ESCARBANDO...LQ somos.
¿De qué murió Cristo?
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El criterio de la verdad consiste en probar la validez de nuestros conocimientos, índices que confirman las actitudes de nuestras ideas y confirman en que medida nuestras sensaciones corresponden a la realidad objetiva.
Resulta que por eso mismo algunas personas, principalmente aquellas creyentes, se preguntarán: “si estos ‘empedernidos’ ateos no creen en Dios nuestro señor, ni en su amadísimo hijo Jesús ni nada de lo que dicen en la sagrada Biblia y evangelios, ¿a qué coño, (con perdón por este pecado de palabra) están siempre hablando de religión, principalmente de nuestro catolicismo?”
Pues la respuesta es obvia. De la misma manera que ellos tienen libertad para predicar desde los antiguos púlpitos hasta el Internet de que su Dios “existe”, nosotros tenemos los mismos derechos y obligaciones de pregonar también, basándonos en el concepto humano de la Razón, de que todo es un montaje teatral que dura, (para ellos) dos mil años.
Así pues, el artículo en cuestión no quiere decir que el personaje de Jesús, por supuesto, el conocido por el hijo del Dios hebreo, haya existido y es ahí la constante insistencia de que un otro pueda haber hecho esos atributos que con tanta insistencia reitera sus seguidores. Parta nosotros, ese de los evangelios, como para tantos entendidos y especializados en la cuestión ha sido una grande y sustanciosa invención que ahora no entramos en la cuestión.
Sin embargo, sí nos queremos centrar en la muerte de un personaje que pudo existir, que hasta se hubiese llamado Jesús, que fuese un “disidente o marginado” de su tiempo, de ahí el perseguirlo hasta su ejecución. Como es sabido, para los que se sustraían a la obediencia del Imperio Romano, conchabado con el Sanedrín judío cuando a este le interesaba, consistía en la crucifixión de todo indeseable, como ocurre también en la actualidad, en eso no ha cambiado nada. Es precisamente lo que traemos entre manos, la manera en la que pudo morir el personaje cuestionado para toda la cristiandad, cosa que por otro lado esos asiduos creyentes no saben como posiblemente ocurrió, cosa normal el no informar estos detalles en los insistentes evangelios, pues ahí la cosa sería más comparable con en ser humano que con todo un Dios.Queda por sentado que para nosotros estos hechos pudo ocurrir en algunos otros momentos de la historia de Roma, o como viene ocurriendo hoy a lo largo de la dilatada humanidad. Veamos pues un algo del asesinato del personaje en versión religiosa, aunque no dan testimonios concretos de los hecho los jerarcas del cristianismo, eso sí, resultó un acto muy macabro del cual contribuyó para convertirse en el oro de Vaticano.
Según los datos evangélicos Jesucristo murió crucificado en el año 33 de la era actual. Pero a pesar de que es un personaje tan conocido y popular desde casi dos mil años, poco, o casi nada se dice en relación de cuales fueron las causas directas que le provocaron la muerte.
Se han hecho profundas investigaciones sobre la cuestión, aunque no han tenido las divulgaciones que deberían tener como ocurre con la insistente propaganda de su “paso” por este mundo. ¿Es que no interesa? ¿No conviene hacer hincapié en el tema con lo que llevaría ha hacer más escabrosos los reiterativos “misterios”?
Así mismo es interesante saber algo más sobre la cuestión, mismo que no somos expertos en la materia, aunque obviamente la ciencia sí lo es y de ella nos aprovechamos.
Científicamente se afirma, por lo que es concluyente, de que Cristo, o el equivalente, murió de colapso cardíaco, con la pleura bastante infiltrada de agua. Para tales pruebas fueron colgados estudiantes voluntarios de medicina por los pulsos y con el auxilio de aparatos de radiología se observó que el corazón se comprime al máximo. Ahí la sangre corre hacia las partes inferiores del cuerpo. Cae el ritmo sanguíneo y la pulsación se duplica. Sobreviene el colapso y la muerte ocurre presidida de sudores por todo el cuerpo. Después de largas pruebas la conclusión sobre las causas de la muerte de Cristo, o al personaje que verdaderamente le ocurrió estos hechos, fueron aceptadas.
Otras de las afirmaciones es que el personaje de Jesús estuviese colgado en la cruz por los pulsos y nunca por las palmas de las manos, que es como lo representan en toda la extensa imaginería que conocemos.
Utilizando cadáveres se ha comprobado que los cuerpos, puestos en la cruz, a ejemplo del de Cristo, caían siempre que estos pesasen más de 42 kilos. ¿Motivos? Se rompían las palmas de las manos. Si el aquí aludido Jesús quedó en la cruz después de muerto durante un corto espacio de tiempo, fue debido a estar él preso por los pulsos. Por lo tanto, la posición exacta es que los clavos fueron colocados en esa parte del cuerpo y no en otra. Cristo debería pesar más de 42 kilos y en la cruz no era posible quedar después de la muerte, sin que se rasgaran las palmas de las manos.
Es una prueba más del engaño a que el cristianismo tiene sometido su “clientela”, pero no de ahora, sí desde hace precisamente unos 1708 años, nos atenemos al concilio de Nicea, fue allí desde donde se dio el “pistoletazo” de salida que dura hasta la actualidad.
El criterio de la verdad consiste en probar la validez de nuestros conocimientos, índices que confirman las actitudes de nuestras ideas y confirman en que medida nuestras sensaciones corresponden a la realidad objetiva.
Resulta que por eso mismo algunas personas, principalmente aquellas creyentes, se preguntarán: “si estos ‘empedernidos’ ateos no creen en Dios nuestro señor, ni en su amadísimo hijo Jesús ni nada de lo que dicen en la sagrada Biblia y evangelios, ¿a qué coño, (con perdón por este pecado de palabra) están siempre hablando de religión, principalmente de nuestro catolicismo?”
Pues la respuesta es obvia. De la misma manera que ellos tienen libertad para predicar desde los antiguos púlpitos hasta el Internet de que su Dios “existe”, nosotros tenemos los mismos derechos y obligaciones de pregonar también, basándonos en el concepto humano de la Razón, de que todo es un montaje teatral que dura, (para ellos) dos mil años.
Así pues, el artículo en cuestión no quiere decir que el personaje de Jesús, por supuesto, el conocido por el hijo del Dios hebreo, haya existido y es ahí la constante insistencia de que un otro pueda haber hecho esos atributos que con tanta insistencia reitera sus seguidores. Parta nosotros, ese de los evangelios, como para tantos entendidos y especializados en la cuestión ha sido una grande y sustanciosa invención que ahora no entramos en la cuestión.
Sin embargo, sí nos queremos centrar en la muerte de un personaje que pudo existir, que hasta se hubiese llamado Jesús, que fuese un “disidente o marginado” de su tiempo, de ahí el perseguirlo hasta su ejecución. Como es sabido, para los que se sustraían a la obediencia del Imperio Romano, conchabado con el Sanedrín judío cuando a este le interesaba, consistía en la crucifixión de todo indeseable, como ocurre también en la actualidad, en eso no ha cambiado nada. Es precisamente lo que traemos entre manos, la manera en la que pudo morir el personaje cuestionado para toda la cristiandad, cosa que por otro lado esos asiduos creyentes no saben como posiblemente ocurrió, cosa normal el no informar estos detalles en los insistentes evangelios, pues ahí la cosa sería más comparable con en ser humano que con todo un Dios.Queda por sentado que para nosotros estos hechos pudo ocurrir en algunos otros momentos de la historia de Roma, o como viene ocurriendo hoy a lo largo de la dilatada humanidad. Veamos pues un algo del asesinato del personaje en versión religiosa, aunque no dan testimonios concretos de los hecho los jerarcas del cristianismo, eso sí, resultó un acto muy macabro del cual contribuyó para convertirse en el oro de Vaticano.
Según los datos evangélicos Jesucristo murió crucificado en el año 33 de la era actual. Pero a pesar de que es un personaje tan conocido y popular desde casi dos mil años, poco, o casi nada se dice en relación de cuales fueron las causas directas que le provocaron la muerte.
Se han hecho profundas investigaciones sobre la cuestión, aunque no han tenido las divulgaciones que deberían tener como ocurre con la insistente propaganda de su “paso” por este mundo. ¿Es que no interesa? ¿No conviene hacer hincapié en el tema con lo que llevaría ha hacer más escabrosos los reiterativos “misterios”?
Así mismo es interesante saber algo más sobre la cuestión, mismo que no somos expertos en la materia, aunque obviamente la ciencia sí lo es y de ella nos aprovechamos.
Científicamente se afirma, por lo que es concluyente, de que Cristo, o el equivalente, murió de colapso cardíaco, con la pleura bastante infiltrada de agua. Para tales pruebas fueron colgados estudiantes voluntarios de medicina por los pulsos y con el auxilio de aparatos de radiología se observó que el corazón se comprime al máximo. Ahí la sangre corre hacia las partes inferiores del cuerpo. Cae el ritmo sanguíneo y la pulsación se duplica. Sobreviene el colapso y la muerte ocurre presidida de sudores por todo el cuerpo. Después de largas pruebas la conclusión sobre las causas de la muerte de Cristo, o al personaje que verdaderamente le ocurrió estos hechos, fueron aceptadas.
Otras de las afirmaciones es que el personaje de Jesús estuviese colgado en la cruz por los pulsos y nunca por las palmas de las manos, que es como lo representan en toda la extensa imaginería que conocemos.
Utilizando cadáveres se ha comprobado que los cuerpos, puestos en la cruz, a ejemplo del de Cristo, caían siempre que estos pesasen más de 42 kilos. ¿Motivos? Se rompían las palmas de las manos. Si el aquí aludido Jesús quedó en la cruz después de muerto durante un corto espacio de tiempo, fue debido a estar él preso por los pulsos. Por lo tanto, la posición exacta es que los clavos fueron colocados en esa parte del cuerpo y no en otra. Cristo debería pesar más de 42 kilos y en la cruz no era posible quedar después de la muerte, sin que se rasgaran las palmas de las manos.
Es una prueba más del engaño a que el cristianismo tiene sometido su “clientela”, pero no de ahora, sí desde hace precisamente unos 1708 años, nos atenemos al concilio de Nicea, fue allí desde donde se dio el “pistoletazo” de salida que dura hasta la actualidad.
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LQSomos. Zerimar Ilosit. Octubre de 2008
LQSomos. Zerimar Ilosit. Octubre de 2008
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LQSomos/05/10/2008
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