Londres recibe al gran inversor saudí con pompa y circunstancia
El rey de Arabia, uno de los países con más fondos soberanos, visita el Reino Unido
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Madrid / Londres. La reina Isabel II recibió ayer al rey Abdalá bin Abdulaziz con el máximo protocolo, al comienzo de una visita de Estado del monarca saudí que más allá de la cooperación política y económica, tiene probablemente también un importante significado financiero en estos tiempos revueltos del subprime y la crisis global de crédito que ha provocado.
No en vano, Arabia es no sólo el peso pesado de la industria petrolera mundial, sino uno de los principales tenedores de Sovereign Wealth Funds (SWF), unos fondos soberanos cuya opacidad y potencial peligro para el sistema financiero global ha sido objeto de análisis detallado por el G-7 en su última cita de Washington.
Los siete grandes (entre los que está el Reino Unido) reclamaron más transparencia y permanecer al margen de la influencia política a estos fondos, que gestionan las enormes reservas cambiarias de los países exportadores de materias primas, cuyos ingresos se han multiplicado en los últimos años.
El secretario del Tesoro de EEUU, Henry Paulson, advirtió días atrás que "el aumento en peso y número de los fondos soberanos será objeto de una atención reforzada en razón de de sus potenciales consecuencias desestabilizadoras sobre los mercados financieros y las inversiones". Occidente teme que estos pujantes fondos soberanos, teledirigios por Gobiernos extranjeros puedan ser usados con fines de guerra económica, especialmente por autoridades cuya prioridad no es a vaces el interés financiero, sino la influencia política y el proselitismo religioso.
Conocer el peso exacto de los fondos saudíes en el mundo es difícil. Morgan Stanley evalúa en 300.000 millones de dólares el montante sólo de los fondos soberanos y los sitúa entre los mayores, junto a los de Emiratos (875.000 millones); Singapur (330.000 millones); Noruega y China (300.000).
El maná que nutres esos inmensos fondos procede del oro negro: Arabia es el primer productor y exportador de petróleo del mundo y el país con más reservas, un fabuloso negocio que se traduce en miles de millones de dólares de beneficios. Y en enormes inversiones en todo el mundo, claves en la estabilidad financiera de algunos países y el mercado de deuda.
Además, Arabia, junto a Kuwait, Emiratos, Omán y Qatar se ha convertido en motor de unas finanzas islámicas que, con el desarrollo de productos financieros compatibles con la ley coránica ya mueven 400.000 millones de dólares anuales en el mundo, según S&P. El FMI espera que el enorme superávit comercial saudí, que junto al del resto de monarquías petroleras del Golfo se mantenga en 470.000 millones en los próximos años, lo que confiere a Riad la pátina de gran inversor, pese a las críticas al wahabismo y las sospechas de lazos en la financiación terrorista.
Aliada de EEUU y del Reino Unido en la lucha contra el terrorismo, la Casa de Saud apuesta cada vez por un papel de mayor protagonismo en la región y se ha vinculado más que nunca al proceso de paz en Palestina, al mismo tiempo que ha elevado la guardia contra la gran potencia rival, el chií Irán. La desconfianza entre EEUU y Arabia tras el 11-S por las acusaciones al país árabe, las elites saudíes retiraron inversiones ydepósitos por 200.000 millones de dólares, al juzgar poco seguro el espacio financiero del país. Londres, gran plaza financiera, no está dispuesta a generar tal desconfianza
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Madrid / Londres. La reina Isabel II recibió ayer al rey Abdalá bin Abdulaziz con el máximo protocolo, al comienzo de una visita de Estado del monarca saudí que más allá de la cooperación política y económica, tiene probablemente también un importante significado financiero en estos tiempos revueltos del subprime y la crisis global de crédito que ha provocado.
No en vano, Arabia es no sólo el peso pesado de la industria petrolera mundial, sino uno de los principales tenedores de Sovereign Wealth Funds (SWF), unos fondos soberanos cuya opacidad y potencial peligro para el sistema financiero global ha sido objeto de análisis detallado por el G-7 en su última cita de Washington.
Los siete grandes (entre los que está el Reino Unido) reclamaron más transparencia y permanecer al margen de la influencia política a estos fondos, que gestionan las enormes reservas cambiarias de los países exportadores de materias primas, cuyos ingresos se han multiplicado en los últimos años.
El secretario del Tesoro de EEUU, Henry Paulson, advirtió días atrás que "el aumento en peso y número de los fondos soberanos será objeto de una atención reforzada en razón de de sus potenciales consecuencias desestabilizadoras sobre los mercados financieros y las inversiones". Occidente teme que estos pujantes fondos soberanos, teledirigios por Gobiernos extranjeros puedan ser usados con fines de guerra económica, especialmente por autoridades cuya prioridad no es a vaces el interés financiero, sino la influencia política y el proselitismo religioso.
Conocer el peso exacto de los fondos saudíes en el mundo es difícil. Morgan Stanley evalúa en 300.000 millones de dólares el montante sólo de los fondos soberanos y los sitúa entre los mayores, junto a los de Emiratos (875.000 millones); Singapur (330.000 millones); Noruega y China (300.000).
El maná que nutres esos inmensos fondos procede del oro negro: Arabia es el primer productor y exportador de petróleo del mundo y el país con más reservas, un fabuloso negocio que se traduce en miles de millones de dólares de beneficios. Y en enormes inversiones en todo el mundo, claves en la estabilidad financiera de algunos países y el mercado de deuda.
Además, Arabia, junto a Kuwait, Emiratos, Omán y Qatar se ha convertido en motor de unas finanzas islámicas que, con el desarrollo de productos financieros compatibles con la ley coránica ya mueven 400.000 millones de dólares anuales en el mundo, según S&P. El FMI espera que el enorme superávit comercial saudí, que junto al del resto de monarquías petroleras del Golfo se mantenga en 470.000 millones en los próximos años, lo que confiere a Riad la pátina de gran inversor, pese a las críticas al wahabismo y las sospechas de lazos en la financiación terrorista.
Aliada de EEUU y del Reino Unido en la lucha contra el terrorismo, la Casa de Saud apuesta cada vez por un papel de mayor protagonismo en la región y se ha vinculado más que nunca al proceso de paz en Palestina, al mismo tiempo que ha elevado la guardia contra la gran potencia rival, el chií Irán. La desconfianza entre EEUU y Arabia tras el 11-S por las acusaciones al país árabe, las elites saudíes retiraron inversiones ydepósitos por 200.000 millones de dólares, al juzgar poco seguro el espacio financiero del país. Londres, gran plaza financiera, no está dispuesta a generar tal desconfianza
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La Gaceta de los Negocios - España/31/10/2007
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