17/9/07

Vista general de las celebraciones por el Día de la Independencia en el Zócalo de la ciudad de México, el 15 de septiembre de 2007.
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MEXICO (AFP) — La Fiesta Nacional mexicana del 15 de septiembre, por el aniversario del inicio de la Guerra de Independencia en 1810, reflejó que la fractura en la sociedad sigue abierta un año después de las elecciones que provocaran una honda división entre izquierda y derecha.
Aunque la celebración, que como es tradicional tuvo su epicentro en el Zócalo (plaza principal) de la capital, transcurrió sin incidentes de violencia, mostró que la reconciliación entre los partidarios del presidente derechista Felipe Calderón y los del ex candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador está todavía lejana.
A lo largo de la tarde del sábado, en la plaza central de la Ciudad de México el gobierno, por un lado, y el movimiento que apoya al líder opositor y el ayuntamiento de la capital (gobernado por la izquierda), por el otro, llevaron a cabo una sonora batalla musical y propagandística.
Cada bando, apoyado en más de un centenar de potentes equipos de sonido, ofreció su propio espectáculo en escenarios situados uno frente al otro en lados opuestos de la enorme plaza.
Ya en la noche, se lanzaron dos "Gritos de Independencia", el acto central de la celebración, que recrea el llamamiento a la insurrección contra los españoles del cura Miguel Hidalgo.
Por una parte, el presidente desde el balcón del Palacio Nacional y, por el otro, la senadora Rosario Ibarra, del Partido de la Revolución Democrática (PRD, al que pertenece López Obrador), desde el escenario del ayuntamiento.
Todo esto bajo un espectacular despliegue de seguridad, que incluyó la instalación por parte de la policía federal de arcos detectores de metales en los accesos al Zócalo.
La surrealista batalla fue ganada por Calderón, a pesar de que la capital es feudo de la izquierda.
A lo largo del día logró acallar con sus potentes equipos de sonido los discursos de los opositores, que criticaban ante decenas de miles de seguidores al presidente (si bien se pactaron 15 minutos de silencio para que Ibarra diera su 'Grito') y por la noche impuso en la televisión una versión parcial del festejo.
Las dos cadenas nacionales, Televisa y TV Azteca, tuvieron que transmitir la señal televisiva del gobierno, con el sonido de los comentaristas oficiales incluido.
Por tanto, y aunque sólo horas antes de la ceremonia Calderón había dicho que el 15 de septiembre "ningún mexicano queda al margen" de la celebración, de la transmisión oficial fueron obviados los carteles con la cara de López Obrador y los gritos de "¡Espurio!" lanzados contra el mandatario.
En los planos de la plaza prácticamente sólo se distinguían las zonas más cercanas al Palacio Nacional, tomadas por los miembros de la guardia presidencial, que taparon con banderas mexicanas una gran pancarta en la que se leía "Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México".
Incluso cuando sonaba el himno nacional, la cámara se enfocó sin recato en un grupo de hombres de entre 20 y 30 años con el pelo al ras que desde la mañana se habían dispuesto en el espacio frente al Palacio y que los opositores identificaron sin dudar como militares vestidos de civil.
Tampoco los comentaristas de las televisiones, una vez terminada la transmisión oficial, hicieron mención alguna a la presencia de los opositores y los de Televisa, la cadena con más audiencia, comentaron "emocionados" cómo los mexicanos había celebrado "unidos" la fiesta nacional.
Entretanto, en el sureste del país, a la misma hora en que Calderón daba su "grito" López Obrador hacía lo mismo en un marginado municipio del estado de Oaxaca, en la sierra mazateca.
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AFP/17/09/2007

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