La política del miedo
Cientos de musulmanes que viven en EEUU protestan en esta foto del 22 de octubre frente a la embajada de Arabia Saudita en Washington, alegando que el gobierno de ese país da un apoyo tácito al terrorismo en Irak.
TIM SLOAN / AFP / GETTY IMAGES
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PAUL KRUGMAN
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En la peor hora de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt exhortó a la nación a no sucumbir al ''terror sin nombre, irracional e injustificado''. Sin embargo, eso fue entonces. Hoy en día, muchos de los hombres que esperan ser el siguiente presidente --incluidos todos los candidatos con una posibilidad significativa de obtener la nominación republicana-- han hecho del terror irracional e injustificado el centro de sus campañas.
Considérese, por un momento, las implicaciones del hecho de que Rudy Giuliani acepte la asesoría en política exterior de Norman Podhoretz, quien quiere que empecemos a bombardear Irán ``tan pronto como sea logísticamente posible''.
Podhoretz, el editor de Commentary y neoconservador fundador, nos dice que Irán es el ''principal centro de la ideología islamofascista contra la que hemos estado combatiendo desde el 11 de septiembre''. Los islamofascistas, nos dice, están muy avanzados en el camino de crear un mundo ''modelado por su voluntad y hecho según sus deseos''. En efecto, ``algunos observadores ya están advirtiendo que para finales del siglo XXI toda Europa estará transformada en un lugar al que darán el nombre de Eurabia''.
¿Tengo que señalar que nada de esto tiene sentido? Para empezar, no existe en realidad ninguna cosa semejante que sea islamofascismo --no es una ideología; es una invención de la imaginación neoconservadora. El término se puso en boga sólo porque era una forma para que la línea dura iraquí restara importancia a la transición torpe de perseguir a Osama bin Laden, quien atacó a Estados Unidos, a perseguir a Saddam Hussein, quien no lo hizo. E Irán no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre; en realidad, el régimen iraní fue bastante útil a Estados Unidos cuando persiguió a Al Qaida y sus aliados talibanes en Afganistán.
Más allá de eso, decir que Irán busca el dominio mundial es más que ridículo. Sí, el régimen iraní juega sucio en muchos aspectos, y sería malo que adquiriera armas nucleares. Sin embargo, tengamos algo de perspectiva, por favor: hablamos de un país aproximadamente con el PIB de Connecticut y de un gobierno cuyo presupuesto militar es casi igual al de Suecia.
Entretanto, la idea de que un bombardeo hará que el régimen iraní se ponga de rodillas --y bombardear es la única opción ya que se nos acabaron las tropas-- es pura ilusión. El año pasado, Israel trató de incapacitar a Hezbulá con una campaña aérea, y en cambio terminó fortaleciéndolo. Existen muchas razones para creer que un ataque contra Irán produciría el mismo resultado, con los efectos agregados de poner en peligro las fuerzas estadounidenses en Irak y de provocar que los precios del petróleo suban a tres dígitos.
Podhoretz, en resumen, se está metiendo en habladurías sin sentido. No obstante, el puntero para la nominación del Partido Republicano lo trata con respeto. Y los discursos rimbombantes de Podhoretz son, en todo caso, más sanos que algunos de los que hemos estado oyendo de algunos de los rivales de Giuliani.
Por tanto, en un anuncio reciente de su campaña, Mitt Romney afirmó que Estados Unidos está en una lucha con personas que están orientadas ''a unir al mundo bajo un solo califato yihadista. Para hacerlo, deben provocar el colapso de los países amantes de la libertad. Como nosotros''. No dice exactamente quiénes son estos yihadistas, pero presumiblemente se refiere a Al-Qaida, una organización que ha demostrado con certeza su voluntad y capacidad de matar a gente inocente, pero que no tiene ninguna posibilidad de provocar el colapso de Estados Unidos, ya no digamos de apoderarse del mundo.
Y Mike Huckabee, que los reporteros gustan de describir como un tipo agradable y razonable, dice que si se elige a Hillary Clinton, ''no estoy seguro de que tendremos el valor, la voluntad y la determinación de luchar contra la mayor amenaza que haya enfrentado alguna vez este país, que es el islamofascismo''. Sí, un montón de terroristas mal armados y una potencia militar de cuarta categoría --que ni siquiera son aliados entre sí-- representan un peligro más grande que los tanques de Hitler o el arsenal nuclear soviético. Todo esto sería chistoso si no fuera tan grave.
En los días posteriores al 11 de septiembre, el gobierno de Bush adoptó como estrategia política el alarmismo del miedo. En lugar de tratar el ataque como lo que fue --una atrocidad cometida por un adversario fundamentalmente débil aunque despiadado--, el gobierno presentó a Estados Unidos como un país amenazado por todas partes.
La mayoría de los estadounidenses ha recuperado el equilibrio. Sin embargo, la base republicana, a la que le encantó la retórica gubernamental sobre el eje del mal y la guerra contra el terrorismo, sigue contaminada con el temor azuzado por los bushistas, quizá debido a que el miedo a los terroristas refleja fácilmente sus temores más antiguos, entre ellos el que sienten por las personas de piel oscura en general. Y la base está buscando un candidato que comparta este temor.
Aclaremos: Al Qaida es una amenaza real, lo mismo que el programa nuclear iraní. Sin embargo, ninguna de estas amenazas me asusta tanto como el temor en sí mismo: el temor irracional que se ha apoderado de los dos grandes partidos políticos de Estados Unidos. /© The New York Times News Service
En la peor hora de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt exhortó a la nación a no sucumbir al ''terror sin nombre, irracional e injustificado''. Sin embargo, eso fue entonces. Hoy en día, muchos de los hombres que esperan ser el siguiente presidente --incluidos todos los candidatos con una posibilidad significativa de obtener la nominación republicana-- han hecho del terror irracional e injustificado el centro de sus campañas.
Considérese, por un momento, las implicaciones del hecho de que Rudy Giuliani acepte la asesoría en política exterior de Norman Podhoretz, quien quiere que empecemos a bombardear Irán ``tan pronto como sea logísticamente posible''.
Podhoretz, el editor de Commentary y neoconservador fundador, nos dice que Irán es el ''principal centro de la ideología islamofascista contra la que hemos estado combatiendo desde el 11 de septiembre''. Los islamofascistas, nos dice, están muy avanzados en el camino de crear un mundo ''modelado por su voluntad y hecho según sus deseos''. En efecto, ``algunos observadores ya están advirtiendo que para finales del siglo XXI toda Europa estará transformada en un lugar al que darán el nombre de Eurabia''.
¿Tengo que señalar que nada de esto tiene sentido? Para empezar, no existe en realidad ninguna cosa semejante que sea islamofascismo --no es una ideología; es una invención de la imaginación neoconservadora. El término se puso en boga sólo porque era una forma para que la línea dura iraquí restara importancia a la transición torpe de perseguir a Osama bin Laden, quien atacó a Estados Unidos, a perseguir a Saddam Hussein, quien no lo hizo. E Irán no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre; en realidad, el régimen iraní fue bastante útil a Estados Unidos cuando persiguió a Al Qaida y sus aliados talibanes en Afganistán.
Más allá de eso, decir que Irán busca el dominio mundial es más que ridículo. Sí, el régimen iraní juega sucio en muchos aspectos, y sería malo que adquiriera armas nucleares. Sin embargo, tengamos algo de perspectiva, por favor: hablamos de un país aproximadamente con el PIB de Connecticut y de un gobierno cuyo presupuesto militar es casi igual al de Suecia.
Entretanto, la idea de que un bombardeo hará que el régimen iraní se ponga de rodillas --y bombardear es la única opción ya que se nos acabaron las tropas-- es pura ilusión. El año pasado, Israel trató de incapacitar a Hezbulá con una campaña aérea, y en cambio terminó fortaleciéndolo. Existen muchas razones para creer que un ataque contra Irán produciría el mismo resultado, con los efectos agregados de poner en peligro las fuerzas estadounidenses en Irak y de provocar que los precios del petróleo suban a tres dígitos.
Podhoretz, en resumen, se está metiendo en habladurías sin sentido. No obstante, el puntero para la nominación del Partido Republicano lo trata con respeto. Y los discursos rimbombantes de Podhoretz son, en todo caso, más sanos que algunos de los que hemos estado oyendo de algunos de los rivales de Giuliani.
Por tanto, en un anuncio reciente de su campaña, Mitt Romney afirmó que Estados Unidos está en una lucha con personas que están orientadas ''a unir al mundo bajo un solo califato yihadista. Para hacerlo, deben provocar el colapso de los países amantes de la libertad. Como nosotros''. No dice exactamente quiénes son estos yihadistas, pero presumiblemente se refiere a Al-Qaida, una organización que ha demostrado con certeza su voluntad y capacidad de matar a gente inocente, pero que no tiene ninguna posibilidad de provocar el colapso de Estados Unidos, ya no digamos de apoderarse del mundo.
Y Mike Huckabee, que los reporteros gustan de describir como un tipo agradable y razonable, dice que si se elige a Hillary Clinton, ''no estoy seguro de que tendremos el valor, la voluntad y la determinación de luchar contra la mayor amenaza que haya enfrentado alguna vez este país, que es el islamofascismo''. Sí, un montón de terroristas mal armados y una potencia militar de cuarta categoría --que ni siquiera son aliados entre sí-- representan un peligro más grande que los tanques de Hitler o el arsenal nuclear soviético. Todo esto sería chistoso si no fuera tan grave.
En los días posteriores al 11 de septiembre, el gobierno de Bush adoptó como estrategia política el alarmismo del miedo. En lugar de tratar el ataque como lo que fue --una atrocidad cometida por un adversario fundamentalmente débil aunque despiadado--, el gobierno presentó a Estados Unidos como un país amenazado por todas partes.
La mayoría de los estadounidenses ha recuperado el equilibrio. Sin embargo, la base republicana, a la que le encantó la retórica gubernamental sobre el eje del mal y la guerra contra el terrorismo, sigue contaminada con el temor azuzado por los bushistas, quizá debido a que el miedo a los terroristas refleja fácilmente sus temores más antiguos, entre ellos el que sienten por las personas de piel oscura en general. Y la base está buscando un candidato que comparta este temor.
Aclaremos: Al Qaida es una amenaza real, lo mismo que el programa nuclear iraní. Sin embargo, ninguna de estas amenazas me asusta tanto como el temor en sí mismo: el temor irracional que se ha apoderado de los dos grandes partidos políticos de Estados Unidos. /© The New York Times News Service
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El Nuevo Herald - USA/03/11/2007
El Nuevo Herald - USA/03/11/2007
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