Japón: la seguridad de las instalaciones nucleares
Las instalaciones nucleares de Kashiwazaki fueron dañadas por el potente terremoto que el 16 de julio afectó a Japón provocando la muerte de nueve personas. A pesar de que los daños no parecieron especialmente alarmantes, las dos sacudidas de 6,8 grados en la escala Richter causaron casi un millar de heridos y pérdidas de 1,5 galones de agua radioactiva. El primer ministro Shinzo Abe interrumpió de inmediato la campaña electoral para las elecciones del 29 de julio para trasladarse al lugar junto con protección civil, 450 soldados y 120 medios de transporte para socorrer a los supervivientes. El terremoto, además de haber tenido un fuerte impacto sobre la economía del país, ha llamado la atención sobre la seguridad del sector nuclear y la reglamentación gubernamental al respecto.
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Según se afirma desde Tepco, la compañía de energía eléctrica de Tokio, los reactores de las instalaciones nucleares de Kashiwazaki se apagaron automáticamente en el momento de las sacudidas; la primera de éstas fue registrada en las proximidades de Niigata y la segunda en el Mar del Japón a la altura de Kyoto. La compañía declaró que el episodio no tendría repercusiones importantes ni sobre la población ni sobre el medio ambiente de los alrededores. Sin embargo, los datos relativos a la seguridad de las instalaciones no son tranquilizadores.Para empezar, el hecho de que toda la estructura de Kashiwazaki, la mayor del mundo, fue concebida para soportar seísmos no superiores a 6,5 grados (inferiores a los registrados a mediados de julio); en segundo lugar, el número de fallos y problemas que se verificaron a continuación fueron mucho mayores que los declarados en las escasas informaciones proporcionadas por Tepco; éstos llegaron en realidad a 50: la Agencia para la Seguridad Nuclear e Industrial ha detectado que algunos de los tubos de descarga de cinco reactores (de un total de siete) se encontraban fuera de su sitio y no han conseguido determinar si hubo consecuencias negativas. Además, 100 barriles que contenían residuos nucleares han emitido material radioactivo como el cobalto-60 y el cromo-51 ala atmósfera. Si, tras el terremoto, Tepco registró una fuga de 1,5 galones de agua radioactiva, al día siguiente se descubrió que el agua de los alrededores era unas 50 veces más radioactiva de lo que se había anunciado en un principio. Todo esto ha desencadenado enfrentamientos entre el alcalde de Kashiwazaki, Hiroshi Ada, y Tepco acerca de la inexactitud de las informaciones que ésta había proporcionado tras el terremoto.Un portavoz de Tepco ha afirmado: “no previmos la posibilidad de un terremoto similar cuando proyectamos las instalaciones. Observando el área afectada por el seísmo, se ha visto que hay una falla situada justo bajo la estructura”.El nivel de la seguridad nuclear japonesa no es tranquilizador desde este punto de vista. En 1999 cientos de habitantes estuvieron expuestos a las radiaciones emitidas por la central de Tokaimura, que llegaron incluso a matar a dos trabajadores. Otro accidente relevante fue el que ocurrió en el complejo de Mihama de la Compañía Eléctrica de Kansai (Kepco) en agosto de 2004 cuando la rotura de unos tubos mató e hirió a algunos operarios. No han faltado escándalos que hayan afectado a la industria nuclear japonesa: tras el descubrimiento de falsificaciones de documentos relativos a la seguridad de las instalaciones en 2002 se cerraron 17 reactores nucleares durante un año.Por lo que se refiere al terremoto de este verano, la Comisión para la Energía Nuclear ha criticado a Tepco por no disponer de vehículos sobre el terreno para controlar el fuego y por el hecho de que los bomberos tardaron 90 minutos en responder a sus llamadas.Cinco días después del incendio, el responsable de la Comisión Shiozaki ordenó a los operadores de los 55 reactores nucleares existentes en Japón que aceleraran los controles antisísmicos y que consideraran nuevas medidas de seguridad.
Según se afirma desde Tepco, la compañía de energía eléctrica de Tokio, los reactores de las instalaciones nucleares de Kashiwazaki se apagaron automáticamente en el momento de las sacudidas; la primera de éstas fue registrada en las proximidades de Niigata y la segunda en el Mar del Japón a la altura de Kyoto. La compañía declaró que el episodio no tendría repercusiones importantes ni sobre la población ni sobre el medio ambiente de los alrededores. Sin embargo, los datos relativos a la seguridad de las instalaciones no son tranquilizadores.Para empezar, el hecho de que toda la estructura de Kashiwazaki, la mayor del mundo, fue concebida para soportar seísmos no superiores a 6,5 grados (inferiores a los registrados a mediados de julio); en segundo lugar, el número de fallos y problemas que se verificaron a continuación fueron mucho mayores que los declarados en las escasas informaciones proporcionadas por Tepco; éstos llegaron en realidad a 50: la Agencia para la Seguridad Nuclear e Industrial ha detectado que algunos de los tubos de descarga de cinco reactores (de un total de siete) se encontraban fuera de su sitio y no han conseguido determinar si hubo consecuencias negativas. Además, 100 barriles que contenían residuos nucleares han emitido material radioactivo como el cobalto-60 y el cromo-51 ala atmósfera. Si, tras el terremoto, Tepco registró una fuga de 1,5 galones de agua radioactiva, al día siguiente se descubrió que el agua de los alrededores era unas 50 veces más radioactiva de lo que se había anunciado en un principio. Todo esto ha desencadenado enfrentamientos entre el alcalde de Kashiwazaki, Hiroshi Ada, y Tepco acerca de la inexactitud de las informaciones que ésta había proporcionado tras el terremoto.Un portavoz de Tepco ha afirmado: “no previmos la posibilidad de un terremoto similar cuando proyectamos las instalaciones. Observando el área afectada por el seísmo, se ha visto que hay una falla situada justo bajo la estructura”.El nivel de la seguridad nuclear japonesa no es tranquilizador desde este punto de vista. En 1999 cientos de habitantes estuvieron expuestos a las radiaciones emitidas por la central de Tokaimura, que llegaron incluso a matar a dos trabajadores. Otro accidente relevante fue el que ocurrió en el complejo de Mihama de la Compañía Eléctrica de Kansai (Kepco) en agosto de 2004 cuando la rotura de unos tubos mató e hirió a algunos operarios. No han faltado escándalos que hayan afectado a la industria nuclear japonesa: tras el descubrimiento de falsificaciones de documentos relativos a la seguridad de las instalaciones en 2002 se cerraron 17 reactores nucleares durante un año.Por lo que se refiere al terremoto de este verano, la Comisión para la Energía Nuclear ha criticado a Tepco por no disponer de vehículos sobre el terreno para controlar el fuego y por el hecho de que los bomberos tardaron 90 minutos en responder a sus llamadas.Cinco días después del incendio, el responsable de la Comisión Shiozaki ordenó a los operadores de los 55 reactores nucleares existentes en Japón que aceleraran los controles antisísmicos y que consideraran nuevas medidas de seguridad.
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La política energética en Japón está estrechamente ligada a la necesidad de minimizar la fuerte dependencia de las importaciones, que proporcionan aproximadamente el 80% de sus necesidades energéticas.En cuanto a la política acerca de la energía nuclear, que proporciona un 30% de la energía nacional, ésta se concentra sobre algunos puntos clave: la determinación por considerar la energía nuclear como principal fuente energética del futuro; la posibilidad de reciclar el uranio y el plutonio del combustible usado; desarrollar reactores autofertilizantes con el fin de mejorar el uso del uranio, promover la energía nuclear de cara a la opinión pública y concentrarse en la seguridad.En julio de 2001 el Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) del gobierno japonés firmó un plan energético nuclear destinado a aumentar la producción de energía nuclear en un 30%, gracias a la construcción de cinco nuevas instalaciones hasta 2011.La necesidad de una producción energética doméstica también se refiere al intento de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir así con los objetivos marcados por el protocolo de Kyoto. En 2005 la Comisión de la Energía Atómica puso el acento sobre los reactores de agua ligera que según sus estimaciones sustituirán en el plazo de unos veinte años a algunas de las instalaciones actuales, mientras que los reactores autofertilizantes se introducirán comercialmente, pero no antes de 2050. En 2006 el Partido Liberal-Democrático en el gobierno subrayó la necesidad de desarrollar este tipo de reactores considerándolos como la tecnología nacional esencial. Parte del presupuesto gubernamental ha sido destinado al sector I+D para la experimentación e implementación y ha habido acuerdos internacionales para la construcción de reactores refrigerados por sodio.En abril de este año el gobierno ha seleccionado a Mitsubishi Heavy Industries (MHI) como principal compañía encargada de desarrollar reactores autofertilizantes. Esta propuesta ha sido sostenida también por la Agencia Japonesa de la Energía Atómica (JAEA) y la Federación de Compañías Eléctricas de Japón. Uno de los objetivos principales es el de convertir a Mitsubishi en primer productor de este tipo de reactores a nivel internacional gracias al apoyo y a los acuerdos con dichas agencias.El fuerte impulso al sector nuclear como primera fuente de energía no puede prescindir de un plan de seguridad sólido y estructurado capaz de hacer frente a situaciones de riesgo como el terremoto de julio en la central de Kashiwazaki. Seguridad que tiene que tutelar antes que nada a las industrias y aseguradoras japonesas, duramente afectadas tras el seísmo.El índice Nikkei bajó un 0,1% el lunes posterior al terremoto, y el Topix un 0,3%.La compañía aseguradora Mitsui Sumitomo bajó un 2,1% y la Sompo Japan Insurance un 2,3%. Tepco registró tras el seísmo una caída del 1,1%. Paralelamente, compañías como Riken Corporation y Sanyo Electric cayeron un 4,1% y un 0,5% respectivamente.A pesar de estos episodios, el gobierno japonés no se resigna a dar marcha atrás respecto al empleo de la energía nuclear mediante pactos con las compañías eléctricas. Estos acuerdos serán fundamentales para combatir el calentamiento global, especialmente si se piensa que en el plazo de veinte años la demanda energética aumentará un 50% como consecuencia de la industrialización y el aumento de la población.Por contra, está surgiendo una fuerte oposición entre muchos activistas, organizaciones y centros de investigación como el “Citizens’ Nuclear Information Center”; oposición motivada por la escasa capacidad de elaborar proyectos, la escasa transparencia y las pocas y contradictorias informaciones proporcionadas por el gobierno acerca de la industria nuclear. Además, los costes que en un futuro pudieran causar nuevos terremotos de gran magnitud han llevado a especialistas en seguridad nuclear a considerar que las necesidades energéticas de Japón podrían satisfacerse mediante la energía hidroeléctrica, gracias a los numerosos ríos y cadenas montañosas del país. Respecto a la energía nuclear, todavía no hay un procedimiento seguro de funcionamiento y las centrales son un peligro si se piensa en la alta actividad sísmica a lo largo del territorio japonés.
La política energética en Japón está estrechamente ligada a la necesidad de minimizar la fuerte dependencia de las importaciones, que proporcionan aproximadamente el 80% de sus necesidades energéticas.En cuanto a la política acerca de la energía nuclear, que proporciona un 30% de la energía nacional, ésta se concentra sobre algunos puntos clave: la determinación por considerar la energía nuclear como principal fuente energética del futuro; la posibilidad de reciclar el uranio y el plutonio del combustible usado; desarrollar reactores autofertilizantes con el fin de mejorar el uso del uranio, promover la energía nuclear de cara a la opinión pública y concentrarse en la seguridad.En julio de 2001 el Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) del gobierno japonés firmó un plan energético nuclear destinado a aumentar la producción de energía nuclear en un 30%, gracias a la construcción de cinco nuevas instalaciones hasta 2011.La necesidad de una producción energética doméstica también se refiere al intento de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir así con los objetivos marcados por el protocolo de Kyoto. En 2005 la Comisión de la Energía Atómica puso el acento sobre los reactores de agua ligera que según sus estimaciones sustituirán en el plazo de unos veinte años a algunas de las instalaciones actuales, mientras que los reactores autofertilizantes se introducirán comercialmente, pero no antes de 2050. En 2006 el Partido Liberal-Democrático en el gobierno subrayó la necesidad de desarrollar este tipo de reactores considerándolos como la tecnología nacional esencial. Parte del presupuesto gubernamental ha sido destinado al sector I+D para la experimentación e implementación y ha habido acuerdos internacionales para la construcción de reactores refrigerados por sodio.En abril de este año el gobierno ha seleccionado a Mitsubishi Heavy Industries (MHI) como principal compañía encargada de desarrollar reactores autofertilizantes. Esta propuesta ha sido sostenida también por la Agencia Japonesa de la Energía Atómica (JAEA) y la Federación de Compañías Eléctricas de Japón. Uno de los objetivos principales es el de convertir a Mitsubishi en primer productor de este tipo de reactores a nivel internacional gracias al apoyo y a los acuerdos con dichas agencias.El fuerte impulso al sector nuclear como primera fuente de energía no puede prescindir de un plan de seguridad sólido y estructurado capaz de hacer frente a situaciones de riesgo como el terremoto de julio en la central de Kashiwazaki. Seguridad que tiene que tutelar antes que nada a las industrias y aseguradoras japonesas, duramente afectadas tras el seísmo.El índice Nikkei bajó un 0,1% el lunes posterior al terremoto, y el Topix un 0,3%.La compañía aseguradora Mitsui Sumitomo bajó un 2,1% y la Sompo Japan Insurance un 2,3%. Tepco registró tras el seísmo una caída del 1,1%. Paralelamente, compañías como Riken Corporation y Sanyo Electric cayeron un 4,1% y un 0,5% respectivamente.A pesar de estos episodios, el gobierno japonés no se resigna a dar marcha atrás respecto al empleo de la energía nuclear mediante pactos con las compañías eléctricas. Estos acuerdos serán fundamentales para combatir el calentamiento global, especialmente si se piensa que en el plazo de veinte años la demanda energética aumentará un 50% como consecuencia de la industrialización y el aumento de la población.Por contra, está surgiendo una fuerte oposición entre muchos activistas, organizaciones y centros de investigación como el “Citizens’ Nuclear Information Center”; oposición motivada por la escasa capacidad de elaborar proyectos, la escasa transparencia y las pocas y contradictorias informaciones proporcionadas por el gobierno acerca de la industria nuclear. Además, los costes que en un futuro pudieran causar nuevos terremotos de gran magnitud han llevado a especialistas en seguridad nuclear a considerar que las necesidades energéticas de Japón podrían satisfacerse mediante la energía hidroeléctrica, gracias a los numerosos ríos y cadenas montañosas del país. Respecto a la energía nuclear, todavía no hay un procedimiento seguro de funcionamiento y las centrales son un peligro si se piensa en la alta actividad sísmica a lo largo del territorio japonés.
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El futuro de la política nuclear estará condicionado por la respuesta que dé el gobierno a la fuerte necesidad de seguridad que el último seísmo ha desencadenado en el país. Por un lado, el gobierno está llevando a cabo una política que ve el desarrollo del sector nuclear como un proceso “limpio” y capaz de situar en breve a Japón como un país no dependiente de las importaciones; desarrollo que se hace patente sobre todo a raíz de los acuerdos con las compañías eléctricas. Por otro lado, existe una considerable incapacidad de elaboración de proyectos como para que éste pueda ser un proceso seguro y eficiente. Japón está desarrollando una política de potencia pero sin tener a su disposición todos los instrumentos para poder controlar este proceso y su incapacidad a la hora de gestionar las informaciones de manera transparente lo demuestra. Si la lógica de la potencia no viene acompañada por una lógica de seguridad, la falla que divide en estos momentos a Japón será cada vez más problemática.
El futuro de la política nuclear estará condicionado por la respuesta que dé el gobierno a la fuerte necesidad de seguridad que el último seísmo ha desencadenado en el país. Por un lado, el gobierno está llevando a cabo una política que ve el desarrollo del sector nuclear como un proceso “limpio” y capaz de situar en breve a Japón como un país no dependiente de las importaciones; desarrollo que se hace patente sobre todo a raíz de los acuerdos con las compañías eléctricas. Por otro lado, existe una considerable incapacidad de elaboración de proyectos como para que éste pueda ser un proceso seguro y eficiente. Japón está desarrollando una política de potencia pero sin tener a su disposición todos los instrumentos para poder controlar este proceso y su incapacidad a la hora de gestionar las informaciones de manera transparente lo demuestra. Si la lógica de la potencia no viene acompañada por una lógica de seguridad, la falla que divide en estos momentos a Japón será cada vez más problemática.
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Equilibri.net - Italy/29/08/2007
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