, se hubiera cerrado el capítulo de las secuelas del combate contra la subversión y no se habrían producido los levantamientos de Semana Santa y otros episodios similares", asegura.
Reconoce que nunca antes el país había tenido un periodo de 25 años ininterrumpidos de democracia, aunque admite que aún hay muchos aspectos en los que Argentina se ha estancado o incluso retrocedido, como en la economía y la deuda social.
Alfonsín alerta sobre el riesgo de un "discurso antipolítico que ha mellado el funcionamiento de los partidos".
"De un sistema con dos partidos fuertes y alternancia en el poder hemos pasado a una fragmentación política que puede tornarse peligrosa", apunta.
El ex presidente llama también la atención sobre "la falta de diálogo político, la constante recurrencia al pasado sin mirar adelante, y el abuso del instituto de delegación de poderes" que, a su juicio, "altera el normal funcionamiento constitucional".
En este periodo, la sociedad argentina, continúa, ha asumido la convicción de que el país "afronta la necesidad de construir un futuro capaz de sacarla de largos años de decadencia y de frustraciones".
En el complejo proceso de recuperación democrática, admite, se han cometido graves errores, como la falta de diálogo, que ha llevado a "enfrentamientos políticos que pudieron haberse evitado" y el "retroceso en la política de derechos humanos que importó el indulto presidencial, que después quedó sin efecto".
El indulto fue aprobado en 1989 y 1990, durante la gestión de Carlos Menem, a quien Alfonsín reprocha, además, una política económica basada en las privatizaciones y con un fuerte endeudamiento externo.
También ha habido aciertos, reconoce, como el surgimiento de una política de Estado y de integración regional que permitió superar la desconfianza que separaba Argentina de vecinos como Brasil.
Ahora, subraya Alfonsín, las principales asignaturas pendientes del país son precisamente las referidas a los derechos esenciales, que resume como "pan, techo y trabajo", y que "pasan por un modelo de desarrollo inclusivo" aún no emprendido.
"Tenemos libertad, pero no igualdad. Por el contrario, la desigualdad social se incrementa día a día", denuncia.
En un contexto internacional que define como una "seria encrucijada", Argentina "deberá decidir cómo ingresará al nuevo orden mundial, no es posible que quede aislada, desde luego sin perder su voluntad de autodeterminación".
"Deberá enfrentar los males del hambre, la ignorancia, el autoritarismo", insiste./mar/pmc/ar
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Univisión - USA/28/10/2008
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