La banca, al borde del abismo
Paul Krugman
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El fin sería “facilitar una reestructuración expedita y ordenada”. Estoy de acuerdo. El argumento a favor de la nacionalización descansa en tres observaciones.
Primero, algunos bancos grandes están peligrosamente cerca del abismo; de hecho, ya se habrían derrumbado si los inversionistas no esperaran que el gobierno los rescatará de ser necesario.
Segundo, los bancos deben ser rescatados. El colapso de Lehman Brothers casi destruyó el sistema financiero mundial, y no podemos arriesgarnos a permitir que instituciones mucho más grandes como Citigroup o Bank of America sufran una implosión.
Tercero, aunque los bancos deben ser rescatados, el gobierno de EU no puede darse el lujo, ni fiscal ni políticamente, de entregar grandes regalos a los accionistas de los bancos. Seamos concretos en este punto. Hay una posibilidad razonable (no una certidumbre) de que Citi y BofA, juntos, registren pérdidas por cientos de miles de millones de dólares en los próximos años. Y su capital, el excedente de sus activos en relación con sus pasivos, no es ni remotamente suficiente para cubrir esas posibles pérdidas.
Indiscutiblemente, la única razón por la cual aún no se han derrumbado es que el gobierno está actuando como un parapeto, garantizando implícitamente sus obligaciones. Pero son “bancos zombie”, incapaces de abastecer el crédito que la economía necesita.
Para dejar de ser zombies los bancos necesitan más capital. Pero no pueden recaudar más capital de inversionistas privados. Así que el gobierno tiene que proporcionar los fondos necesarios.
Pero ésta es la cosa: los fondos que se necesitan para revivir plenamente a estos bancos rebasarían por mucho el valor que tienen actualmente. Citi y BofA tiene un valor de mercado combinado de menos de 30 mil mdd, e incluso ese valor se basa principalmente, si no es que totalmente, en la esperanza de que los accionistas obtengan un pedazo de la dádiva del gobierno. Y si básicamente va a poner todo el dinero, el gobierno debe obtener a cambio la propiedad.
Sin embargo, ¿no es una nacionalización algo antiestadounidense? No, es tan estadounidense como el pay de manzana.
A últimas fechas, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) ha estado incautando bancos que considera insolventes a un ritmo de unas dos instituciones por semana. Cuando la FDIC embarga un banco toma el control de sus activos malos, paga parte de su deuda y revende la institución aseada a inversionistas privados. Y eso es exactamente lo que los partidarios de una nacionalización temporal quieren que suceda, no sólo con los bancos pequeños que la FDIC ha estado incautando sino con los bancos importantes que son similarmente insolventes.
La verdadera pregunta es por qué la administración Obama sigue planteando propuestas que parecen posibles alternativas a la nacionalización, pero resulta que involucran enormes regalos a los accionistas de los bancos. Por ejemplo, la administración inicialmente flotó la idea de ofrecer a los bancos garantías contra pérdidas en activos incobrables. Esto habría sido un gran negocio para los accionistas de los bancos, aunque no tanto para el resto de nosotros: cara, ellos ganan; cruz, los contribuyentes pierden.
Ahora, la administración habla de una “sociedad público-privada” para adquirir activos en problemas de los bancos, en la que el gobierno prestaría dinero a inversionistas privados para tal propósito. Esto ofrecería a los inversionistas una apuesta segura: si los activos incrementan su valor, los inversionistas ganan; si bajan sustancialmente, los inversionistas se salen y dejan el gobierno con la responsabilidad. Otra vez, cara, ellos ganan; cruz, nosotros perdemos.
¿Por qué no simplemente seguir adelante con la nacionalización? Recuerde que mientras más tiempo vivamos con bancos zombies, más difícil será poner fin a la crisis económica.
¿Cómo se llevaría a cabo una nacionalización? Todo lo que la administración tiene que hacer es tomar en serio su planeada “prueba de esfuerzo” a los bancos grandes y no ocultar los resultados cuando un banco repruebe, haciendo necesaria una toma de control. Es cierto que el proceso tendría algo de irónico, cuando un gobierno que ha estado ayudando a los bancos por meses se declare conmocionado por el miserable estado de sus balances generales. Pero no hay problema.
Y una vez más, la propiedad gubernamental a largo plazo no es el objetivo: como los bancos pequeños decomisados por la FDIC cada semana, los bancos grandes serían devueltos al control privado tan pronto como fuera posible. El blog de finanzas Calculated Risk sugiere que en lugar de llamar al mecanismo nacionalización podríamos denominarle “preprivatización”.
La administración Obama, señala Robert Gibbs, vocero de la Casa Blanca, considera que “un sistema bancario de propiedad privada es la forma correcta de proceder”. Todos lo consideramos así. Pero lo que tenemos ahora no es iniciativa privada sino socialismo al revés: los bancos obtienen los beneficios, pero los contribuyentes cargan con los riesgos. La situación está perpetuando a los bancos zombie y bloqueando la recuperación económica.
Lo que queremos es un sistema en el que los bancos sean responsables tanto de los perjuicios como de los beneficios. Y el camino hacia ese sistema pasa por la nacionalización. (Traducción: Gregorio Narváez)
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El fin sería “facilitar una reestructuración expedita y ordenada”. Estoy de acuerdo. El argumento a favor de la nacionalización descansa en tres observaciones.
Primero, algunos bancos grandes están peligrosamente cerca del abismo; de hecho, ya se habrían derrumbado si los inversionistas no esperaran que el gobierno los rescatará de ser necesario.
Segundo, los bancos deben ser rescatados. El colapso de Lehman Brothers casi destruyó el sistema financiero mundial, y no podemos arriesgarnos a permitir que instituciones mucho más grandes como Citigroup o Bank of America sufran una implosión.
Tercero, aunque los bancos deben ser rescatados, el gobierno de EU no puede darse el lujo, ni fiscal ni políticamente, de entregar grandes regalos a los accionistas de los bancos. Seamos concretos en este punto. Hay una posibilidad razonable (no una certidumbre) de que Citi y BofA, juntos, registren pérdidas por cientos de miles de millones de dólares en los próximos años. Y su capital, el excedente de sus activos en relación con sus pasivos, no es ni remotamente suficiente para cubrir esas posibles pérdidas.
Indiscutiblemente, la única razón por la cual aún no se han derrumbado es que el gobierno está actuando como un parapeto, garantizando implícitamente sus obligaciones. Pero son “bancos zombie”, incapaces de abastecer el crédito que la economía necesita.
Para dejar de ser zombies los bancos necesitan más capital. Pero no pueden recaudar más capital de inversionistas privados. Así que el gobierno tiene que proporcionar los fondos necesarios.
Pero ésta es la cosa: los fondos que se necesitan para revivir plenamente a estos bancos rebasarían por mucho el valor que tienen actualmente. Citi y BofA tiene un valor de mercado combinado de menos de 30 mil mdd, e incluso ese valor se basa principalmente, si no es que totalmente, en la esperanza de que los accionistas obtengan un pedazo de la dádiva del gobierno. Y si básicamente va a poner todo el dinero, el gobierno debe obtener a cambio la propiedad.
Sin embargo, ¿no es una nacionalización algo antiestadounidense? No, es tan estadounidense como el pay de manzana.
A últimas fechas, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) ha estado incautando bancos que considera insolventes a un ritmo de unas dos instituciones por semana. Cuando la FDIC embarga un banco toma el control de sus activos malos, paga parte de su deuda y revende la institución aseada a inversionistas privados. Y eso es exactamente lo que los partidarios de una nacionalización temporal quieren que suceda, no sólo con los bancos pequeños que la FDIC ha estado incautando sino con los bancos importantes que son similarmente insolventes.
La verdadera pregunta es por qué la administración Obama sigue planteando propuestas que parecen posibles alternativas a la nacionalización, pero resulta que involucran enormes regalos a los accionistas de los bancos. Por ejemplo, la administración inicialmente flotó la idea de ofrecer a los bancos garantías contra pérdidas en activos incobrables. Esto habría sido un gran negocio para los accionistas de los bancos, aunque no tanto para el resto de nosotros: cara, ellos ganan; cruz, los contribuyentes pierden.
Ahora, la administración habla de una “sociedad público-privada” para adquirir activos en problemas de los bancos, en la que el gobierno prestaría dinero a inversionistas privados para tal propósito. Esto ofrecería a los inversionistas una apuesta segura: si los activos incrementan su valor, los inversionistas ganan; si bajan sustancialmente, los inversionistas se salen y dejan el gobierno con la responsabilidad. Otra vez, cara, ellos ganan; cruz, nosotros perdemos.
¿Por qué no simplemente seguir adelante con la nacionalización? Recuerde que mientras más tiempo vivamos con bancos zombies, más difícil será poner fin a la crisis económica.
¿Cómo se llevaría a cabo una nacionalización? Todo lo que la administración tiene que hacer es tomar en serio su planeada “prueba de esfuerzo” a los bancos grandes y no ocultar los resultados cuando un banco repruebe, haciendo necesaria una toma de control. Es cierto que el proceso tendría algo de irónico, cuando un gobierno que ha estado ayudando a los bancos por meses se declare conmocionado por el miserable estado de sus balances generales. Pero no hay problema.
Y una vez más, la propiedad gubernamental a largo plazo no es el objetivo: como los bancos pequeños decomisados por la FDIC cada semana, los bancos grandes serían devueltos al control privado tan pronto como fuera posible. El blog de finanzas Calculated Risk sugiere que en lugar de llamar al mecanismo nacionalización podríamos denominarle “preprivatización”.
La administración Obama, señala Robert Gibbs, vocero de la Casa Blanca, considera que “un sistema bancario de propiedad privada es la forma correcta de proceder”. Todos lo consideramos así. Pero lo que tenemos ahora no es iniciativa privada sino socialismo al revés: los bancos obtienen los beneficios, pero los contribuyentes cargan con los riesgos. La situación está perpetuando a los bancos zombie y bloqueando la recuperación económica.
Lo que queremos es un sistema en el que los bancos sean responsables tanto de los perjuicios como de los beneficios. Y el camino hacia ese sistema pasa por la nacionalización. (Traducción: Gregorio Narváez)
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El Universal - México/26/02/2009
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