1/5/07

Argentina: Dos muertes violentas: Néstor S, Carlos Fuentealba


Carlos Fuentealba, docente neuquino asesinado por la policía provincial durante una represión ordenada por el gobernador Jorge Sobisch.

Néstor S, adolescente, falleció envuelto en llamas, en un incendio que se generó en su celda del Instituto de Recuperación de Adolescentes en conflicto con la ley penal en Rosario. Carlos Fuentealba, docente, recibió un impacto de granada de gas lacrimógeno, que le quito la vida cuando participaba de un corte de ruta, por aumento de salarios, en Neuquén.
Los dos fallecimientos se produjeron en el curso de este mes. Ambos en suelo argentino. En la producción de ese resultado lamentable, el Estado asumió, a través de miembros de sus órganos represivos, de una forma u otra, carácter de autor.

Opinión
Daniel Gamboa (especial para ARGENPRESS.info)

Por lo visible e inmediato, ese factor común, puede llevarnos a conclusiones superficiales, toda vez que además de ese elemento, nada permitiría emparentar una muerte con otra. Néstor S, fue un adolescente estimado judicialmente como 'un menor en conflicto con la ley penal'. Carlos Fuentealba un docente considerado modelo por sus propios alumnos. Néstor encontró la muerte en la celda de un internado pestilente por estar acusado de un delito y Carlos, produciendo un corte de ruta en demanda de aumento de salarios

Sin embargo, este espejismo diversificador, oculta un factor común relevante, de marcada intensidad, mayor que los matices diferenciadores. A poco que nos adentremos en el asunto, observaremos en los sucesos en cuestión, un señalamiento más, de la marcada tensión social en la que nos desenvolvemos, producto del agotamiento contrastable y objetivo del orden que confirió seguridad y dio sentidos a la existencia de quiénes nacieron, crecieron y se desenvolvieron en el marco de la sociedad disciplinada y fabril, propia del Capitalismo en su momento de expansión y consolidación de los Estados nacionales.

Este agotamiento de las estructuras sociales que gobiernan la existencia, supone la caída de los símbolos, y exteriorizaciones de esa sociedad basada en el consenso e ideologizada a partir de la figura del contrato social, propia de la modernidad. Hoy categorías como 'ciudadanía', 'representación política parlamentaria', iglesia, sindicatos, etc., se revelan incapaces frente a la contrastable tensión dialéctica entre ese caduco orden pretendidamente consensual y el fraccionamiento simbólico de lo social, que coloca a todos los instrumentos instituciones en el remanente y reducido rol de gestores institucionales del 'caos'.

Las fraccionadas y desquiciadas organizaciones sociales en la que nos desenvolvemos y sobrevivimos, no hacen otra cosa que mostrar de las mil y una formas, y por los hechos más diversos, que nos encontramos ante una crisis generalizada del modelo de sociedad disciplinada y de cada uno de los aparatos ideológicos del Estado. La prisión, la familia nuclear, la escuela, los sindicatos, el parlamento, agonizan frente a la emergencia de una marcada y específica sociedad de control.

El gobierno K, no hace otra cosa que, anunciar reformas para la educación, la salud, el Ejército y fuerzas de seguridad, el sistema penal y la prisión, pero con ello, no hace otra cosa que encubrir ideológicamente su incapacidad para afrontar de manera hegemónica, los específicos fenómenos sociales que, con nuevas, variadas y mutantes formas, se le presentan evidenciando la agonía de la estructura socio-política.

Los diversos actores estatales, tienen claro su rol de gestores de la crisis. Kirchner, en cierta forma, asemeja al capitán de un buque que zozobra, estimulando a su tripulación y esperanzando a los pasajeros con cosméticas intervenciones políticas, que detendrían el hundimiento.

En ese afán de gestionar el caos, las políticas públicas intentan restaurar la disciplina sobre la base de un mayor control social marcado por el incremento del rigor punitivo, y la penetración del aparato represivo en todos los ordenes de la vida, instalando a la vez, en la población la creencia en la necesidad ineludible de castigar, bajo la producción social y simbólica del 'otro', del 'distinto', como sujeto peligroso.

El Estado avanza a pasos agigantados hacia la construcción de un verdadero Derecho Penal de autor, donde la sanción no se impone por el comportamiento, sino por lo que el sujeto es en sí mismo. Avanza hacia la naturalización de una sociedad fundada en la idea de justificación de la sanción penal exclusivamente basada en la retribución del daño. En otras palabras, el viejo y mentado 'ojo por ojo'.

Se constata entonces, la presencia contradictoria y paradójica de esquemas de justificación social del castigo, agotados en la experiencia histórica, que adquieren sobrevida, por las urgencias que imponen las tensiones y contradicciones de la actual sociedad capitalista en crisis. Esto toma cuerpo y mensaje ideológico, en la premisa según la cual, hay que defender a la sociedad de los ciudadanos inspirados en el cumplimiento de las normas, de una multitud de excluidos, que no respeta, las reglas impuestas por ese orden hegemónico y desafía esa lógica de reproducción de la existencia. Esta lógica de las cosas, deja abierta la instancia coactiva contra los eventuales agresores, y justifica el despliegue de la violencia estatal sobre ellos.

Es allí donde es posible encontrar un factor común entre estas dos muertes que nos laceran el alma. Carlos Fuentealba, y Néstor S, han dejado de vivir, lisa y llanamente porque tanto el uno como el otro emergían de esta sociedad sumida en la barbarie, disfrazada de civilización, como iconos señaladores de sus contradicciones más profundas. Carlos Fuentealba tuvo la 'osadía' de subirse a una ruta y no dejar pasar turistas que buscaban con afán 'su merecido descanso' y tengan que soportar molestias en su traslado que ponían en riesgo, poder llegar a destino. Carlos F, complicaba el negocio turístico de la zona del Neuquén. Carlos F quería aumento de salario. Carlos F fue en ese momento, 'el otro' y por eso el Estado le retribuyó con una granada de gas por la cabeza, lanzada por uno de los miembros activos de sus fuerzas represivas.

Néstor S, fue desde que nació 'el otro', casi podría decirse que era un excluido de la primera hora, un otro, de libro. Un sujeto devaluado a cosa por el propio sistema legal corporizador de ese imaginario ojo por ojo que busca instalar en la conciencia de cada vez más amplios sectores de la población incluida en el sistema productivo.

A Carlos Fuentealba, le dedicaron una huelga simbólica de una hora los gordos de la CGT, para quienes parar la producción es un sacrilegio. Una jornada, ordenaron 'los progresistas' de la CTA. Luego, 'apurar, que el sol nos dice que llego el final, que cada uno ya se va con sus miserias a dormir', el espectáculo debe continuar.

A Néstor S, solo el silencio o alguna voz periodística tolerada por los dueños de los medios de comunicación, porque no todos los días un adolescente se prende fuego y encuentra la muerte. Eso, en definitiva, es mercadería que se vende como pan caliente

Uno y otro, pasarán irremediablemente al olvido, porque así lo impone esta sociedad de máximo control socialrepresivo y 'gran hermano'. Finalmente, quien reparara en un marginal como Néstor. En cuanto a Carlos, los docentes de Neuquén, en algún momento volverán a las aulas, cantarán y harán cantar el himno que los cobija tanto a ellos como a los asesinos. Tendrán algo más de dinero en su bolsillo, que les será quitado rigurosamente por los mismos agentes estatales del poder que se lo otorgaron, implementando impuestos al consumo o aumentando los índices inflacionarios. Tal vez algún cantor le dedique una canción y venda discos, o algunos compañeros, mas compenetrados, decidan ponerle su nombre a la enésima agrupación sindical, pero la vida seguirá siendo injusta, la escuela cada vez más vigilada y reproductiva y las cárceles cada vez más cárceles.

El denominado 'capitalismo tardío' propio de la globalización, en donde sobrevivimos es la expresión de la crisis, que por su prolongación en el tiempo amenaza incluso la existencia misma del hombre y actualiza con contenidos particulares, la significación de la alternativa Socialismo o Barbarie, colocando al primer extremos de esa alternancia, como una opción de vida, desde lo ético -individual y el objetivo final de toda acción política, signada por la idea de justicia y libertad.

Estamos ante y en el capitalismo en su etapa superior imperialista. Debemos pronunciarnos contra ese orden de cosas. La vida no puede ser esto que es y nos ocurre. Puede parecer absurdo. Pero es precisamente ese absurdo de ir hacia lo absurdo lo que torna vulnerable el orden establecido. El Socialismo, es una posibilidad real porque existen contradicciones objetivas en la manera en como reproducimos cotidianamente nuestra existencia, que lo tornan viable y necesario. No hay una sola dirección en el devenir de la humanidad. El papel del sujeto en la historia, no es simplemente apoyar o acelerar ese proceso, sino decidirlo.

En esta opción de vida, en tiempo en que muchos militantes emplean horas en conformar listas para elecciones parlamentarias, o participar en una interna de organizaciones sindicales absolutamente captadas por el Estado y funcionales a la lógica reproductiva de El Capital, toma nueva vigencia, con contenidos marcados por el particular tiempo histórico que transitamos el pensamiento de Ernesto Guevara, cuando advertía y advierte que 'persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con las armas melladas del capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca) se puede llegar a un callejón sin salida. Para construir el socialismo, simultáneamente con la base material, hay que hacer el hombre nuevo.

Socialismo o barbarie. La voluntad consciente y la acción determinante de los trabajadores y demás sectores sociales excluidos, organizados en partido de clase, es el instrumento para inclinar en su concreción material esta alternativa, hacia la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados.

ARGENPRESS.info

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