“El modelo neoliberal ha fracasado”
José Pérez Adán, sociólogo y promotor del comunitarismo
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Este académico español vino a presentar en sociedad un corpus doctrinal que le cae como anillo al dedo tanto a una DC en busca de una identidad ideológica después de Maritain como a una izquierda opuesta a un modelo económico que genera desigualdad social. Coquetean con el Opus Dei, pero detectan en ellos la contradicción entre la caridad cristiana y el neoliberalismo que hegemoniza a sus cuadros empresariales.
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Mirko Macari
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Tiene pinta de quijote este sociólogo español: alto, delgado, con barba. Incluso escribió un documento, publicado en Chile por la Universidad Miguel de Cervantes, que se llama “El comunitarismo del Quijote”. Fue esa casa de estudios la que lo trajo esta semana, en el marco del Tercer Seminario Internacional de Comunitarismo, organizado junto a instituciones. ¿De qué se trata esto? Aún es una idea que no sale del marco académico, pero ojo, que una de las mesas fue presentada por Gutenberg Martínez. Es cierto que ese mundo donde las ideas eran la bencina de la política ya se fue, pero también es cierto que la historia no llegó a su fin y que existe, en especial entre los más insatisfechos con el sistema, demanda por una alternativa al pensamiento único neoliberal.
“El comunitarismo entronca con algunos presupuestos de la DC, en el sentido de que apadrina aspectos como la solidaridad, la cooperación y la defensa política de las sociedades intermedias, como la familia o las iglesias. Pero el inventor del comunitarismo es un intelectual judío alemán, que es Amitai Etzioni”, afirma Adán.
-Explosiva la mezcla judío alemana en la filosofía.
-Es explosiva en todos los intelectuales. Él se define como un sociólogo práctico, en el sentido de que inicia movimientos.
-Ustedes propugnan una suerte de despolitización social, pero a la vez se plantean objetivos de influencia política. ¿No es contradictorio?
-Hay una imbricación con la teoría política, porque lo que reclamamos es poder para las comunidades. Muchos nos confrontan con los liberales, pero yo sostengo que el enemigo ideológico del comunitarismo no es el liberalismo, sino el individualismo.
-¿En qué medida el comunitarismo entra en el campo de las ideas políticas?
-Ahora mismo en Europa es el principal revulsivo político desde el punto de vista ideológico, pues el agotamiento de la modernidad tardía se está haciendo manifiesto. El 11 de septiembre de 2001, el estado más poderoso del mundo fue puesto de rodillas por un no estado, entonces el estado tiene que replantearse su razón de ser. Ya no nos garantiza la seguridad que el Estado de bienestar nos garantizaba, entonces debe replantearse misiones y funciones, muchas de las cuales debieran hacerlas las comunidades. La familia, por ejemplo, puede educar, puede cuidar, puede hacer un ejercicio de control social de una forma mucho más efectiva, más barata. Pero no tiene poder para hacerlo.
-La idea de las comunidades intermedias engancha con el pensamiento social cristiano. ¿Ustedes son la formulación 2.7 de esa corriente?
-Hay una salvedad. Para nosotros la comunidad política no es la comunidad más importante. Individualmente cada uno es varios nosotros al mismo tiempo, pertenecemos a varias comunidades. La comunidad familia es más importante, también la de lengua y la de religión.
-Desde los años 60 está instalada la idea de que la comunidad política es la más decisiva para modificar la vida humana.
-Los comunitaristas, al menos en Occidente, enfocaríamos más nuestras inquietudes en la sociedad civil que en la sociedad política.
-El centro político en Chile se ha vinculado históricamente con el social cristianismo y hoy busca un espacio ideológico donde sentirse más cómodo que en el neoliberalismo.
-Yo soy más bien un despolitizador del discurso comunitarista. Sí que tenemos que conseguir que el Estado nos reconozca, pero creo que el gran protagonismo va a venir por la reafirmación de la sociedad civil en todos los países.
-La doctrina inicial de la dictadura militar chilena hablaba muy mal de la política y se planteaba fortalecer los grupos intermedios, algo propio de la influencia franquista.
-El comunitarismo defiende las comunidades, pero también las distingue: hay benevolentes y malevolentes. Muchos totalitarismos han sido comunitaristas; el nazismo, por ejemplo, era un comunitarismo excluyente de una sola comunidad, que era la raza aria personificada en el designio superior de la nación alemana. En mi país hemos tenido un intento reciente de los nacionalismos de arrebatarnos el discurso.
La contradicción del Opus
-En los hechos, el planteamiento comunitarista es un instrumento conceptual para oponerse a la hegemonía neoliberal.
-El comunitarismo nace de la socioeconomía, que a su vez es un planteamiento alternativo a la economía neoclásica, al neoliberalismo. El comunitarismo es un algo nuevo, y estoy viendo que muchos movimientos políticos quisieran apadrinarlo para decir “nosotros lo hemos descubierto”. Y eso es un error, el comunitarismo es una ideología que reclama reconocimiento como sujeto para las comunidades, y por tanto reclama soberanía para la familia, las iglesias y las comunidades locales.
-Hoy además hay un universo de comunidades virtuales en Internet, que plantean desafíos conceptuales a la tradición académica.
-Etzioni ha escrito sobre eso.
-Ese discurso por la familia y la religión no deja de sonar algo conservador.
-Bueno, hay cosas antiguas y cosas nuevas, pero esas cosas antiguas son fracasos antiguos. Yo creo que el discurso pro familia es nuevo si se argumenta que ésta puede educar en casa; me parece mal que el Estado se autodefina como educador en virtudes globales, eso es una aberración totalitaria.
-¿Habla de un tipo de familia tradicional o también extiende el concepto a las familias uniparentales u otras?
-Técnicamente, tanto la familia moderna como la tradicional pueden ser óptimas, o ambas pueden ser un desastre. Yo propongo la familia funcional, que es aquella que cumple las funciones que la sociedad espera de ella: equidad generacional, control social, socialización y transmisión cultural.
-¿No cabe en su discurso un solo tipo de familia, como la entiende la Iglesia Católica? ¿Podrían constituir familia parejas de un mismo sexo?
-La distinción entre familias óptimas y menos óptimas es necesaria para proponer la familia óptima. Una familia disfuncional no deja de ser familia.
-¿Cuál sería la familia disfuncional?
-Aquélla donde se produce violencia de género, por ejemplo. Una familia en la que hay unos desequilibrios de poder muy grandes, una en la que la educación propone vicios en vez de virtudes, como la delincuencia. La familia óptima es la que produce felicidad, y por tanto salud social. Y esa salud, sostengo yo, se puede medir.
-O sea, están más cerca de los hippies que del Opus Dei.
-Ja, ja, ja. Yo creo que está más cerca del sentido común. Tenemos un manifiesto comunitarista en defensa de la familia, otro en defensa de la integración y la superación de los gehthos, y estamos tratando de construir un cuerpo teórico para los países de habla hispana. Nosotros tenemos tradiciones propias que arriba, en el norte, se desconocen, como la fiesta, por ejemplo. Todo eso es comunitarismo, es tradición.
-En Chile tuvieron mucha influencia Maritain y el socialismo comunitario. ¿Se reconocen ahí?
-Hay puntos de confluencia con el socialismo comunitario, con el personalismo comunitario y también con el anarquismo comunitario.
-Esto en Chile tiene mucha proyección política.
-Si hablamos de socialismo como algo que nace de la base, sí. Si lo hablamos en el sentido estatista del término, no.
-Pero entendido en el sentido económico, es decir de unos ciertos valores anteriores al interés individual y que engancha con la doctrina social de la Iglesia. ¿Hasta que punto ustedes coquetean con esta doctrina?
-Uno de los elementos de reflexión en nuestros seminarios ha sido encontrar conexión con la doctrina social de la Iglesia. Pero yo creo que el comunitarismo tiene mucho más de novedoso que de renacimiento de tradiciones más o menos antiguas. Me quedo con cosas como que las familias puedan votar.
-¿?
-Creo que el derecho a votar no se debe proscribir a personas que tengan menos de equis años; deben votar todos y mientras los niños no cumplan ciertos requisitos, los padres pueden hacerlo por ellos, tal como la sociedad les permite representarlos en el cuidado de su salud o de su alimentación.
-Si nacen como respuesta al neoliberalismo, ¿cuál es el diagnóstico que hacen del modelo económico?
-Éste es un modelo disgregador. Nunca antes en toda la historia el mundo ha sido tan desigual como ahora, y en ese sentido el modelo ha fracasado. Para ciertas elites y países ha tenido éxito en la diseminación de ciertas tecnologías, pero yo creo que tiene sus horas contadas.
-¿Y dónde está puesta la bomba de tiempo?
-El neoliberalismo ha sido incapaz de asegurar el desarrollo en muchos países, incapaz de dar soluciones al reto medioambiental. No existen recetas en su doctrina para eso, el neoliberalismo no propone la sobriedad y la autocontención, sino justo lo contrario. En ese sentido está agotado como ideología, aunque 13 de los últimos 14 premios Nobel de Economía hayan sido neoliberales. Es un debate que debe saltar a la vida política.
-¿Están vinculados a los movimientos antiglobalización?
-Los vínculos más importantes son con el quinto poder: las oenegés sin ánimo de lucro, las de la economía de la solidaridad, cosas que funcionan de diversas maneras pero que nutren el bagaje intelectual nuestro. Los dirigentes de Asociación Iberoamericana de Comunitarismo somos todos profesores universitarios.
-En la base de movimientos transformadores han existido siempre intelectuales. ¿Puede haber una secreta esperanza de eso?
-Puede haber un pequeño hecho que de repente catapulte al comunitarismo a las primeras páginas de los diarios. Por ejemplo, que le den el Premio Nobel de Economía a Amitai Etzioni.
-Pero el Nobel es ante todo una plataforma política. ¿No es siempre una tentación la influencia política?
-Hubo un intento de un reconocido intelectual afín al comunitarismo, Anthony Giddens, de tratar de incorporar el mensaje comunitarista en el programa político del Nuevo Laborismo de Tony Blair. A eso, que se llamó la Tercera Vía, lo hemos reivindicado como algo nuestro: el primero que utiliza ese concepto es Amitai Etzioni.
-Pero la Tercera Vía se unió a la única vía. Blair termina siendo el gran aliado de Bush.
-Exactamente, se unió al pensamiento único. Nosotros hemos cuidado que en el comunitarismo estén representadas personas de la mayor parte del arco político, no nos casamos con un solo partido.
-La Universidad de los Andes, co-organizadora de este Congreso, es del Opus Dei. ¿No hay una contradicción en esa institución, conservadora y a la vez decisiva en instancias de poder donde prima la racionalidad neoliberal, como son los grandes grupos económicos?
-A mí me parece que eso es una contradicción.
-Hay un libro reciente de una socióloga chilena, “Riqueza y piedad”, que describe muy bien ese caldo.
-Lo he visto. He dicho en todas partes que caridad cristiana y neoliberalismo son antitéticos, al menos en la práctica. Las soluciones que el neoliberalismo ha aportado para mejorar los niveles de igualdad y solidaridad en los países donde se ha aplicado, han fracasado. Chile es quizás un ejemplo palpable: el neoliberalismo ha puesto orden en la economía, pero también siembra desconfianza, competitividad, que me parece un término horrible: nosotros no tenemos que luchar contra los demás, sino contra nuestra propia miseria.
-Ahora, no son lo mismo los liberales que los neoliberales. Hoy incluso se puede ser liberal de izquierda.
-El liberalismo tiene mucho que ver con el comunitarismo. Si el liberalismo pretende garantizar a todos el mismo punto de partida, entonces tenemos mucho en común. El problema del neoliberalismo y de cierto liberalismo es que vio la libertad individual, pero no la libertad colectiva. LND
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Este académico español vino a presentar en sociedad un corpus doctrinal que le cae como anillo al dedo tanto a una DC en busca de una identidad ideológica después de Maritain como a una izquierda opuesta a un modelo económico que genera desigualdad social. Coquetean con el Opus Dei, pero detectan en ellos la contradicción entre la caridad cristiana y el neoliberalismo que hegemoniza a sus cuadros empresariales.
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Mirko Macari
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Tiene pinta de quijote este sociólogo español: alto, delgado, con barba. Incluso escribió un documento, publicado en Chile por la Universidad Miguel de Cervantes, que se llama “El comunitarismo del Quijote”. Fue esa casa de estudios la que lo trajo esta semana, en el marco del Tercer Seminario Internacional de Comunitarismo, organizado junto a instituciones. ¿De qué se trata esto? Aún es una idea que no sale del marco académico, pero ojo, que una de las mesas fue presentada por Gutenberg Martínez. Es cierto que ese mundo donde las ideas eran la bencina de la política ya se fue, pero también es cierto que la historia no llegó a su fin y que existe, en especial entre los más insatisfechos con el sistema, demanda por una alternativa al pensamiento único neoliberal.
“El comunitarismo entronca con algunos presupuestos de la DC, en el sentido de que apadrina aspectos como la solidaridad, la cooperación y la defensa política de las sociedades intermedias, como la familia o las iglesias. Pero el inventor del comunitarismo es un intelectual judío alemán, que es Amitai Etzioni”, afirma Adán.
-Explosiva la mezcla judío alemana en la filosofía.
-Es explosiva en todos los intelectuales. Él se define como un sociólogo práctico, en el sentido de que inicia movimientos.
-Ustedes propugnan una suerte de despolitización social, pero a la vez se plantean objetivos de influencia política. ¿No es contradictorio?
-Hay una imbricación con la teoría política, porque lo que reclamamos es poder para las comunidades. Muchos nos confrontan con los liberales, pero yo sostengo que el enemigo ideológico del comunitarismo no es el liberalismo, sino el individualismo.
-¿En qué medida el comunitarismo entra en el campo de las ideas políticas?
-Ahora mismo en Europa es el principal revulsivo político desde el punto de vista ideológico, pues el agotamiento de la modernidad tardía se está haciendo manifiesto. El 11 de septiembre de 2001, el estado más poderoso del mundo fue puesto de rodillas por un no estado, entonces el estado tiene que replantearse su razón de ser. Ya no nos garantiza la seguridad que el Estado de bienestar nos garantizaba, entonces debe replantearse misiones y funciones, muchas de las cuales debieran hacerlas las comunidades. La familia, por ejemplo, puede educar, puede cuidar, puede hacer un ejercicio de control social de una forma mucho más efectiva, más barata. Pero no tiene poder para hacerlo.
-La idea de las comunidades intermedias engancha con el pensamiento social cristiano. ¿Ustedes son la formulación 2.7 de esa corriente?
-Hay una salvedad. Para nosotros la comunidad política no es la comunidad más importante. Individualmente cada uno es varios nosotros al mismo tiempo, pertenecemos a varias comunidades. La comunidad familia es más importante, también la de lengua y la de religión.
-Desde los años 60 está instalada la idea de que la comunidad política es la más decisiva para modificar la vida humana.
-Los comunitaristas, al menos en Occidente, enfocaríamos más nuestras inquietudes en la sociedad civil que en la sociedad política.
-El centro político en Chile se ha vinculado históricamente con el social cristianismo y hoy busca un espacio ideológico donde sentirse más cómodo que en el neoliberalismo.
-Yo soy más bien un despolitizador del discurso comunitarista. Sí que tenemos que conseguir que el Estado nos reconozca, pero creo que el gran protagonismo va a venir por la reafirmación de la sociedad civil en todos los países.
-La doctrina inicial de la dictadura militar chilena hablaba muy mal de la política y se planteaba fortalecer los grupos intermedios, algo propio de la influencia franquista.
-El comunitarismo defiende las comunidades, pero también las distingue: hay benevolentes y malevolentes. Muchos totalitarismos han sido comunitaristas; el nazismo, por ejemplo, era un comunitarismo excluyente de una sola comunidad, que era la raza aria personificada en el designio superior de la nación alemana. En mi país hemos tenido un intento reciente de los nacionalismos de arrebatarnos el discurso.
La contradicción del Opus
-En los hechos, el planteamiento comunitarista es un instrumento conceptual para oponerse a la hegemonía neoliberal.
-El comunitarismo nace de la socioeconomía, que a su vez es un planteamiento alternativo a la economía neoclásica, al neoliberalismo. El comunitarismo es un algo nuevo, y estoy viendo que muchos movimientos políticos quisieran apadrinarlo para decir “nosotros lo hemos descubierto”. Y eso es un error, el comunitarismo es una ideología que reclama reconocimiento como sujeto para las comunidades, y por tanto reclama soberanía para la familia, las iglesias y las comunidades locales.
-Hoy además hay un universo de comunidades virtuales en Internet, que plantean desafíos conceptuales a la tradición académica.
-Etzioni ha escrito sobre eso.
-Ese discurso por la familia y la religión no deja de sonar algo conservador.
-Bueno, hay cosas antiguas y cosas nuevas, pero esas cosas antiguas son fracasos antiguos. Yo creo que el discurso pro familia es nuevo si se argumenta que ésta puede educar en casa; me parece mal que el Estado se autodefina como educador en virtudes globales, eso es una aberración totalitaria.
-¿Habla de un tipo de familia tradicional o también extiende el concepto a las familias uniparentales u otras?
-Técnicamente, tanto la familia moderna como la tradicional pueden ser óptimas, o ambas pueden ser un desastre. Yo propongo la familia funcional, que es aquella que cumple las funciones que la sociedad espera de ella: equidad generacional, control social, socialización y transmisión cultural.
-¿No cabe en su discurso un solo tipo de familia, como la entiende la Iglesia Católica? ¿Podrían constituir familia parejas de un mismo sexo?
-La distinción entre familias óptimas y menos óptimas es necesaria para proponer la familia óptima. Una familia disfuncional no deja de ser familia.
-¿Cuál sería la familia disfuncional?
-Aquélla donde se produce violencia de género, por ejemplo. Una familia en la que hay unos desequilibrios de poder muy grandes, una en la que la educación propone vicios en vez de virtudes, como la delincuencia. La familia óptima es la que produce felicidad, y por tanto salud social. Y esa salud, sostengo yo, se puede medir.
-O sea, están más cerca de los hippies que del Opus Dei.
-Ja, ja, ja. Yo creo que está más cerca del sentido común. Tenemos un manifiesto comunitarista en defensa de la familia, otro en defensa de la integración y la superación de los gehthos, y estamos tratando de construir un cuerpo teórico para los países de habla hispana. Nosotros tenemos tradiciones propias que arriba, en el norte, se desconocen, como la fiesta, por ejemplo. Todo eso es comunitarismo, es tradición.
-En Chile tuvieron mucha influencia Maritain y el socialismo comunitario. ¿Se reconocen ahí?
-Hay puntos de confluencia con el socialismo comunitario, con el personalismo comunitario y también con el anarquismo comunitario.
-Esto en Chile tiene mucha proyección política.
-Si hablamos de socialismo como algo que nace de la base, sí. Si lo hablamos en el sentido estatista del término, no.
-Pero entendido en el sentido económico, es decir de unos ciertos valores anteriores al interés individual y que engancha con la doctrina social de la Iglesia. ¿Hasta que punto ustedes coquetean con esta doctrina?
-Uno de los elementos de reflexión en nuestros seminarios ha sido encontrar conexión con la doctrina social de la Iglesia. Pero yo creo que el comunitarismo tiene mucho más de novedoso que de renacimiento de tradiciones más o menos antiguas. Me quedo con cosas como que las familias puedan votar.
-¿?
-Creo que el derecho a votar no se debe proscribir a personas que tengan menos de equis años; deben votar todos y mientras los niños no cumplan ciertos requisitos, los padres pueden hacerlo por ellos, tal como la sociedad les permite representarlos en el cuidado de su salud o de su alimentación.
-Si nacen como respuesta al neoliberalismo, ¿cuál es el diagnóstico que hacen del modelo económico?
-Éste es un modelo disgregador. Nunca antes en toda la historia el mundo ha sido tan desigual como ahora, y en ese sentido el modelo ha fracasado. Para ciertas elites y países ha tenido éxito en la diseminación de ciertas tecnologías, pero yo creo que tiene sus horas contadas.
-¿Y dónde está puesta la bomba de tiempo?
-El neoliberalismo ha sido incapaz de asegurar el desarrollo en muchos países, incapaz de dar soluciones al reto medioambiental. No existen recetas en su doctrina para eso, el neoliberalismo no propone la sobriedad y la autocontención, sino justo lo contrario. En ese sentido está agotado como ideología, aunque 13 de los últimos 14 premios Nobel de Economía hayan sido neoliberales. Es un debate que debe saltar a la vida política.
-¿Están vinculados a los movimientos antiglobalización?
-Los vínculos más importantes son con el quinto poder: las oenegés sin ánimo de lucro, las de la economía de la solidaridad, cosas que funcionan de diversas maneras pero que nutren el bagaje intelectual nuestro. Los dirigentes de Asociación Iberoamericana de Comunitarismo somos todos profesores universitarios.
-En la base de movimientos transformadores han existido siempre intelectuales. ¿Puede haber una secreta esperanza de eso?
-Puede haber un pequeño hecho que de repente catapulte al comunitarismo a las primeras páginas de los diarios. Por ejemplo, que le den el Premio Nobel de Economía a Amitai Etzioni.
-Pero el Nobel es ante todo una plataforma política. ¿No es siempre una tentación la influencia política?
-Hubo un intento de un reconocido intelectual afín al comunitarismo, Anthony Giddens, de tratar de incorporar el mensaje comunitarista en el programa político del Nuevo Laborismo de Tony Blair. A eso, que se llamó la Tercera Vía, lo hemos reivindicado como algo nuestro: el primero que utiliza ese concepto es Amitai Etzioni.
-Pero la Tercera Vía se unió a la única vía. Blair termina siendo el gran aliado de Bush.
-Exactamente, se unió al pensamiento único. Nosotros hemos cuidado que en el comunitarismo estén representadas personas de la mayor parte del arco político, no nos casamos con un solo partido.
-La Universidad de los Andes, co-organizadora de este Congreso, es del Opus Dei. ¿No hay una contradicción en esa institución, conservadora y a la vez decisiva en instancias de poder donde prima la racionalidad neoliberal, como son los grandes grupos económicos?
-A mí me parece que eso es una contradicción.
-Hay un libro reciente de una socióloga chilena, “Riqueza y piedad”, que describe muy bien ese caldo.
-Lo he visto. He dicho en todas partes que caridad cristiana y neoliberalismo son antitéticos, al menos en la práctica. Las soluciones que el neoliberalismo ha aportado para mejorar los niveles de igualdad y solidaridad en los países donde se ha aplicado, han fracasado. Chile es quizás un ejemplo palpable: el neoliberalismo ha puesto orden en la economía, pero también siembra desconfianza, competitividad, que me parece un término horrible: nosotros no tenemos que luchar contra los demás, sino contra nuestra propia miseria.
-Ahora, no son lo mismo los liberales que los neoliberales. Hoy incluso se puede ser liberal de izquierda.
-El liberalismo tiene mucho que ver con el comunitarismo. Si el liberalismo pretende garantizar a todos el mismo punto de partida, entonces tenemos mucho en común. El problema del neoliberalismo y de cierto liberalismo es que vio la libertad individual, pero no la libertad colectiva. LND
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La Nación/06/08/2007
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